Biografías por órden alfabético

Puga Gómez, Adrián


Nació en Cocula, Jalisco, el 8 de septiembre de 1858. Fueron sus padres los señores Prisciliano Puga Peña y María de Jesús Gómez Pérez.

Cursó su primaria en la Escuela Municipal de su pueblo natal. Además aprendió piano y canto con el organista de la Parroquia de San Miguel. Se trasladó a Guadalajara, donde se matriculó en el Liceo de Varones del Estado y cursó su educación media de 1877 a 1880. Fue un estudiante muy distinguido, sustentó actos públicos en Matemáticas, Filosofía, Latín, Inglés y Cosmografía; obtuvo varias medallas y diplomas. En 1879 asistió como oyente a la Escuela de Medicina y Farmacia.

De 1880 a 1884 realizó sus estudios profesionales de farmacéutico en la Escuela de Medicina y Farmacia de Guadalajara. El 30 de julio de 1884 presentó su examen profesional y fue aprobado por aclamación por los miembros del jurado, con la calificación máxima.

De 1882 a 1894 ejerció su profesión de farmacéutico y la de analizador químico, así amplió sus conocimientos a las ciencias químicas.

A partir de 1894 se dedicó a impartir diferentes cátedras e inició su fecundo, sabio y prolongado magisterio. Algunas cátedras que impartió fueron –se indica la fecha de nombramiento–: el 2 de febrero de 1894, profesor de Química en el Liceo de Varones; el 17 de febrero de 1895, inició como profesor adjunto de Química Orgánica en la Escuela de Medicina; el 21 de febrero de 1902, profesor de Química Inorgánica, Análisis Químicos y Química Industrial en la Escuela de Medicina y Farmacia; el 10 de noviembre de 1906, profesor sustituto de Ciencias Naturales y Físico-Químicas en la Escuela Comercial e Industrial para Señoritas; el 29 de noviembre de 1910, profesor de Química en el Liceo de Varones; del 29 de noviembre de 1910 al 31 de agosto de 1914, fue profesor de Química III de la Escuela Comercial e industrial para Señoritas; el 14 de julio de 1913, profesor de Química Inorgánica, Análisis Químico General, Química Biológica y Química Orgánica en la Escuela de Medicina y Farmacia; el 19 de julio de 1913, profesor de Química y Técnica en la Escuela Preparatoria de Comercio y Normal de Profesores; el 22 de septiembre de 1915, profesor de Química Inorgánica y Análisis Químico General, Química Orgánica y Legal en la Escuela de Medicina y Farmacia; el 1° de junio de 1917, profesor de Química Orgánica, Inorgánica y Biológica en la Escuela de Medicina y Farmacia; el 30 de agosto de 1919, profesor de Materiales Generales en la Escuela Preparatoria para Señoritas y Escuela Preparatoria de Jalisco, e impartió las cátedras de Química, Mineralogía y Botánica; el 1° de julio de 1921, profesor de Química Biológica, Química Orgánica, Inorgánica y Análisis Químico General en la Escuela de Farmacia; el 10 de abril de 1923, profesor de Química Biológica; el 1° de septiembre de 1924, profesor de Farmacia y Toxicología en la Escuela de Farmacia; el 30 de septiembre de 1925, profesor de Química Biológica y Nociones de Farmacia en la Escuela de Medicina; el 12 de octubre de 1925, profesor de Química Orgánica e Inorgánica Generales en la Facultad de Farmacia; el 1° de enero de 1931, profesor de Química y Mineralogía en la Escuela Secundaria y Preparatoria para Varones; el 30 de diciembre de 1933, profesor de Física y Análisis Industriales en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Químicas; y el 1° de enero de 1934, profesor de Química Inorgánica y Orgánica I y II en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Químicas.

Sobre su estilo magisterial lo evocan:

Severo Díaz: “Como profesor, no se destacó ciertamente como un expositor brillante, era simplemente un espectador que no perdía un solo instante espiando el momento en que el alumno se revelara tal como era para aplicarle todos los recursos de su especial pedagogía. Esto la reducía a una sola cosa: hacer trabajar al alumno con gusto si era bueno y se inclinaba a esta clase de estudios; con rigor si desdeñaba en trabajo y mañosamente quería cubrir el expediente de su deber [...].1

Aurelio Cortés: “Química era la clase ‘obstáculo’ de toda la prepa. Esta venía en cuarto, el titular, don Adrián Puga, que decía que el cuatro era para Dios, porque todo lo sabía, el tres para el autor del libro, el dos para el profesor y el cero para los alumnos [...] Había que estudiar con ganas para cuando menos pasar por mayoría [...] el voto dividido de los jurados, 1+1+0, igual a dos, mayoría, rezaba el lugarcito de la boleta de examen en donde la mayor parte de los casos decía ‘aprobado’ [...] le gustaba que sus alumnos le llevaran diversas materias pulverizadas y con palparlas, aspirarlas, y alguna vez probarlas, acertaba de qué era lo que se trataba. Hubo una vez un estudiante que pulverizó al máximo una defecación de un felino... Don Adrián de momento se quedó indeciso, no sabía de qué se trataba pero al final reaccionó y dijo: —caca de gato y está usted reprobado […].2

En 1903 fue electo regidor suplente del Ayuntamiento de Guadalajara; el 24 de julio de 1904 se le nombró tercer vocal de la Junta de Vigilancia de las Cárceles; el 6 de noviembre de 1905 fue nombrado jefe de Inspección de Bebidas y Comestibles del Consejo de Salubridad. Además, fue integrante de la comisión para formar una lista de sustancias tóxicas, y colaboró en las reformas al reglamento de las boticas.

Fue designado miembro de la Comisión de Conferencias Científicas y Educativas el 4 de agosto de 1909, con motivo del centenario de la independencia; el 22 de octubre del citado 1909, integró la Comisión para el Congreso Agrícola; y el 1º de marzo de 1921 fue electo vocal suplente de la Cámara Agrícola Nacional de Jalisco. El 10 de abril de 1923 fue nombrado director interino de la Escuela de Farmacia; y el 1° de septiembre de 1924 se le confirmó como director titular de dicha Escuela.

El gobernador del estado José Guadalupe Zuno lo designó miembro de la Comisión Organizadora de la Universidad de Guadalajara en 1925.

El 29 de marzo de 1927 presentó su renuncia como director de la Facultad de Farmacia, pero no se le aceptó.

El presbítero Severo Díaz sintetiza así sus aportaciones a la ciencia:

  1. Consumado analizador químico; fundó el laboratorio municipal, donde enfrentó las adulteraciones y falsificaciones de los alimentos: “Fue perito en infinidad de litigios, pronunciando en ellos la palabra definitiva, como sucedió en el célebre proceso de una violación de correspondencia en la que pudo el profesor Puga encontrar el disolvente lento del lacre que permitió descubrir el sello primitivo que había quedado totalmente oculto por la sobre posición de nuevas capas puestas por unos malhechores”.3
  2. Descubridor e impulsor de grandes vocaciones científicas en la rama de la química, entre las que destaca el ingeniero Juan Salvador Agraz y la fundación del Círculo Científico Humboldt en la Escuela Preparatoria de Jalisco.
  3. Distinguido botánico, que desde esta disciplina cultivó relaciones con varios científicos del mundo, entre los que se encontraba el eminente naturalista francés León Diguet, profesor del Museo de Historia Natural de París, a quien se le comisionó a México para recolectar muestras de la fauna y flora y estudiar los usos y costumbres de las razas aborígenes. Luego publicó un libro con el título Baja California. Reseña geográfica y estadística, el cual regaló al profesor Puga, con una dedicatoria muy elogiosa.

Lamentablemente para las nuevas generaciones, no se conocen los estudios botánicos que realizó y que luego enviaba a Europa. Prácticamente no dejó nada escrito en Guadalajara, todo lo memorizaba, con base en iniciales con las cuales formaba palabras o frases fáciles de recordar por ser muy comunes.

Colaboró con el Instituto Médico Nacional, y asesoró a los industriales en la elaboración y conservación de sus productos.

Fue socio honorario de la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense, nombrado en 1913 por sus grandes conocimientos en la agricultura. En 1935, la Universidad de Guadalajara le otorgó el título de maestro ad honorem.

Pasó los últimos años retirado de sus cátedras por enfermedad, pero siguió siempre interesado en las cuestiones científicas, como lo testimonia el padre Severo Díaz.

El 5 de febrero de 1941 falleció en Guadalajara.

Los laboratorios de la Facultad de Ciencias Físico-Químicas y de la Escuela Preparatoria de Jalisco, y una calle de Guadalajara, llevan su nombre.

Juicios y testimonios

Severo Díaz Galindo: “La asistencia constante, inteligente y honrada en todas las boticas en que sirvió [...]; la competencia, exactitud y honradez con que procedió siempre en sus análisis, teniendo siempre presente la más estricta moralidad en el ejercicio de su profesión; la gran amplitud científica que caracterizó su enseñanza en el gran número de cátedras que sirvió, su mirada certera para conocer las diferentes aptitudes de sus discípulos, la justicia rigurosa e inconmovible con que calificaba las notas preliminares y los exámenes finales; y sobre todo: su vida inmaculada y sencilla a plena luz del mundo, le granjearon la estimación en la sociedad y entre los hombres de estudio [...] Dado su carácter reservado y por su profunda humildad científica, pocos fueron los hombres que penetraron en el interior de su laboratorio y biblioteca y menos los confidentes de sus problemas y trabajo”.


Luis Martínez López: “Don Adrián Puga fue un sabio. Un hombre que se hizo respetar y querer. Duro, amigable, de poco o ningún hablar (casi no se le entendía), si algo se le preguntaba, era lo mismo que el alumno tenía que investigar para contestarse solo [...]”.


J. Luis Medina: “¡Humilde sabio maestro, llenaste toda una época en la vida cultural de nuestra provincia y como otros de nuestros valores fuiste reconocido más allá de nuestra fronteras, dejando aquí sólo el vacío de ya no tenerte y la preciada enseñanza de tu ejemplo!... ¡Con razón nuestro don Severo Díaz te llama tercera personalidad científica de Jalisco!... Yo te llamaría ‘alfa’, yo te llamaría apóstol, maestro y guía del desenvolvimiento de la química en Jalisco”.


Referencias
  1. Severo Díaz Galindo, “La tradición científica en Guadalajara”, El Clarín, 31 de enero de 1961, p. 2. ↩︎

  2. Cortés, op. cit., pp. 119-120. ↩︎

  3. Díaz Galindo, loc. cit↩︎