Biografías por órden alfabético

Robledo García, Irene


Nació en Jocotepec, Jalisco, el 5 de abril de 1890. Fueron sus padres los señores Constancio Robledo Hernández y Concepción García Morales.

En Tequila vivió sus primeros años, donde cursó su instrucción primaria en la Escuela Municipal, y a los doce años de edad se le consideró apta para dar clases a un grupo de estudiantes menores.

En 1905 se trasladó a Guadalajara, e ingresó a la Escuela Secundaria Normal para Señoritas. Durante sus años de estudiante impartió clases particulares para ayudarse en sus gastos, y se interesó por las actividades políticas, asistió a las conferencias de tema laboral de la profesora Atala Apodaca, y trató a los futuros líderes revolucionarios Manuel Macario Diéguez y Esteban Baca Calderón.

Tras recibir su título de profesora normalista, en 1912 fue nombrada profesora de la Escuela Modelo. En 1914 se le encomendaron las cátedras de Física y Meteorología en la Escuela Normal, Preparatoria y Secundaria para Señoritas y dirigió una escuela primaria.

Por estos años sus padres ya habían fallecido, y ella se responsabilizó de la manutención de sus hermanos, con quienes se instaló en una casa del barrio de Analco.

El 1° de agosto de 1919 fue nombrada directora de la Escuela Preparatoria para Señoritas, y el 1° de agosto de 1920 ocupó la dirección de la Escuela Normal para Señoritas. El gobernador del estado Luis Castellanos Tapia la nombró vocal de la Comisión Estatal de Educación, y en 1921 colaboró con la Universidad Popular que dirigió Marcelino Rentería.

En su calidad de directora de la Escuela Preparatoria y Normal para Señoritas, el gobernador José Guadalupe Zuno la designó, en 1925, miembro de la Comisión Organizadora de la Universidad de Guadalajara. Participó en todas las sesiones de dicha comisión; colaboró en la redacción de la Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara, para la cual aportó los artículos dos y cuatro, que trataban sobre la inspiración social de la Universidad por encima del individualismo, y de la importancia de la problemática de la convivencia humana como objeto de la reflexión de los universitarios.

El 12 de octubre de 1925 firmó el acta constitutiva de la Universidad de Guadalajara, y fue ratificada como directora de la Escuela Preparatoria y Normal para Señoritas.

Las cátedras que impartió, y que a partir de la anterior fecha adquirieron rango universitario, fueron las ya mencionadas de Física y Metodología, Química, Educación Cívica y Social, Técnica de la Enseñanza III, Educación Cívica I, II y III, Ética y Sociología.

Fue la primera en proponer la participación de una representación estudiantil en el Consejo Universitario.

Viajó a Estados Unidos en 1930 para cursar estudios de homeopatía durante un año, al término de los cuales retornó a sus cátedras en Guadalajara.

Por esos años cursó la carrera de Odontología, la cual terminó en 1934. Luego ingresó al Instituto de Ciencias Médicas y Biológicas de la Universidad de Guadalajara, para estudiar enfermería.

Promovió el reparto de los desayunos escolares y mostró siempre un gran amor por los niños: “Para los que siempre tenía una caricia, un dulce, un juguete, un consejo; siempre decía: ¡déjenlos ser!”.1

En los grupos de María A. Díaz participó para propugnar por el mejoramiento de los niveles de vida de los obreros. Fundó en la Escuela Normal de Jalisco la primera cooperativa escolar y propició la práctica de los deportes.

De 1933 a 1935, nuevamente dirigió la Escuela Normal de Jalisco y promovió su separación de la Universidad, con el argumento de “que la Normal debería ser el coronamiento de la primaria, que en la Normal deberían aprender nuevos métodos que llevar a la primaria, que a la Universidad poco o nada le interesaba un método de enseñar a leer y escribir”.2

En 1935 fue nombrada inspectora de academias y escuelas nocturnas. Ese mismo año fundó la primera secundaria nocturna y se incorporó como catedrática de la Facultad de Economía, Comercio y Administración, donde impartió: Aritmética, Comercio, Álgebra, Geometría y Trigonometría, Matemáticas II y III, Aritmética Razonada, Cálculos Mercantiles I y Ética Profesional.

En 1937 trabajó en la fundación de la Asociación Cristiana Femenina, a la cual perteneció hasta 1970, y fue su secretaria general en 1941. Esta misma Asociación le otorgó una beca en 1943, para que en la Ciudad de México estudiara trabajo social en el área infantil. Luego continuó sus estudios en la misma disciplina en la Universidad de Denver, Colorado. A su regreso a Guadalajara, en 1948, fundó una Escuela de Trabajo Social que dependía de dicha Asociación Cristiana Femenina, la cual funcionó hasta 1950.

El 3 de marzo de 1953 fundó la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Guadalajara y fue su primera directora.

El 5 de marzo de 1959 fue nombrada jefa de investigaciones sociales, adscrita al Departamento Escolar. El 19 de junio del citado año, el Consejo General Universitario le concedió su jubilación, pero ella prefirió continuar en sus actividades universitarias. El 20 de diciembre de 1961 fue electa miembro de la Comisión de Reglamentos del Consejo General Universitario y el 20 de diciembre de 1963 de la Comisión de Condonaciones, Pensiones y Becas, y el 15 de julio de 1964 se le nombró miembro de la Comisión de Admisión de la Escuela de Trabajo Social.

También impartió Pedagogía Fundamental en la Facultad de Filosofía y Letras, y Odontología Infantil en la Facultad de Odontología.

El 15 de junio de 1963 se le impuso su nombre al Centro Educativo Social número 43 en la colonia San Marcos de Guadalajara. En la ceremonia de imposición estuvo el presidente de la república Adolfo López Mateos, quien le entregó la medalla Ignacio Manuel Altamirano. La Universidad de Guadalajara le otorgó las preseas Catalina Vizcaíno, 12 de Octubre y Fray Antonio Alcalde.

El 5 de agosto de 1968, en la sesión solemne del Consejo General Universitario, pronunció su discurso “La disciplina universitaria”, y en 1970 propuso el establecimiento de la licenciatura de Trabajo Social, con el fin de propiciar una mayor preparación profesional.

El 6 de noviembre de 1972 se le comunicó que el Consejo General Universitario le había conferido el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara. La ceremonia de colación del grado se verificó el día 10 inmediato, durante la cual el rector José Parres Arias la llamó “la eterna novia de la Universidad de Guadalajara“.

En 1973, durante la Primera Jornada de Ideología Universitaria, disertó magistralmente sobre los orígenes de la Universidad de Guadalajara en 1925.

El 14 de febrero de 1982 recibió la Medalla de Honor de la Cámara de Comercio de Guadalajara, y ese mismo año fue madrina de la última generación de trabajadores sociales a nivel técnico.

El 22 de octubre de 1984 recibió el nombramiento de maestra honoraria de la Escuela Preparatoria número 5. También se le otorgaron la medalla Rafael Ramírez del gobierno del estado de Jalisco, la presea del Año Internacional de la Mujer en 1975, la presea del Ayuntamiento de Guadalajara, como miembro distinguido de la comunidad tapatía, y el diploma de la Educación en México.

Fundó la Asociación de Trabajadores Sociales Universitarios de Guadalajara y apoyó el establecimiento del Colegio de Trabajadores Sociales Universitarios de Jalisco, del cual fue socia vitalicia.

Tras su brillante trayectoria al servicio de sus semejantes, a lo que ella modestamente definía como “sólo tengo el ridiculum que he hecho toda mi vida “, pasó sus últimos años retirada en su casa del tradicional barrio de Analco, siendo la última sobreviviente de la Comisión Organizadora de la Universidad en 1925, y por lo tanto la decana universitaria.

Casi centenaria y siempre de mente lúcida, falleció en Guadalajara el 8 de agosto de 1988. Al día siguiente recibió el homenaje póstumo de la comunidad universitaria en el Paraninfo Enrique Díaz de León, y fue inhumada en el Panteón de Mezquitán.

Una calle de la colonia Santa Elena-Alcalde de Guadalajara lleva su nombre. En noviembre de 1992 se develó su busto en bronce en la explanada de la Facultad de Trabajo Social.

En el año 2000 fue declarada benemérita de Jalisco, y el 10 de octubre sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, y se develó su estatua, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar el máximo panteón jalisciense.

Juicios y testimonios

Guillermo Cosío Vidaurri: “Gran mujer, que a lo largo de muchas generaciones, no sólo de trabajo social, sino de otras disciplinas puso siempre lo mejor de ella al servicio de la comunidad de la que formamos parte”.


Bertha Magdalena Ramírez de Alfaro: “Una mujer independiente, autosuficiente, con un buen sentido del humor fino, pero a veces cáustico. Extremadamente orgullosa y terriblemente agresiva con quien lo merecía. Mujer excepcional, difícilmente de encontrar algo similar. Honesta intelectual y moralmente [...] Feminista inteligente, no ubicaba al hombre como ángel o demonio [...]”.


Miguel Vizcarra Dávalos: “Mil novecientos veinticinco fue testigo de que hay personas que se adelantan a su tiempo. Difícil era, recordemos, que una mujer abandonara la idea de sujeción y dependencia y se incorporara de manera definitiva y definitoria a los procesos sociales que hacen a una sociedad independiente. Tal fue el caso de la doctora Irene Robledo García”.


Referencias
  1. Rayas et al., op. cit., s.p. ↩︎

  2. Idem↩︎