Desarrollo histórico (1853-1855) [^1]




Representación estudiantil por la continuación del Instituto

El 1° de marzo de 1853, los estudiantes del Instituto de Ciencias dirigieron al gobernador del estado José María Yáñez una “Representación... al Supremo Gobierno con motivo del decreto de 28 de febrero de 1853”,1 en la cual le expresaban “el más profundo sentimiento” y sorpresa por la supresión de su plantel educativo, y a continuación refutaban uno a uno los argumentos de la medida: consideraban que la Universidad podía seguir adelante con las donaciones de fray Antonio Alcalde, aunque reconocían que

es verdad que podrá alegarse si se quiere, para sostener la escasez que se proclama, que hoy catedráticos de la Universidad se han limitado a recibir pequeños y miserables prorrateos para indemnizar una parte de sus servicios literarios; pero no creemos que el amor que profesan a las ciencias, el deseo que los anima de generalizar sus conocimientos científicos, el anhelo que manifiestan porque la juventud los reciba, cultive y adelante, se haya acabado, dirigiendo una vista celosa a los fondos del Instituto, que leyes generales y particulares de Jalisco le consignaron. Muy lejos de nosotros la idea de inferirles tamaña injuria; por el contrario le confesamos el mérito de su desinterés y de su constancia [...] 2

En cuanto a los profesores del Instituto, señalaban que también habían impartido las clases durante varios años gratuitamente, y cuando se les pagaba destinaban sus sueldos a la compra de libros e instrumental de los laboratorios, por lo que “las pequeñas asignaciones que tienen los profesores, no sean satisfechas con exactitud y puntualidad, no es un [talón de] Aquiles, no es un argumento contra el Instituto”. 3

En lo relativo a la duplicidad de las cátedras, argumentaban que ya no bastaba con un solo establecimiento educativo. Y si aún los anteriores razonamientos fueren insuficientes, y si “[…] se insistiere en la refundición proyectada, y fuere necesario para dotar a los catedráticos del Instituto con alguna asignación más o cuota, nosotros estamos dispuestos a expensarla”. 4

El 2 de marzo, los estudiantes de las cátedras de Derecho de la Universidad se unieron a sus compañeros del Instituto y también dirigieron una “Representación [...] al Supremo Gobierno con motivo del decreto del 28 de febrero de 1853”,5 en la cual elogiaban

[…] los actos públicos de Física que, presididos por el sabio profesor don Lázaro Pérez, manifestaron a Guadalajara los adelantos de los alumnos del nuevo establecimiento [...] La brillantez verdaderamente admirable de aquellos actos, excitó una noble y digna emulación en los otros establecimientos, que veían robarse por el nuevo el renombre que hasta ahí habían tenido. Entonces el Seminario Conciliar de esta ciudad, proyectó reformas útiles: reformas dignas de un establecimiento de educación literaria y científica [...] 6

Y aunque expresaban que no tenían la intención de comparar la instrucción del Instituto con la de la Universidad, manifestaban que

el Instituto proporciona una instrucción libre, sin trabas ningunas, instrucción que se adquiere en más breve tiempo; la Universidad, enseñando iguales materias, emplea un tiempo más largo y exige en sus alumnos los derechos conocidos con los nombres de matrículas y grados, felizmente extinguidos los últimos por un decreto del Estado. Pesadas en la balanza de la razón estas reflexiones, desde luego salta a la vista una preferencia que el Instituto lleva a la Universidad: la mayor facilidad en la instrucción que aquel proporciona. Y si se considera que generalmente las cátedras son concurridas por jóvenes que no tienen bienes de fortuna, ¡cuánto mayor peso adquieren aquellas reflexiones! 7

Y estudiantes como Jesús Leandro Camarena, Emeterio Robles Gil, Antonio Pérez Verdía, José María Vigil, Ignacio Luis Vallarta, José de Jesús Camarena, entre otros, confesaban que al ver el adelantamiento de “[…] nuestros amigos los alumnos del Instituto [...] nos hemos dedicado con más empeño al estudio, nos hemos entregado con mayor tesón a los afanes de la ciencia [...]”. 8

El 3 de marzo, padres de familia, hacendados, comerciantes y clérigos tales como el canónigo José Luis Verdía, el doctor Juan José Caserta, el prior de los dominicos fray Pablo Echeverría, el comendador de la Orden de Nuestra Señora de la Merced fray José de Jesús Martínez, entre otros, se unieron a la petición de que no se fusionara el Instituto con la Universidad.

Sin embargo todo fue en vano, ya que al día siguiente el secretario de gobierno Urbano Tovar comunicó que el gobernador del estado ratificaba el decreto del 28 de febrero pasado, y así se perdió la oportunidad de tener dos instituciones de educación superior en Jalisco, lo cual hubiera llevado a una sana competencia de catedráticos y estudiantes.

Claustro de Doctores del 17 de marzo de 1853 9

Presidido por el rector y con la asistencia de nueve doctores. El rector expresó que de acuerdo con el artículo 4º del decreto del 28 de febrero, se debía presentar al Supremo Gobierno un proyecto de reglamento que pusiera en armonía las constituciones universitarias con el decreto número 66 –que contenía el Plan General de Instrucción Pública de 1847– y sus concordantes, y habiendo ocurrido la duda de si el citado proyecto lo debía presentar el Muy Ilustre Claustro o el cuerpo de catedráticos, que era al que competía el artículo 2º de dicho decreto. Por lo que su señoría elevó una consulta al Supremo Gobierno, además le manifestó que las cátedras vacantes las estaban desempeñando profesores interinos que no tenían aún carácter de sustitutos bianuales, cuyo nombramiento no se verificó a tiempo por no tener ya facultad de hacerlo el Claustro desde la publicación del decreto número 200, que prevenía que discrecionalmente lo hiciera el Supremo Gobierno. Que la contestación que se le dio fue en el sentido de que las reformas a las constituciones universitarias las planteara la junta de catedráticos, y se autorizaba al Claustro para que nombrara a los catedráticos sustitutos, cuya designación para Teología fue el doctor Primitivo Aristoarena y el presbítero Apolinar Mendoza para Jurisprudencia, el licenciado José María Ortiz para Derecho Canónico, los licenciados Hilarión Romero y Andrés Terán para Derecho Civil, y para Medicina el profesor Pascual Agraz.

Enseguida, el rector informó que el Supremo Gobierno le previno para que recibiera de la Junta Directora de Estudios –previo inventario– todas las cosas anexas al Instituto. Y que al efecto libró oficio al presidente de dicho establecimiento, a lo cual se le contestó que tan luego como el gobernador resolviera el ocurso, que se le había elevado sobre la subsistencia del Instituto, tendría la honra de obsequiar el oficio de su señoría, mas a pesar de haber ya resuelto el gobernador sobre el ocurso indicado, nada había vuelto a comunicar el referido presidente del Instituto, lo cual puso ya en conocimiento del Supremo Gobierno, por lo que se le reiteró la orden de entrega que hasta la fecha no se había obsequiado.

Y finalmente se consideró necesario expresar al señor gobernador su gratitud por la protección dispensada a la Universidad, por lo que se acordó nombrar una comisión integrada por los doctores Juan Nepomuceno Camacho y Pablo Gutiérrez, para darle las gracias.

El 20 de abril tomó posesión nuevamente de la presidencia de la república el general Antonio López de Santa Anna, quien restauró el sistema centralista, por lo que Jalisco nuevamente fue Departamento.

Claustro de Doctores del 9 de junio de 1853

Presidido por el rector y con la asistencia de dieciséis doctores. Se vio una carta del doctor Crispiniano del Castillo, fechada el día 1°, en la cual escribió al señor rector con motivo de reformar los planes de estudios universitarios y del establecimiento de una dirección de enseñanza superior nacional, ante lo cual convendría contactar al canónigo y doctor José Braulio Sagareta, rector de la Universidad Nacional de México, a través de su hermano el licenciado Gabriel Sagareta, a quien el señor Del Castillo le anunció el proyecto de integrar una fraternidad entre las dos principales universidades de la república, y aún se le invitó a tener una conferencia, sobre este tema.

El Claustro aprobó la siguiente proposición: “Se le da poder al señor doctor Del Castillo para que a nombre del Claustro proponga a la Universidad de México reunirse con él, de manera que gocen de los mismos fueros y preeminencias las corporaciones e individuos de uno y otro”.

Luego se trató sobre la conveniencia de abrir al culto la Iglesia de la Universidad, lo cual se aprobó, y se facultó al rector para tomar las medidas del caso.

Claustro de Doctores del 25 de julio de 1853

Presidido por el rector y con la asistencia de siete doctores. Prestó juramento el doctor José María del Refugio Guerra, por ser el primer Claustro al que asiste. Se leyó un oficio del doctor Crispiniano del Castillo, en el cual participaba haber sido nombrado procurador general de la república y ofrecía sus servicios al Muy Ilustre Claustro, solicitando que se le conservara su cátedra, en razón de que su cargo no era vitalicio, y renunciaba en favor del catedrático que lo sustituyera el medio sueldo que el reglamento le concede, se aprobó por unanimidad de votos enviarle una felicitación, y se aceptó su petición. Se trató finalmente del sistema de calificaciones y matrículas.

Claustro de Doctores del 4 de agosto de 1853

Presidido por el rector y con la asistencia de nueve doctores. Se acordó por ocho votos a favor contra dos, conceder dispensa del tiempo de pasantía al presbítero Germán Villalvazo, y así poder acceder a los grados mayores.

Oración inaugural del catedrático José Hilarión Romero (1853)

El 18 de octubre se verificó en el aula mayor la solemne apertura de los cursos, en la cual pronunció la oración inaugural 10 el catedrático José Hilarión Romero Gil, quien expuso el estado de la enseñanza universitaria.

Enseñanza media


La Universidad ha tenido desde su principio la regla, de no admitir para la enseñanza secundaria alumnos, sin que antes no hayan tenido un curso arreglado de Filosofía, estudiando en la Lógica el origen y naturaleza de las ideas y las reglas que deberían seguirse para el descubrir o exponer la verdad. La Metafísica les hace conocer el ser en general y el Soberano autor de todos los seres: la espiritualidad, libertad e inmortalidad de nuestra alma, les guía a la moral que nos enseña nuestros deberes hacia Dios, hacia nuestros semejantes y respecto a nosotros mismos. La Física les desenvuelve enseguida las propiedades generales y particulares de los cuerpos y lleva su corazón hacia Dios, por una admiración es esclarecida de los principales fenómenos que el cielo y la tierra ofrecen a nuestras miradas. Este curso debe hacerse en latín, porque los discípulos que se dedican al estado eclesiástico, al foro, a la medicina y a la literatura no podrán nunca encontrar el origen de las respectivas ciencias a que se consagran si ignoran la lengua del Lacio [...] 11

Enseguida hizo un caluroso elogio de la cultura latina.

Facultad de Teología


En la enseñanza de la [Teología] sus doctrinas han sido las mismas que tiene y enseña la Iglesia de Roma; el método, tiempo de curso, conferencias y consultas modelado todo al que siguen las escuelas de Italia y las que tuvieron en otro tiempo Alcalá y Salamanca; sus catedráticos electos por el Claustro o nombrados por oposición, lo han sido o un discípulo de san Agustín, o de santo Tomás, o del sutil Escoto, santos los primeros que han sido gloria de la Iglesia, y el último, ese varón respetabilísimo que en el silencio de los claustros y ocupado en sus ejercicios piadosos, sobrepasó en inteligencia a Leibniz y Newton. 12

Facultad de Jurisprudencia


La enseñanza ha estado dividida desde su principio en dos ramos, el uno de Derecho Canónico y el otro de Civil, en éste se enseñó como principal durante el curso de sus tres años, el Derecho Romano, y secundariamente el Derecho Patrio, porque siempre ha tenido el pensamiento que el primero es la Filosofía del Derecho, porque teniendo su origen en la moral y miles de máximas de equidad, siendo la compilación de dos civilizaciones, de la griega y romana y casi la de la docta antigüedad, no menos que el origen del código de don Alfonso el Sabio, era de una necesidad indispensable su conocimiento, porque sabiendo la Filosofía del Derecho, con mucha facilidad la juventud que se dedica a la carrera del foro, podrá saber Derecho Patrio, tomándolo como una parte dogmática.

Se ha censurado mucho el plan de estudios de éste establecimiento, por esa preferencia que se ha dado al Derecho Romano, conservándolo siempre y quizá hubo un tiempo en que en toda la república sólo aquí se enseñaba; pero al hacer esta censura, se olvidaba que la sabia Alemania y la civilizada Francia, después de la restauración, le daba una atención preferente y que hoy en todos los colegios de instrucción secundaria, se tiene como el principal estudio, dando con su censura un golpe a naciones civilizadas. La Universidad pues, no trocará el estudio del Derecho Romano, por los del Derecho Público y Constitucional, porque sin despreciar éstos, los admitirá conservando con igual cuidado aquel; no desconociendo que todos los escritores del Derecho Natural, de Gentes y Público han tomado como base de sus obras los principios del Derecho Romano [...] En los tres años del curso de Derecho, se explica el Derecho Patrio dando la ventaja de que los discípulos al concluir la teórica, pueden dedicarse a sus estudios prácticos y adquirir los conocimientos del Derecho Natural y Público. 13

A continuación repasaba las actividades de la Academia de Jurisprudencia Teórico-Práctica, en la cual los estudiantes aprendían los procedimientos judiciales.

Facultad de Medicina


[…] Tiene sus cátedras más indispensables, escogiendo sus profesores el texto más claro y de más crédito para la enseñanza, proporcionando el tiempo en cada uno de sus respectivos cursos, porque durante los seis años de estudio, los alumnos tengan los conocimientos necesarios para ejercer con acierto y prudencia una profesión, cuya ignorancia tiene males de funesta consideración a las familias y a la sociedad. 14

En la parte final del discurso elogió la labor del inspector de escuelas don Manuel López Cotilla, la gestión del rector y los esfuerzos de sus compañeros catedráticos.

Claustro de Doctores del 10 de noviembre de 1853

Presidido por el rector y con la asistencia del cancelario Francisco Espinosa y de trece doctores. Celebrada la misa del Espíritu Santo en la Capilla de Nuestra Señora de Loreto se procedió a la elección rectoral, de la cual resultó: doce votos por el rector vigente, y uno por cada uno de los doctores Ignacio García, José María Orozco y Casiano Espinosa, quedando en consecuencia reelecto el rector en funciones, quien prestó juramento en manos del doctor Ignacio García, como doctor más antiguo.

Ese mismo día se reunió el Claustro de Consiliarios bajo la presidencia del rector y con la asistencia de cinco doctores para elegir a los consiliarios bianuales, resultaron electos los doctores 15 Juan Nepomuceno Camacho y José María Aristoarena por Teología, Rafael Camacho y José María del Refugio Guerra por Cánones, Francisco Arias por Leyes, fray Francisco Martínez por los religiosos, y Leonardo Oliva por Medicina.

Y al día siguiente nuevamente sesionó el Claustro de Consiliarios, para recibir el juramento de sus nuevos miembros, y nombrar regentes a los doctores Casiano Espinosa por Teología, José Manuel Ramírez por Jurisprudencia y Pablo Gutiérrez por Medicina. 16

Claustro de Doctores del 14 de noviembre de 1853

Presidido por el rector y con la asistencia de doce doctores y cinco catedráticos, reunidos en el aula magna. Hecha la señal por el señor rector, se procedió al juramento de obediencia que prestó por los doctores el canónigo magistral Juan Nepomuceno Camacho, por los catedráticos los señores Joaquín Martínez, Andrés Terán, Agraz, Hierro e Hilarión Romero Gil, y por los ministros y dependientes universitarios el capellán Benigno Herce. Luego se procedió a la elección de los diputados de Hacienda y se examinó la conducta de los empleados, no habiendo nada que corregir sino incluso se elogió la labor del secretario Antonio Alcocer.

Claustro Pleno del 26 de diciembre de 1853

Presidido por el rector y con la asistencia de ocho doctores. Al fallecer el obispo de Guadalajara Diego Aranda y Carpinteiro el pasado 17 de marzo, fue designado para sustituirlo el doctor Pedro Espinosa y Dávalos, decano de la Facultad de Teología, por lo cual ante su inminente consagración episcopal el Claustro acordó: iluminar el día de la ceremonia la fachada del edificio universitario, invitando a los doctores a contribuir para los gastos, asistir a la Catedral a la consagración episcopal y sustentar en su honor actos de Jurisprudencia y Medicina.

Enseguida el señor rector presentó al Muy Ilustre Claustro la oración inaugural, dicha por el catedrático de Derecho Civil licenciado Hilarión Romero Gil el pasado 18 de octubre, y propuso que se imprimiera por haber merecido la aprobación general y aplauso, e incluso el ministro de Instrucción Pública, Teodosio Lares, pidió un ejemplar, por lo que se aprobó la impresión, previa la revisión del doctor Pedro Covieya, que se dedicara al doctor Pedro Espinosa y que se pagara de los fondos universitarios.

Luego informó el rector que ya se había enviado al edificio actual de la Universidad la biblioteca, que a causa de haberse mudado en cuatro ocasiones y las dos primeras con gran precipitación por la urgencia con que se pidieron los locales, se encontraba absolutamente desarreglada, por lo que consideraba nombrar una comisión que la ordenara, habiéndose acordado nombrar al doctor Pedro Covieya, para que ordenara lo correspondiente a Teología, al doctor José María del Refugio Guerra para lo de Derecho, y al doctor Leonardo Oliva para lo de Medicina.

Claustro Pleno del 18 de enero de 1854

Presidido por el rector y con la asistencia de veinte doctores y catedráticos. Se dio cuenta de un escrito del canónigo Pedro Barajas, doctor en Teología por la Universidad Pontificia de México, solicitando ser incorporado a esta Universidad y, vistos los títulos originales por el cancelario, se acordó admitirlo por unanimidad de votos.

Claustro del 21 de enero de 1854

Presidido por el rector y con la asistencia de seis doctores. Se dio cuenta de un oficio del canónigo Pedro Barajas, por el cual comunicaba al Muy Ilustre Claustro que el pasado día 19 tomó posesión de la dignidad de maestrescuelas de la Catedral, para que de acuerdo con la constitución 23 del título 4º ocupe el oficio de cancelario, se acordó que al día siguiente, a medio día, se le diera posesión de su oficio de cancelario de esta Universidad Nacional.

El 1° de marzo, el coronel Florencio Villaseñor y otros militares proclamaron el Plan de Ayutla, en contra del presidente de la república Antonio López de Santa Anna, con lo cual inició la rebelión armada y una gran incertidumbre entre los conservadores de Jalisco.

Y el 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX declaró en Roma como dogma de fe la Inmaculada Concepción de María, titular del patronato de la Universidad.

Claustro del 13 de diciembre de 1854

Presidido por el rector y con la asistencia del Cancelario y catorce doctores. Se trató sobre la conclusión del término de la rebaja a la mitad por los derechos, en las funciones de grados mayores, se acordó prorrogar el término por cuatro años más, con la excepción de los derechos del secretario, del síndico tesorero, de los bedeles y del mozo.

Claustro del 3 de enero de 1855

Presidido por el rector y con la asistencia de veintitrés doctores. Se dio cuenta de un oficio del ministro de Justicia e Instrucción Pública, Teodosio Lares, al señor rector, acompañándole de dos ejemplares del Plan General de Estudios aprobado por su alteza serenísima general Antonio López de Santa Anna, con el fin de que se dispusiera a su ejecución. Se acordó que, en virtud de que el citado plan disponía que las matrículas a los cursos se abrieran del 15 al 31 de diciembre, podría hacerse hasta el 15 de ese mes y para cumplimiento al artículo 199 del referido plan de estudios; se acordó nombrar una comisión para que elaborara el proyecto de reformas a las constituciones y al reglamento de la Universidad, y que entonces se señalaran los inconvenientes que resultaran en Guadalajara para que el año escolar fuera del 2 de enero al 15 de noviembre. Se procedió a elegir a dicha comisión, quedando por Teología el doctor Francisco Espinosa, por Cánones el doctor Ignacio García, por Leyes el doctor Juan Nepomuceno Camarena, por Medicina al doctor Leonardo Oliva y por Filosofía al doctor Antonio Pacheco Leal.

Claustro del 22 de febrero de 1855

Presidido por el rector y con la asistencia del cancelario y de dieciocho doctores. Se dio cuenta del reglamento de estudios formado por la comisión, puesto a discusión y en votación se aprobó, acordándose remitir el original al ministro de Justicia e Instrucción Pública para la aprobación del gobierno.

Luego se trató la manera con que debía solemnizarse por la Universidad la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción de María, y se acordó que el día en que pasara la imagen de la Virgen a la iglesia de la Universidad fuera el Muy Ilustre Claustro a recibirla al Convento de San Francisco y la condujera en solemne procesión con ínfulas, asistiendo el Colegio Seminario, los cursantes de la Universidad y escuelas de niños tanto municipales como particulares, que hubiera oración latina, cuyo orador sería nombrado por el rector del seminario, siendo pronunciada en las vísperas solemnes, que la función mayor la haría la Universidad, nombrando el Claustro el orador cuyo sermón se imprimiría y remitiría a Roma, que en la procesión de la tarde se trasladaría la imagen a la Iglesia del Carmen, con la misma asistencia que la anterior, que siendo éste un cuerpo literario, se abriría un certamen para que se presentaran composiciones poéticas latinas y castellanas, prometiendo el señor deán de la catedral Ignacio García dar para este objeto, 80 pesos. Se dejó a la discreción del señor rector todo lo que fuera menester; por votación se eligió orador al reverendo padre y doctor Pedro Covieya, y se abrió suscripción para los gastos de las solemnidades, ya que los fondos universitarios estaban agotados. En el acto el cancelario Pedro Barajas aportó 20 pesos y el reverendo padre Isidro Gazcón, por tener que marchar al siguiente día hacia la capital del país, dejó diez pesos.

Solemnidades de la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción de María (1855)

El 10 de abril, el obispo de Guadalajara Pedro Espinosa recibió los documentos pontificios de la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción de María, lo que provocó de inmediato un repique general de las campanas de todos los templos de la ciudad y una reunión en la Catedral para darles lectura, a la cual asistieron el clero, las autoridades civiles y militares y el Claustro de la Universidad; el acto concluyó con un solemne Te Deum. 17

Los días siguientes fueron de grandes solemnidades religiosas en toda la ciudad. En cuanto al certamen literario al que convocó el Claustro de la Universidad, se publicaron varios poemas latinos y castellanos, entre los que destaca “A la Madre de Dios en su Concepción Inmaculada”, 18 debido a la inspiración del entonces joven estudiante de la Facultad de Jurisprudencia José María Vigil, fechado el 25 de abril y del cual a continuación se presentan dos versos; en el primero habla de la homenajeada y en el segundo del autor.

[...]
La humana inteligencia no podría
en sus arranques de renombre avaros,
imaginar un ser como María,
que tuviera atributos tan preclaros.
Nunca soñó la mente que algún día
pudiera juntos ver los nombres caros,
de hija mimada del Eterno Padre,
Virgen al mismo tiempo, esposa y madre.
[...]
Y a tu humilde cantor Madre y Señora
¿qué concedes propicia? –No te pido
más que la paz que busco bienhechora
de mi hondo pensamiento en el olvido;
la conciencia tranquila de que mora
separado de un mundo corrompido,
y un pedazo de tierra en que sin susto
pueda dormir con la quietud del justo. 19

Claustro del 22 de mayo de 1855

Se dio cuenta de un oficio del doctor Juan Nepomuceno Camacho en que comunicaba que había tomado posesión de la dignidad de maestrescuelas de la catedral, y de acuerdo con las constituciones se acordó por unanimidad de votos darle posesión del oficio de cancelario el día 24 a las 11 de la mañana, y el rector nombró a los doctores Fernando Díaz y Pedro Covieya para que lo condujeran a la Universidad. Por el fallecimiento del reverendo padre Francisco Martínez, se nombró diputado de Hacienda al doctor Casiano Espinosa.

Finalmente se nombraron como jueces para calificar los poemas del citado certamen literario a los doctores Juan Nepomuceno Camacho, José María Guevara y Antonio Pacheco Leal para las composiciones latinas, y a los doctores Pedro Covieya, Ignacio Mateo Guerra y Agustín Rivera para las composiciones en idioma castellano.

En tanto, en el territorio del Departamento de Jalisco se libraban encarnizadas batallas entre los gobiernistas centralistas y los liberales partidarios del Plan de Ayutla. El 15 de agosto llegó a Guadalajara la noticia de la derrota y fuga del presidente Antonio López de Santa Anna; el 22 inmediato, hizo su entrada triunfal en la ciudad el general Ignacio Comonfort, y el día último del mismo mes, de acuerdo con el “Estatuto Orgánico de Jalisco” que haría provisionalmente las veces de Constitución Política, se nombró gobernador de Jalisco al general Santos Degollado.


Referencias
  1. “Representación que los alumnos del Instituto dirigen al Supremo Gobierno con motivo del decreto de 28 de febrero de 1852”, BPEJ, Miscelánea núm. 172-4, 5. ↩︎

  2. Ibid., p. 3. ↩︎

  3. Ibid., p. 4. ↩︎

  4. Ibid., p. 5. ↩︎

  5. “Representación que los alumnos de las cátedras de Derecho de la Universidad dirigen al Supremo Gobierno con motivo del decreto de 28 de febrero de 1853”, BPEJ, Miscelánea núm. 304-17. ↩︎

  6. Ibid., p. 2. ↩︎

  7. Ibid., p. 5. ↩︎

  8. Ibid., pp. 6-7. ↩︎

  9. “Actas de Claustros de 1849 a febrero de 1860”, AUG, legajo núm. 124. ↩︎

  10. “Oración inaugural que en la apertura de cátedras de la Universidad de Guadalajara, verificada el 18 de octubre de 1853, pronunció d. José H. Romero Gil, catedrático de la misma”, BPEJ, Miscelánea núm. 97-17. ↩︎

  11. Ibid., pp. 15-16. ↩︎

  12. Ibid., p. 18. ↩︎

  13. Ibid., pp. 18-20. ↩︎

  14. Ibid., p. 20. ↩︎

  15. “Libro tercero de Claustros de Consiliarios que comienza el día 10 de mayo de 1837”, AUG↩︎

  16. Al parecer ésta fue la última ocasión en que sesionó el Claustro de Consiliarios, ya que sus facultades se hallaban prácticamente extinguidas, o cuando menos ya no se encontraron actas de sus sesiones en el Archivo de la Universidad. ↩︎

  17. Dávila Garibi, “Apuntes para la Historia de la Iglesia en Guadalajara, 1957-1977”, Apuntes para la Historia…, tomo iv-2, pp. 832-833. ↩︎

  18. Textos impresos de los poemas, BPEJ, Miscelánea núm. 215-27. ↩︎

  19. Ibid., pp. xix-xxiv↩︎