Hacia el primer milenio de las universidades

El concepto de universitas

El concepto universidad, que en su acepción etimológica se remonta a la cultura clásica romana, aparece en la lengua latina como universitas, el cual significa “el conjunto de todas las cosas”.1 Para Cicerón es el mundo, el universo. Columela escribe sobre las universitas rustications, la agricultura en general. Plinio se refiere al todo del discurso, con universitas orationis.2 Pablo de Ballester explica que la idea griega de universidad fue:

Panepistimion. Pan: todo, por completo, integrado; epi: encima; istimi: estar (de donde viene estatua, stabat mater, etc.) El universitario es aquel que está encima de su tema, es decir, el que está dominando su materia, el que se ha enseñoreado perfectamente de un conocimiento. No el que se informó y lo transmite, sino que lo posee, que está encima de eso, que es suyo.3

Ya en latín tardío el concepto universitas se circunscribió al “conjunto de personas asociadas, gremio”,4 a toda corporación, a toda comunidad o reunión de gentes o de cosas y, de acuerdo al “Digesto”, específicamente a los gremios de artesanos. Finalmente, hacia el siglo xii, cada vez más se refirió en específico “a la comunidad (societas, corporación) de maestros, de estudiantes o de ambos”,5 y se vulgarizó como universidad.

También se utilizó la denominación de studium generale, con el significado de un plantel general para todos los estudiantes aptos para esa clase de estudios, y más tarde se refirió al estudio general o universal del saber.

El rey Alfonso X el Sabio, en Las siete partidas dio una de las definiciones más célebres y precisas de lo que es una universidad, escribió: “[Es el] Ayuntamiento de maestros y de escolares, que es hecho en algún lugar con voluntad y entendimiento de aprender [todos] los saberes”.6

En la actualidad se puede entender por universidad “el establecimiento de enseñanza superior, formado por facultades, colegios o institutos, en donde se enseñan carreras profesionales, se investigan materias como la Física, la Filosofía, la Ingeniería, etc. y se otorgan los grados académicos correspondientes”. 7

Un largo transitar

Tras delimitar el concepto universidad, se verán ahora sus raíces históricas, abordando el problema de su origen, ante el cual Rolando Tamayo plantea dos tesis.

La primera, denominada traslatio studii, vincula el origen de las universitas a las escuelas griegas, romanas y bizantinas; ésta se homologaba a la de la traslatio imperi que sostenía que el merum imperium “se había transferido de Roma a Constantinopla; de los emperadores bizantinos a los emperadores francos; [y] de éstos, a los emperadores germánicos”. 8


La segunda tesis postula:

La universidad [es una] creación genuina de la sociedad y cultura de Occidente, [que] inicia en el medioevo una de las aventuras intelectuales más fascinantes [...] La universidad no se remonta ni a la tradición clásica ni a la oriental. No es posible establecer ninguna relación de filiación entre las universitas medievales y las escuelas griegas, romanas y bizantinas ni, mucho menos entre aquella y las escuelas árabes. Estas instituciones jamás adoptaron la estructura corporativa característica de la universidad europea. 9

Si bien es cierto que en ninguna escuela de la antigüedad clásica grecolatina se presentaba el sistema corporativo de las universitas medievales, también hay que considerar que éstas sustentaron su origen y su desarrollo en la transmisión, conservación y transformación del patrimonio cultural universal grecolatino, cristiano y árabe, como enseguida se expone.

Podríamos atisbar así las primeras huellas del quehacer universitario en los incontables pasos por las calles, ágoras y palestras de Atenas del magisterio itinerante de Sócrates, dirigido esencialmente a las conciencias de los jóvenes a los que con elocuencia les expresó: “Habla joven para que te conozca”. Y tras su aleccionadora y sublime muerte continuó su magisterio su discípulo Platón, quien escribió los Diálogos, discurrió sobre el mundo de las ideas y fundó la Academia. De donde a su vez egresó su gran discípulo Aristóteles, detractor del idealismo y maestro de Alejandro Magno y de los peripatéticos en el Liceo.

El devenir histórico prolongó el magisterio clásico griego por medio de sus discípulos, en los recintos académicos y liceístas y a lo largo de los siglos. Y a la par de los epicúreos, los estoicos y los cínicos, se dio un nuevo magisterio peripatético, más teológico que filosófico, el de Jesucristo con su divisa fundamental Veritas liberavit vos, ya en plena dominación romana.

Fue así como emergió el encuentro filosófico-teológico de las culturas judía, griega y romana, precisamente en el cristianismo, lo cual histórica y simbólicamente se concretó en la comparecencia de un judío converso al cristianismo y a la vez ciudadano romano, Pablo de Tarso, quien en el Areópago ateniense habló a los filósofos estoicos y epicúreos del Dios desconocido, y citó precisamente a un poeta griego porque “somos de la raza del mismo Dios”.10 Y así Werner Jaeger afirmó que

el gran guía del cristianismo, helenista y antiguo judío él mismo, se encamina hacia la meta final del cristianismo: el mundo griego clásico [...] Ese fue el momento decisivo en el encuentro de griegos y cristianos. El futuro del cristianismo como religión mundial dependía de él.11

El citado Jaeger sostiene su aseveración presentando el caso de

un escritor cristiano posterior [...] hace decir al apóstol Felipe: “He venido a Atenas a fin de revelaros la Paideia de Cristo” [...] Al llamar Paideia de Cristo al cristianismo [el escritor] destaca la intención del apóstol de hacer aparecer el cristianismo como una continuación de la paideia griega clásica, lo que haría que su aceptación fuese lógica para quienes poseían la antigua. A la vez, implica que la paideia clásica está siendo superada, pues Cristo es el centro de una cultura nueva. Así, la paideia antigua se convierte en su instrumento.12

Pero aún el cristianismo habría de recorrer un largo y sinuoso sendero para conquistar su libre ejercicio. En tanto, los príncipes y emperadores romanos organizaban la enseñanza superior e impulsaban muy especialmente el cultivo de la jurisprudencia, con el fin de administrar la urbe y el orbe.

El emperador Adriano –gobernó el imperio romano del 117 al 138 d. C.– fundó un centro de instrucción superior para la juventud, al cual denominó el Ateneo, lo que considera Francisco Larroyo13 como el primer paso hacia la organización de las universitas litterarum –universidades del saber–, las cuales existieron en Atenas, Roma y Constantinopla.

En el 313, el emperador Constantino el Grande decretó por el Edicto de Milán el libre ejercicio del cristianismo. Y en 354 nació en Tagaste, Numidia, san Agustín, futuro obispo de Hipona, quien en su obra filosófico-teológica logró definitivamente la asimilación del cristianismo y el helenismo, y muy particularmente “destaca, en innumerables pasajes de su vasta obra, el magisterio de Sócrates sobre Platón, cuya doctrina tuvo siempre el santo como la más próxima de la doctrina cristiana”.14

Así despegó la supremacía intelectual e ideológica de la Iglesia en Occidente, que culminó más tarde incluso con el control político, y que se prolongaría por un milenio.

El saber y la cultura se conservaron y se transmitieron en las catedrales y en los monasterios, y en estas acciones destacó muy particularmente la Orden de san Benito, al continuar el “antiguo humanismo cristiano, influencia de la que los estudios clásicos y el humanismo modernos se han librado sólo muy recientemente. Pero sin él ¡qué poco habría sobrevivido de la literatura y la cultura clásicas!”.15

A este periodo se le conoce como interludio, durante el cual “transcurre largo tiempo –algo así como seis siglos– desde los remotos días en que la última de las academias de la antigüedad cierra sus puertas hasta los agitados días en que ven la luz las universidades”.16

Durante el siglo xii se presenció en Occidente un gran renacimiento intelectual que originó el nacimiento de las universidades, señalándose como causas las Cruzadas, la demanda de profesionistas y la búsqueda de nuevos conocimientos.

  1. Las Cruzadas provocaron un gran intercambio cultural con Bizancio y las culturas musulmanas, recuperándose así gran parte del patrimonio cultural clásico. Esta recuperación se concretó sólo a través de la gran labor de los copistas y de los traductores y “debían multiplicarse manuscritos y bibliotecas, sin los cuales las universidades no hubiesen existido”.17
    Si bien Venecia y Sicilia fueron los importantes centros de traducción y de copiado de los textos clásicos –dada su ubicación geográfica estratégica–, le correspondió a España ser la receptora principal del patrimonio cultural clásico, dado que se encontraba invadida por la cultura musulmana, la cual era importante portadora de dicho patrimonio. Es tal la importancia de la península ibérica en esta gran empresa cultural, que Alberto Jiménez sostiene que

    los árabes son los que han revelado a los occidentales la antigüedad científica y filosófica, y en general puede decirse que sus traducciones precedieron a las versiones greco-latinas y que, a su vez, la iniciación del Occidente a las obras de Aristóteles y de sus comentadores se debe a la empresa colectiva de traducción árabe-latina, cuyo centro fue Toledo y cuyo jefe fue [el arzobispo] don Raimundo [...] Pero, con el gran rebajamiento que sufrió el poderío musulmán, decreció la influencia árabe y España volvió sus ojos al renacimiento que se operaba en Occidente bajo la dirección de la Iglesia Católica, heredera del Imperio Romano.18

  2. La demanda de profesionistas especializados que desempeñaran con eficiencia las funciones civiles y eclesiásticas, con el fin de responder a las necesidades de los nuevos centros de poder europeos.

  3. La búsqueda de conocimientos para satisfacer las profundas necesidades espirituales de los hombres de la época, de lo cual fue paradigma el magisterio de Pedro Abelardo en el Monte de Santa Genoveva en París, al que acudían cientos de estudiantes a escuchar sus opiniones filosóficas sobre el inmemorial problema de los universales.

Otro factor determinante en la aparición de las universidades fue el resurgimiento de la jurisprudencia romana, disciplina con la cual habrán de estar asociadas íntimamente.

Antes del siglo xii no existía un orden jurídico unificado, sino que el derecho era local, tribal y consuetudinario de las comunidades, al haberse perdido la acción imperial organizadora y sustentadora del Derecho Romano. Pero al emerger nuevamente las autoridades centrales –la Iglesia, el imperio y los reinos–, cuyo control abarcó todas las comunidades, volvieron a surgir los juristas profesionales como gremio, los cuales necesariamente requerían de una preparación sistematizada. Surgieron entonces en Europa las primeras escuelas de Derecho, precisamente en las universidades.

Este surgimiento aconteció en el contexto del gran conflicto entre el papa Gregorio VII y el emperador Enrique IV de Sajonia, el cual originó la Querella de las Investiduras de 1075 a 1125. El papa había proclamado la supremacía pontificia sobre la Iglesia occidental y la independencia del clero de la jurisdicción imperial, a lo que por supuesto se opuso el emperador.

La controversia pasó de los campos militares a las argumentaciones jurídicas, e iniciándose el estudio del Derecho como una disciplina independiente de la Teología. Pero se planteó la gran cuestión: ¿era posible estudiar el Derecho como disciplina independiente de la Iglesia, si en el derecho positivo las instituciones jurídicas eclesiásticas se tomaban como seculares, ya que eran de naturaleza localista y consuetudinaria?

La cuestión se resolvió con la negativa a enseñar el derecho vigente, entonces se enseñaría el Derecho Romano, precisamente en la compilación ordenada por el emperador Justiniano en el 533, conocida como el Corpus Iuris Civilis. Fue así como surgieron las escuelas de Jurisprudencia en Lombardía, Ravena y Bolonia, siendo esta última la más célebre.

A finales del siglo xi nació en Bolonia la Escuela de Jurisprudencia a iniciativa del maestro en Artes Liberales y monje Irnerio, quien hizo tres propuestas:

  1. Dar al estudio del derecho un carácter autónomo.
  2. Estudiar el Corpus Iuris en los textos originales y no en las exégesis posteriores.
  3. Establecer el significado verdadero de la compilación justinianea y llevar a la práctica un ordenado y completo Corpus Iuris.

La triple tarea fue realizada por la escuela boloñesa de los glosadores, al irse adaptando el Corpus Iuris a la práctica forense de los tribunales.

Entonces los estudiantes comenzaron a contratar a maestros de Derecho Romano, entre los cuales destacó en forma eminente el monje Irnerio. Ya para 1150 había en Bolonia entre diez mil y trece mil estudiantes de Jurisprudencia.19

Sobre el origen de la escuela boloñesa de Derecho, una tradición sostiene que la duquesa Matilde de Toscana invitó a Irnerio a enseñar Jurisprudencia en Bolonia. Algunos sostienen que el emperador Lotario promulgó en 1137 una ley sobre la interpretación pública del Derecho, antes de la cual Irnerio sólo exponía en forma privata auctoritate.

Las cátedras entonces eran totalmente independientes de la Iglesia, pero ante la presión pontificia –que incluyó la excomunión a Irnerio–, en 1219 el papa Honorio III decretó que todos los maestros deberían obtener para enseñar la licencia del archidiácono del lugar. Para 1365 se agregó la cátedra de Teología, ante lo cual la impartición de la Jurisprudencia en Bolonia adquirió un triple carácter en la disputa Iglesia-Estado, a saber: de aplicación e interpretación del derecho, de teoría del estado y de filosofía política, lo cual se debatió intensamente en los incipientes recintos universitarios.

Clasificación de las universidades por su origen

Sobre el criterio de H. S. Denifle, Rolando Tamayo y Salmorán distingue dos tipos de universidades: las de formación espontánea o consuetudinarias, y las establecidas por un acto de fundación, el cual podría ser pontificio, o imperial, y sostiene que las universidades “como empresas intelectuales, no se crearon, emergieron. Emergieron después de un largo periodo de actividad escolar, a veces discontinua y caprichosa. Sólo gradualmente recibieron el reconocimiento y funcionamiento corporativo”.20

Así se puede considerar que una escuela es una universitas o studium generale, sólo si tiene guilda o asociación corporativa de estudiantes o de maestros.

Protouniversidades

A las escuelas de Salermo y de Pavía se les puede considerar como las protouniversidades. La primera probablemente ya existía desde el siglo x, y se distinguió en la enseñanza y en la práctica de la medicina. La de Pavía se especializó en la impartición del derecho lombardo. Sin embargo, ambas carecían de una asociación corporativa o guilda, característica esencial de una universidad, por lo que las universidades de Bolonia y de París son los modelos por excelencia para tratar la organización primigenia universitaria.

Universidad de Bolonia

Con el resurgimiento de la Jurisprudencia y su consolidación como disciplina autónoma –como quedó antes señalado–, se propició el nacimiento de la Universidad de Bolonia, precisamente por el magisterio del citado maestro Irnerio y del monje Graciano, quien logró independizar el Derecho Canónico como disciplina autónoma de la Teología. A su vez, el prestigio de estos dos grandes maestros atrajo una gran cantidad de estudiantes a Bolonia.

Este proceso se sitúa convencionalmente hacia 1088, como lo expresa el blasón de la actual Universidad boloñesa: Universita di Bologna Alma Mater Studiorum A. D. 1088.21

La primera forma de organización universitaria fue la societas, que consistió en la agrupación de estudiantes que elegían libremente a sus maestros, a los cuales llamaban dominus meus y con quienes celebraban contratos de prestación de servicios magisteriales. Los maestros a su vez llamaban a los estudiantes socii, y no había una relación formal entre las societas.

Al inicio del siglo xii los estudiantes eran acosados por las deudas, sobre todo porque muchos de ellos eran extranjeros y como tales eran considerados enemigos, e incluso recibían un trato discriminatorio. Así, se les podía secuestrar sus bienes por agravios trascendentes, que consistían en que si un individuo sufría algún agravio de un extranjero, se podía cobrar por la vía judicial con los bienes de cualquier otro coterráneo de aquel que lo hubiere agraviado. Más aún, podían incluso ser encarcelados o ejecutados impunemente, al carecer de las inmunidades que disfrutaban los estudiantes de las escuelas catedralicias. Ante situación tan grave, se comenzaron a organizar en hermandades o gremios, a la usanza de los modelos corporativos, a los que llamaron universitas.

Las universitas se dieron a la tarea de negociar inmunidades y privilegios de las autoridades. En 1157, ante las quejas de los maestros y estudiantes boloñeses, Federico Barbarroja emitió la authentica Habita, que otorgaba la protección imperial a todos los que viajaran a Bolonia por motivos de estudio.

La Constitutio Habita daba a los estudiantes un verdadero fuero; sin embargo, una vez derrotado el emperador Federico Barbarroja continuaron los abusos. Más todavía, ante los deseos de la ciudad de Modena de que un grupo de maestros y estudiantes se trasladaran a ella para realizar su labor académica, la Comuna boloñesa reaccionó, y exigió el arraigo de los maestros mediante juramento.

Ahora los maestros por primera vez se encontraban comprometidos con las autoridades, y dañaron seriamente la societas con los estudiantes, los cuales ante la nueva situación reaccionaron con la organización unilateral de confraternidades o cofradías, siendo las más importantes la Confratia Scholarium Ultramontanorum, que se integró con estudiantes de las actuales España y Francia, y la de los citramontani, es decir, los que provenían de uno y otro lado de los Alpes.

Más tarde, los estudiantes, conscientes de que realmente constituían una fuerza importante, se unieron en una sola agrupación: la Universitas Scholarium, aunque conservaron la división de universitas ultramontanorum y universitas citramontanorum, las cuales a su vez se subdividían en naciones. Los maestros, por su parte, se integraron en el collegium doctorum hacia 1215.

Se inició entonces una larga confrontación entre los maestros, que cada vez se comprometían más con la Comuna, y los estudiantes que defendían su autonomía, básicamente con la cessatio o amenaza a emigrar a otra ciudad, ya que eran ellos los que pagaban los sueldos del magisterio. La partida por lo pronto fue ganada por los estudiantes, y las universitas tenían el derecho de designar a los maestros, los cuales eran controlados por los mismos estudiantes; así, “eran multado[s] si empezaba[n] sus lecciones un minuto tarde o si continuaba[n] después de que el tiempo había expirado”.22 Controlaban absolutamente las lecciones, y consiguieron de la Comuna un trato fiscal razonable y la exclusión del servicio militar.

Hacia 1217 empezó a declinar la supremacía estudiantil, al impulsar la Comuna parcialmente la autoridad del cuerpo magisterial, ya para 1350 prácticamente todos los maestros eran nombrados y pagados por las autoridades. Fue hasta aquí que llegó esta Universidad como el gran prototipo de las universitas scholarium.

Universidad de París

En contraposición con la Universidad de Bolonia, se originó la universidad parisina como prototipo de las universitas magistrorum.

En el Monte de Santa Genoveva de París se dio el magisterio peripatético del bretón Pedro Abelardo, quien en sus enseñanzas combatió los excesos de las dos grandes corrientes filosóficas de la época: los idealistas y los nominalistas, erigiéndose como el precursor del inminente renacimiento intelectual, dado que “la grandeza de Abelardo reside esencialmente en su apasionada búsqueda de la verdad y en la absoluta integridad con que la persigue. Llevando sus enseñanzas a París –admirable centro político-geográfico–, el brillante maestro atrajo a su alrededor a innumerables estudiantes”.23

La hazaña intelectual de Abelardo coincidió con el despegue de la universidad parisina, a partir de las escuelas conventuales de Saint-Denis y de San Víctor, y de la establecida en la Catedral de Notre Dame. Para 1205, el canónigo Robert de Sorbon fundó en la Universidad de París un colegio para estudiantes pobres de Teología, con lo cual originó la futura Universidad Sorbona.

La escuela catedralicia, dado su alto nivel académico y las facilidades que daba a los estudiantes –quienes eran recibidos en las casas de los mismos canónigos–, incrementó enormemente su población escolar, por lo que el arzobispo y el Cabildo de Canónigos limitaron drásticamente el acceso de los escolares externos por los desórdenes que ocasionaban.

Ante ello se dio una fuerte migración de estudiantes a la ribera izquierda del río Sena, y se establecieron varias escuelas en el Monte de Santa Genoveva, donde se ubicaba la Abadía de San Víctor de los canónigos regulares, que les abrieron sus claustros. Esto hizo reaccionar al chancelier de la Catedral, negándoles el derecho a otorgar la licentia docendi.

Así, la Universitas de París fue una consecuencia natural y previsible del funcionamiento de su ya célebre escuela catedralicia. Algunas circunstancias, sin embargo, hicieron que el studium parisino adoptara rasgos característicos propios.

A diferencia de Bolonia, París no era una ciudad independiente –civitas sibi príncipes–, sino la ciudad capital del reino de Francia, y sede de un importante arzobispado. Además, la tradición de sus escuelas imprimió una especial vocación al studium: “En París no se estudiaba Derecho; su orientación era otra: era el studium princeps en Lógica, Dialéctica y, particularmente en Teología”.24

A esta Universidad acudieron una gran cantidad de estudiantes y también se debatió sobre las potestades pontificia e imperial.

Otras universidades europeas

A lo largo del medievo y en los inicios del renacimiento fueron surgiendo otras universidades: la de Oxford ex consuetudine –por derecho consuetudinario–; las de Vicenza (1204); de Arezzo (1215); de Padua (1222); de Vercelli (1228); de Siena (1246); de Piacenza (1248); la Sapienza de Roma, fundada por el papa Bonifacio VIII (1303); de Perugia (1308); de Verona y de Pisa (1343); de Florencia (1349) y de Pavía (1361). Estas universidades en la mayoría de los casos se originaron por secesión de la Universidad de Bolonia, o bien siguiendo su modelo de studium.

La de Cambridge (1208-1210) surgió con estudiantes que huyeron de la violencia producida en Oxford; la de Nápoles, fundada por el emperador Federico II, fue considerada como la primera universidad de Estado (1224); también surgieron las universidades de Praga (1348); Cracovia, fundada por el rey Casimiro I el Grande de Polonia (1364); Viena (1385); Heildeberg (1386); la de Saint Andrew en Escandinavia (1413); Nantes (1460); Bourges (1464); Uppsala (1477); Copenhague (1479); y la de Aberdeen en Escocia (1494).

Estas universidades se fueron fundando a lo largo de los siglos, casi siempre por motivaciones geopolíticas, tanto de los papas como de los emperadores y de los reyes.

Universidades de España

Con anterioridad se señaló que fue la península ibérica el punto de encuentro de las culturas cristiana y musulmana, lo que dio lugar a la traducción y reproducción de los grandes textos clásicos griegos y latinos. La consecuencia lógica fue que se convirtió en un importante centro de universidades, de las cuales “lo característico es que su reconocimiento es de origen real y no pontifical”.25

Hacia 1212, el rey Alfonso VIII de Castilla, aconsejado por el obispo Tello Téllez de Meneses, fundó la Universidad de Palencia, aunque fue de vida efímera, ya que al parecer hacia 1263 se disolvió por la falta de presupuesto.

En 1218, en el entorno de influencia del Arzobispado de Santiago, el rey Alfonso IX de León fundó la célebre Universidad de Salamanca –Universitas Stvdii Salamantini–. El rey fundador confirió a los maestros y a los estudiantes una serie de privilegios corporativos, que luego fueron confirmados por la cédula real del rey san Fernando III de Castilla, dada en Valladolid el 6 de abril de 1243:

Este privilegio, es el primer estatuto de la Universidad de Salamanca y el primer documento universitario de España. En el estatuto ofrece san Fernando protección y real salvaguardia a los maestros que viniesen a leer a Salamanca y a los escolares que trajesen consigo; reconocimiento de sus costumbres y fueros y penas a los que atentasen contra ellos. Y ordena en el mismo estatuto que los escolares vivan en paz y cuerdamente con los vecinos de la villa, y que si ocurriese contienda entre ellos, lo decida un tribunal compuesto de eclesiásticos y seglares.26

En 1252 el mismo san Fernando exentó a los estudiantes del pago de portazgos. En 1254 el rey Alfonso X el Sabio concedió la primera dotación a la Universidad de Salamanca y promulgó las Ordenanzas, consideradas como la Carta Magna de la universidad salmantina; en ella se enunciaron sus cátedras: de Leyes y Cánones, de Física –Medicina y Ciencias Naturales–, Lógica, Gramática y Música:

Siguiendo la tradición, Alfonso X, en su afán de fortalecer el studium, mandó se tradujeran al latín obras de los clásicos griegos que los árabes habían hecho conocer en España. También fueron traducidas bajo su patrocinio obras árabes dedicadas a química, matemáticas y medicina, así como las de astronomía, ciencia por la cual Salamanca manifestó particular interés. La celebrada fama de Salamanca pronto hizo venir a escolares de toda Europa”.27

Fue tal su prestigio, que de inmediato se puso a la par de las universidades de París, Oxford y Bolonia. Y se convirtió en el modelo de las futuras universidades iberoamericanas.

El mismo rey Alfonso X fundó en Sevilla las escuelas de Artes –latín– y Ciencia –árabe–, las cuales en 1260 por breve del papa Alejandro IV fueron reunidas como Studium Generale Literatum. Los estatutos de la Universitas hispalense fueron confirmados en 1502 por los Reyes Católicos, y en 1505 el papa Julio II le otorgó el rango pontificio.

Hay que mencionar, entre otras universidades ibéricas –con la fecha aproximada de su establecimiento–, la de Valladolid, que funcionaba como Studium hacia 1260; la de Lisboa-Coimbra (1290); la de Alcalá de Henares (1293); la de Lérida (1300); la de Perpiñán (1350); y la de Huesca (1354).

En 1367 el cardenal arzobispo de Toledo, Gil de Albornoz, fundó el Colegio Español de San Clemente en Bolonia, con la finalidad de hospedar a maestros y estudiantes españoles, varios de ellos becados, el cual llegó a ser único en su género.

Universidades en América

El 12 de octubre de 1492, al arribar el almirante Cristóbal Colón a las tierras que más tarde recibieron el nombre de América, se inició

uno de los movimientos más extendidos y espectaculares en la historia de la civilización [que] ha sido aquel al que nos referimos comúnmente como la expansión de Europa. Se trata del proceso mediante el cual los pueblos europeos, entre los siglos xv y xix, se autoerigieron, al menos durante ese periodo, como los herederos de gran parte de la superficie de la tierra.28

La dominación no fue solamente una invasión militar, sino que además implicó la trasplantación de la cultura occidental, de la cual hay que distinguir los dos sistemas de ejecución y de consolidación: el anglosajón y el ibérico.

En el primero los británicos se apoderaron de los territorios y sus riquezas, destruyeron las culturas autóctonas y enviaron a los sobrevivientes a las reservaciones –trasplantaron la cultura anglosajona lo más fielmente posible, al grado que cuando se referían a la Nueva Inglaterra, estaban expresando una realidad plenamente válida–.

Pero no fue el caso de la conquista hispánica, la cual estuvo íntimamente unida al proceso de evangelización, por lo cual no es de extrañar que el primer tema de conversación entre Moctezuma y Hernán Cortés fue precisamente la cuestión religiosa, como lo testimonió Bernal Díaz del Castillo:

Y Cortés le respondió con nuestras lenguas que consigo siempre estaban [en] especial la doña Marina […] que somos vasallos y criados de un gran señor que se dice el emperador don Carlos […] y que teniendo noticia de él y de cuán gran señor es, nos envió a estas partes a verle y a rogar que sean cristianos como es nuestro emperador, y todos nosotros, y que salvarán sus ánimas él y todos sus vasallos y que adelante le declarará cómo y de qué manera ha de ser, y cómo adoramos a un solo Dios verdadero […]29

Así se dio la destrucción de gran parte del patrimonio cultural amerindio, pero a la vez se cumplimentó con la cristianización, la justificación ideológica de la conquista, en un proceso altamente complejo de aculturación y de mestizaje, que finalmente acrisoló la nueva identidad cultural y que originó a las actuales naciones iberoamericanas.

Entre estos dos sistemas de dominación, el anglosajón que excluyó las culturas indígenas y el ibérico que las asimiló, se trasplantaron de Europa las universidades para la formación de los europeos, sus hijos americanos y aun para los amerindios.

El establecimiento de las primigeneas universidades iberoamericanas respondió a la necesidad de preparar a los primeros misioneros europeos, e incluso visualizaron a mediano plazo la formación de un clero nativo. Por lo que estuvieron estrechamente relacionadas con las órdenes religiosas –dominica, agustina y franciscana–.

Luego, los establecimientos universitarios tuvieron como misión primordial la formación de la emergente juventud criolla, que desempeñaría los cargos de la administración virreinal, el gobierno eclesiástico, la atención de los hospitales, la impartición de las cátedras en los colegios y las universidades y el ejercicio libre de las profesiones.

La enseñanza universitaria iberoamericana se impartió en los siguientes establecimientos:

  1. Los conventos de la Orden de los Predicadores en forma muy preponderante, y excepcionalmente en los conventos de la Orden de San Agustín y de los Frailes Menores.
  2. Los colegios de la Compañía de Jesús que obtuvo el breve del papa Gregorio XV del 8 de agosto de 1621, por el cual autorizaba otorgar grados universitarios “adonde no hubiere universidades de estudios generales y estuvieren distantes de las universidades públicas doscientas millas”.30
  3. Los seminarios conciliares que por autoridad episcopal o del obispo diocesano impartían algunas cátedras y otorgaban títulos universitarios.
  4. Las universidades públicas o reales.

A estos establecimientos, tradicionalmente y en ocasiones en forma muy equívoca, se les atribuyeron los títulos de imperial, real, pontificio y hasta literario –que está fuera de toda lógica jerárquica–, según la autoridad que los fundó, o quien les autorizó la impartición de las cátedras y la colación de los títulos universitarios (ver cuadro 1).


Cuadro 1. Los conventos, colegios, seminarios y
universidades iberoamericanas (1538-1812)
Denominación Estatus Fecha y fundación del lugar Avatares históricos
1 Real y pontificia Universidad de México Conventual - Orden de los Predicadores 28 de octubre de 1538 Santo Domingo, Isla La Española, República Dominicana Se erigió en el Convento de Santo Domingo, por la bula In apostolatus culmine del papa Pablo III.
2 Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima Real 12 de mayo de 1551, Lima, Perú Por cédula real expedida en Valladolid. El 2 de enero de 1553 inauguró solemnemente sus cátedras bajo el control de la Orden de los Predicadores. Pero en 1571 el virrey Francisco de Toledo “sacó la Universidad del dominio del Claustro dominico” y le dio el título de San Marcos. En la actualidad es la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
3 Real y Pontificia Universidad de México Real 21 de noviembre de 1551 Se fundó por cédula real expedida en Toro por el emperador Carlos I y firmada por su hijo Felipe II. El 3 de junio de 1553 iniciaron sus cátedras, con la oración latina que pronunció Francisco Cervantes de Salazar. Hoy es la Universidad Nacional Autónoma de México.
4 Real y Pontificia Universidad de Santiago de la Paz y Gorjón De origen real y posteriormente de la Compañía de Jesús 23 de febrero de 1558 Santo Domingo, Isla La Española, República Dominicana Se fundó con los bienes heredados por Hernando de Gorjón y por cédula real de Felipe II. Para relanzar el antiguo Colegio de Gorjón, en 1747 los jesuitas obtuvieron la cédula real de Fernando VI y en 1748 la bula pontificia de Benedicto XIV. En 1767 se extinguió con la expulsión de la Compañía de Jesús.
5 Universidad del Estudio Dominico de Nuestra Señora del Rosario Conventual-Orden de los Predicadores 13 de junio de 1580 Santa Fe de Bogotá, Nueva Granada - Colombia El papa Gregorio XIII por la bula Romanus Pontifex erigió en el Convento de Nuestra Señora del Rosario de Santa Fe una Universidad de Estudios Generales. Y en 1630 el rey Felipe IV confirmó la fundación, mediante el pase regio o exequatur.
6 Colegio de Santo Tomás de Aquino Colegio de la Compañía de Jesús 1586 Guadalajara, Nueva Galicia Jalisco, México A partir de las donaciones del canónigo Simón Ruiz Conejero se dotaron una cátedra de Filosofía y dos de Teología. En 1689 se solicitó al padre general de los jesuitas Tirso González que se pudieran otorgar los grados universitarios. En el rectorado del padre Martín Carlos Ramales se agregó la cátedra de Retórica, y entonces los estudiantes del Colegio solicitaron al presidente de la Real Audiencia, Alonso Ceballos, que se otorgaran los grados, como en efecto se hizo de 1699 a 1767.
7 Universidad de San Fulgencio Conventual-Orden de San Agustín 20 de agosto de 1586 Quito, Ecuador El papa Pablo V la erigió mediante bula en el Colegio de la Orden de San Agustín, haciéndose efectiva hasta 1603.
8 Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino Conventual-Orden de los Predicadores 11 de marzo de 1619 Santiago de Chile Por la bula del papa Pablo V se autorizó a la Orden de los Predicadores de Santo Domingo que sus colegios en América podían otorgar títulos universitarios, con la condición de que estuvieran a doscientas millas de las Universidades de México y de Lima. En consecuencia, en 1622 el colegio dominico de Santiago se erigió como Universidad y otorgó grados hasta 1747.
9 Universidad de Córdoba Originalmente de la Compañía de Jesús 8 de agosto de 1621 Córdoba, Argentina De 1624 a 1767 fue el Colegio Máximo de los jesuitas de Córdoba. Con base en el breve del papa Gregorio XV del 8 de agosto de 1621, se autorizaba otorgar grados académicos a los colegios de la Compañía de Jesús. Lo cual confirmó el rey Felipe IV por cédula del 2 de febrero de 1622. Al ser expulsados los jesuitas en 1767, la Universidad continuó, pero secularizada. Actualmente es la Universidad Nacional de Córdoba.
10 Real y Pontificia Universidad de San Gregorio Magno Episcopal y de la Compañía de Jesús 15 de septiembre de 1622 Quito, Ecuador A partir de la estructura académica del Seminario Diocesano de San Luis, el rey Felipe IV autorizó la erección de la Universidad de San Gregorio Magno. Y el 19 de mayo de 1651 se recibió el obedecimiento para iniciar formalmente sus cátedras. Expulsados los jesuitas, en 1767 se fusionó con la Universidad de Santo Tomás de Aquino de San Francisco de Quito, transformándose en 1826 en la Universidad Central de Ecuador.
11 Pontificia Universidad de San Francisco Javier De la Compañía de Jesús 1623 Santa Fe de Bogotá, Virreinato de la Nueva Granada Fundada por el breve pontificio de Gregorio XV del 8 de agosto de 1621. Con la expulsión de los jesuitas se extinguió en 1767.
12 Pontificia Universidad de Mérida De la Compañía de Jesús 1624 Mérida, Yucatán El 16 de julio de 1611 el rey Felipe III autorizó el establecimiento de un colegio de la Compañía de Jesús en Mérida, el cual con base en el breve del papa Gregorio XV de 1621 se le autorizó otorgar grados académicos y se empezó a llamar Universidad, extinguiéndose en 1767 con la expulsión de los jesuitas.
13 Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Javier de Chuquisaca De la Compañía de Jesús 27 de marzo de 1624 Charcas –hoy Sucre–, Bolivia El provincial de los jesuitas, Juan Frías de Herrán, hizo efectiva la fundación, con base en el breve pontificio de 1621. Con la expulsión de los jesuitas en 1767 se secularizó, y en la actualidad es la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca.
14 Universidad de San Miguel De la Compañía de Jesús Alrededor de 1624 Santiago de Chile Se suprimió en 1738.
15 Universidad de San Francisco Javier De la Compañía de Jesús 1640 Guatemala Se extinguió en 1767, con la expulsión de la Compañía de Jesús.
16 Universidad de San Bernardo De la Compañía de Jesús 1648
Cuzco, Perú
También se suprimió en 1767.
17 Real y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo Real 31 de enero de 1676 Guatemala Se fundó por cédula del rey Carlos II. El 18 de junio de 1687 el papa Inocencio XI le otorgó el título de pontificia. Actualmente es la Universidad Nacional de San Carlos de Guatemala.
18 Real y Pontificia Universidad de San Cristóbal de Huamanga Episcopal 3 de julio de 1677 San Juan de la Frontera de Huamanga –hoy Ayacucho–, Perú La fundó el obispo de Huamanga, Cristóbal de Zamora y Castilla. El 21 de diciembre de 1680, el rey Carlos II confirmó por cédula su fundación. En la actualidad es la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga.
19 Real Universidad de San Antonio Abad del Cuzco Pontificia y posteriormente real 1 de marzo de 1692 Cuzco, Perú Por breve pontificio de Inocencio XII, luego el 1º de junio de 1692 por cédula real de Carlos II se confirmó la fundación. Actualmente es la Universidad Nacional de San Antonio Abad.
20 Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa de Lima Episcopal 22 de diciembre de 1721 Caracas, Nueva Granada –Venezuela– En 1673 el obispo de Caracas, fray Antonio González de Acuña, fundó el Colegio-Seminario de Santa Rosa de Lima, al cual en 1721 el rey Felipe V concedió la facultad de otorgar grados universitarios y el 18 de diciembre de 1722 el papa Inocencio XIII le otorgó el título pontificio. El 11 de agosto de 1725, el obispo de Caracas Juan José de Escalona y Calatayud instaló el Real y Pontificio Seminario Universidad de Santa Rosa de Lima de Santiago de León del Valle de Caracas. Y desde 1827 se denomina Universidad Central de Caracas.
21 Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana Conventual-Orden de Los Predicadores 5 de enero de 1728 La Habana, Cuba Se estableció en el Convento de San Juan de Letrán de la Orden de Los Predicadores de Santo Domingo. Uno de sus más ilustres egresados es el padre Félix Varela, prócer de la independencia. Actualmente es la Universidad de La Habana.
22 Real Universidad de San Felipe Real 28 de julio de 1728 Santiago de Chile Se erigió por cédula real de Felipe V expedida en San Ildefonso, y se le dio el nombre del patrono de la ciudad de Santiago. El 11 de marzo de 1747 tomó posesión el primer rector José Tomás Ruiz de Azúa, y el 9 de enero de 1758 iniciaron las cátedras. Hoy es la Universidad de Chile.
23 Real Universidad de Guadalajara Real 18 de noviembre de 1791 Guadalajara, Reino de Nueva Galicia –hoy Jalisco, México– Se fundó por la magnificencia de fray Antonio Alcalde, y por cédula de Carlos IV, otorgada en San Lorenzo de El Escorial, inaugurándose el 3 de noviembre de 1792. Actualmente es la Universidad de Guadalajara
24 Real Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros Episcopal 21 de septiembre de 1810 Mérida, Venezuela En 1785 el primer obispo de Mérida, fray Juan Ramos de Lara, fundó un colegio para la formación del clero, el cual en 1789 recibió el título de Real Colegio de San Buenaventura. En 1806 el rey Carlos IV le concedió la facultad de otorgar títulos universitarios. Y en 1810, en plena invasión francesa a España, la Junta Superior de Mérida lo elevó a Universidad. Hoy es la Universidad de Los Andes.
25 Universidad de San Ramón Nonato de León Episcopal 1812 León, Nicaragua Por iniciativa del obispo de León, Nicolás García Jerez, el Colegio Seminario de San Ramón Nonato fue elevado a rango universitario por decreto de las Cortes Generales y Extraordinarias de la Monarquía Española reunidas en Cádiz, convirtiéndose en la última universidad del dominio español en América. En la actualidad es la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.


 

En sentido estricto, sólo se puede considerar a un establecimiento educativo como una institución universitaria plena cuando reúne los siguientes atributos:

  1. El acto de fundación otorgado en una bula pontificia o en una cédula real, en el cual expresamente se le dio el título de universidad.
  2. La corporación universitaria para ejercer la autoridad máxima en forma colegiada, a través de los claustros de doctores y de consiliarios.
  3. La autonomía interna, tanto de las órdenes religiosas como de la autoridad episcopal.
  4. La integración de la universidad con las cinco facultades, a saber: Filosofía o de Artes, Teología, Derecho Canónico, Derecho Civil y Medicina.
  5. La facultad para otorgar los grados académicos de bachiller, licenciado, maestro y doctor.

En la práctica, las únicas universidades que reunieron los atributos mencionados para ser consideradas como tales fueron las universidades reales o estatales (ver cuadro 2).


Cuadro 2. Las universidades iberoamericanas de origen real o estatal (1551-1791)
Año-lugar Denominación Rey fundador
1 1551
Lima, Perú
Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima Carlos I de España y V de Alemania
2 1551
México
Real y Pontificia Universidad de México Carlos I de España y V de Alemania
3 1558
Santo Domingo, La Española
Real y Pontificia Universidad de Santiago de la Paz y Gorjón Felipe II
4 1676
Guatemala
Real y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo Carlos II
5 1692
Cuzco, Perú
Real y Universidad de San Antonio Abad del Cuzco CarlosII
6 1728
Santiago de Chile
Real Universidad de San Felipe Felipe V
7 1791
Guadalajara, Nueva Galicia
Real Universidad de Guadalajara Carlos IV


 

En cuanto a los territorios del actual Brasil, en el periodo de la dominación europea no se fundaron instituciones universitarias. Los que deseaban acceder a la formación universitaria se trasladaron a Portugal para matricularse en la Universidad de Coímbra. Tan sólo el Colegio de la Compañía de Jesús en Salvador de Bahía estuvo equiparado al de la Universidad de Évora, hasta que fue clausurado en 1759 por la expulsión de los jesuitas de los dominios portugueses.

Al considerar la cronología de las fundaciones de las universidades en el territorio de Norteamérica –Estados Unidos, México y Canadá–, la Universidad de Guadalajara se ubicó en el décimo séptimo lugar (ver cuadro 3).


Cuadro 3. Las universidades norteamericanas (1551-1821)
Fundación Denominación Avatares
1 21 de septiembre de 1551 Real y Pontificia Universidad de México Fundada por cédula real de Carlos I y firmado por Felipe II.
2 1636 Harvard University, Boston, Massachusetts Se fundó con la denominación de New College, con la aprobación de la Gran y General Corte de la Colonia de la Bahía de Massachusetts. El 13 de marzo de 1639 cambió su nombre en honor a su benefactor John Harvard.
3 1663 Universidad Laval de Quebec, Provicia de Quebec, Canadá Es la primera Universidad francófona de América. Originalmente fue el Seminario de Quebec, fundado por el primer obispo de la Nueva Francia, Francisco Javier de Montmorency Laval. En 1852 la reina Victoria de Inglaterra por el acta real lo elevó a rango universitario.
4 8 de febrero de 1693 College of William & Mary, Williamsburg Se fundó por la carta real que emitieron el rey Guillermo III y la reina María de Inglaterra. En 1779 técnicamente se transformó en Universidad, pero conservó su tradicional denominación de college.
5 9 de octubre de 1701 Yale University, New Haven Con la misión de formar ministros y laicos en Teología e idiomas bíblicos en el territorio de Connecticut, un grupo de ministros congregacionalistas lograron del Tribunal General de la Colonia de Connecticut, la Ley para la libertad de erigir un Collegiate School. En 1718 se empezó a denominar Yale University, en reconocimiento a su benefactor Elihu Yale, representante en Madrás de la British East India Company, e inició a impartir ciencias y humanidades.
6 1740 University of Pennsylvania, Filadelfia George Whitefield, en unión con otros miembros de su congregación evangelista, colectó fondos para iniciar la construcción de una institución educativa en Filadelfia.
Se proyectó como un centro caritativo para niños y trabajadores y una casa para los fieles de la congregación de Whitefield, y se le empezó a llamar el New Building. Pero los fondos no fueron suficientes y el proyecto se suspendió durante diez años.
En 1749, Benjamin Franklin publicó su ensayo sobre las propuestas relativas a la educación de la juventud, y organizó veinticuatro asociaciones para establecer una institución de educación superior. Entonces adquirió el New Building, y concluyó su construcción. En 1751 se inauguró la Academy and Charitable School in the Province of Pennsylvania.
7 1743 University of Delaware Newark, Delaware El ministro presbiteriano Francis Alison la inició con el nombre de Free School. En 1833 el estado de Delaware le dio el reconocimiento como centro universitario como Newark College, y finalmente en 1843 se llamó el Delaware College.
En 1921 se fusionó con el Women’s College –que databa de 1921–, originándose la actual Universidad.
8 1746 Princeton University, New Jersey Se fundó como Colegio de New Jersey, en Elizabeth, luego se cambió a Newark, y finalmente en 1756 se asentó en Princeton, adoptando en 1896 la denominación de Princeton University.
9 1749 Washington and Lee University Se fundó por presbiterianos provenientes de Escocia e Irlanda como Augusta Academy.
En 1796 adoptó el nombre del primer presidente de Estados Unidos, quien ante sus dificultades financieras les dio veinte mil dólares. En 1865 le agregaron el nombre de Lee, en honor del general Robert E. Lee, quien fue presidente de la institución desde 1855.
10 31 de octubre de 1754 Columbia University, New York Se fundó como Colegio del Rey, por la carta real que otorgó el rey Jorge II. Al proclamarse la independencia de la Gran Bretaña, el colegio suspendió sus actividades hasta 1784, cuando reabrió con la denominación de Columbia University.
11 3 de marzo de 1764 Brown University,Providence, estado de Rhode Island Se fundó como College of the English Colony of Rhode Island y fue la primera institución universitaria de Estados Unidos que aceptó estudiantes de todas las religiones.
En 1804 cambió su nombre a Brown University, en agradecimiento a su benefactor Nicholas Brown.
12 10 de noviembre de 1766 Rutgers University, New Jersey Al principio fue una institución privada, afiliada a la Iglesia Reformada Neerlandesa y llevó el nombre de Queen’s College.
En 1825 cambió su denominación a Rutgers College, en honor al veterano de la guerra de independencia Henry Rutgers.
13 27 de enero de 1785 University of Georgia, Athens, Georgia Se fundó por la Asamblea General del Estado de Georgia, la cual entregó cuarenta mil acres –ciento sesenta kilómetros cuadrados– al Senatus Academicus para establecer un colegio o seminario de aprendizaje.
El 2 de julio de 1799 el Senatus Academicus se reunió en Louisville, e inició oficialmente las cátedras universitarias.
14 1787 University of Pittsburg, Pennsylvania Se estableció como Pittsburg Academy, luego en 1819 cambio su nombre a Western University of Pennsylvania y finalmente en 1909 adoptó su denominación actual.
15 23 de enero de 1789 Georgetown University, Whashington, D. C. La fundó el jesuita John Carroll, futuro primer obispo católico estadounidense, electo arzobispo de Baltimore. Fue la primera universidad católica de Estados Unidos y sus cátedras iniciaron en 1792, y desde 1817 confirió los grados universitarios.
16 11 de diciembre de 1789 University of North Carolina at Chapel Hill La estableció la Asamblea General del Estado de Carolina del Norte. La primera piedra de su edificio se colocó el 12 de octubre de 1793, en las cercanías de las ruinas de una céntrica capilla. Inició sus cátedras en 1795.
17 18 de septiembre de 1791 Real Universidad de Guadalajara Fundada por la liberalidad de fray Antonio Alcalde.
18 1821 Mc Gill University Montreal, Canadá Se fundó con el dinero y el terreno donados por el empresario de Montreal, James Mc Gill.

Universidades en México

El 13 de noviembre de 1536, en la instrucción que dio a sus procuradores ante el Concilio de Trento, el primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga, hizo la primera petición para que se fundara una universidad en la Nueva España; escribió:

Parece que no hay parte alguna de cristianos, donde haya tanta necesidad de una universidad a donde se lean todas las facultades y ciencias y sacra teología […] Por tanto suplica a S. M. el Obispo, mande en todo caso establecer y fundar en esta gran Ciudad de México una universidad, en que se lean todas las facultades que se suelen leer en las otras universidades […]31

La petición de momento no fue considerada, y se pidieron informes al virrey Antonio de Mendoza, quien años más tarde volcó todo su entusiasmo, energías e incluso parte de su patrimonio, para lograr la fundación de la universidad. No fue sino hasta el 21 de septiembre de 1551 cuando el príncipe regente Felipe II expidió la real cédula, en la cual ordenó:

[…] Tenemos por bien y es nuestra merced y voluntad que en la dicha Ciudad de México pueda haber y haya el dicho estudio y Universidad, la cual tenga y goce todos los privilegios y franquicias, y libertades y exenciones que tiene y goza el estudio y Universidad de Salamanca […]32

Ya sin la presencia de sus principales promotores, fray Juan de Zumárraga, quien había fallecido en 1548, y don Antonio de Mendoza, para entonces virrey en Perú, la Universidad fue solemnemente inaugurada el 25 de enero de 1553 por el segundo virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, padre. Fue su primer rector el abogado-oidor de la Real Audiencia de México Antonio Rodríguez de Quesada, cancelario-maestrescuelas el oidor Gómez de Santillana, y catedráticos: fray Pedro de la Peña de Prima de Teología, fray Alonso de la Veracruz de Sagrada Escritura, el doctor Bartolomé Melgarejo de Decreto, el licenciado Bartolomé de Frías de Leyes e Instituta, el presbítero Juan García de Artes, el doctor Francisco Cervantes de Salazar de Retórica y el bachiller Blas Cervantes de Gramática.

Las cátedras se iniciaron a partir del 3 de junio, inaugurándose sucesivamente cada cátedra en un día diferente, para que el virrey y los oidores de la Real Audiencia hicieran acto de presencia en la primera clase.

En el diálogo laudatorio que escribió Francisco Cervantes de Salazar sobre la Universidad de México se lee: “–¿Cuáles son sus inmunidades y privilegios? –Muchos y grandes; conformes en todo a los de Salamanca”.33

Así se fue presentando la vida universitaria organizada según quedó dicho de acuerdo con los estatutos universitarios salmantinos. De la Corona recibía un subsidio anual de mil pesos oro, y llegó a poseer una biblioteca con más de diez mil volúmenes.

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jurisprudencia 17
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Tabla 2
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Juicios y testimonios

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Referencias
  1. Parvus dúplex, Diccionario latino-castellano y castellano latino, Buenos Aires, Editorial Sopena, 1945, p. 501. ↩︎

  2. Primer diccionario etimológico de la lengua española, Madrid, Establecimiento Tipográfico Álvarez Hermanos, 1883, tomo v. ↩︎

  3. Pablo de Ballester, El fantástico Mundo Griego, México, Publicaciones Cruz O., 1991, p. 187. ↩︎

  4. Guido Gómez de Silva, Breve diccionario etimológico de la lengua española, México, fce, 1991, p. 703. ↩︎

  5. Rolando Tamayo y Salmorán, La universidad epopeya medieval, México, unam, 1987, p. 17. ↩︎

  6. Alfonso X el Sabio, Las siete partidas, Antología, México, Porrúa, 1973, pp. 229-230. ↩︎

  7. Luis Fernando Lara (dir.), Diccionario básico del español de México, México, El Colegio de México, 1986, p. 537. ↩︎

  8. Tamayo y Salmorán, op. cit., p. 18. ↩︎

  9. Ibid., p. 11. ↩︎

  10. “Hechos de los Apóstoles” (Lucas 17, 28). La nueva Biblia latinoamericana, España, Ediciones Paulinas, Verbo Divino, 1972, p. 249. ↩︎

  11. Werner Jaeger, Cristianismo primitivo y paideia griega, México, fce, 1985, Breviario 182, p. 22. ↩︎

  12. Ibid., pp. 24- 25. ↩︎

  13. Francisco Larroyo, Historia general de la Pedagogía, México, Porrúa, 1973, p. 200. ↩︎

  14. Antonio Gómez Robledo, Sócrates y el socratismo, México, fce, 1988, p. 181. ↩︎

  15. Jaeger, op. cit., p. 140. ↩︎

  16. Tamayo y Salmorán, op. cit., p. 16. ↩︎

  17. Ibid., p. 24. ↩︎

  18. Alberto Jiménez, Historia de la universidad española, España, Alianza Editorial, 1971, p. 35 ↩︎

  19. Tamayo y Salmorán, op. cit., p. 36. ↩︎

  20. Ibid., p. 39. ↩︎

  21. Consultar www.unibo.it ↩︎

  22. Tamayo y Salmorán, op. cit., p. 64. ↩︎

  23. Alberto Jiménez, op. cit., p. 40. ↩︎

  24. Tamayo y Salmorán, op. cit., p. 71. ↩︎

  25. Alberto Jiménez, op. cit., p. 44. ↩︎

  26. Ibid., p. 58. ↩︎

  27. Tamayo y Salmorán, op. cit., p. 95. ↩︎

  28. C. H. Haring, El imperio español en América, México, Alianza Editorial Mexicana, Conaculta, 1990, p. 11. ↩︎

  29. Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, tomo i, México, Porrúa, 1955, p. 266. ↩︎

  30. Rafael Patrón Sarti, La Universidad de Mérida de Yucatán. Relación de los actos y fiestas de fundación en 1624, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 2013, p. 106. ↩︎

  31. Sergio Méndez Arceo, La Real y Pontificia Universidad de México. Antecedentes, tramitación y despacho de las cédulas reales de erección, unam, México, 1990, pp. 64-65. ↩︎

  32. Ibid., p. 123. Se actualizó la ortografía. ↩︎

  33. Francisco Cervantes de Salazar, México en 1554, México, Trillas, 1986, p. 48. ↩︎