La primera restauración de la Universidad de Guadalajara
Decreto de la primera restauración de la Universidad (1834)
Al inicio el decreto recordaba que uno de los principales deberes de todo gobierno era procurar a la juventud “una verdadera y sólida ilustración”.1 Enseguida hacía fuertes críticas a la política educativa de los regímenes federalistas, quienes “se empeñaron en corromper a los jóvenes que se dedicaban a las ciencias infundiéndoles desde la tierna edad los principios más erróneos y contrarios a los de la Santa Religión que profesamos los mejicanos”. 2
En cuanto a la labor del Instituto del Estado expresaba:
Que casi no se ha recogido otro fruto que el extravío de innumerables niños en quienes Jalisco tenía fincadas sus esperanzas, como que dependería de ellos nada menos que la suerte de todos y cada uno de sus habitantes, que la experiencia de ocho años que han transcurrido desde su establecimiento, ha desengañado a muchos que alucinados con bellas teorías, se prometían dentro de muy poco tiempo ver mejorada la instrucción pública; hacer progresos en la literatura en todos sus ramos; que por fin han experimentado un efecto contrario. 3
Por lo “que deseando el Gobierno poner remedio a un mal de tanta cuantía”, 4 y accediendo a las peticiones del Ayuntamiento de la ciudad, y de sus principales vecinos y doctores universitarios y adoptando el clamor general de los padres de familia, decretaba en consecuencia la restauración de la Universidad.
Luego disponía que el edificio, la iglesia, las fincas y los capitales a rédito, nuevamente integrarían el patrimonio universitario. Enseguida se ordenaba que el último rector de la Universidad, o en su defecto el doctor más antiguo, recibiría del tesorero del extinguido Instituto de Ciencias: las escrituras, documentos, libros, instrumentos y demás utensilios, segregándose los correspondientes al Colegio de San Juan Bautista, cuyo edificio era ocupado por una escuela normal lancasteriana.
Se citaba inmediatamente al Claustro universitario, para que formara el plan de estudios, que entraría en vigor el próximo mes de octubre, previa aprobación del gobierno, “al que propondrá todas las reformas que estime de necesidad en las Constituciones de la misma [Universidad], conforme a las luces del siglo”. 5
Finalmente se dispuso que el rector propondría al gobierno los sujetos que atenderían las respectivas cátedras.