Los universitarios sin universidad

Las generaciones de los profesionistas sin universidad

Al clausurarse la Universidad de Guadalajara por cerca de sesenta y cinco años, no se extinguió la tradición educativa a nivel medio y superior en la ciudad de Guadalajara, sino que las futuras generaciones de profesionistas continuaron su formación tanto en los liceos y escuelas profesionales estatales, como en las instituciones educativas católicas.

Y con todo y que se presentó una muy sensible debacle en la calidad de la enseñanza estatal, esto no fue suficiente para que dejaran de formarse brillantes profesionistas, que integraron las generaciones de los universitarios sin universidad.

En la ciencia jurídica destacaron el educador Andrés Terán y Aguilar, el ministro de la Suprema Corte de Justicia Francisco H. Ruiz, el fundador del primer bufete corporativo de Guadalajara Efraín González Luna, y los juristas Julio Acero Cruz y Mariano Coronado Tortolero, autores de tratados que sirvieron de libros de texto en las escuelas de jurisprudencia del país.

El Congreso Constituyente de 1916-1917 fue presidido con gran profesionalismo y aceptación por el abogado Luis Manuel Rojas Arriola. Y fueron diputados constituyentes por Jalisco: Amado Aguirre Santiago, Marcelino Dávalos Vázquez, Paulino Machorro y Narváez, Sebastián Allende Rodríguez, Ignacio Ramos Praslow y Juan de Dios Robledo. Estos tres últimos también gobernaron el estado de Jalisco.

La primera huelga obrera de Jalisco fue organizada por Roque Estrada Reynoso, quien además fungió durante la campaña presidencial de 1910 como secretario del futuro presidente de la república, Francisco Ignacio Madero. Y por su obra Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, Wistano Luis Orozco fue considerado como precursor intelectual del movimiento revolucionario.

En el movimiento del catolicismo social y como ideólogo de la Cristiada, la figura central fue el abogado Anacleto González Flores, calificado por Antonio Gómez Robledo como el “Sócrates Tapatío”. Además de Eduardo José Correa, fundador del Partido Católico Nacional; de Miguel Gómez Loza, gobernador civil cristero de Jalisco; de Miguel Palomar y Vizcarra, dirigente de la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa; y de Pedro Elías Vázquez Cisneros, presidente regional de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana.

En la medicina sobresalieron los doctores Antonio Ayala Ríos, Joaquín Baeza Álzaga y Salvador Garcíadiego y Sanromán. Y también destacaron notablemente, aunque más en la literatura que en la medicina, Mariano Azuela González y Enrique González Martínez. El primero de ellos, por su obra Los de abajo, es considerado el creador del género literario de la novela de la revolución. El segundo fue uno de los grandes poetas de América, y en varias ocasiones se le mencionó como candidato al Premio Nobel de literatura.

La historia –y muy particularmente la regional– fue cultivada con gran acierto y calidad por Luis Pérez Verdía y Villaseñor, Victoriano Salado Álvarez, José Ramírez Flores y José Ignacio Dávila Garibi, este último destacado genealogista internacional.

En las bellas artes destacaron: Gonzalo Curiel Barba, compositor; José Arriola Adame, musicólogo y literato; Antonio Zaragoza, poeta lírico; Salvador Quevedo y Zubieta, prosista; Felipe Castro y José Vizcarra, pintores; Rafael Urzúa Arias, arquitecto; y Ambrosio Ulloa, fundador de la Escuela Libre de Ingenieros.

La figura más brillante de este periodo fue el ingeniero civil y arquitecto Luis Barragán Morfín, considerado el máximo arquitecto mexicano del siglo xx, cuya obra fue reconocida a nivel internacional con el Premio Pritzker de Arquitectura, otorgado por la Fundación Hyatt.

Las siguientes biografías, que aparecen en orden alfabético, expresan más en detalle las trayectorias de los universitarios sin universidad.

Aguirre Santiago, Amado

Nació en el Mineral de San Sebastián Jalisco, el 8 de febrero de 1863. Fueron sus padres los señores Ignacio Aguirre Peña y Mariana Santiago Lepe.

En su pueblo natal inició su instrucción, y para 1876 su padre y un ingeniero alemán le daban lecciones de Metalurgia y Telegrafía.

Se trasladó a Guadalajara para cursar su preparatoria en el Liceo de Varones, la cual concluyó en 1883. En la Escuela de Ingenieros de Guadalajara hizo sus estudios profesionales. El 8 de febrero de 1886 obtuvo su título de ingeniero topógrafo e hidrógrafo, y en abril de 1888 el de ingeniero de minas y metalurgista.

En el mismo año de su titulación profesional fue nombrado director en el Mineral de Tenamache, Nayarit. En 1891 ejerció su profesión en la Compañía Real del Monte en el estado de Hidalgo. En 1895 trabajó en el Mineral de San Andrés, Durango, del cual fue director.

Al integrar la segunda reserva del ejército, en 1901 formó un club de estudios de armamento y recibió el despacho de subteniente de ingenieros. En 1902 fue dada de baja toda la segunda reserva.

De 1905 a 1914 trabajó en la Amparo Mining Company en Etzatlán, Jalisco, y en 1908 fue nombrado ingeniero en jefe en dicha compañía.

En la revolución mexicana, durante la etapa maderista, estuvo consiguiendo armas del gobierno, pretextando que eran para la defensa del Mineral que dirigía, pero en realidad las hacía llegar a los revolucionarios. En abril de 1914, José María Mier, gobernador militar de Jalisco, ordenó al jefe político de Ahualulco que lo detuviera y lo ejecutara, pero éste lo alertó y huyó, uniéndose el 28 de mayo a la columna de caballería del general Lucio Blanco, con el grado de mayor de ingenieros. En junio integró la columna del general Manuel M. Diéguez, en la cual tomó parte en las batallas de la Venta del Astillero, Nextipac, Orendáin y Zapopan, que decidieron la toma de Guadalajara.

Luego el general Álvaro Obregón lo nombró jefe de la Comisión de Contribución Extraordinaria de Guerra, y le encargó una clasificación política de los sacerdotes católicos y funcionarios civiles del gobierno huertista, para efectos de indulto.

Tras la Convención de Aguascalientes, que significó la escisión de las fuerzas revolucionarias, participó en la campaña contra Francisco Villa. Fue designado jefe del estado mayor del general Manuel M. Diéguez y ascendió a teniente coronel.

Durante 1915 combatió en la batalla del Aguacate y se le ascendió a coronel, derrotó una columna villista en El Zapote y triunfó en la hacienda de Amatitlán. El 18 de enero, a las órdenes del general Diéguez, comandó tres batallones, fracturó la línea enemiga y tomó la villa de San Pedro Tlaquepaque, entrando en Guadalajara. El 25 de enero se le nombró jefe de la tercera brigada de infantería. El 17 y 18 de febrero combatió en la batalla de la Cuesta de Sayula. El 22 de febrero fue designado jefe de estado mayor en Colima, en marzo tomó parte en la batalla de Tuxpan y el 16 de abril en Zacoalco derrotó a las fuerzas del general Rodolfo Fierro, por lo que el general Diéguez lo consideró un competente militar, al que se le podía confiar cualquier campaña.

El 4 de mayo participó en la batalla de Trinidad, Guanajuato, prolongándose las acciones militares por treinta días, hasta el 5 de junio, cuando se verificó en la Loza de los Padres el combate decisivo en el cual fueron derrotados los dorados de Villa, empero, fue herido de gravedad por un proyectil que le perforó el cráneo, y se le trasladó a Lagos de Moreno y luego a Guadalajara.

El 14 de julio fue ascendido a general brigadier; el 28 de mayo de 1916 fue nombrado comandante militar de Guadalajara y del 29 de mayo al 7 de octubre fue comandante militar del estado de Jalisco.

El 10 de noviembre de 1916 fue electo diputado al Congreso Constituyente de Querétaro por el xi distrito electoral de Jalisco, con cabecera en Ahualulco de Mercado. Se integró al grupo radical del Constituyente y así definió su actuación legislativa: “Nuestra labor es enteramente radical, enteramente revolucionaria [...]”.1

El 20 de marzo de 1917 fue electo senador por Jalisco para el periodo 1917-1920, y el 3 de octubre de 1917 solicitó licencia para desempeñarse como subsecretario de Agricultura y Fomento.

El 31 de enero de 1920 renunció a la Subsecretaría de Agricultura y Fomento, regresó al Senado y se hizo cargo de la campaña electoral de Álvaro Obregón en Jalisco, Colima y Nayarit. Con los militares sonorenses apoyó el Plan de Agua Prieta, en contra de Venustiano Carranza. El 16 de julio fue nombrado gerente de la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura, S. A.

El presidente Álvaro Obregón lo designó secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, cargo que ejerció del 15 de julio de 1921 al 30 de noviembre de 1924. Se opuso a la concesión de radiodifusoras, por considerar que podían ser utilizadas en labores de espionaje; controló el telégrafo durante la rebelión delahuertista, impulsó la construcción de varias carreteras y declaró la caducidad de varios contratos que atentaban contra los intereses de la nación.

Además recibió el nombramiento de vicepresidente de la Sociedad de Estudios Biológicos, en reconocimiento a sus méritos como benefactor de las ciencias naturales, y se negó a ser candidato a gobernador del estado de Jalisco.

Del 5 de diciembre de 1924 al 20 de mayo de 1925 fungió como gobernador y jefe de la 15ª Jefatura de Operaciones Militares en el Territorio de Quintana Roo, y presidió la comisión de estudio para analizar la posibilidad de elevarlo a estado de la república.

El 21 de mayo de 1925 fue nombrado jefe nato de las dos comisiones para la reforma del ejército; del 1º de octubre al 10 de noviembre fue director del Colegio Militar; el 5 de diciembre fue designado embajador plenipotenciario ante la República de Chile, con motivo del cambio de poderes en dicho país. Durante su viaje a América del Sur, además de desempeñar su misión principal en Chile, desarrolló gestiones diplomáticas en Argentina, Uruguay y Brasil. Por detestar el protocolo diplomático, rechazó las embajadas en Suecia, España, Japón y Bélgica.

Entre 1926 y 1927 se le comisionó a León, Guanajuato, para dirigir las obras de resguardo del río Santiago. Del 1º de noviembre de 1927 al 31 de julio de 1929 fungió como gobernador y jefe de la 3ª Zona Militar en el Territorio de Baja California.

El 10 de octubre de 1929, el general Joaquín Amaro lo nombró jefe de la Comisión de Historia Militar, a la cual donó una copia de sus memorias entonces inéditas, tituladas Mi libro de campañas y apuntes para la historia.

Del 1º de diciembre de 1929 al 30 de septiembre de 1931 fue jefe del Departamento de Caballería de la Secretaría de Guerra; del 1 al 15 de octubre de 1931 fungió como subsecretario de Guerra y Marina; del 16 de octubre de 1931 al 15 de abril de 1932 fue jefe de la sección técnica de la Secretaría de Guerra; y el 30 de septiembre de 1937 se le dio su retiro con el grado de general de división.

El 15 de julio de 1938, el presidente de la república, Lázaro Cárdenas, lo comisionó para que hiciera un estudio sobre las islas de California. El 21 de octubre de 1939 fue reconocido oficialmente como veterano de la revolución; el 29 de mayo de 1942, ante la segunda guerra mundial, se puso a las órdenes del gobierno como general del ejército, y el 5 de junio de 1948 fue nombrado miembro directivo de la Legión Mexicana de Revolucionarios.

Algunas de sus publicaciones fueron: Informe que rinde el ingeniero de minas que suscribe, al consejo de administración de la Compañía Minera. La Candelaria, Montaña de Oro y anexas, S.A. (1897); Batalla de Santa Rosa del 9 al 13 de mayo de 1913, Proyecto de ley reglamentaria del artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (1921); Reglamento interior de la Secretaría de Estado y del Despacho de Comunicaciones y Obras Públicas (1922); Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la comisión nombrado por el mismo, para hacer el estudio del Territorio Federal de Quintana Roo (1925); Informe de Gobierno, por el Gral. de división ingeniero... La Paz, B.C. (1926); Contribución para la historia de la Baja California. Compilación de datos ordenados para el Sr. Gral... Gobernador del Distrito Sur de la Baja California (1928); Reproducción aproximada de la plática que sobre ‘Responsabilidades de los Jefes y Oficiales en la Educación de la Tropa’, sustentó el C. General de Brigada, el día 30 de junio de 1931, en el Teatro ‘Iris’, de la ciudad de México (1931); Mis memorias de campaña. Apuntes para la historia. Estampas de la Revolución Mexicana (1953); La vergonzosa derrota de los reaccionarios en Villegas, por las fuerzas al mando del teniente coronel Amado Aguirre (s.f.); y al final el autor de esta bibliografía, Gabriel Agraz, enumera una “Carta del Gral. A. Aguirre dirigida al Gral. Obregón, sobre la baja de la plata” (s.f.), y un artículo titulado “Cómo cayó Guadalajara en poder de los carrancistas” (1934).

Dejó un extenso y valioso archivo personal, del cual existe una copia microfilmada en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México. La documentación catalogada alcanza mil trecientos veintitrés documentos, memorias, impresos, etcétera.

Falleció en la Ciudad de México el 22 de agosto de 1949.

Allende Rodríguez, Sebastián

Nació en Tequila, Jalisco, el 25 de mayo de 1892. Fueron sus padres el hacendado Sebastián Allende Rojas y la señora Concepción Rodríguez Martínez.

En su pueblo natal cursó la primaria, luego se trasladó a Guadalajara donde ingresó al Liceo de Varones, donde cursó su enseñanza media.

En la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara cursó la carrera de abogado, la cual no concluyó por unirse a la revolución. Su título de abogado debió haberlo obtenido en la Ciudad de México.

En 1914 se alistó en las tropas del general Manuel M. Diéguez, quien lo ascendió a capitán segundo y lo incorporó a su estado mayor. Tomó parte en las batallas de La Venta y de Orendáin. Durante la campaña contra las fuerzas de Francisco Villa combatió en Sayula, Ciudad Guzmán y Tuxpan, y luego en Sonora y en Sinaloa en los combates de Hermosillo y de Alamito.

A finales de 1916 fue electo diputado por Jalisco al Congreso Constituyente de Querétaro, durante el cual se alineó al grupo radical, aunque no tuvo una brillante participación. Juan de Dios Bojórquez escribió que “parecía complacerse en no abrir el pico”. 2

En 1917 fue electo diputado al Congreso Constituyente del Estado de Jalisco, por el xvi distrito electoral. Y el 8 de julio firmó la nueva “Constitución Política del Estado de Jalisco”.

En 1918 volvió a unirse al general Manuel M. Diéguez para continuar en Chihuahua enfrentando las tropas de Francisco Villa.

El 8 de agosto de 1929, el gobernador interino José María Cuéllar lo nombró procurador general de Justicia del Estado de Jalisco, su gestión fue hasta el 11 de julio de 1930. Sobre su nombramiento, J. Ángel Moreno escribió:

[...] Llamó la atención entre el elemento auténtico revolucionario, ya que el Lic. Allende había sido Jefe del Estado Mayor Presidencial del Gral. Manuel M. Diéguez, y desde la caída del Presidente Carranza, muchos elementos que habían militado al lado de dicho General se encontraban postergados, y fue el Lic. Allende el primero que se significó al lado del Gobernador Cuéllar; y alrededor de su personalidad se inician otros elementos para después resurgir, llevando de abanderado al Lic. Allende como futuro Gobernante de Jalisco.3

Ante las primeras elecciones presidenciales del Partido Nacional Revolucionario del 17 de noviembre de 1929, el gobernador Cuéllar lo nombró como secretario general del partido en Jalisco, lo cual –continúa el citado J. Ángel Moreno–

[...] suscitó descontento entre los grupos que se creían dueños de la situación política, comenzando a originarse en el Estado [de Jalisco], dentro de los Comités Municipales y Subcomités, una serie de cuartelazos, desconociendo a sus antiguos dirigentes, por lo cual el Lic. Allende dirigió una circular en que daba a conocer que solamente se reconocían movimientos hasta el día último de junio de 1930. 4

Se le integró al Segundo Comité Ejecutivo Nacional del Partido Nacional Revolucionario, y fue electo diputado federal en julio de 1930 a la xxxiv Legislatura.

Nuevamente fue diputado de la xxxv Legislatura, pero enfrentados los políticos partidarios de Plutarco Elías Calles contra los partidarios de Pascual Ortiz Rubio, que sostenían al gobernador Ignacio de la Mora, en la sesión del 25 de agosto de 1931 hubo un tiroteo en el cual murió el diputado Manuel H. Ruiz y Allende fue herido.

Luego fue nombrado presidente estatal del Partido Nacional Revolucionario, candidato a la gubernatura y electo gobernador del estado de Jalisco el 13 de marzo de 1932.

Su periodo de gobierno fue del 1º de abril de 1932 al 28 de febrero de 1935. Durante su gestión gubernamental construyó el tramo carretero Guadalajara-Tequila, inauguró la Penitenciaría de Oblatos y el Parque de la Revolución, hizo mejoras en los edificios del Museo del Estado, de la Biblioteca Pública y del Hospicio Cabañas.

Se continuó con el conflicto con la Iglesia católica y de nuevo se desterró al arzobispo Francisco Orozco y Jiménez. También afrontó la problemática universitaria, que se derivó del Primer Congreso de Universitarios de 1933. Por lo que clausuró la Universidad de Guadalajara, y expidió el 23 de febrero de 1935 la Ley Orgánica de la Educación Superior.

Ante el destierro en 1936 del jefe máximo de la revolución, Plutarco Elías Calles, a quien le era incondicional, y consolidado el cardenismo, se retiró definitivamente de la actividad política, dedicándose entonces a la administración de su hacienda El Refugio, ubicada en la zona cañera de Tala, Jalisco, donde estableció un ingenio azucarero con maquinaria moderna, obra que dejó inconclusa.

Murió repentinamente en la Ciudad de México el 16 de diciembre de 1947. Sus restos mortales fueron trasladados a Guadalajara, y fueron inhumados en el Panteón de Mezquitán.

Arce Tapia, Alberto G.

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 24 de enero de 1878. Fueron sus padres los señores Carolina Tapia Varela y el célebre doctor y catedrático universitario Fortunato G. Arce. Al igual que su padre abrevió su apellido González Arce anteponiéndole una “G”.

Su instrucción primaria la cursó en la escuela oficial del profesor Ernesto Alatorre. La formación secundaria y el bachillerato los realizó tanto en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco como en el Seminario Conciliar de la Diócesis de Colima. Y el 23 de marzo de 1900, el Congreso del Estado de Colima le revalidó los estudios hechos en el Seminario.

Realizó sus estudios jurídicos en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, y el 23 de marzo de 1902 el gobierno del estado de Jalisco le expidió su título de abogado.
Se dedicó al ejercicio de la abogacía y en 1906 fue profesor adjunto de los cursos de Lengua Nacional I y II en el Liceo de Varones. Ese mismo año también fungió como examinador de Instrucción Cívica y Derecho Usual en la Escuela Normal Católica de Guadalajara.

Del 1° de febrero de 1911 al 31 de enero de 1913 fue diputado suplente a la xxiii Legislatura del Congreso del Estado de Jalisco, y al tomar la ciudad de Guadalajara el general Álvaro Obregón el 8 de julio de 1914, fue comisionado para ejecutar el pago de multas a los colaboradores del régimen de Victoriano Huerta.

En la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guadalajara, desde 1929 impartió las cátedras de Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Privado, y en 1933 fue director de la Facultad.

Al producirse el cisma universitario del citado año de 1933, fue comisario propietario del Patronato que apoyó la fundación de la Universidad de Occidente –más tarde Universidad Autónoma de Guadalajara–, donde también fue catedrático de Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Privado, además de director fundador de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
Fue presidente de la Comisión de Defensa del Lago de Chapala. El 18 de noviembre de 1954, el Congreso del Estado de Jalisco le otorgó la condecoración Ignacio L. Vallarta y en 1956 el gobierno del estado de Jalisco lo condecoró con la insignia Ramón Corona.

Sus libros publicados fueron: Juicio Civil ordinario (1934) y Manual de Derecho Internacional Privado mexicano (1943). Y escribió el prólogo “Cualquier tiempo pasado fue mejor” al libro El Real Consulado de Guadalajara. Notas históricas, de José Ramírez Flores. Asimismo escribió los artículos: “Guadalajara, maestra en galantería” (1922); “Sobre algunos temas tratados en la clase de Derecho Internacional Privado” (1928); “Cajas rurales de préstamos y ahorros sistemas Raiffeinsen. Dictamen formulado por su autor, con fecha 8 de octubre de 1906 y relativo a la ponencia presentada por el Sr. Lic. Miguel Palomar y Vizcarra ante el Tercer Congreso Católico Mexicano y Primero Eucarístico de Guadalajara” (1952); “Una vez más” (1953); e hizo la traducción de “La leyenda de las violetas”, de Armand Silvestre (1907).
Falleció en su ciudad natal el 8 de abril de 1956.

Juicios y testimonios

Antonio Gómez Robledo: “[…] El día de mi recepción de abogado, con lo que pasé a figurar en la nómina del foro tapatío, donde está mi humilde nombre al cobijo y bajo numen tutelar de otros nombres egregios como los de Mariano Otero, Ignacio Luis Vallarta, Vitoriano Salado Álvarez, Luis Pérez Verdía, Alberto G. Arce, y otros muchos de parecida o apenas menor nombradía”.

Arriola Adame, José

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 28 de julio de 1890. Sus padres fueron la señora Catarina Adame y el abogado Enrique Arriola.?Estudió su primaria en su ciudad natal, e ingresó al Liceo de Varones del Estado de Jalisco para cursar el bachillerato. Enseguida ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara y se tituló de abogado en 1913.

Se integró al bufete jurídico de su padre como abogado postulante. A la par de su formación académica, recibió lecciones de música de su mismo padre, del compositor José Rolón y del canónigo José María Cornejo; además de literatura y de francés.

Gran admirador de la cultura francesa, radicó en París por tres largas temporadas. Se matriculó en las cátedras de Derecho Internacional y de Literatura francesa en la Universidad de la Sorbona de París y en el Théâtre-François, donde estudió música y asistió a un gran número de conciertos.

Nuevamente en Guadalajara, continuó en el ejercicio de la abogacía, siendo su bufete uno de los más prósperos y prestigiados de la ciudad; posteriormente obtuvo el fiat de notario público. En su mismo bufete impartía la cátedra de Derecho Internacional, destacándose en el tema de la diplomacia europea.

Fue un gran impulsor de la cultura en su ciudad natal. Cada domingo convocaba en la magnífica biblioteca de su domicilio particular a sus jóvenes discípulos y a sus amigos intelectuales, entre los que estaban el canónigo José Ruiz Medrano, el político Efraín González Luna, los arquitectos Luis Barragán e Ignacio Díaz Morales, el internacionalista Antonio Gómez Robledo, el literato Agustín Yáñez, entre otros, para deleitarse con la música y tratar sobre literatura y filosofía.

Así describe Antonio Gómez Robledo aquellas tertulias:

Tal el espectro que me viene ahora de aquellas tardes maravillosas pasadas en la paz y amistad de la tertulia eutrapélica de [la calle] Pedro Moreno y luego Chapultepec. Y perdón por el arcaísmo, pero no hay nada tan sabroso como la eutrapelia aristotélica (con su equivalente exactamente igual en castellano) la virtud del trato social, el saber moverse bien en sociedad, el convertir el saber en solaz, o en otro giro el arte de la buena conversación, hoy desaparecido irrevocablemente, con la sola excepción, en la metrópoli, del mate dominical de monseñor Octaviano Valdez.5

En la divulgación de la música clásica fundó junto con otros –aunque él era el principal impulsor– la Sociedad de Conciertos, los Amigos de la Música y Conciertos Guadalajara, A. C. A partir de estas sociedades, en 1945 se pudo restaurar la Orquesta Sinfónica de Guadalajara. Y llegó a poseer la fonoteca más grande y selecta de la ciudad.

Con gran sensibilidad en la interpretación de música clásica al piano, compuso varias piezas, entre las que sobresale la Romanza sin palabras, en sol bemol mayor. También fue crítico y cronista de conciertos.

Al fundarse la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara en 1948, fue invitado por el arquitecto Ignacio Díaz Morales para impartir la cátedra de Música, la cual desempeñó durante diez años.

Fue presidente de la Alianza Francesa de Guadalajara, y el gobierno de la República de Francia, en reconocimiento a su gran amor e impulso por la cultura gala, le otorgó la Legión de Honor y las Palmas Académicas.

Sobre su supuesto afrancesamiento, Salvador Echevarría escribió:

El licenciado Arriola nunca fue afrancesado. Fue lisa y llanamente, con toda la dignidad requerida, un admirador de Francia: pero ante todo y siempre mexicano. Entre sus libros de cabecera, figuraban las obras de [Pedro] Calderón [de la Barca] y de otros clásicos españoles. Francia era, como España, un ingrediente de su mexicanidad o, si se quiere, de su latinidad. 6

Del francés al español hizo un gran número de traducciones, particularmente de literatura. Escribió varios artículos, reseñas y ensayos en publicaciones periódicas, principalmente para las revistas Ábside, Pan y Bandera de Provincias. Algunas de ellas son: “Partage du midi”, cántico de mesa moribundo de Paul Claudel (1929); “El cocotero” –traducción– (1929); “Poemas japoneses” –traducción– (1929); “Carta de Claudel al abate Bremond acerca de la inspiración poética” –traducción– (1929); “Los fracasados” de Henri René Lenormand –traducción– (1931); “Charles du Bos” (1940); “Héctor del Valle: Mozart. Colección Vidas” –comentario crítico–, entre otras.

Falleció en su ciudad natal el 21 de abril de 1962.

Juicios y testimonios

Ignacio Díaz Morales: “José Arriola era de difícil entrada, pero una vez roto el protocolo todo era cordialidad y genuina amistad. Tuvo muchos y muy ilustres amigos, tanto aquí como fuera de la ciudad y en el extranjero. Desde luego lo eran todos los artistas que venían aquí. Fue además muy noble y muy leal, de una gran congruencia en su vida y con gran corazón; por eso ha sido sujeto de sentidos homenajes y recuerdos”.


Antonio Gómez Robledo: “[...] El magisterio de José Arriola Adame fue siempre un magisterio socrático, tanto porque se ejercía al hilo de la palabra viva, del brazo y por la calle, como sobre todo porque no adoptó nunca un tono autoritario y dogmático, sino que, en una actitud estrictamente mayéutica se limitaba a dejar que cada uno de nosotros y por sí mismo se pronunciara libremente por la opción filosófica o literaria que mejor le pareciera [...]”.


Carlos Pellicer: “Se quemaba todos los días en su hoguera particular. No vivió a dos fuegos, sino a tres: fuego de Dios, fuego de la familia, fuego de la belleza. Apasionado y tajante en sus gustos personales, le ubicaron en unas cuantas cosas de primer orden. De todas las artes prefirió la literatura, la música. Su magnífica biblioteca da cuenta del refinamiento de su cultura como lector. Y amó las letras francesas apasionadamente. Las conoció como pocos. Pero fue en el mundo tan difícil y misterioso de la música donde encontraba su mejor oxígeno. Bach, Mozart, Debussy fueron sus dioses mayores”.

Ayala Ríos, Antonio

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 1º de junio de 1858. Fueron sus padres los señores Francisco Ayala Torres y Dominga Ríos Méndez.

De 1869 a 1873 realizó estudios en el Seminario Conciliar de Guadalajara, que entonces equivalían a la preparatoria.

En septiembre de 1873 ingresó a la Escuela de Medicina de Guadalajara para cursar sus estudios profesionales. El 5 de noviembre de 1879 presentó su examen profesional con la tesis “Abscesos del hígado”.

En 1880 partió a Francia, matriculándose en la Facultad de Medicina de París en el ciclo escolar 1882-1883, para cursar nuevamente la carrera de medicina completa. Algunos de sus maestros fueron Farabeuf, Tilliard, Beclard y Charcot. El 12 de octubre de 1883 obtuvo el grado de bachiller en Letras y Ciencias. El 30 de junio de 1886 se doctoró en la Sorbona con la tesis “Las puertas de entrada de la osteomielitis”, la cual el 30 de enero de 1887 recibió mención honorífica, firmada por el doctor Beclard, decano de la facultad parisina.

En Europa continuó su formación profesional hasta 1888. En Viena estudió Ginecología y Obstetricia con Von Billroth y Von Pablik; en Berlín con Von Bergman y Von Koening; y en Londres estuvo de practicante en el Hospital de St. Thomas.

En 1888 regresó a Guadalajara y fue nombrado colaborador de la cátedra de Clínica Externa de la Escuela de Medicina, cuyo titular era el doctor José María Benítez. Además se dedicó al ejercicio de su profesión en su consultorio particular, y en el Hospital de Belén.

El 24 de septiembre de 1888 realizó la primera histerectomía abdominal total en la historia de la medicina de Guadalajara.

En su casa recibía varias revistas médicas europeas, algo extraordinario en la época, por lo que se organizó a su alrededor un círculo de discusión sobre el contenido de ellas. Sin embargo, algo decepcionado por el rechazo encontrado en el medio médico de Guadalajara a las nuevas técnicas quirúrgicas introducidas por él, en mayo de 1892 se fue a radicar a San Miguel Regla, población del estado de Hidalgo, donde ejerció como médico de la compañía minera de su suegro, José de Landero y Cos.

En abril de 1893 regresó a Guadalajara. El 22 de octubre de 1894 fue nombrado catedrático de Clínica Externa y Ginecología en la Escuela de Medicina y en el Hospital de Belén: “En 1895 vino el cambio fundamental en la Historia de la Medicina, al introducir el doctor Ayala la asepsia, dándonos a conocer el autoclave. Introdujo también el uso de los guantes chapuy. El movimiento renovador que se inició con Don Pablo Gutiérrez, Don Crispiniano Arce y Enrique García Diego, se vio reforzado por este trascendental paso”.7

También introdujo la operación cesárea. En marzo de 1897 adquirió la huerta del antiguo convento de San Felipe Neri, donde estableció su clínica particular, más tarde fue considerado el mejor hospital de la ciudad.

En agosto de 1900 emprendió un nuevo viaje de actualización a Europa, pasando primero por Baltimore y Nueva York en Estados Unidos, y luego residió por cortas temporadas en París, Viena, Londres y Berlín.

A su regreso a Guadalajara se dedicó a atender su hospital. El 8 de enero de 1904 fue nombrado catedrático de Obstetricia Teórica y Embriología y de Clínica Ginecológica, en la Escuela de Medicina y Farmacia. Y el 29 de julio de 1905 recibió el nombramiento de profesor de Clínica Externa y de Clínica Terapéutica Quirúrgica.

El 6 de diciembre de 1911 fue nombrado director de la Escuela de Medicina y Farmacia y del Hospital Civil. Dejó el cargo el 14 de julio de 1914 y lo retomó en varias ocasiones entre 1914 y 1915, dependiendo de si la ciudad era ocupada por los carrancistas o por los villistas.

De 1914 a 1920 se separó de sus cátedras, a las que regresó en 1920, ejerciéndoles hasta 1926, cuando regresó nuevamente a Europa. En Francia tenía también licencia para ejercer su profesión.

A su regreso a Guadalajara reanudó sus labores docentes en la ahora Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, hasta su jubilación en 1936. Por un tiempo impartió Obstetricia en la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Falleció en Guadalajara el 15 de octubre de 1943.

Azuela González, Mariano

Nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 1º de enero de 1873. Fueron sus padres los señores Evaristo Azuela y Paulina González. La familia era propietaria de un rancho, situado en las inmediaciones de Lagos.

En la escuela del profesor Eugenio Alcalá cursó su primaria, y en 1855 ingresó al Liceo del padre Miguel Leandro Guerra, en el cual estudió los cuatro años del bachillerato.

En 1889 se trasladó a Guadalajara y se matriculó en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco, en el que concluyó sus estudios preparatorios. Luego estuvo un año en el Seminario Conciliar de Guadalajara.

En 1894 inició sus estudios profesionales en la Escuela de Medicina de Guadalajara, durante los cuales residió en una casa de asistencia que se encontraba en la calle de Belén:

En ella trascurriría toda su vida estudiantil, interesado más que en los libros de patología, por las novelas realistas francesas y españolas. Esos años, también, delinearon su vocación literaria [...] El ambiente estudiantil en la casa de asistencia y en la Escuela, sus vivencias en la Alameda y en las calles tapatías y –por supuesto– la influencia de la literaria europea dieron pie para que se iniciara en el mundo de las letras. En 1896 envió a un diario capitalino, bajo el pseudónimo de Beleño, una serie de pequeños cuentos titulados “Impresiones de un estudiante”. Tuvo una magnífica acogida, hecho que lo estimuló para seguir escribiendo [...]8

En tanto realizaba el internado en el Hospital Civil escribió su primera novela, que tituló María Luisa, y en 1899 obtuvo su título de médico.

En 1900 regresó a su natal Lagos, donde adquirió una botica que se transformó en un lugar de tertulia de los lugareños intelectuales y se dedicó al ejercicio de su profesión.

Al inicio de la revolución compartió el ideario de Francisco Ignacio Madero. En 1911 fue nombrado jefe político interino de Lagos de Moreno, luego nuevamente se reintegró a la atención de los enfermos.

En 1914 se unió a la tropa villista comandada por el general Julián Medina, en calidad de médico de la tropa con el grado de teniente coronel. Al ser designado el general Medina gobernador de Jalisco por la Convención de Aguascalientes, lo nombró director de Educación Pública. Por aquel entonces frecuentaba el Centro Bohemio, en el que disertó sobre la obra de Émile Zola. Tras la derrota de los villistas por los carrancistas, fue ocultado de los carrancistas por José Guadalupe Zuno y Manuel Martínez.

En 1915 se exilió en El Paso, Texas, donde concluyó su célebre novela Los de abajo, escrita entre los sobresaltos de la huida y la cual se vio obligado a vender en tan sólo veinte dólares al periódico El Paso del Norte. Con esta obra se convirtió en el pionero de la novela de la revolución, aunque ya con esta temática había escrito en 1911 Andrés Pérez, maderista.

En 1916 cruzó la frontera disfrazado como algodonero, con rumbo a Guadalajara, y se estableció en la Ciudad de México con su familia, desempeñándose como médico en el barrio de Santiago-Tlatelolco.

Al estar resentido con todo lo relacionado con la actividad pública, optó por no aceptar el cargo de director de la Escuela de Medicina de Guadalajara, que le ofreció el gobernador José Guadalupe Zuno.

El resto de sus días los dedicó a las letras y al ejercicio profesional de la medicina, establecido permanentemente en la capital del país. Fue médico de la beneficencia pública y atendió a los enfermos más pobres.

Su producción literaria abarca más de sesenta obras, entre ellas: Pensamiento al doctor Agustín Rivera (1902); María Luisa (1907); Los fracasados (1908); Mala hierba (1909), traducida al inglés y al francés; Andrés Pérez, maderista (1911); Los de abajo (1915), traducida al inglés, francés, alemán, portugués, ruso, chino, japonés y con más de veinte ediciones en español; Los caciques (1917); Domitilo quiere ser diputado (1918); La malhora (1923); La luciérnaga (1932); Pedro Moreno, el insurgente (1933); El camarada Pantoja (1937); San Gabriel de Valdivias. Comunidad indígena (1938); Nueva burguesía (1941); El padre don Agustín Rivera (1942); Pedro Moreno, José Rosas Moreno y Agustín Rivera (1943); La marchanta (1944); Cien años de novela mexicana (1947); Sendas partidas (1949); Esa sangre (1958); De médico, poeta y loco, todos tenemos un poco (1960); Breves consideraciones sobre Iturbide primer emperador de México (1960); Páginas autobiográficas (1974). Las tres últimas –entre otras– fueron publicadas en forma póstuma.

En 1942 recibió el Premio Nacional de Literatura, en 1943 fue miembro fundador de El Colegio Nacional y en 1949 se le otorgó el Premio Nacional de Artes y Ciencias. También fue miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana.

Falleció en la Ciudad de México el 1º de marzo de 1952; fue inhumado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores.

El 26 de noviembre de 1953, con la presencia del presidente de la república, Adolfo Ruiz Cortines, El Colegio Nacional le rindió el homenaje póstumo. En 1964 la Secretaría de Educación Pública impuso su nombre a un jardín de niños y en Guadalajara se le dedicó una estatua.

Juicios y testimonios

Tamara Azuela Williamson: “Mariano Azuela vivió intensamente cada instante de su vida. Como médico procuró comprender y ayudar a sus enfermos y como novelista supo plasmar en cada una de sus obras la realidad circundante y las circunstancias sociales que privaron en México durante los años de revolución”.


Alfonso Caso: “Se ha discutido si Los de abajo es la obra que inicia el sentido mexicano en la novela; si Azuela no tiene como precursores otros hombres que se preocuparon por escribir sobre lo nuestro y por contar la vida de nuestros pueblos y nuestros campos. Nadie negará sin embargo a Azuela ser el iniciador de este género nuevo que surge con él, y que se llama ‘la novela de la Revolución’, y ser también uno de los grandes creadores del resurgimiento de la novela latinoamericana”.


Emmanuel Palacios: “La resonancia literaria de Los de abajo, sus repercusiones en la novelística actual, su significación en el panorama de las letras de América, no han bastado para rendir a algunos de esos rigurosos críticos mexicanos, en contraste con los de otras latitudes que reconocen en Azuela, a uno de los novelistas más pujantes de México. ¿Quizá se deba esto a la posición que adoptó siempre frente al fenómeno literario, la que contrasta con el concepto que de éste tienen quienes le escatiman su reconocimiento? Porque don Mariano ha declarado expresamente cuál es su actitud de escritor: ‘Yo –dice– escribo para el gran público y no para los selectos, prefiero ser leal con los míos a dar gato por liebre’”.


Wolfgang Vogt: “Al gran interés de los extranjeros por la Revolución Mexicana se debe en gran parte el éxito de la novela de la Revolución. Los de abajo fue traducida a ocho idiomas [...] Las innumerables ediciones de bolsillo de la novela comprueban que la gente realmente sigue leyendo este libro”


Baeza Álzaga, Joaquín

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de marzo de 1862. Fueron sus padres los señores Joaquín Baeza y Ramona Álzaga. Su padre era comerciante de granos en el Mercado Corona.

En el Asilo de San Vicente de Paul inició su instrucción primaria y la concluyó con el profesor Ignacio Salazar. Luego en el Seminario Conciliar de San José cursó los estudios de preparatoria.

En la Escuela de Medicina de Guadalajara realizó su carrera profesional, y el 23 de agosto de 1893 recibió su título de médico.

Fue nombrado médico de la Compañía Industrial de Guadalajara, por lo que visitaba semanalmente las fábricas de La Escoba, Río Blanco y La Experiencia.

Durante la gestión gubernamental de Luis del Carmen Curiel, fundó en sus propiedades un pequeño laboratorio para producir con fines estrictamente asistenciales la linfa antivariolosa en las terneras, con la técnica de Jenner, pues entonces sostener la vacuna que era pasada de brazo a brazo era caro y molesto, y por ello no se tenía la suficiente cobertura entre la población. Se convirtió así en uno de los pioneros de las actuales campañas masivas de vacunación. Además influyó en el Ayuntamiento de Guadalajara para que se hiciera obligatoria la aplicación de la vacuna.

En 1897, al fundarse el Servicio Médico Municipal, fue uno de sus primeros elementos, dedicándose a la práctica de la medicina social. En enero de 1900, en unión con otros médicos, fundó la Sociedad Médico-Farmacéutica de Guadalajara, que más tarde se transformó en la Asociación Médica de Jalisco.

Por cuatro años fue miembro de la Junta de Vigilancia de la Penitenciaría del Estado, y como tal formuló un dictamen que pedía la construcción de una nueva. También fue regidor del Ayuntamiento de Guadalajara.

De 1910 a 1915 impartió la cátedra de Patología Infantil en la Escuela de Medicina de Guadalajara y en el Hospital Civil.

Su apoyo fue decisivo para que la madre María Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco fundara el Hospital de la Santísima Trinidad de Guadalajara, del cual fue director por varios años y en el que estableció una clínica especial para niños.

Con motivo de la celebración del centenario de la iniciación de la independencia nacional, fundó el establecimiento “La Piedad”, que fue la primera tentativa de protección organizada a la infancia de Jalisco.

En 1910 fundó el primer dispensario para la atención de niños pobres que hubo en el país, denominado “La gota de leche”, cuyo lema fue “El progreso de la patria se prepara en la cuna de los niños”. La institución era similar a la fundada en Fécamp, Francia, por el doctor León Defour en 1894. Se daban consultas, medicinas, leche y otros alimentos en forma gratuita, anticipándose así a las instituciones asistenciales del gobierno, tales como el Desarrollo Integral de la Familia, los desayunos escolares, entre otras.

En 1904 publicó las Notas sobre la difteria, que dedicó “Al sabio maestro doctor Fortunato Arce”. En 1912 publicó su estudio La vacuna contra la viruela. Cartilla. En 1917 fundó la revista Guadalajara, como órgano propagandístico de “La gota de leche”. En 1918 publicó el Proyecto de ley para la protección en México a los niños en su primera infancia, trabajo que presentó en el v Congreso Médico Nacional. Otras de sus publicaciones fueron: Higiene social. La gota de leche y los consultorios para niños de pecho y La influenza.

En enero de 1921 presentó ante la Sociedad Mexicana de Pediatría en la Ciudad de México la conferencia “La alimentación del recién nacido”, la cual fue publicada como folleto.

En 1922 obtuvo del gobierno del estado de Jalisco la fundación del Instituto Vacunógeno, del cual fue nombrado su primer director, sacrificando su propio laboratorio para lograr extender el uso de la vacuna a todo el estado.

Fue presidente de la Cruz Blanca Neutral, atendiendo la sección de cirugía del Hospital Militar.

En 1932 abrió un dispensario gratuito, en un local establecido frente al jardín de San José de Gracia. En 1933 fue electo presidente de la Sociedad Mutualista Médico-Farmacéutica de Guadalajara, y con tal carácter promovió la donación de un busto del doctor Valentín Gómez Farías al Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de México. También promovió un monumento al científico Luis Pasteur, en ocasión del centenario de su nacimiento, y costeó una placa de mármol con el decreto de abolición de la esclavitud del cura Miguel Hidalgo, que se colocó en el Palacio de Gobierno.

En unión con otros médicos, en 1940 fundó la Sociedad Jalisciense de Pediatría, de la cual fue presidente y secretario con carácter de perpetuo.

Fue articulista en el Diario de Jalisco; en 1905 editó el Boletín de Higiene y de Policía Sanitaria (1918-1921); y en 1940 editó la revista Salubridad y Asistencia en Jalisco; escribió una biografía del doctor Pablo Gutiérrez y planeaba una historia de la medicina en Guadalajara, para lo cual recabó información en los archivos de los antiguos hospitales, pero ya no tuvo tiempo de llevar adelante su proyecto, pues falleció en Chapala, Jalisco, el 18 de septiembre de 1949.

Con la iniciativa del doctor Juan Ignacio Menchaca, una calle de Guadalajara lleva su nombre; y con la presencia de la esposa del presidente de la república, Eva Sámano de López Mateos, se le dedicó un busto en bronce, que se colocó frente las instalaciones de los Servicios Coordinados de Salud del Estado de Jalisco.

Juicios y testimonios

Horacio Padilla Muñoz et al.: “Se le conocía en ese tiempo como ‘El Apóstol de la Vacuna’”.

Barragán Morfín, Luis

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de marzo de 1902. Fueron sus padres el licenciado Juan José Barragán Estrada y la señora Ángela Morfín Miramontes.

En su infancia, lo que más le impresionaba fueron sus estancias en el rancho que su familia tenía cerca del pueblo de Mazamitla, años más tarde lo evocaba:

Estoy enraizado en México, tuve la suerte de haber vivido en provincia, en pequeños pueblos y haber conocido mucho la vida de las rancherías. En mi infancia están mis mejores recuerdos y mis mejores sueños. Mi infancia en el campo me marcó definitivamente. Creo, como lo dice Emilio Ambasz, que lo que hacen los escritores, los pintores, los artistas en general es siempre autobiográfico. Inconscientemente los recuerdos de mi infancia resurgen en mi obra; por eso hago abrevaderos o bebederos para caballos, y escojo ocres y rojos, colores de la tierra, colores de la sangre[...] 9:

De 1915 a 1920 estudió el bachillerato en la Escuela Preparatoria de Jalisco. De 1920 a 1923 cursó sus estudios profesionales de Ingeniería Civil en la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara. El 13 de diciembre de 1923, con la tesis “Estudio del aprovechamiento de agua para las zonas de San Gabriel y Jiquilpan”, recibió su título profesional de ingeniero civil. Continuó con los estudios de arquitecto recibiéndose como tal en 1925; su título profesional fue reconocido por la Universidad de Guadalajara.

De 1925 a 1927 viajó por Europa. Tuvo la fortuna de conocer a Igor Stravinsky, a Le Corbuisier y a Pablo Picasso. Admiró los jardines de Ferdinand Bac en Les Colombiers y la Alhambra de Granada, lo cual lo llevó a “hace[r] un descubrimiento que decidirá su vocación de jardinero”. 10: En Nueva York conoció a José Clemente Orozco.

A su regreso a Guadalajara ejerció su profesión diseñando varias residencias particulares, entre ellas la casas de Robles de León (1927), la de Aguilar (1928), la de Gustavo R. Cristo (1930) y la de González Luna –actual Casa iteso Clavigero– (1931). Algunas de estas obras fueron publicadas en las revistas The Arquitectural Record y Casa Bella.

En 1930, al fallecer su padre, viajó nuevamente a Europa, extendiendo su recorrido por el norte de África. En Marruecos

le impresionaron las construcciones en las que el barro y la tierra de las que están hechas se integran al paisaje. Quedaron grabados en su memoria los interiores en penumbra, los juegos de luz propiciados por las ventanas pequeñas que protegen del sol candente y del calor, los vericuetos de las calles que llegan a fuentes en donde la gente llena sus cántaros de agua. 11

De nuevo en su ciudad natal, con su hermano, el ingeniero Juan José Barragán, ganó en 1934 el concurso para realizar el Parque de la Revolución. Otras de sus obras en Guadalajara son: la escultura “El pájaro amarillo” en la colonia Jardines del Bosque, el camellón del Paseo de la Arboleda, la capilla abierta –hoy oficina del registro civil– del Parque de las Estrellas, el Templo del Calvario, la glorieta de los Niños Héroes y el canal jardín de la calle Constelación.

También hay que señalar que por estos años recibió la influencia del arquitecto Eduardo Rendón, de quien “incorporó la sencillez de la construcción popular mexicana –incluidas sus macetas bien cuidadas puestas con gusto y refinamientos–, en las hermosas casas que construyó cerca de la Catedral de Cuernavaca, Morelos”. 12

Pero lo que reconoció como su influencia máxima fueron las pinturas de De Chirico:

La magia –expresó– que siempre busqué la encontré en él. Cuando vi llegar sus cuadros pensé: “Esto es lo que yo puedo llegar a realizar también en la arquitectura de paisajes” [...] arquitectura hecha con muros y murallas y una serie de espacios en los que pasas de una reja a otra reja, de un juego de agua a un patio donde también hay agua. 13

Desde 1936 vivió en la Ciudad de México, donde adquirió un terreno a un lado de la avenida de San Jerónimo, conocido como “El Cabrío”, que está frente al Pedregal.

Entre 1944 y 1945 concibió la idea de transformar el paisaje volcánico del Pedregal en jardines y espacios habitables, que se fundieran con los elementos naturales; así evocó aquel momento:

En la vasta extensión de lava en el sur de la ciudad de México, me dispongo, sacudido por la belleza de ese viejo paisaje volcánico, a construir unos jardines que se vuelvan humanos sin destruir el maravilloso entorno.

Paseando por grietas de lava, protegido por la sombra de grandes muros de piedra viva, descubrí de pronto –¡ah bellísima sorpresa!– pequeños valles verdes secretos, bordeados por las más caprichosas, bellas y fantásticas formaciones de roca, esculpidas por las piedras derretidas, por los poderosos vientos prehistóricos. 14

Y con esa idea se asoció con José Alberto Bustamante, y compró 250 ha en El Pedregal y se dio a la tarea del diseño y la construcción del fraccionamiento. Diseñó su primer jardín para la casa de Carlos Trouyet, jardín que llegó a ser a nivel mundial uno de los más fotografiados.

En 1947 construyó su casa en Tacubaya, y entre 1952 y 1955 reedificó en Tlalpan el Convento de las Capuchinas Sacramentarias del Corazón de María, al cual agregó una capilla, considerada como una de sus obras más significativas:

Allí empleó por primera vez el prisma triangular, dando la sensación de una quilla de barco penetrando en el espacio. Es una estructura con movimiento porque se desliza hacia adentro junto con la luz del vitral. El color naranja que ilumina la capilla, surgió de un accidente fotográfico. Barragán pidió al fotógrafo Armando Salas Portugal que forzara las fotografías a distintos colores, como estudio. Por accidente, una de ellas resultó naranja brillante y Barragán de inmediato se decidió por ese color, que no se usaba en las iglesias. 15

Durante el periodo gubernamental del licenciado Agustín Yáñez (1953-1959) fue declarado Hijo Predilecto de Jalisco.

En 1955 recibió el encargo de diseñar un símbolo para la promoción del fraccionamiento Ciudad Satélite, y en lugar de la fuente que se le había pedido, en unión con Mathías Goeritz diseñó las Torres de Satélite.

En 1957 planeó el fraccionamiento de Las Arboledas, asociado con los hermanos Bustamante. También por estos años diseñó la Plaza del Campanario y la fuente del Bebedero.

Entre 1963 y 1964 proyectó el fraccionamiento de los Clubes, con su fuente de Los Amantes y un gran portón. Tanto en los fraccionamientos de los Clubes, como en las Arboledas, realizó proyectos de tipo ecuestre. Por estos años diseñó varias residencias particulares, entre otras las de Eduardo Prieto, la de Eduardo Villaseñor y la casa-establo de los Egerstrom, la cual incluyó la cuadra de San Cristóbal.

Entre 1964 y 1965, en colaboración con el arquitecto Juan Sordo Magdaleno, recibió el encargo de proyectar la ciudad de Lomas Verdes. Ambos arquitectos viajaron a Europa para estudiar lo que allí se realizaba en desarrollos urbanísticos. De regreso en México, realizó el diseño general con una capilla de mosaico dorado, como símbolo del complejo habitacional.

En 1965, invitado por Louis Kahn, intervino en la construcción de una plaza en la Jolla, California; también diseñó el estudio del cineasta Francis Ford Coppola.

En Guadalajara proyectó y diseñó los fraccionamientos Jardines del Bosque y El Palomar, además de algunas casas en la ribera del Lago de Chapala.

En el plano académico cultivó relaciones con la Universidad de Guadalajara por medio de la Escuela de Arquitectura, en la cual dictó varias conferencias, además de donarle una importante colección de yesos, réplicas de torsos clásicos, facsimilares de Hércules mutilados o Afroditas sin cabeza ni brazos, y “unos libros soberbios que siguen siendo los mejores del acervo de la Facultad de Arquitectura”. 16

Fue considerado uno de los pilares de la llamada Escuela Tapatía de Arquitectura, junto con Ignacio Díaz Morales, Rafael Urzúa y Pedro Castellanos, cuyas características, según Germán Solinís, son la inscripción del funcionalismo en una composición de filiación mediterránea; la prolongación de los espacios internos domésticos hacia terrazas y corredores para gozar del aire libre; el uso de materiales regionales, tales como el ladrillo clásico de Guadalajara, la cerámica de Tonalá y la cantera de lugares aledaños; además del aprovechamiento de árboles y vegetación para matizar la luz y la temperatura.

Aunque Barragán afirmó “que nunca he sabido transmitir sino mi emoción. No sabía explicar la teoría de la arquitectura”. 17 De la cual expresó: “Toda arquitectura que no expresa serenidad, no cumple con su misión espiritual. Por eso ha sido un error sustituir el abrigo de los muros por la intemperie de los ventanales”. 18

De aquí que en Estados Unidos se empezó a conceptuar el Barragán Style, el cual Xavier Guzmán Urbiola describe así:

Designa en arquitectura a cierta imagen formal cuyas características vulgarizadas serían: el predominio del muro sobre el vano, cierta escala aunque chaparra monumental y la utilización de colores deslavados –ocre en especial– en grandes muros aplanados. Todo ello apunta hacia la recuperación de ciertos signos que refieren a la imagen de la hacienda rural mexicana. 19

En 1967 recibió el Premio Nacional de Artes, e ingresó como miembro del American Institute of Architects en Washington.

En 1980 alcanzó el reconocimiento mundial al otorgársele el Premio Internacional Pritzker de la Fundación Hyatt, el cual es considerado el equivalente al Premio Nobel en arquitectura. Convirtiéndose además en el segundo de los arquitectos que se le otorgó esta distinción a nivel internacional, por la totalidad de su obra. En su discurso de aceptación del premio, que tituló “Religión y mito”, expresó:

¿Cómo comprender el arte y la gloria de su historia sin la espiritualidad religiosa y sin el trasfondo mítico que nos lleva hasta las raíces mismas del fenómeno artístico? Sin lo uno ni lo otro no habría pirámides de Egipto, ni las nuestras mexicanas; no habría templos griegos ni catedrales góticas, ni los asombros maravillosos que nos dejó el Renacimiento y la Edad Barroca. Sin el afán de Dios nuestro planeta sería un yermo de fealdad [...] 20

El Museo de Arte Moderno de Nueva York realizó una muestra retrospectiva de su obra y editó un libro alusivo, cuyo autor fue Emilio Ambasz, que distribuyó el New York Graphic of Boston, además el semanario Times le dedicó un suplemento cultural.

En 1984 fue nombrado miembro honorario de la American Academy and Institute of Arts and Letteers of New York, y se le otorgó el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma de Guadalajara.

En 1985 recibió el Premio Jalisco, y la empresa Televisa organizó una exposición de su obra en el Museo Rufino Tamayo; sin embargo, ante la desmedida comercialización de su obra decidió demandar judicialmente a la empresa, pero las medidas dilatorias de la Procuraduría General de la República impidieron que alcanzara a ver concluido el proceso.

Escribió el prólogo del libro de José Guadalupe Zuno sobre el pintor José María Estrada, y el citado discurso de recepción del Premio Pritzker.

Sobre la muerte había expresado: “La certeza de nuestra muerte es nuestra fuente de vida. Cuando las creaciones de los humanos sobreviven a sus creadores, entonces la muerte se convierte en vida”. 21

Falleció en la Ciudad de México el 22 de noviembre de 1988, y recibió el homenaje póstumo de la comunidad artística en el vestíbulo principal del Palacio de Bellas Artes. El 24 inmediato fueron trasladados sus restos a Guadalajara, donde las autoridades estatales y de la Universidad de Guadalajara le rindieron los máximos honores. Fue inhumado en el Panteón de Mezquitán, según su expreso deseo de reposar al lado de los restos de su madre.

En 1988 se constituyó la Fundación Cultural Luis Barragán, que tiene por objeto la protección de su persona, sus ideas, sus obras y sus documentos al ser considerado “Un Tesoro Cultural Viviente”. Sin embargo, ante la nula compresión y apoyo gubernamental, la Fundación trasladó su sede a Birsfeldem, Suiza. En 1994 sus archivos fueron adquiridos por la asociación de amigos del Museo de Vitra de Diseño, de la Galería Max Protetch de Nueva York. En cuanto a los más de dos mil volúmenes de su biblioteca y sus documentos personales, los resguarda la Fundación de Arquitectura Tapatía.

En 1989, la Junta de Andalucía y su Consejería de Obras Públicas y Transporte publicó el libro Obra construida. Luis Barragán 1902-1988. Y en 1994 la revista Artes de México le dedicó su número de primavera, con el título “El mundo de Luis Barragán”.

El 22 de noviembre de 1994 se inauguró en Madrid una exposición con los diseños de su obra, la cual luego sería llevada a Helsinki, Estocolmo, Washington, Chicago, Tokio, Valencia, Berlín, Venecia y París.

En el año 2000 se presentó su obra en Alemania, Londres y Tokio, con la exposición titulada “La revolución silenciosa”, la cual luego vendría a México. Ese mismo año se estableció en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey la Cátedra Luis Barragán.

Con motivo del primer centenario de su nacimiento, el 27 de febrero de 2002 fue declarado Benemérito Ilustre de Jalisco por el Congreso del Estado. El 9 de marzo de 2002 sus restos mortales fueron llevados a la Catedral Metropolitana, donde el cardenal, arzobispo Juan Sandoval, ofició la solemne misa de exequias. Finalmente, el 12 del mismo mes sus restos fueron depositados en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, donde además se develó su estatua.

En la plaza principal de Mazamitla, Jalisco, se colocó una placa en su honor, y una calle de la Ciudad de México lleva su nombre.

Juicios y testimonios

Guillermo García Oropeza: “Estamos frente al más importante arquitecto mexicano, desde Manuel Tolsá. Tan importante que abandona los campos usuales de la arquitectura para internarse en cierta escultura, cierta pintura, cierta poesía. Creador de unos cuantos monumentales, de unas fundamentales imágenes que obsesionan a la arquitectura mexicana de hoy y que son reproche y posible alternativa. Luis Barragán es eco de su arquitectura, como su arquitectura a su vez viene a reflejarlo. La misma elegancia de sencillez suprema, el mismo señorío, la misma inteligencia clara”.


Octavio Paz: “El arte de Barragán es un ejemplo del uso inteligente de nuestra tradición popular. Algo semejante han hecho algunos poetas, novelistas y pintores contemporáneos. Nuestros políticos y educadores deberían inspirarse en ellos: nuestra incipiente democracia debe y puede alimentarse de las formas de convivencia y solidaridad vivas todavía en nuestro pueblo. Estas formas son un legado político y moral que debemos actualizar y adaptar a las condiciones de la vida moderna. Para ser modernos de verdad tenemos antes que reconciliarnos con nuestra tradición”.


Elena Poniatowska: “Luis Barragán es a la arquitectura lo que José Clemente Orozco a la pintura y lo que Juan Rulfo a la literatura; un ser esencial y verdadero, un hombre complejo y triste, un creador, dramático en sus líneas escuetas, monacales, orgullosamente humilde o humildemente orgulloso en su afán de monumentalidad. Los tres le tiran a lo grande; los tres también son grandes, y los tres tienen raíces profundas en la tierra. Cosa curiosa también los tres son jaliscienses. Yo me he preguntado en muchas ocasiones qué tiene Jalisco que da tales hombres: Orozco, Rulfo, Barragán, Soriano, Jesús Reyes Ferreira, Yáñez, José Luis Martínez y muchos más”.

Castellanos Lambley, Pedro

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 26 de enero de 1901. Fue hijo del gobernador del estado de Jalisco, Luis Castellanos y Tapia, y de la señora Carolina Lambley, y nieto de la poeta Esther Tapia de Castellanos. La familia fue propietaria de la hacienda de Cumuato en las cercanías de Ocotlán y de un ingenio en Tamazula, Jalisco, los cuales perdieron a consecuencia de la revolución.

Con sus padres y hermanos pasó a residir a Londres, Inglaterra, donde fue matriculado en el St. John’s College de la Compañía de Jesús, en el que cursó la primaria y la educación media; también tuvo la oportunidad de viajar por varios países europeos.

Ya en plena revolución, los Castellanos Lambley regresaron a Guadalajara, y don Luis, con el apoyo de Venustiano Carranza, fue gobernador del estado de Jalisco, del 1º de marzo de 1919 al 24 de mayo de 1920.

En 1919, Pedro se inscribió en la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde recibió su título profesional de ingeniero-arquitecto en 1924, y fue compañero de estudios de Luis Barragán y de Rafael Urzúa.

En tanto realizaba sus estudios profesionales, dio clases de dibujo en la misma Escuela Libre de Ingenieros, y fue dibujante y proyectista en el despacho de ingenieros de Juan José Barragán y colaborador del ingeniero Arnulfo Villaseñor en la edificación de la Casa Zuno.

Una vez asociado en la construcción de casas con el ingeniero Enrique Martínez Negrete, su estilo buscó combinar la funcionalidad de la casa con la esencia de la arquitectura regionalista:

A lo largo de su carrera, el arquitecto Castellanos empleó diferentes esquemas de distribución espacial, adaptando éstos al estilo que fuera a ser su obra (por ejemplo, en el estilo mudéjar empleó el patio, característico de esta corriente). No utilizó pasillos. Sus problemas espaciales los resolvió con el uso de galerías, estancias y en ocasiones corredores. Uno de sus aciertos era el empleo de arcos para unir dos o tres espacios a la vez, lo cual daba al interior un ambiente especial [...]22

Para integrar la arquitectura con la naturaleza suprimió al máximo el jardín exterior, al considerar que los moradores de la casa no disfrutarían de la tranquilidad del interior. Otras de las características de sus obras es que no tienen una volumetría que llame la atención, además de que son muy detallistas. Se considera en su estilo realmente la combinación de tres estilos a la vez:

El estilo californiano se hace manifiesto en el diseño de la herrería y otros elementos ornamentales. El mediterráneo se aprecia en el aspecto volumétrico. La influencia de la arquitectura mexicana se presenta en los materiales que usó y en el empleo del color de tierras naturales. Tuvo mucha habilidad para el diseño de sus fachadas; algunas de ellas las solucionó en un solo plano. En otras hay varios volúmenes puestos en distintos planos de profundidad.23

Las casas-habitación que diseñó fueron: del licenciado González Hermosillo, de Germán Behn Ochoa, de Gilberto Huerta Ruiz, del mayor Eduardo Espinosa, de la familia Rébora, de Fernández del Valle Orendain, de Martínez Negrete Orendain, de Guadalupe Gallardo –Privada del Torreón–, de Enrique Aniz, de Aranguren, de Paz Corcuera de Cortina, de Ramírez Centeno, de Quiñones, de Aubert, Privada de Castellanos, de Leopoldo Font –Villa Nuria–, de Pascual Salcedo, de Quimo Gortázar, Casas dúplex, Casa de Tezontle de los Corcuera, Casa desconocida de color amarillo, Villa María de Rafael Castiello, de la señorita Veytia, dos casas de Salvador Veytia, de Salvador García de Quevedo, un conjunto de casitas y la Villa Ferrara de Guadalupe Gallardo en Chapala, Jalisco.24

En 1928 proyectó y dirigió el antiguo Mercado Libertad, mejor conocido como de San Juan de Dios:

El edificio se alzó frente a la recién ampliada calzada Independencia. Su arquitecto, el joven Pedro Castellanos, proyectó intencionalmente una fachada de estilo neocolonial clásico, acertadamente aderezado con elementos de ascendencia morisca. El mercado fue construido con exterior que armonizara con el resto de los edificios que se hallaban en los alrededores, aunque la belleza de su exterior contrastaba vivamente con el sobrio funcionalismo con el que fueron planeados sus espacios interiores.25

En 1940 participó en la elaboración del Plano regulador de la ciudad de Guadalajara.

Luego de una década de éxito profesional como arquitecto, en 1939 ingresó al Convento de la Orden de San Francisco en Guadalupe, Zacatecas. Pero al no soportar la estricta disciplina conventual, en 1941 pasó a ser uno de los aspirantes al sacerdocio del clero diocesano de Guadalajara, y recibió su formación filosófica y teológica en el Seminario Interdiocesano de Montezuma, Nuevo México, en Estados Unidos.

El 22 de marzo de 1947, en la Capilla de las Madres Reparadoras de Guadalajara, fue ordenado sacerdote por el arzobispo José Garibi Rivera. Y desde entonces, se dedicó exclusivamente a la arquitectura religiosa.

De inmediato fue nombrado miembro de la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis de Guadalajara. Proyectó y construyó el edificio del Seminario Mayor de San José ubicado en la colonia Chapalita, en el cual están presentes los elementos que caracterizaron su arquitectura: los jardines interiores simétricos, el uso de ladrillos de la región, las terrazas con arcos y el modernismo de la fachada de la capilla, entre otros. El edificio se inauguró el 1° de noviembre de 1950, e indudablemente fue una de las obras predilectas del primer cardenal mexicano José Garibi Rivera.

En 1942 realizó el proyecto y la construcción del Templo de Nuestra Señora del Rosario, popularmente conocido como del padre David Galván, en estilo ojival, con su celebrada fachada con las esculturas de ángeles que tocan los instrumentos del mariachi.

Como integrante de la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis de Guadalajara, dictaminó sobre la construcción, conservación y remodelación de los edificios destinados al culto católico.

Además de los mencionados Seminario Mayor y Templo del Padre Galván, sus obras de arquitectura religiosa son: Templo de Nuestra Señora de la Soledad, Templo de la Santa Cruz, Templo de la Virgen de Guadalupe, Convento de las Adoratrices Perpetuas, el altar de San Francisco en la Basílica de Nuestra Señora de Zapopan, la Iglesia de la hacienda de Nextipac, la remodelación de un altar del Templo de San Agustín, la remodelación de la fachada norte del Templo de San Juan de Dios, el Templo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, la Capilla de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos en Ciudad Granja, una capilla del Templo de El Salto, Jalisco, el Templo de Zapotiltic, Jalisco, y el Templo de San Miguel Arcángel de La Manzanilla de la Paz, Jalisco.26

Al tener serias diferencias profesionales con el arquitecto Ignacio Díaz Morales, salió del proyecto de la construcción del Templo Expiatorio. Más aún, su relación con Díaz Morales se hizo más complicada, aunque –recuerda el presbítero y miembro de la Comisión de Arte Sacro Rafael Uribe–

[…] el señor Garibi tenía voluntad para ambos, pues en ocasiones les encargaba un mismo proyecto. Quizá no era un deseo de ponerlos a competir, sino un sincero deseo de ver cuál era mejor, no tanto como una competencia. Pero humanamente, hacer eso es entablar una relación muy difícil. Muchas veces vimos cómo se esmeraba al padre Castellanos en dar respuesta a las peticiones que hacía el arzobispo, y cuando llegaba a mostrarle [el plano de la iglesia] le decía: ‘Me gusta, está bonito todo esto. Me parece bien todo lo que propones, pero me gusta más la [propuesta] de Nacho [Díaz Morales]’. Fue una vida dura para Pedro Castellanos, que en ocasiones volvía allí, a nuestro taller de dibujo, deshecho. Muchos de esos planos que él ya había firmado –porque él terminaba un proyecto y lo firmaba– se fueron al bote de basura.27

Finalmente, en 1958 el padre Castellanos decidió cambiarse a la Diócesis de Tepic, para ejercer su ministerio en Talpa de Allende, Jalisco, en cuya Basílica de Nuestra Señora de Talpa trabajó en su ornamentación y funcionamiento.

Luego de tres años de ministerio en Talpa, se sintió mal y regresó a Guadalajara para ser operado de apendicitis en el Hospital de la Beata Margarita. A pesar de que la operación aparentemente salió bien, falleció el 26 de septiembre de 1961. Fue inhumado a lado de sus familiares en la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, de la Parroquia de San Pedro Apóstol de Zapopan.

En 1988, el Colegio de Arquitectos de Jalisco le otorgó en forma póstuma la distinción honoris causa por su obra arquitectónica. Y en septiembre de 2015 el Museo de Arte Sacro de la Catedral Metropolitana de Guadalajara y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (iteso) presentaron la exposición “Arquitectura religiosa de Pedro Castellanos”.

Juicios y testimonios

Jorge Camberos Garibi: “Pedro Castellanos ha sido uno de los baluartes de la arquitectura tapatía”.


Julio de la Peña: describía su obra como “alegre, sana, viva. Yo hago un elogio profundo de su arquitectura. En alguna ocasión se pudo pensar que era una arquitectura festiva, trivial, pero no lo creo. Tenía una base muy sólida y fue un arquitecto excepcional. Algo muy clásico de Pedro Castellanos era incluir en la fachada un nicho con un santo o con la Virgen de Zapopan, porque ya traía la comezón de irse de fraile… En ese tiempo andaba muy envenenado con lo árabe”.


Laura Olarte et al.: “Aunque la obra del arquitecto Castellanos no haya alcanzado el reconocimiento que tienen las del arquitecto Luis Barragán y el arquitecto Rafael Urzúa, es innegable su superioridad en el empleo de color y en el diseño de jardines

Castillo Ledón, Luis

En Santiago Ixcuintla, Nayarit, nació el 17 de enero de 1879. En su pueblo natal cursó su instrucción primaria.

Se trasladó a Guadalajara, donde hizo sus estudios de bachillerato en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco. Participó en varios grupos literarios y en 1896 ganó los Juegos Florales de la capital tapatía con el poema “Los caballos”.

Por iniciativa propia publicó los periódicos y revistas: Casi un juguete, El Reporte, El Chiquitín y Pierrot, donde aparecieron sus poemas. De 1896 a 1903 fue secretario de redacción de La Gaceta de Guadalajara y El Sol, y desde 1896 fue director propietario de El Monitor de Occidente.

En 1903 se trasladó a la Ciudad de México, donde estudió Historia en el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, y fue socio fundador del Ateneo de la Juventud. De 1904 a 1907 trabajó en la Biblioteca Nacional y en 1908 dirigió el Museo de Arqueología e Historia, y en 1906, asociado con Alfonso Cravioto, fundó la revista Savia Moderna.

De 1909 a 1911 recorrió el itinerario de la vida del cura Miguel Hidalgo y trazó la ruta de la independencia de México. Producto de sus investigaciones fue la biografía monumental del Padre de la Patria en dos volúmenes, titulados: Hidalgo. La vida del Héroe, los cuales se publicaron en 1948.

En 1911 fue secretario del Museo de Arqueología e Historia. En 1912 fue electo diputado federal por su distrito natal, a la xxvi Legislatura; integró el llamado Grupo Renovador. En 1913 regresó a Guadalajara y combatió la dictadura de Victoriano Huerta por medio de La Gaceta, y en 1914 pasó a residir a Orizaba, Veracruz, donde fue redactor de La Vanguardia.

Al triunfo del constitucionalismo, nuevamente vivió en la Ciudad de México y reanudó sus actividades en el Museo de Arqueología e Historia. En 1915, en colaboración con Pedro Henríquez Ureña, organizó la Exposición de Arte Mexicano en Nueva York. En 1916 fue delegado al Segundo Congreso Científico Panamericano y al xix Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Washington.

De 1916 a 1941, con algunas interrupciones, fue director del Museo de Arqueología e Historia. También se desempeñó como paleógrafo y profesor del Archivo General de la Nación. Desde 1918 fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. En 1925 fue nombrado profesor de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria, y en 1926 fue jefe de la sección de museos del Departamento de Antropología.

El 1º de enero de 1930 tomó posesión como gobernador constitucional del estado de Nayarit. Durante su mandato fundó el Instituto de Ciencias de ese estado y nombró rector al licenciado Agustín Yáñez; incrementó de cuatro a seis años los cursos lectivos de las escuelas primarias; promovió la construcción del estadio Coso Marte; saneó las finanzas públicas; estableció el puesto de socorros de la Cruz Roja Mexicana y el Comité de Protección a la Infancia.

Al enfrentarse a los diputados del Congreso de Nayarit, el 7 de agosto de 1931 fue destituido como gobernador. De nuevo en la capital del país reasumió la dirección del Museo de Arqueología e Historia y continuó con sus actividades académicas.

Sus obras y trabajos publicados fueron: Los mexicanos autores de óperas (1910); Lo que miro y lo que siento. Bocetos urbanos. Reino subjetivo. Versos a la amada. Flores de carne. Ficciones disímbolas (1916); El chocolate (1917); La antigua literatura indígena mexicana (1917); Orígenes de la novela en México (1922); El Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía. 1825-1925. Reseña histórica escrita para la celebración de su primer centenario (1924); El Paseo de la Viga y Santa Anita (1925); La fundación de la Ciudad de México, 1525-1925 (1925); La conquista y colonización española en México. Su verdadero carácter (1932); Trabajos realizados por instituciones mexicanas en el orden intelectual como resultado de las conferencias internacionales americanistas (1933); El puerto de San Blas, su fundación y su historia (1945), entre otros.

Falleció el 7 de octubre de 1944 en la capital de la república.

Juicios y testimonios

José Clemente Orozco: “Luis Castillo Ledón [en Orizaba, Veracruz, estaba] ocupadísimo todas las mañanas planchándose los bigotes para mantenérselos a la Káiser y por las tardes escribiendo sus artículos [para La Vanguardia que dirigía el Doctor Atl]”

Castro, Felipe

Nació en la Ciudad de México en 1832. Fue hijo del pintor José María Antonio Castro Moctezuma, quien fuera teniente director de la Academia de San Carlos.

Al ser invitado su padre como director de la Academia de Bellas Artes, por el gobernador de Jalisco José Antonio Romero, se trasladó a Guadalajara a la edad de tres años, donde hizo sus estudios elementales en las escuelas de la ciudad, pero ante todo aprendió el arte de la pintura de su progenitor y de quien heredó el academicismo para su obra futura.

Cuando sólo tenía dieciocho años, realizó las pinturas murales en tela La oración del huerto, La Crucifixión y La Resurrección en el Templo de la Inmaculada Concepción de las Capuchinas. El 1° de abril de 1852 falleció su padre, y heredó su escuela y sus compromisos artísticos.

De nuevo en la Ciudad de México, se inscribió en la Academia de San Carlos, donde fue discípulo distinguido del maestro catalán Pelegrín Clavé, quien de él expresó: “Había ido más bien que a aprender, a probarse como maestro”. 28En 1861 colaboró con su maestro Clavé en la decoración de la cúpula del histórico Templo de la Profesa de los Jesuitas. Y en 1865 participó en la xiii Exposición Nacional con sus obras Alegoría de la pintura y La poesía y Prometeo.

A su regreso a Guadalajara dio clases particulares, y en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco y en el Liceo de Niñas impartió la cátedra de Pintura. Así formó a varias generaciones de futuros artistas tales como Juan Ixca Farías, José Vizcarra Batres, Gerardo Murillo, José Othón de Aguinaga, José María Lupercio, entre otros, y también participó en las asociaciones culturales de la ciudad.

En Guadalajara dejó la mayor parte de sus obras, a saber: los retratos de Prisciliano Sánchez (1867); Miguel Hidalgo (1868); Benito Juárez (1873), Santos Degollado, Joaquín Angulo y Ramón Corona para el Palacio de Gobierno; La disputa del Santísimo Sacramento –inspirado en el cuadro de Rafael– (1881), actualmente en la Sala Capitular de la Catedral; el retrato del obispo Pedro Loza y Pardavé, La adoración de los Reyes Magos y La Resurrección para la misma Catedral; El lavatorio, La oración del huerto y La entrada de Jesús a Jerusalén, en el Templo de Santa Teresa; Los Profetas en las pechinas del Templo de Jesús María; Las Famas y El Tiempo y las Horas para el arco del escenario del Teatro Degollado, y un Cristo para el oratorio del canónigo Francisco Arias y Cárdenas, entre otras.

El prior del Convento del Carmen de Guadalajara, fray Manuel de San Juan Crisóstomo Nájera, quien fuera su mecenas, le encargó la galería de los hombres célebres, que más tarde se instaló en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Entre otras obras de tema histórico que realizó están La tumba de Hidalgo y La Aurora de 1810.

En 1899 lamentablemente perdió sus bienes materiales y su patrimonio artístico al incendiarse su casa, y el 21 de septiembre de 1902 falleció en Guadalajara.

Juicios y testimonios

Tomás de Híjar: “El mejor pintor de Jalisco hace ciento veinte años”.


Carlos Navarro: “El maestro Castro fue muy querido porque su trato era amable y sincero”.


Rubén Villaseñor Bordes: “Fue excelente dibujante y un representativo local de la pintura romántica”.


José Guadalupe Zuno: “Los dos Castro, padre e hijo, Clavé y otros españoles más de la Academia de San Carlos, eran los monopolistas de cuanto hubiera de pintarse en Guadalajara o en México”.

Correa Olavarrieta, Eduardo José

Nació en Aguascalientes, Aguascalientes, el 19 de noviembre de 1874. Fueron sus padres los señores María de Jesús Olavarrieta y Salvador E. Correa.

En un colegio católico cursó la primaria, y los estudios secundarios en el Seminario Conciliar de Santa María de Guadalupe, ambos en su ciudad natal.

En 1891 llegó a Guadalajara, hospedándose en la casa de su tío Mariano Correa, padre del futuro canónigo Antonio Correa, uno de los grandes impulsores del catolicismo social de los años venideros. Se matriculó en la Escuela de Jurisprudencia y recibió su título de abogado en 1894.

Al parecer continuó residiendo en Guadalajara, y trabajó como abogado postulante. A su regreso a su ciudad natal fue secretario del Supremo Tribunal del Estado de Aguascalientes y agente del ministerio público y abogado litigante. A principios del siglo xx, junto con otros católicos, fundó la Escuela Libre Preparatoria, Comercial y Profesional, que tuvo un éxito inmediato, pero que no logró el reconocimiento del gobierno, por lo que se extinguió.

La vida del abogado Correa puede compendiarse en los siguientes aspectos: el periodista y el hombre de letras, el militante político y el abogado postulante.

Se inició en el periodismo en Guadalajara, y aún como estudiante editó las revistas El Iris y La Juventud; en 1912 editó el semanario Pluma y lápiz, luego El Regional. En Aguascalientes fundó El Horizonte con el Dr. Atl (Gerardo Murillo), considerado el primer diario de la localidad. Y con su gran amigo Ramón López Velarde editó desde 1900 El Observador, en el cual

Correa sostenía las causas apropiadas para un combativo católico de la clase media del centro del país: redactaba enérgicos editoriales contra el positivismo oficial, defendía el papel de la Iglesia como educadora y formadora de la nacionalidad, criticaba los planes escolares oficiales de estudio, difundía conciencia social católica, atacaba el vicio y el juego, polemizaba con las autoridades, ponía a juicio las disposiciones legales que consideraba incorrectas y denunciaba triquiñuelas e ineptitudes de funcionarios (el gobernador Vázquez del Mercado lo aborrecía por todo esto).29

Pero además –como lo señaló el historiador Jesús Gómez Serrano– lo hacía conjuntando “espíritu de independencia y buen gusto”.30

También en Aguascalientes en 1904 publicó la revista La Provincia; en la capital del país fundó y editó La Nación, órgano de difusión del Partido Católico Nacional, y finalmente publicó El Hogar y La Bohemia.

Ya retirado de las actividades políticas, publicó sus artículos en los periódicos Excélsior de la Ciudad de México, el Diario de Yucatán y El Porvenir de Monterrey.

Se destacó también como hombre de letras, escribió 24 libros de muy diversos géneros, miles de artículos periodísticos y dejó varios trabajos inéditos. Algunos de sus títulos fueron: Líquenes (1906); Oropeles (1907); En la paz de otoño y Miosotic (1909), los cuatro anteriores son poemarios. Luego siguen sus novelas: El precio de la dicha (1929); Las almas solas (entre 1930 y 1940); La sombra de un prestigio (1931); El dolor de ser máquina, Los modernos, La reconquista y La comunista de los ojos cafés (1933); El milagro de milagros (1935); Un viaje a las Termopilas (1936); Los impostores, Novela que tal vez pueda ser historia (1938); y Dolor dulce maestro..., publicada en 1948 por la Editorial Botas, considerada por Wolfgang Vogt como “una de las más importantes del país en los años treinta”. 31

Sus obras de tema histórico fueron: Pascual Díaz, S. J., el arzobispo mártir (1945); Monseñor Rafael Guízar y Valencia, el obispo santo 1878-1938 (1951); Biografías. Miguel M. de la Mora, obispo de Zacatecas y de San Luis 14-viii-1874/14-vii-1930. José de Jesús López, obispo de Aguascalientes 16-x-1872/11-ii-1950 (1952). Asimismo, su autobiografía, que continúa inédita, y su obra actualmente más conocida: El Partido Católico Nacional y sus directores. Explicación de su fracaso y deslinde de responsabilidades, escrita en 1914 y publicada en forma póstuma en 1991 por el Fondo de Cultura Económica y con un prólogo de Jean Meyer.

Como intelectual católico y militante político de filiación maderista, el 3 de mayo de 1911 participó en la fundación del Partido Católico Nacional, el cual tenía como lema “Dios, Patria y Libertad”. Promovió la candidatura al gobierno del estado de Jalisco de José López Portillo y Rojas, y fue electo diputado federal por el primer distrito de Aguascalientes; en la contienda electoral derrotó nada menos que al subsecretario de Instrucción Pública, Alberto J. Pani.

Ante el derrocamiento y ejecución del presidente Francisco Ignacio Madero, durante la Decena Trágica de 1913, se vio obligado a huir a Querétaro. Nuevamente en la Ciudad de México se opuso a dar la versión oficial sobre el asesinato de Madero, por lo cual fue cesado de la dirección del periódico La Nación. Sobre la situación política que se vivió durante el régimen de Victoriano Huerta, escribió:

No recuerdo haber sentido nunca la depresión moral que entonces, al contemplar que acontecimiento tan repugnante, crimen político tan horrendo, producía júbilo entre los que podía llamarse clase directora, pues por cada voz trémula de ira que lo condenaba, había cien que o lo sancionaban abiertamente, o lo aceptaban como necesidad ineludible, Parecía que en los corazones había muerto la hidalguía y la piedad, que los cerebros habían enloquecido.32

En las elecciones controladas por el régimen de Victoriano Huerta –en octubre de 1913– ganó el 6º distrito electoral con territorio en Los Altos de Jalisco; sin embargo se declaró electo en su lugar a Juan José Tablada, y en las elecciones en Aguascalientes triunfó aun con los votos en contra de la guarnición militar.

Se negó a que el Partido Católico Nacional sirviera de comparsa a Huerta, por lo que se vio obligado a

[...] rendir la protesta días después [del inicio de sesiones de la Cámara de diputados] experimentando, a pesar de que llevaba una representación popular genuina e indiscutible, una de las penas más grandes de mi vida al entrar en aquella asamblea de lacayos, como la calificó el licenciado De la Hoz. Mi repugnancia era tal, que raras ocasiones me presenté en la Cámara, no habiendo ido en el primer periodo sino a votar contra el dictamen que aprobó el uso que Huerta hizo de las facultades que se abrogó al disolver el Congreso y legitimaba el golpe de Estado, siendo mi ‘no’ el primero que se escuchó en la Asamblea [...] 33

Vigilado y acosado por el régimen de Huerta, siguió la suerte del Partido Católico. Luego presenció el triunfo de los constitucionalistas y avizoró los problemas inmediatos de los católicos, sobre lo cual escribió:

La revolución va a triunfar, el Partido [Católico] está condenado a muerte y contra la Iglesia y los creyentes se desata la persecución sin nombre. ¿No corresponderá en esta situación gran parte de responsabilidad al Partido que por apatía o torpeza no supo llenar su misión, cuando por el nombre que ostenta sabía que en su desastre arrastraría a la Iglesia Católica en Méjico, a sus ministros y a los cristianos en general?34

Siguió los sobresaltos de la violencia revolucionaria y de la Cristiada, y apartado de toda actividad política se dedicó al ejercicio de la abogacía desde 1912 en la Ciudad de México, asociado con los licenciados Aniceto Lomelí y Rafael Ceniceros y Villarreal, que al igual que él se encontraban en una situación económica muy precaria. La sociedad duró poco tiempo, pero fue la oportunidad para que trabajara con los Braniff y luego con Hervey A. Basham, hasta fundar la firma de abogados Basham-Ringe-Correa, con la cual litigó con prestigio reconocido por más de veinte años.

Toda su vida fue un ferviente católico. En su autobiografía inédita consideró como una de sus mayores satisfacciones profesionales

[...] la confianza que me dispensó don Pascual Díaz, S. J., cuando al asumir el Arzobispado de Méjico puso bajo mi cuidado los intereses de la Iglesia, sumamente comprometidos por la persecución religiosa, pues tuve la suerte de salvarlos todos mediante una organización que me fue muy censurada por todos los que antes habían tenido influencia en esos asuntos y se habían aprovechado de ella para aumentar sus fortunas o para hacerlas. Igualmente salvé los de algunas comunidades, sin que en ningún caso haya pretendido cobrar honorarios, y únicamente los miembros del Oratorio de San Felipe Neri me mostraron su agradecimiento con un obsequio que nos hicieron a mi señora y a mí. También una comunidad de religiosas nos mostró su gratitud en diversas formas.35

Falleció en la Ciudad de México el 3 de junio de 1964. En 1965 se le dio su nombre a una calle de su ciudad natal.

Juicios y testimonios

Antonio Correa: “De costumbres severas y cristianas, a la par que estudioso y gozando de una memoria feliz”.


Xorge del Campo: “Tanto su único libro de cuentos (Prosas ingenuas) como sus trece novelas se ubican en su contexto prerrevolucionario, revolucionario y posrevolucionario. Por tanto, lo mismo se ocupan del acontecer político, los problemas agrarios, la Revolución o el movimiento cristero, o bien, las lacras sociales. La mayoría de sus obras narrativas son costumbristas y, con frecuencia farragosas. Es notable en ellas su anticomunismo. Antes que como arte, deben verse como testimonios históricos y sociales de las primeras décadas del siglo xx”.


Ramón López Velarde: “El literato sancionado del lugar” [Aguascalientes].


Jean Meyer: “Fue abogado postulante toda la vida y figura de primer orden en el foro capitalino. Poeta, periodista, escritor, padre de numerosos hijos, tuvo una vida muy activa. [...] Maderista como su amigo católico Ramón López Velarde y como Silvestre Terrazas, le indignó la felonía de Huerta y con Mauricio Villalobos le dijo a Somellera, uno de los directores del pcn que celebraban la caída de Madero: ‘los muertos pesan aunque sean chiquitos’”.


Wolfgang Vogt: “Entre los intelectuales católicos mexicanos de la primera mitad de nuestro siglo [xx] destaca el escritor y periodista Eduardo J. Correa, [...] Aparte de Flor de juegos antiguos, de Agustín Yáñez, [su novela] Las almas solas es tal vez la novela más importante que se haya escrito acerca de Guadalajara”.

Curiel Barba, Gonzalo

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de enero de 1904. Fueron sus padres los señores Juan N. Curiel y María de Jesús Barba.

En su ciudad natal inició sus estudios primarios y de piano. Aún muy niño, aprendió a tocar violín, guitarra y mandolina.

Ante la revolución, en 1917 pasó a radicar con su familia a Los Ángeles, California, donde estudió teoría musical y piano con Zez Confrey.

En 1922 regresó a Guadalajara, y para complacer los deseos de su padre se matriculó en la Escuela de Medicina. Cursó prácticamente toda la carrera, la cual abandonó hacia el final y sin titularse, para dedicarse enteramente a la música.

De 1927 a 1930 trabajó en un trío cancionero de la localidad. En 1931 se trasladó a la Ciudad de México. Hacia finales de 1932 integró el cuarteto vocal “Los caballeros de la armonía”, debutando en algunas estaciones de radio. En 1933 organizó la orquesta “Los trovadores del ensueño”, que llegó a ser la preferida para las grandes fiestas.

En 1935 fue contratado como pianista por la radiodifusora xew, donde conoció al tenor Alfonso Ortiz Tirado, quien lo seleccionó para que lo acompañara en una gira por el país. En ese mismo año dio a conocer su primera canción titulada He querido olvidar, y la segunda Dime la estrenaría José Mojica en el Teatro Abreu.

En 1940 integró la orquesta “El escuadrón del ritmo”, con la cual viajó a cumplir contratos a Estados Unidos y a Brasil, a Argentina en 1941 y a Chile en 1942.

A su regreso a México se dedicó a componer temas musicales para películas, contabilizando hasta cincuenta, de las cuales ocho fueron para el cine estadounidense y tres para el francés. Por su composición para Eugenia Grandet ganó un Ariel. Con su propia orquesta musicalizó las películas: Cita con la muerte, Payasadas de la vida y Dancing. Antes de morir había firmado un contrato con los estudios cinematográficos de Hollywood para seguir componiendo música para películas.

Sus canciones fueron alrededor de doscientas cincuenta, a la mayoría de ellas él mismo les puso letra. La más famosa de todas es Vereda tropical, la cual ha sido interpretada en varios idiomas y es

una de las canciones más significativas de la “época de oro de la canción mexicana”. Sin embargo, existen otras piezas suyas que representan mejor su rico estilo lírico-melancólico (Calla tristeza, Deseo, Desesperanza, Mañana fría, Temor, Sorpresa, Ya nada soy), que enriquecieron el repertorio bolerista mexicano.36

Algunos otros de los títulos de sus composiciones son: A volar joven, Ama a tu prójimo, Amar es vivir, Ángel o demonio, Calla tristeza, Carnaval latino, Crepúsculo, El charro de Cristo, El papelerito, El swing, El vals, En cada puerto un amor, Noche de luna, Llévame, Tu partida, Sin lágrimas, Juan Charrasqueado, Homenaje a Brasil, La malagueña, Los millones de Chaflán, Necesito dinero, No me quieras tanto, Noche de luna, Que será de mí, Rayito de luna, Ritmos del Caribe, Si tu quisieras, Son tus ojos verde mar, Soy un prófugo, Te quiero, Traicionera, Un gran amor, Viejo rincón, Viva el amor, Yo no te pido nada, entre otras.

Además compuso para piano y orquesta el Concierto número 1, en re bemol, 1948; el Concierto número 2, 1950; y el Concierto número 3. Y su obra sinfónica consistió en la Minuta sinfónica española, 1954; y el Estudio sinfónico, 1956.

Fue el fundador de la Orquesta Sinfónica de la Unión Filarmónica de México y miembro fundador de la Sociedad de Autores y Compositores de Música, la cual presidió en dos ocasiones.

En 1953 el gobernador del estado de Jalisco, Agustín Yáñez, lo condecoró por su trayectoria artística.

El 4 de julio de 1958 falleció en la Ciudad de México, y fue inhumado en el Panteón Jardín.

En su ciudad natal le dedicaron una calle, una plaza y un monumento.

Chávez Hayhoe, Arturo

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 28 de febrero de 1898. Fueron sus padres la señora Emilia Hayhoe Bernardi y el abogado Manuel F. Chávez Ocampo.

De familia culta, dado que su padre fue uno de los fundadores de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y su madre fue secretaria de la Escuela Normal de Jalisco, recibió una educación muy esmerada, inclinada a las manifestaciones artísticas.

En el Instituto San José de los Jesuitas cursó la primaria y la preparatoria. Luego ingresó a la Escuela de Medicina de Guadalajara y en 1922 obtuvo su título de médico, cirujano y partero.

Dedicado al ejercicio profesional de la medicina, también cultivó las letras y se significó en la investigación histórica de su ciudad natal. Sobre sus empeños de investigador y polígrafo, Juan M. Toscano García de Quevedo escribió: “El Dr. Arturo Chávez Hayhoe, acucioso investigador, empleó horas y esfuerzos en la revisión lenta y cuidadosa de los escasos documentos que por las circunstancias y la incuria del hombre nos han legado de este primer siglo [xvi ] de nuestra historia”.37

Por su parte, su hijo fray Gabriel Chávez de la Mora, expresó:

Fue investigador por afición a la historia de Guadalajara del siglo [xvi ]. Le publicaron varios libros y los han reeditado. Por ser muy conocido, podía consultar archivos del Estado [de Jalisco] y los archivos de la Diócesis de Guadalajara, del episcopado. Investigó documentos del siglo [xvi ], lo cual le resultó muy ameno e interesante. 38

Fue miembro de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad de Geografía y Estadística.

Los títulos de sus libros son: La esfigmomanomepia (1922); Geografía histórica de Jalisco (1929); Estudio sobre la fecha de fundación de Guadalajara (1933); El escudo de armas de la ciudad de Guadalajara. ¿Cómo se concedió a Guadalajara el título de ciudad?; y “Las Guadalajaras pre-atemajaquenses, Guadalajara de 1542 a 1560” en el Boletín de la Junta Auxiliar de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística 1941-1942, tomo vii
; “Guadalajara de 1560 a 1600” en el Boletín de la..., tomo viii, 1943-1945; “Los primeros médicos de Guadalajara” en el Boletín de la..., tomo iv, 1950-1951; “La esclavitud en Guadalajara” (1946); “Los primeros años” en el libro Cuarto Centenario del Obispado de Guadalajara (1948); Guadalajara en el siglo xvi , tomo i (1953); Guadalajara en el siglo , tomo ii (1954); Guadalajara de ayer (1956); El río de San Juan de Dios (1957); y Guadalajara de antaño (1960).

Su obra Guadalajara en el siglo [xvi ] tomo i, publicada por el Banco Refaccionario de Jalisco, obtuvo el Premio Jalisco 1953, el cual le fue entregado por el gobernador Agustín Yáñez en solemne ceremonia el 20 de noviembre de 1954. Dicha obra, asegura Luis Páez Brotchie, consta de cuatro o cinco volúmenes.

Falleció en su ciudad natal el 12 de febrero de 1964.
Con motivo del 450 aniversario de la fundación de Guadalajara se reeditaron los dos tomos de la Guadalajara en el siglo xvi.

Juicios y testimonios

Aída Godínez Ochoa: “Como médico era muy consentidor, me encantaba que me recetara, pues era medicina formulada por él, eran medicamentos de cereza, de limón. Era muy acertado en sus fórmulas medicinales, ya nadie quería surtirlas en las farmacias tradicionales, porque eran muy elaboradas, decían los farmacéuticos ‘¿Es del Doctor Cucharitas?’ Porque había que emplearse a fondo para prepararlas. Nunca alarmaba a la gente con sus diagnósticos, se ponía a tranquilizarla, practicaba una medicina muy humanista”.


Luis Páez Brotchie: “Es un prominente intelectual dentro de sus profesiones de médico y escritor; un cumplido ciudadano de irreprochable conducta, y un excelente hijo, esposo y padre de familia; de distinguido abolengo, y fiel heredero, junto con sus hermanos, del talento y virtudes de sus progenitores”.


Ramiro Villaseñor y Villaseñor: “Como historiador es uno de los más preparados y serios en sus investigaciones, que ha dedicado a su amada Guadalajara”.

Dávalos Vázquez, Marcelino

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 26 de abril de 1871. Fueron sus padres los señores Ángel Dávalos e Ignacia Vázquez, ambos de orígenes modestos y en situación económica precaria:

Por aquella pobreza que, desde su infancia, conoció como el marco angustioso de su vida familiar, pobreza que él [trató] de remediar con sus muy débiles ingresos, ya que su padre, nunca pudo cumplir sus obligaciones dominado, como estaba, por la dipsomanía. En ese triste y doloroso medio íntimo se formó y creció y, a pesar de ello, no fue ni amargado ni vicioso; por el contrario, fue hijo muy cariñoso y buen hermano [...]39

Su instrucción primaria la realizó bajo la conducción del profesor Aurelio Ortega, quien –según sus contemporáneos– fue su segundo padre. La preparatoria la cursó en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco.

Luego ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara. Por esos años, hacia 1895, incursionó como actor en una compañía que andaba “corriendo la legua” y se presentó en Colima. Para ayudarse económicamente colaboró en el periódico El Correo de Jalisco. También daba clases particulares de dibujo y entre sus alumnos estaban los hijos del gobernador del estado, Luis C. Curiel, quien lo recomendó de profesor en Artes Manuales en el Liceo del Estado.

En 1900 recibió su título de abogado; sin embargo, atraído por sus inquietudes artísticas, no ejerció su profesión y continuó con sus clases particulares de dibujo, pero su difícil condición económica lo obligó a buscar un empleo. Con la recomendación del coronel Prisciliano Benítez, fue nombrado asesor militar en la Secretaría de Guerra, asignado a Quintana Roo, a donde partió, pero un ataque de paludismo lo obligó a regresar a su ciudad natal.

De nuevo se dedicó a la pintura, la poesía y el teatro, y escribió su primer drama titulado Regalo de bodas, el cual nunca publicó y sólo lo dio a conocer a sus amigos más íntimos; luego escribió El último cuadro.

En 1899 partió a la Ciudad de México, donde el 22 de diciembre de 1900 estrenó en el Teatro Renacimiento –más tarde Teatro Virginia Fábregas– su obra El último cuadro. Afortunadamente la crítica le fue muy favorable, recibió los elogios de Amado Nervo, Manuel José Othón y Luis G. Urbina, quien le dijo: “Marcelino, despunta usted como un sol”.40

Su éxito determinó que radicara permanentemente en la capital del país. Luego presentó su obra Guadalupe, que fue muy mal recibida por un público mojigato que “no toleró –escribe José Joaquín Gamboa– a un autor mexicano lo que a autores ramplones extranjeros toleraba y tolera, que le mostraran las llagas y miserias que lo cubren”. 41

Enseguida presentó Jardines trágicos. El 16 de octubre de 1908 estrenó la que ha sido considerado su mejor drama: Así pasan…, en la que actuó Virginia Fábregas.

En 1910 presentó su obra Lo viejo, en la cual censuró al régimen porfirista, pero no tuvo mayor éxito. Continuó con ¡Indisoluble!, El crimen de Marciano y Águilas y estrellas, entre otras.

A la par de su producción literaria, impartió el curso de Lectura Escénica y Declamación en el Conservatorio Nacional de Música.

Al asumir el poder el presidente Francisco Ignacio Madero, Dávalos fue electo diputado federal a la xxvi Legislatura, desempeñándose como tal hasta octubre de 1913, cuando fue hecho prisionero por negarse a reconocer la legitimidad del régimen de Victoriano Huerta, y luego salió desterrado a Texas.

Al regresar a su país se unió al movimiento constitucionalista. En 1915 fue nombrado oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, durante la estancia del gobierno constitucionalista en Veracruz. En 1916 fue electo diputado por Jalisco al Congreso Constituyente reunido en Querétaro. Su participación en las sesiones fue destacada, se caracterizó por sus intervenciones chispeantes e integró con gran acierto la Comisión de Estilo. Juan de Dios Bojórquez lo ubica ideológicamente –sin dejar de elogiarlo– en la derecha.

En 1918 publicó su Monografía del teatro. Y de 1918 a 1919 fue regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México.
Sus últimos años los dedicó al periodismo; fue articulista y editorialista en El Universal.
El 19 de septiembre de 1923 falleció en la Ciudad de México. Fue inhumado en el Panteón Civil de Dolores.

Juicios y testimonios

Ixca Farías: “Pintor, músico y poeta, muy soñador y sentimental del arte; temperamento nervioso vehemente; amigo de la revolución en donde militó con su pluma. Como pintor dejó algunos cuadros impregnados de romanticismo y de un colorido dulzón y de una técnica poco varonil; prefería los paisajes, naturaleza muerta y asuntos decorativos”.


Tufic Maron: “Es quizá, el más completo de los dramaturgos jaliscienses y uno de los más brillantes de México. Su vida, inquieta y fecunda, lo hace también una figura inolvidable del teatro mexicano”.

Dávila Garibi, José Ignacio

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 22 de junio de 1888. Fueron sus padres los señores Ignacio Dávila Cabrera y Elena Garibi de Dávila. Su padre fue un industrial de vinos y licores, y su madre era descendiente de vascos.

Sus primeras letras las aprendió con sus padres y los profesores particulares José Rosendo Arce, Manuel Ceballos y Manuel Ruiz Esparza, con ellos cursó párvulos y cuatro años de primaria, la cual concluyó en el Colegio Marista; publicó sus primeros trabajos en la revista estudiantil El Memorial.

El 31 de mayo de 1904 ingresó al Liceo de Varones del Estado de Jalisco para cursar sus estudios preparatorios, los cuales continuó en el Instituto San José de los jesuitas, al que se incorporó el 15 de enero de 1907; ahí, junto con otros estudiantes, fundó la revista Juventud.

De 1911 a 1915 hizo sus estudios profesionales en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara. El 4 de diciembre de 1915 sustentó su examen profesional y el 4 de enero de 1916 recibió su título de abogado.

Simultáneamente a sus clases en la Escuela estatal, asistió a la Escuela Libre de Jurisprudencia, donde se le impartió Derecho Natural, Derecho Romano y Sociología Cristiana.

Ejerció como abogado litigante y fue catedrático del Seminario Conciliar de Guadalajara. En 1916 ingresó a la Sociedad Jalisciense de Geografía y Estadística, de la cual fue secretario perpetuo, hasta 1930 cuando pasó a la de México.

En 1921, bajo los auspicios del arzobispo de Guadalajara Francisco Orozco y Jiménez, viajó a Europa para recopilar documentos relacionados con la historia del Arzobispado de Guadalajara. En Roma consultó el Archivo Secreto Vaticano, y en Sevilla el Archivo de Indias.

De 1922 a 1927 se publicaron seis volúmenes con el resultado de sus investigaciones, conocidos como Colección de documentos históricos inéditos o muy raros referentes al Arzobispado de Guadalajara.

Ha sido considerado como “el más prolífico de todos los historiadores jaliscienses”,42 y dada la vastedad de su obra, esta biografía se presenta en tres partes: sus labores académicas, sus investigaciones y las distinciones y cargos que se le otorgaron.

A partir de la invitación del profesor Higinio Vázquez Santana, en 1930 se trasladó a la Ciudad de México para colaborar en el Departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación Pública.

Las cátedras que impartió en ocho planteles educativos de Guadalajara y en dieciocho de la Ciudad de México, fueron: Derecho Comparado (1916-1917), y Elocuencia Forense (1917-1918) en la Escuela Libre de Jurisprudencia de Guadalajara; Inglés I (1918) en el Instituto Nicolás Bravo; Historia Antigua y Colonial de México (1917-1921), Historia de México Moderna y Contemporánea (1918-1921), Historia de México Moderna y Contemporánea (1918-1921), Historia Patria y Americana (1921-1922), Historia Antigua de México (1926-1929), Historia Colonial de Jalisco y Prolegómenos especiales a la Historia de Jalisco (1925-1929), en la Escuela Normal Libre para Señoritas; Raíces Griegas y Latinas y Geografía Universal (1918-1919), Historia Patria (1918-1920) e Historia Universal (1920 a 1922) en el Colegio del profesor Atilano Zavala; Inglés en el Seminario Menor de Guadalajara (1922 a 1925); Inglés en el Seminario Mayor de Guadalajara (1924-1925); Historia Patria y de Jalisco (1923 a 1924) en el Colegio Morelos; Historia Patria y de Jalisco (1926-1928) y Raíces Griegas y Latinas (1927) en el Instituto de Ciencias de los jesuitas; Declamación (1930) en la Escuela Popular Nocturna de Música y Canto; Historia Universal (1933) en el Instituto de Ciencias y Letras; Historia Patria (1935), Etimologías (desde 1936), Español y Literatura (desde 1936) y Literatura Universal (desde 1947) en la Escuela Nacional Preparatoria; Español (1935-1937), Historia Universal (1935-1936), Náhuatl (1936-1937) y Literatura (1937) en el Colegio Luis G. León; Lingüística General (1936-1942), Náhuatl curso monográfico (1943-1948), Náhuatl II (desde 1949) en el Departamento de Historia; Náhuatl I (desde 1936) en el Departamento de Antropología; los dos departamentos pertenecientes a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Otras cátedras que impartió fueron: Curso breve de Raíces de Lenguas Indígenas, referente a Ciencias Biológicas, en el Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias; Náhuatl (1941) en la Sociedad Mexicana-Alemana Humboldtiana; Náhuatl I y II (desde 1941), Introducción a la Lingüística General (1943), Seminario de Náhuatl (1948), Influencias recíprocas en español y lenguas indígenas (desde 1949) en la Escuela Nacional de Antropología; Español para extranjeros (1941) en la Escuela de Verano; Etimologías (1941), Español y Literatura (1942-1944) en los bachilleratos de abogados, arquitectos, ingenieros, médicos y químicos; Etimologías en el Instituto Anglo-Español (1945); Curso Breve de Español Superior para maestros rurales (1945) en el Instituto de Alfabetización en Lenguas Indígenas; Raíces Griegas y Latinas (desde 1946) en Iniciación Universitaria; Etimologías Grecolatinas (1946) y Etimologías Indígenas (1947-1948) en el Instituto Pedagógico Anglo-Español; Curso Superior de Español (desde 1948) en el Centro Cultural Universitario; Filología (1948) en la Escuela Normal Superior; y Español (desde 1959) en la Escuela Bancaria y de Comercio; fue también maestro titular de Náhuatl de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Sus investigaciones se hallan contenidas en más de mil cien obras, entre libros, folletos, artículos periodísticos, prólogos, discursos, notas e informes. La temática versa sobre arqueología, bibliografía, biografía, dinastología, epigrafía, estadística, etnología, hagiografía, genealogía, heráldica, historia de México, historia de Jalisco, en particular de Guadalajara y de la Iglesia de Guadalajara; folclor y filatelia. En total publicó cincuenta y cinco libros y trescientos folletos.

De 1957 a 1977 publicó su obra monumental Apuntes para la historia de la Iglesia en Guadalajara, en siete volúmenes, con extensos apéndices documentales y una gran bibliografía.

Algunas de sus obras son: Breves apuntes sobre el episcopado mexicano (1910); Memorias tapatías. Artículos históricos y tradicionales referentes a Guadalajara (1920); Noticias genealógicas y biográficas tomadas de diversos expedientes del Archivo General de Indias de la sección denominada Real Patronato. Audiencias de Guadalajara y Cabildos seculares de Guadalajara y Zacatecas (1920); El Episcopado mexicano según el orden sucesivo de las congregaciones episcopales habidas de la gloriosa consumación de la Independencia Nacional, hasta la celebración del primer aniversario secular de la misma. Brevísimos apuntamientos históricos biográficos y estadísticos, dispuestos en forma genérica y de cuadros sinópticos; Discurso biográfico del doctor Silverio García (1921); Alocución pronunciada por su autor en la velada literario-musical que fue organizada por la Junta Patriótica de la villa de Zapopan para celebrar el cxxi aniversario de la iniciación de la Independencia de México (1922); Discurso biográfico del Ilmo. Sr. D. F. Antonio Alcalde, obispo meritísimo que fue de Yucatán y Guadalajara, pronunciado en la velada fúnebre con que el Consejo ‘Antonio Alcalde’ lo honró la noche del 13 de agosto de 1923, la memoria de su insigne titular con motivo de cxxx aniversario de su fallecimiento (1923); La palabra tapatío. La catedral de Guadalajara. San Cristobalazo. El Templo de San Francisco, el Hospicio de Guadalajara (1923); Biografía de un gran prelado, el Excmo. D. Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo (1923); Árbol genealógico de los emperadores aztecas. Contribución a la dinastología indígena de México (1926); Manual de historia de Jalisco (1927); y Breves apuntes de los chimalhuacanos y costumbres de los mismos (1927), esta obra “contribuyó a divulgar la falacia de que existía una ‘Confederación Chimalhuacana’, por fortuna en un acto de honestidad poco usual, el propio Dávila Garibi corregiría –en 1939– aceptando lo falso de que hubiera habido [una confederación]”.43

Siguiendo con la enumeración de sus obras: Brevísimos apuntes acerca de la conquista de los reinos y señoríos chimalhuacanos realizados por los españoles en el siglo xvi (1928); Ensayo de clasificación de idiomas y dialectos indígenas chimalhuacanos (1928); El venado entre los antiguos pobladores de Jalisco. Contribución a los estudios históricos y folklóricos precolombinos jaliscienses (1929); El carnaval (1931); Los aborígenes de Jalisco (1933); Acoliman (1934); Observaciones acerca de la ortografía de algunos nombres geográficos de origen náhuatl (1936); Introducción a la historia genealógica del idioma español (1937); Labor científica y literaria del Excmo. Sr. Francisco Orozco y Jiménez. Intento biobibliográfico (1937); La soledad de Zacatecas en los albores del régimen colonial (1939); Nuevo y más amplio estudio del vocablo chocolate y otros que se relacionan (1939); Toponimias nahuas. Normas para la interpretación de toponímicos de origen náhuatl y análisis etimológico de trescientos de ellos (1942); Doña Beatriz Hernández (1942); Curso de raíces de lenguas indígenas referido a ciencias biológicas (1942); Algunas disquisiciones acerca del vocablo tapatío (1943); Fray Antonio de Segovia y fray Miguel de Bolonia (1943); Bosquejo histórico de Teocaltiche (1945); El muy ilustre y venerable Cabildo de la Metropolitana Catedral Basílica de Guadalajara en el Año Jubilar Guadalupano (1945); Sucinta noticia histórica acerca de la Colegiata de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos y su Cabildo (1945); La toponimia mexicana en boca de nuestros pregones, copleros, cancioneros y otros ingenios populares (1946); Etimologías de nombres botánicos de origen azteca (1946); Cosas del terruño. Aportación mínima al estudio del folklore toponímico de Jalisco (1946); Noticias históricas genealógicas y biográficas tomadas de diversos protocolos notariales zacatecanos (1947); La escritura del idioma náhuatl a través de los siglos (1948); Zumárraga. Propulsor de la cultura en la Nueva España (1948); Árbol genealógico de los monarcas aztecas. Entronques y enlaces con los reyes de Culhuacan, Acolhuacan, Coatlinchan, Tlatelolco, Atzcapotzalco y otros (1949); Epítome de raíces nahuas, segunda edición, aumentada y corregida (1949); Los cascanes (1950); Don Severo Díaz (1951); Genealogía de D. Miguel Hidalgo y Costilla (1951); Genealogía de D. Agustín Iturbide, emperador de México (1952); Sucinta noticia histórica de la Arquidiócesis de Guadalajara (1953); Dos palabras acerca del folklore toponímico jalisciense (1956); Algunas disquisiciones acerca de la evangelización precortesiana entre los chimalhuacanos (1956); En torno al vocablo chimalhuacano (1957); Frustrados nombramientos de cardenales mexicanos (1959); Conferencia sustentada por el autor el 8 de marzo de 1964 en el Teatro Rosas Moreno de la ciudad de Lagos, Jalisco, con motivo de la celebración del primer centenario de la erección canónica de la Arquidiócesis de Guadalajara (1964); y Guadalajara, La Perla de Occidente en las postrimerías del siglo xix y principios del siglo xx (1966).

Entre los múltiples cargos fundamentalmente académicos que desempeñó, las sociedades y organizaciones a las que perteneció, y de las distinciones que recibió, se destacan: fundador y primer presidente perpetuo de la Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica; miembro de la Academia Mexicana de Jurisprudencia y Legislación, correspondientes de la Real de Madrid; segundo vicepresidente de la Confederación de Institutos Genealógicos Latinos con sede en Sao Paulo, Brasil; miembro de la Academia Mexicana de la Historia, 1918; presidente de la Sociedad Jalisciense de Arqueología, Historia y Etimología Fray Antonio Tello, 1919-1920; miembro de la Sociedad Científica Antonio Alzate, 1922; presidente del Comité Organizador del centenario del fallecimiento del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas, 1924; agente delegado del bufete de la nobleza española e hispanoamericana en Guadalajara, 1929; medalla de oro como expositor en la Exposición Ibero-Americana en Sevilla, 1930; académico de número de la Academia Mexicana Guadalupana, 1931; académico de The Texas Knights of Columbus Historical Comision, pro-beatificación de fray Antonio Margil de Jesús, 1933; socio activo de la Sociedad Amigos de Polonia, 1933; presidente de la Academia de la Lengua Náhuatl, 1934-1935; miembro fundador de la Sociedad Internacional de Amigos del Indio, 1936; académico de la Academia de la Historia, correspondiente a la Española, 1937; diploma de Grand Officier del Mérite Philanthropique Belge, 1938; miembro honorario del Comité Cultural Argentino, 1939; vicepresidente honorario del Grupo Cultural Hispano-Americano, 1940; participante en el vº Congreso Mexicano de Historia, patrocinado por la Universidad de Guadalajara, donde se le otorgó diploma por su trabajo a favor de la historia de México, 1942; consejero auxiliar del Consejo de Lenguas Indígenas del Departamento de Antropología de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, 1943; miembro honorario de la Sociedad Americana de Heráldica de Arcadia, California, 1944; y el 3 de febrero de 1945, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, doctor Alfonso Caso, lo nombró representante de la Universidad ante el Consejo de Lenguas de la Secretaría de Educación Pública.

Los cargos y las distinciones que recibió fueron: comendador de la Orden de los Templarios de Jerusalén, 1945; socio afiliado del Institutum Universitarium de París, 1945; caballero hospitalario de la Orden de San Juan Bautista, Estados Unidos de América, 1945; miembro de honor del Colegio de Heráldica de Francia, 1945; maestro ex oficio en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México, 1947; doctor honoris causa en Letras e Historia por la Academia Studiorum Minerva de Bari, Italia, 1947; socio honorario del
Instituto Genealógico Brasileiro, 1947; miembro de la
Academia Chilena de Historia, 1947; miembro de la Aca-
demia de Ciencias Históricas de Monterrey, Nuevo León, 1948; miembro honorario de la Sociedad Heráldica y Genealógica Boliviana, 1948; socio honorario de la Societas Heráldica et Sphragistica Danica, Dinamarca, 1948; delegado correspondiente de la Sociedad Heráldica de Luxemburgo, 1948; diploma de honor del Instituto Napolitano de Cultura, 1948; grado de cavaliere di grazia magisteriale del Serenissimo Militare Ordine di Santa Maria Gloriosa, de la República de San Marino, 1949; socio fundador de la Sociedad de Amigos de Compostela, Nayarit, 1949; la Academia Nacional de Historia y Geografía de México, D. F., le confirió las Palmas Académicas, 1949; caballero comendador de la Orden Soberana y Militar del Templo de Jerusalem, Bolonia, Italia, 1949; individuo de honor del Instituto Cubano de Genealogía y Heráldica, 1950; baron Cross of Honour de la Ordo Equestris Militaris Avatar de Londres, Reino Unido, 1950; doctor honoris causa en Sociología por la Universidad Andronosófica de San Marino, 1950; miembro honorario de la Acadèmie Chablaisiene de Thonón-les-Bains en la Alta Saboya, Francia, 1951; académico correspondiente de la Academia y Universidad Internacional de Heráldica y Genealogía, Roma, 1951; académico correspondiente de la Academia Mallorquina de Estudios Genealógicos, España, 1952; miembro correspondiente del Instituto Genealógico de Guayaquil, Ecuador, 1953; miembro honorario de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, 1953; miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, 1954; gran oficial de gracia magisterial de la Orden Militar de Caballeros del Salvador y Santa Brígida de Suecia, 1954; presea José María Vigil del Estado de Jalisco 1954; caballero de la Gran Cruz de la Soberana Orden Militar de Constantinopla, 1955; Cruz Lateranense de León xiii, 1956; diploma de reconocimiento de la Unión de Bachilleres Universitarios Nocturnos, por su labor docente en la Escuela Nacional Preparatoria, 1956; caballero de honor del Consejo Supremo de los Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista, Cádiz, España, 1956; presidente de la Academia de Ciencias Humanísticas, México 1957; miembro de honor vitalicio del Institut Nord Africain d’Etudes Metapsychiques, Túnez, 1958; individuo emérito de la Casa de la Cultura Jalisciense, 1959; bibliotecario sucesor del licenciado José Vasconcelos, de la Biblioteca de la Academia Mexicana de la Lengua, 1959; comendador de la Orden de San Jorge, Hungría, 1960; secretario de la Academia Mexicana de la Lengua, 1961; profesor emérito de la Escuela Nacional Preparatoria, 1962; consejero técnico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Iberoamericana, 1964; asociado honorario del Centro de Estudios Históricos de Puebla, 1965; caballero de la Orden Militar del Templo de Jerusalén de Oporto, Portugal, nombrado con motivo de sus bodas de oro magisteriales, 1966; maestro emérito de la Escuela Nacional Preparatoria, 1977, entre otras distinciones.

De acuerdo con su biógrafo, José Rosario Ramírez, las distinciones y nombramientos recibidos suman en total 173, y perteneció a más de treinta agrupaciones científicas y culturales, nacionales e internacionales.

El 11 de enero de 1981 falleció en la Ciudad de México. La Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara le dedicó su Instituto Cultural.

Juicios y testimonios

Gabriel Agraz García de Alba: “Está considerado como el mejor genealogista de México”.


Juan Bautista Iguíniz: “Dotado de una vocación sin límite para investigar y desenterrar todo aquello que se relacionara con nuestro pasado; ayudado por la erudición, que a pesar de su juventud [1920] ha logrado adquirir por medio del constante estudio y manejo de nuestras crónicas y archivos; y provisto de un entusiasmo y laboriosidad que siempre hemos admirado [...]”.


Ricardo Lancaster-Jones: “Lo mejor de don José Ignacio Dávila Garibi fue su carácter bondadoso y su gran generosidad, regalaba sus obras con gran esplendidez y, cuando se le pedía consejo o ayuda para algún trabajo de las materias que le interesaban, lo concedía con enorme sencillez como si fuera él quien recibía el favor”.


José Rosario Ramírez: “Es un escritor sin enemigos, su corazón bondadoso no podía tenerlos, porque carece de tiempo para disputas o enfrentamientos; desdeñador del ruido, recoge su persona y su sensibilidad en el silencio de su investigación, la penumbra de los archivos y en el compromiso de sus clases y afanes editoriales. Aunque publicó muchos libros, no lo movió el interés económico, ni vivió de sus libros, sino de sus clases, en las que cumplió con fidelidad hasta exagerada, porque ni los años ni salud quebrantada lo apartaban del puntual cumplimiento”.

Díaz-Morales Álvarez-Tostado, Ignacio

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 16 de noviembre de 1905. Fueron sus padres el abogado José Díaz Morales y la señora Trinidad Álvarez Tostado. Fue el tercero de cinco hermanos. Su familia fue de una gran cultura, su madre –la cual falleció cuando él tenía siete años de edad– era pianista y su padre se caracterizó por ser un abogado muy culto, que lo inició en el estudio de los idiomas francés y alemán.

En 1909 inició su instrucción primaria en la Escuela particular de la profesora Eusebita Torres. En 1911 la continuó en el Colegio de la Inmaculada Concepción de los maristas, y la concluyó en 1918 en la Escuela del profesor José Atilano Zavala.

En 1918 inició su preparatoria en el Colegio de la Acción Católica de la Juventud Mexicana, que continuó de 1919 a 1924 en el Instituto de Ciencias de los jesuitas.


Sobre el origen de su vocación, evocó:

Tendría yo unos dieciséis años, cuando mi padre me enseñó una revista española ‘La hormiga de oro’. Ahí vi unas catedrales impresionantes, que sentí una cosa que me hizo pensar que había algo diferente a lo que yo conocía. Antes pensaba dedicarme a la ingeniería eléctrica como se le llamaba entonces, ya que no había surgido el término electrónico. Sería por el año de 1917.44

En 1923 ingresó a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara que dirigía Ambrosio Ulloa, para cursar sus estudios profesionales de ingeniero civil y arquitecto. Fue el último año en que la citada institución abrió matrícula, ya que en 1925 fue reorganizada la educación superior en el estado de Jalisco y se reinstauró la Universidad de Guadalajara. Algunos de sus profesores fueron Luis y Francisco Ugarte, Agustín Basave y Aurelio Aceves. Fue compañero de la Generación del 24 de Luis Barragán, Rafael Urzua y Pedro Castellanos.

El 23 de octubre de 1928 y en el contexto de la Cristiada, con la tesis “Las cales y morteros”, recibió su título de ingeniero civil y arquitecto, el cual solicitó revalidar ante el Consejo General de la Universidad de Guadalajara, en la sesión del 23 de abril de 1934, y se aprobó expedirle un nuevo título.

En 1925 empezó a trabajar en el despacho de su maestro, el ingeniero Luis Ugarte, en las obras del Templo Expiatorio –iniciado en 1897, según el proyecto gótico del italiano Adamo Boari–, cuya dirección de la construcción le encomendó primero el arzobispo Francisco Orozco y Jiménez, y luego el 6 de enero de 1927 el cardenal José Garibi Rivera. Sobre la experiencia de construir una obra gótica en pleno siglo xx , expresó:

Me obligaron –porque yo no quería– terminarlo. Me dijo el señor Orozco y Jiménez, –yo me negaba a hacer gótico en ese tiempo porque era anacrónico–: no, dijo, no vamos a hacer gótico ni tú ni yo, sino que nuestros padres antiguos me dejaron esto a medias. Y efectivamente, habían terminado todos los muros con restos ya góticos, las columnas todas terminadas y la mitad de toda la fachada.

Entonces me dice: tenemos que terminar en gótico todo lo que está a medias; pues yo no sé, pero si quiere es una orden de que hace usted el favor de que lo termine… y no tuve más remedio que hacerlo […] Tuve que aprender a hacer obras góticas, porque la única condición que le puse al señor arzobispo fue que fuera a piedra cortada, y todo es a piedra cortada.45


Así emprendió su labor en una obra que estaba prácticamente en ruinas. Al recibirla

tuvo que iniciar no una opera di restauro, sino de verdadera resurrección de entre los muertos y su gótico, más francés, más Viollet le Duc, mostraba sino una genialidad imposible o una legitimidad absurda sí, al menos, un amor al oficio, un respeto por el gótico de Francia y de Paul Claudel.46

Al fallecer el cardenal José Garibi Rivera el 27 de mayo de 1972, dio por concluida su labor en el Templo Expiatorio, de la cual: “El resultado es, dentro de su especial, curiosa circunstancia, al menos discreto. Un gótico construido en el siglo veinte es irremediablemente romántico, se alza como un capricho y nostalgia de una cierta Francia”.47

En 1930 ejerció su profesión en las obras del Ferrocarril Sud-Pacífico de México. En 1934 realizó un viaje de estudios a Nueva York, y en octubre inició la construcción del Hotel Playa de Cortés en Guaymas, Sonora, la cual terminó en diciembre de 1935.

Por estos años combinaba el ejercicio de su profesión con la asistencia al círculo cultural que se reunía casi siempre los jueves, en las instalaciones de la Librería Font, y los domingos en la casa de José Arriola Adame. A esas reuniones asistían el canónigo José Ruiz Medrano, los licenciados Agustín Yáñez, Efraín González Luna y Antonio Gómez Robledo, entre otros.

En 1940 proyectó la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz construida en 1942-1943, y concibió el Paseo del Hospicio, idea modificada por el gobierno del estado de Jalisco en los años setenta. En 1942 inició la restauración y la limpieza de las fachadas del Sagrario Metropolitano y de la Catedral Metropolitana, en cuyo friso colocó la inscripción latina: “Nisi Dominus aedificaverit domun, in vanum laborat qui aedificant eam”. Y en 1943 propuso el Plano Regulador de Guadalajara, considerado el primer documento de urbanismo local.

En 1947 inició la construcción del edificio Plaza y la realización de la Cruz de Plazas en torno de la Catedral, concebida en 1946 y terminada en 1953, lo que le dio a la ciudad un importante espacio abierto; si bien muy cuestionable por los edificios históricos que se derrumbaron, dio a la ciudad la Plaza de la Liberación o el “Dos de Copas”, considerada por Guillermo García Oropeza como una de las más bellas del continente. Además de la Plaza Guadalajara o de “Los Laureles” frente a la Catedral y la Plaza de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres que estaba en el proyecto original, aunque la solución final fue de Vicente Mendiola.

De febrero a octubre de 1948 viajó a Europa con una beca de la Asociación de Estudios Hispánicos con el fin de madurar su idea sobre el establecimiento de una escuela de arquitectura en Guadalajara.

El 1° de noviembre de 1948 fundó la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, en las instalaciones del Instituto Tecnológico, cuya inauguración fue el 6 de enero de 1949, correspondiéndole pronunciar el discurso oficial al rector Luis Farah.

En 1950 viajó nuevamente al continente europeo, ahora para contratar profesores para la Escuela de Arquitectura. Aceptaron venir Bruno Cadore y Carlangelo Kovasevich de Florencia, Silvio Alberti de Milán, Mathías Goeritz de Danzig, Horst Hartung de Stuttgart, Manuel Herrero de Madrid y Erick Coufal de Viena. A los europeos unieron sus esfuerzos los mexicanos Julio de la Peña, Alejandro Rangel Hidalgo, José Arriola Adame, José Ruiz Medrano, Alberto G. Arce, José Tapia Clemens, Juan Palomar y Arias, Jaime Castiello Camarena, Salvador de Alba Martín y el mismo Díaz Morales, quien llegó a impartir hasta siete cátedras distintas, hasta el 21 de junio de 1963.

Sobre su estilo magisterial, Guillermo García Oropeza escribió:

Llegaba con artera puntualidad y después de pasar una lista plena de ausencias comenzaba su clase que era, simplemente, la más espléndida que hubiéramos oído hasta entonces. Una voz torrencial, explosiva, rica en recursos y sonoridades; el rostro pletórico amenazando explotar, los ojos dominantes y vivos, las manos fuertes, grandes, más las de un general dirigiendo combates que las de un maestro exponiendo; los gestos nerviosos, los tics conocidos, el peculiar balanceo del cuerpo sólido, magno; la buena cepa de su naturaleza, el señorío, la autoridad indiscutible, la lumbre de una inteligencia apasionada.48


A la teoría aportó su ya clásica definición de arquitectura: “Es la obra de arte que consiste en el espacio expresivo, delimitado por elementos constructivos, para compeler el acto humano perfecto”.49

En abril de 1958 dejó la dirección de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara y continuó en la cátedra hasta 1963, cuando renunció por presiones de la politiquería estudiantil. Y sólo regresó veinticuatro años después de la fundación a recibir un homenaje de algunos miembros de la comunidad al participar en un curso de la maestría en Investigación Arquitectónica.

En 1949 fundó la Comisión Técnica para la conservación de la obra de José Clemente Orozco, la cual dirigió hasta 1976. También fundó la asociación civil Arquitectura, mejor conocida como arquitac, y también la asociación de Arquitectura Sacra.

En 1951 la República de Francia le otorgó las Palmas Académicas de la Legión de Honor. Un año después recibió la investidura pontificia como Caballero de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén.

En 1952 restauró la fachada del Museo Regional del Estado de Jalisco, en 1960 los torreones de Palacio de Gobierno y más tarde hizo lo propio con el Teatro Degollado a partir de 1959. Él mismo describió en qué consistió la remodelación:

Había en la fachada cinco distintos ‘órdenes’, cada uno de proporciones y composición diferente... Logré establecer un orden conveniente, que me permitió dejar cuatro gradas como estilobato; más esto exigía, además, que se demolieran unas dependencias que estaban sobre una especie de galería deprimente... Obtuve la aprobación de este proyecto y pude así logar consolidar un pórtico corintio romano de proporciones casi idénticas al magnífico pórtico del Panteón [de] Agripa en Roma, añadiendo ocho columnas más [...]50

Además grabó las inscripciones “Teatro Degollado”, y en el friso la frase “Que nunca llegue el rumor de la discordia”, tomada de unos maitines del Breviario Romano. Así, si a Jacobo Gálvez se le debe el interior del Teatro, a Díaz-Morales se le acredita el exterior. También le proyectó un Teatro de Cámara en la parte subterránea, que años después se construyó.

Otras obras o proyectos son: la Rinconada de los Poetas en el antiguo Convento de San Francisco; la restauración del Templo de San Diego de Alejandría; el edificio del Seminario Conciliar Menor, en el cual sobresale la capilla; los Templos de Jesús Niño y de María Reparadora; la Capilla de las madres mercedarias del Colegio de la Veracruz; la plaza del Templo Expiatorio. También destacan las casas particulares, como las de Álvarez-Díaz Morales, Baeza-González-Luna, Font-Reaux, Palomera, Alarcón y Villa Margarita, entre otras.

En 1970 ingresó al cuerpo docente del Seminario Conciliar de Guadalajara, donde impartió las cátedras de Historia del Arte y la Cultura y Arte Sacro. A partir de 1972, invitado por el arquitecto Salvador de Alba Martín, dio por veinte años la cátedra de Teoría de la Arquitectura en el iteso, donde fue miembro del Consejo de Escuela de 1974 a 1977, y recibió el grado de profesor numerario en 1976 y de profesor emérito en 1990.

En 1979 recibió el título de socio académico emérito de la Academia Nacional de Arquitectura, y el Capítulo Guadalajara lo nombró presidente vitalicio honorario.

En 1980 intervino las plazas cívicas, fachada y anexos de la Catedral de San Marcos de Tuxtla de Gutiérrez, Chiapas.

Entre sus escritos se encuentran: La arquitectura del Hospicio Cabañas (1971); Precisiones sobre urbanismo (1975); Conceptos de arquitectura (1981); El Teatro Degollado (1984); José Clemente Orozco (1984); Breve relación sobre el Templo Expiatorio en el centenario del nacimiento del cardenal José Garibi, (1989); En el centenario del nacimiento de José Arriola Adame (1990); Horst Hartung Franz in memorian (1990); y Un crimen contra los tapatíos sobre la demolición del ciprés catedralicio (1992); entre otros. Dejó en proceso sus teorías sobre la arquitectura y la composición arquitectónica.

En 1985 compartió con Luis Barragán y José Villagrán el Premio Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Jalisco; en 1986 recibió el Gran Premio de la Academia Nacional de Arquitectura; el 17 de junio de 1987 se le concedió el nombramiento de Honorary Fellow del American Institute of Architects, en su convención en Orlando, Florida; en 1989 se le entregó el Premio Utopía de la fundación del mismo nombre; el 19 de agosto de 1989 recibió la medalla Guillermo Álvarez Macías de la Sociedad Cooperativa Cruz Azul; el 22 de diciembre del mismo año, el presidente de la república, Carlos Salinas de Gortari, le entregó el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Falleció el 3 de septiembre de 1992 en Guadalajara, y fue inhumado en la Capilla de la Santa Cruz de la cripta del Templo Expiatorio.

En 1993, por acuerdo de cabildo del Ayuntamiento de Guadalajara, se le impuso su nombre a la plaza del Templo Expiatorio, donde hay dos monumentos que lo recuerdan. Y el mismo año, la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (upaep) instituyó el Premio Nacional de Arquitectura “Ignacio Díaz Morales”.

En el centenario de su nacimiento –2005– se le rindió un solemne homenaje en el Paraninfo de la Universidad, en el cual participaron los rectores de la Universidad de Guadalajara y del iteso, José Trinidad Padilla López y Héctor Acuña Nogueira, respectivamente.

El 9 de octubre de 2014 se inauguró en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara la exposición “El oficio del arquitecto. Ignacio Díaz Morales”.

Juicios y testimonios

Modesto Alejandro Aceves Ascencio: “La arquitectura era en algunas ocasiones el pretexto para hablar de filosofía, de historia, de tecnologías, religión, ética y hasta de música. En efecto, la intención era formar personas antes que profesionistas, fortalecer el lado humano del individuo. Por algo decía que: ‘El arquitecto debe ser el hombre más culto de su tiempo’.
Siempre insistió que ‘Tanto más valdrá una cultura cuanto más rinda culto a la vida y cultive la vida’. Cuánto ahínco al insistir en reiteradas ocasiones que leyéramos la ética de Max Scheller, la de Von Hildebrant, o la de José Vasconcelos. Pero nada comparado con sus expresiones al recomendar ‘Gloria, una Estética Teológica’ de Hans Urs Von Baltasar, ligada íntimamente con los tres trascendentales: lo bueno, lo verdadero y lo bello.

“El agudo sentido de observación llevó a Díaz Morales a sintetizar las características de la arquitectura mexicana y a aplicarlas en sus obras. Al preguntársele el concepto de obra de arte, Díaz Morales citaba a José Clemente Orozco diciendo que es: ‘la creación de un nuevo orden’, añadiéndole él una de sus palabras predilectas: esplendente; referida ésta al esplendor del orden según Platón y al esplendor de la verdad según san Agustín.

“Siempre nos conminó a que la arquitectura no fuera escenografía. Que nunca se tratara de aparentar lo que no es. Definía la cursilería como la elegancia fallida. Decía que la decoración es exclusivamente la dignificación. Ni más ni menos de lo indispensable.

“Sobre el acto humano perfecto solía remarcarnos uno de los que se hacen de manera cotidiana que es la convivencia y la comunicación familiar. Como actos humanos perfectos extraordinarios, no se cansaba de repetir aquellos realizados por Jesús García, el héroe de Nacozari y el de Maximiliano María Kolbe. Estos actos llenos de heroísmo, de humanidad, de belleza y de perfección quedaron marcados en la mente de sus estudiantes.

“Mucho nos habló de la autenticidad: si es auténtico el espíritu creador del hombre hará arquitectura.

“Siempre señaló que el arquitecto tiene el deber de defender a su ciudad. Nos pedía orientar las desorientaciones de los clientes. Inclusive llegó a tener diferencias con algunas autoridades importantes porque no se respetaron los ordenamientos y el Plan Regulador en el que él participó.

“Por supuesto que nos enseñaba que existen los términos de composición arquitectónica que son el somático, el económico-social, el espiritual, el urbanístico y el cuantitativo. Pero eso no era tan importante como recalcar una y otra vez una de sus exhortaciones más vehementes tomada, corregida y aumentada de una de san Agustín: ¡Sean poetas y hagan lo que quieran!

“Nos explicaba que existen los valores en la arquitectura y que son: el valor útil, lógico, estético y social, siendo este último el rector de los otros ya que lo primordial es que se promueva la convivencia humana, porque los seres humanos somos invitados a ella y el espacio creado tiene que representarlo. Pero también nos dijo que existen el valor religioso y el valor vital, este último es el que sostiene o mantiene la vida en sus cuatro vertientes: física, vegetativa, instintiva y espiritual.

“Todo lo anterior es para que pudiéramos comprender mejor las notas del valor estético que son partido, unidad, claridad, contraste, simetría, carácter, estilo y proporción, ya que como decía Cicerón: ‘Los doctos entienden la razón de las artes y el resto se queda en la voluptosidad’.

“Ignacio Díaz Morales, caballero sumamente religioso, con un gran gusto por la música y el tequila solía iniciar el curso escolar con una frase: ‘Empieza viviendo como piensas para que no termines pensando como vives’.

“Su descripción de La Gioconda es magistral: ‘La Mona Lisa de Leonardo da Vinci es tan alabada porque representa mucha serenidad, tiene un principio de sonrisa que revela mucha placidez, paz interior. Domina con los ojos a donde quiera que te muevas, la sonrisa no acaba de explotar, la posición de las manos revela serenidad en el espíritu. El cuadro tiene un colorido tranquilo, sin contrastes fuertes y el paisaje casi pasa desapercibido pero lo sientes en toda la obra’”.


Javier Díaz Reynoso: “¿De qué hablaba Díaz Morales? De Dios y la belleza al revés y al derecho; de los clásicos que por algo son; de la linterna de Diógenes, de Pigmalión y del monte parturiento; de la luz no usada de Salinas que fray Luis de León festeja; de un profeta Dante y florentino; del desnudo desprovisto y viril David; de la alegría que un sordo haría sinfonía; de la intuición de Bergson con la que elegimos lo bueno; de la conversión de Claudel y de la duda de Valery; de la Vulgata latina, de San Juan, del Principio y la palabra; de cuando Pedro de Croan hizo cantar a las canteras; […] de la Alhambra sensual en el otoño; de la razón estoica de San Lorenzo del Escorial, de Felipe Segundo; del triunfo del gótico y la girola; del Hospicio Cabañas donde Orozco pintaba con fuego el ‘fuego’ […].”


Guillermo García Oropeza: “Estudiante rebelde que alguna vez fui, me opuse a ese maestro que fue Ignacio Díaz Morales. Por entonces disentía de sus ideas y de sus ‘imposiciones’. La perspectiva de los años me ha demostrado que fue el mejor, el insuperable maestro que he tenido y que jamás tendré [...] Irrepetible y paradójico y difícil me parece encontrar la fórmula que me lo explique. Me basta el afecto y la admiración a este Pierre de Croan, a este amigo de José Clemente Orozco, a este caballero defensor de la vieja Guadalajara, a este artista austero, a este maestro, a este constructor de la morada integral del hombre, a este hombre cabal, pleno y entrañable”.

Estrada Reynoso, Roque

Nació en Moyahua, Zacatecas, el 16 de agosto de 1883. Fueron sus padres los señores Camilo Estrada Haro y Micaela Reynoso Espitia.

Cursó su instrucción primaria en la escuela municipal de su pueblo natal, y en el colegio del profesor Martín Sousa. Luego se trasladó a Guadalajara para continuar sus estudios ingresando al Liceo de Varones del Estado de Jalisco, donde manifestó sus primeras inquietudes políticas. En la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara cursó sus estudios profesionales y en 1906 obtuvo su título de abogado.

Ya para 1904 había organizado en la fábrica La Escoba la primera huelga de Jalisco, demandando la jornada laboral de ocho horas, un salario mínimo y la reglamentación del trabajo de los menores de edad. En unión a Mendoza Scwertberger fundó y dirigió el periódico La Aurora Social, de tendencia socialista. Por su militancia política fue expulsado de Jalisco por el gobernador Miguel Ahumada.

Partidario de la corriente anarquista de los hermanos Flores Magón, decepcionado por los pocos resultados de esta ideología, la abandonó en 1908. Al año siguiente se unió a Francisco Ignacio Madero, y fue uno de los fundadores del Centro Antirreleccionista de México.

En 1910 participó en la campaña presidencial de Madero, en calidad de su secretario particular y de orador. Uno de sus discursos sirvió de pretexto al régimen de Porfirio Díaz para tomarlos presos en Monterrey, de donde los trasladaron a San Luis Potosí y luego huyeron a Estados Unidos. Participó en la redacción del Plan de San Luis, e integró la Junta Revolucionaria que se organizó en San Antonio, Texas.

En 1912, por falta de la edad legal, renunció a la candidatura al gobierno del estado de Jalisco. Ese mismo año publicó su obra La revolución y Francisco I. Madero, primera, segunda y tercera etapas.

Tras el golpe de estado de Victoriano Huerta en 1913, tomó las armas y fue hecho prisionero hasta abril de 1914 en Santiago-Tlatelolco, cuando fue liberado ante la invasión de Estados Unidos a Veracruz.

Se unió al movimiento constitucionalista, y de septiembre a diciembre de 1914 fungió como secretario particular del primer jefe, Venustiano Carranza. Recibió el grado de general brigadier, siendo jefe de la segunda brigada de caballería en la División Occidental del general Manuel Macario Diéguez. Combatió en las batallas de la Cuesta de Sayula y de los Volcanes y en la toma de Guadalajara.

En julio de 1915 fue designado gobernador provisional de su natal estado de Zacatecas, y meses más tarde fue ministro de Justicia en el gabinete de Venustiano Carranza, cargo que ocupó hasta septiembre de 1916, cuando se distanció del primer jefe, aunque sin romper abiertamente con él. A partir de entonces se dedicó a ejercer su profesión.

Para 1926 había concluido su novela Liberación, publicada en 1933: “El autor llama a su obra ‘novela histórica contemporánea’, pero en realidad se trata de una de las numerosas novelas de la Revolución [...] en ella se reflejan sus experiencias como revolucionario”.51 A través de Manuel –el protagonista de la novela–, Estrada presenta sus vicisitudes ante el enfrentamiento de las facciones de la revolución:

Estrada igual que su héroe estuvo al servicio de Carranza, pero no es capaz de explicar su apoyo al movimiento carrancista con argumentos teóricos convincentes. Al tratar de hacerlo reconoce Manuel que su actuación en la Revolución es al final el resultado de las circunstancias.52

En 1923 participó en la rebelión de Adolfo de la Huerta, desconociendo en Guadalajara el 7 de diciembre al presidente Álvaro Obregón, por lo que se le encarceló al ser considerado el autor intelectual de dicho movimiento sedicioso y salió al exilio en Estados Unidos.

En 1929 regresó a México y fue nombrado ministro de la Suprema Corte de Justicia, la cual llegó a presidir en 1952. Finalmente, en 1953 se le jubiló como ministro.

También fue electo diputado a la xxxvi Legislatura; en 1957 el Senado de la república le otorgó la medalla Belisario Domínguez, y el Congreso del Estado de Zacatecas le dio la medalla al mérito revolucionario.

Además de los dos libros ya mencionados, escribió unas semblanzas de los presidentes de la república, y una segunda novela titulada Idiota, publicada en 1935, y que

ya no tiene vínculos tan estrechos con la Revolución como ‘Liberación’. El protagonista de la obra es un ingeniero de minas que lucha por la justicia [...] Nos comunica a través de la narrativa sus inquietudes políticas, pero no logra crear obras de cierta calidad literaria.53

Falleció en la Ciudad de México el 25 de noviembre de 1966. En honor a él su pueblo natal se denomina Moyahua de Estrada.

Garcíadiego y Sanromán, Salvador

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de septiembre de 1842. Fueron sus padres el jurisconsulto y catedrático de la Universidad de Guadalajara Plutarco Garcíadiego y la señora Josefina Sanromán.

En el Seminario Conciliar de Guadalajara realizó sus estudios de preparatoria, los cuales concluyó en 1860. Cursó sus estudios profesionales de Medicina en el Instituto de Ciencias del Estado de Jalisco; con base en sus registros, el 7 de enero de 1861 se matriculó al primer curso de Medicina, con la condición de llevar Francés y presentar certificado de haber cursado Física; el 21 de febrero se matriculó en la cátedra de Francés; el 23 de enero de 1862 se matriculó como secundianista en las cátedras de Medicina, y el 29 de noviembre como tercianista, con la condición de presentar examen del segundo curso en un plazo de dos meses. Obligado a suspender sus estudios durante la invasión francesa, finalmente tras presentar un brillante examen de grado, el 4 de mayo de 1868 recibió su título de médico cirujano.

En 1869 fue nombrado catedrático de Fisiología y Anatomía de la Sección de Medicina del Instituto de Ciencias del Estado de Jalisco, más tarde impartió la Clínica Médica. En 1887 escribió el “Proyecto de reforma de la Escuela de Medicina presentado por el Ejecutivo del Estado a la H. Legislatura”. En 1888 fue nombrado director de la Escuela de Medicina de Guadalajara y del Hospital de Belén, cargos que ejerció hasta su fallecimiento. Como director, impulsó el modelo hospital-escuela que continúa practicándose.

Fue miembro fundador y presidente del Consejo Superior de Salubridad de Guadalajara, como tal participó en la elaboración del Código Sanitario del Estado de Jalisco e integró las múltiples comisiones de vacuna, bacteriología, publicaciones, cementerios, inhumaciones, cárceles, asilos, hospitales y estadística.

En 1888, junto con los doctores Fortunato G. Arce y Perfecto G. Bustamante, estuvo encargado de atender al general Ramón Corona, quien había sido herido de gravedad por Primitivo Ron.

En 1892 publicó la Geografía Médica de Guadalajara. Estudio presentado en nombre del Consejo Superior de Salubridad de Guadalajara, a la Asociación Americana de Salubridad reunida en México para tratar asuntos de higiene pública e internacional.

Fue socio correspondiente de la Academia Nacional de Medicina y de la Sociedad Médica Pablo Gutiérrez.

En 1895 asistió al Congreso de Higienistas de Denver, Colorado. En 1896 representó a Jalisco en el Congreso Internacional de Medicina y Cirugía celebrado en Moscú, Rusia, al que asistieron diecisiete mil quinientos médicos de todo el mundo. En 1897 fue vicepresidente de la Comisión Ejecutiva del Tercer Congreso Médico Mexicano, acontecido en Guadalajara. También participó en los congresos médicos de San Luis Potosí y México.

Algunas de sus publicaciones fueron: Abscesos del hígado, Oclusión intestinal y Pirexias.

Falleció en Guadalajara el 17 de junio de 1901.

Juicios y testimonios

Jaime Horta: Gabriela Ruiz –“El trabajo de Garcíadiego incidió en varios campos: como docente, desempeñó un papel crucial en la transformación de la enseñanza médica; como médico sobresalió por su habilidad y destreza en varios casos de obstrucción intestinal; como higienista fue uno de sus destacados promotores desde el Consejo Superior de Salubridad”.

Gómez Loza, Miguel

Nació en el rancho de Paredones –hoy El Refugio–, municipio de Tepatitlán de Morelos, Jalisco, el 11 de agosto de 1888.

Sus padres fueron los señores Victoriana Gómez y Petronilo Loza. Siendo aún muy niño murió su padre, por lo que doña Victoriana se hizo cargo con gran entereza del sostenimiento de su casa, por lo cual Miguel y su hermano Elías –futuro sacerdote–, en honor a ella, invirtieron el orden de su apellidos de Loza Gómez a Gómez Loza.

Pasó su infancia dedicado a la agricultura de la parcela familiar y al cuidado del ganado, en tanto cursaba sus primeras letras en la escuela parroquial de Tepatitlán, donde fue acólito, sacristán y catequista.

En 1911 fue miembro fundador del Partido Católico Nacional, presidió el comité local de Tepatitlán y fundó un sindicato de obreros católicos; asimismo, con la asesoría del licenciado Miguel Palomar y Vizcarra, estableció una caja rural Raiffeinsen.

En 1912 conoció a Anacleto González Flores, de quien fue amigo inseparable en la militancia católica y quien lo aconsejó para que realizara estudios superiores. Pero retrasaba su decisión para no abandonar a su madre. Finalmente se trasladó a Guadalajara y se matriculó en la preparatoria del Seminario Conciliar.

Muy pronto descubrió que no tenía vocación sacerdotal, así que abandonó las aulas del Seminario y se inscribió en el Instituto del Sagrado Corazón de Jesús, ubicado a un costado del jardín de San José, mismo que dirigía el padre Refugio Huerta.

Uno de sus biógrafos, para ilustrar sus verdaderos intereses académicos, relata la siguiente anécdota:

Para poner fin a la cansada encuesta, el maestro [de Geometría], jadeante pero ufano, hizo la última pregunta:
–¿Qué es necesario para formar un círculo?
La asamblea parecía desconcertada. Ninguno de los circunstantes daba con la contestación: sólo en el fondo del salón se agitaba la recia figura de Miguel solicitando plaza, empeñado en salvar el prestigio de la clase, que parecía fallar cuando estaba próximo a glorificarse.
Un tanto amortiguada por la sorpresa y el desen-canto, se escucha nuevamente la voz del maestro:
–Díganos usted, señor Loza, lo que deberíamos tener bien aprendido.

[…]
–Para formar un círculo –recapituló Miguel en tono dramático– es necesario, reunir varias personas con qué organizar la mesa directiva.
Ingenua o socarronamente confundía la Geometría con la Sociología. Una estridente carcajada rompía el silencio impuesto, mientras el alumno luchaba por evadir la contagiosa hilaridad de sus compañeros.54

En 1913 se integró al grupo estudiantil de La Gironda de Anacleto González Flores, del cual fue secretario general. La convergencia ideológica con Anacleto era total, sin embargo divergían en la acción:

Si a Anacleto le adjudicaron un cierto quijotismo filosófico, a Gómez Loza también le acomodó, a su manera la imagen del manchego; Anacleto será la autoridad, Gómez Loza el ministro; uno, la idea y el verbo; otro realidad y acción; uno el estratega, otro el responsable; uno es flemático, otro sanguíneo. Mutuamente se complementan. Miguel será el concreto, apasionado, decidido, Miguel será la fuerza y el impulsor; nada puede interponerse en su camino; ex suda intrepidez y arrojo.55

Así llegó a ser detenido y procesado por cometer los delitos del orden común tipificados entonces, tales como retirar libelos anticatólicos y sustituirlos por otros de tendencia contraria.

Luego concluyó su preparatoria en el Liceo Occidental, donde ya en tercer año contradijo al profesor José Tomás Figueroa, quien en una clase de Historia con base en la obra del licenciado Luis Pérez Verdía elogió a Benito Juárez, ante lo cual Miguel airado lo contradijo:

Este lance y los subsecuentes, le valieron el mote irónico de El Chinaco, con que desde entonces fue generalmente designado entre sus amigos y correligionarios, en contraposición con su anti-juarismo, que debíale merecer con mayor propiedad el diametralmente opuesto de El Mocho.56

En 1914 se inscribió en la Universidad Morelos, ubicada en la calle del mismo nombre, muy cercana al Teatro Degollado. Ante la irrupción en Guadalajara de la agitadora española Belén de Zárraga, fundó la Sociedad de la Propagación de la Buena Prensa. Con la asesoría del futuro canónigo José Toral Moreno y del jesuita Arnulfo Castro, estableció una bolsa de trabajo, cajas de ahorro, cooperativas de consumo y el Círculo de Estudios Obreros León xiii.

El 8 de julio de 1914 entró a Guadalajara el ejército constitucionalista, por lo que se vio obligado a huir a su pueblo natal, donde permaneció hasta 1915, para regresar nuevamente a la capital de Jalisco y retomar sus actividades de agitación católica.

En 1916 terminó su preparatoria, e inició sus estudios de Derecho en la Escuela Católica de Leyes, posteriormente Escuela Libre de Leyes. Ahí fueron sus profesores: Luis Robles en Derecho Constitucional, José Gutiérrez Hermosillo en Derecho Natural, Enrique Arriola en Derecho Civil, Celedonio Padilla y el padre Amado J. Oaxaca en Derecho Romano, y Miguel Palomar y Vizcarra en Sociología, entre otros.

El 14 de julio del citado 1916 participó como socio fundador de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (acjm), dentro de la cual estableció el círculo obrero Gabriel García Moreno y publicaba la revista mensual El Cruzado.

En 1917 fundó los círculos obreros: José de Jesús Ortiz para jóvenes, Niños Héroes para aprendices y Don Bosco para tipógrafos. También organizó la Sociedad Mutualista Obrera y auspició la publicación del libro La Cuestión Religiosa en México de Regis Planchet, ya para entonces se había disuelto La Gironda.

Durante 1918, mientras continuaba sus estudios, participó en el boicot antigobiernista, tendente a la derogación de varios artículos constitucionales considerados anticatólicos, y en la protección del arzobispo Francisco Orozco y Jiménez. Se obtuvo la derogación de los decretos gubernamentales números 1913 y 1927.

En enero de 1919 fue electo presidente de la sociedad cooperativa de consumo La Popular scc de rl. En abril participó muy activamente en la organización del Congreso Regional Católico Obrero y resultó elegido dirigente.

En 1920 fundó dentro de la acjm el círculo Trinidad Sánchez Santos, y se encargó de la reimpresión del libro La Cuestión Religiosa en México, con el apéndice “La Cuestión Religiosa en Jalisco” de Anacleto González Flores.

El 1° de mayo de 1921, uno de los líderes bolcheviques llegados a Guadalajara, izó una bandera rojinegra –considerada el símbolo del comunismo– en el asta de la Catedral. Al saberlo Miguel, sin medir las consecuencias, se abrió paso entre la multitud, subió a las bóvedas catedralicias, arrancó la bandera, la hizo pedazos y los arrojó a la plaza, estuvo a punto de ser linchado. Llegó a ser detenido en cincuenta y nueve ocasiones.

El 26 de marzo de 1922, tenía lugar en el Templo de San Francisco la misa de clausura de los ejercicios espirituales que dirigió el padre José Garibi Rivera, a los cuales asistieron González Flores y Gómez Loza. A la salida se encontraron con una marcha socialista, cuyos manifestantes empezaron a insultar a los católicos y nuevamente Gómez Loza arengó a los suyos, se produjo un gran zafarrancho y hubo muertos y heridos.

Del 23 al 29 de abril del mismo 1922 organizó el Primer Congreso Nacional Católico Obrero, en el cual participaron ochocientos delegados de todo el país. Al concluir el Congreso se organizó la Confederación Nacional Católica del Trabajo y fue elegido representante; también se fundó el Banco de Crédito Popular y el semanario El Obrero, que fue adoptado como órgano oficial de dicha Confederación.

En 1922 concluyó sus estudios profesionales de Derecho en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, y presentó sus exámenes de tesis y profesional para obtener su título de abogado. Pero el 1º de marzo de 1923 había tomado posesión del gobierno del estado José Guadalupe Zuno, quien obstaculizó los trámites administrativos y finalmente le negó la expedición de su título profesional.

Entonces pasó a residir a Arandas, Jalisco, junto con su esposa Guadalupe Sánchez, pero de ahí fue expulsado del estado, y se refugió en Jalpa de Cánovas, Guanajuato, donde vivió durante tres meses.

De nuevo en Guadalajara, tras la clausura del Seminario Conciliar, medida a la que por supuesto de opuso, a principios de 1925 participó con Anacleto González Flores en la fundación de la Unión Popular, siendo uno de los cinco miembros dirigentes.

En mayo de 1925, por su defensa de la fe católica, el papa Pío XI le otorgó la condecoración de la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.
Con la toma de posesión de la presidencia de la república de Plutarco Elías Calles, el conflicto religioso se agravó. A nivel nacional se había organizado la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa (lndlr), la cual optó por las armas. Si bien Anacleto González Flores se resistió hasta el último momento a que la Unión Popular apoyara la violencia, al final tuvo que acceder. Entonces Gómez Loza fue nombrado jefe civil en la zona de Los Altos de Jalisco.

Ahora sí, Gómez Loza pasó definitivamente a la clandestinidad. En enero de 1927 evitó un atraco de los cristeros. Luego recibió una pequeña imprenta y se responsabilizó de la publicación de El Gladium. Ante las ejecuciones realizadas por los cristeros triunfantes, actuó como abogado defensor de los prisioneros federales, pidiendo los indultos. Y con gran dificultad enviaba cantidades pequeñas de dinero para el sostenimiento de su esposa e hija.

Tras el fusilamiento de Anacleto González Flores, el 1º de abril de 1927, la lndlr lo nombró gobernador civil provisional de Jalisco, en los territorios controlados por los cristeros. El cargo lo ejerció con grandes dificultades, sobre todo por oponerse al asalto del tren México-Guadalajara, decidido por el padre Reyes Vega. Y solicitó a las autoridades eclesiásticas de San Juan de los Lagos el nombramiento de capellanes castrenses.

El 3 de septiembre del mismo 1927, la lndlr le encargó la administración conjunta de la parte occidental del estado de Guanajuato. En la práctica ejercía como procurador castrense y continuaron las dificultades con los dirigentes cristeros e incluso con el general Enrique Gorostieta. Aunque acompañaba las tropas, él no tomaba parte en los combates. En octubre organizó la solemne celebración del día de Cristo Rey, adoptándose el lema de la Unión Popular para los campamentos cristeros: “Por Dios y por la Patria”.

Su labor fue calificada por Antonio Rius Facius como “la estupenda organización civil que [...] había implantado en toda la región”. 57

Para 1928, el movimiento cristero marchaba bien, había mejorado la disciplina de las tropas, la estrategia militar y el abastecimiento de alimentos y armas. Él había buscado la dirección espiritual del padre Salvador Casas, y para marzo se estableció en el rancho El Lindero, cerca de San Francisco de Asís, en el municipio de Atotonilco el Alto.

Era el 21 de marzo cuando una avanzada militar lo sorprendió en su campamento, y al intentar destruir unos documentos comprometedores de la militancia cristera, fue acribillado a tiros por la espalda, e igualmente fue ejecutado su secretario Dionisio Vázquez.

Su cadáver fue arrastrado hasta la plaza de Atotonilco el Alto, donde fue arrojado, luego fue embalsamado por las mismas autoridades para exponerlo en Guadalajara, como señal de escarmiento. Finalmente fue entregado a sus familiares para ser inhumado en el Panteón de Mezquitán, en un sepelio multitudinario.

El 1° de abril de 1947 sus restos fueron colocados en el muro norte del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, junto con los de Anacleto González Flores. El canónigo honorario de la Catedral tapatía, Maximino Pozos, le dedicó el poema “A la memoria de Miguel Gómez Loza, mártir de Cristo”. El 15 de octubre de 1994, la Arquidiócesis de Guadalajara abrió su proceso de beatificación, y fue declarado Siervo de Dios. El 22 de junio de 2004 la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano decretó su beatificación. El 20 de noviembre de 2005 se celebró en el Estadio Jalisco la misa de beatificación, y el 1º de abril de 2006 sus restos fueron colocados en una capilla lateral del mismo Santuario de Guadalupe.

Se dio su nombre al Centro Cultural de Atotonilco el Alto, Jalisco.

Juicios y testimonios

J. Ángel Moreno: “En Guadalajara se formó un comité que se encargaba de llevar a cabo trabajos netamente subversivos, y del que eran cabeza visible los licenciados Anacleto González Flores [...], Miguel Gómez Loza, elemento de gran empuje dentro de la Liga de Defensa Religiosa [...]”.


Maximino Pozos:


 
“¡Miguel, eres muy grande!
Como el Popocatépetl...
como el Ande...
como la audaz montaña
que al hondo azur
a desafiar se atreve:
volcán de fiera entraña,
pero de cima de pureza y nieve...
[...]
¡Del Cerro Gordo en el soberbio risco
dejaste escrito con sangrienta huella,
la inmortal Epopeya
de los gloriosos Altos de Jalisco!...


Benjamín Ruelas Sánchez: “Campeón del civismo más desinteresado y católico de la más recia contextura, quien puso toda su virtud, su talento y su fortaleza al servicio de las causas más nobles, en una época de positiva persecución religiosa”.

González Flores, Anacleto

Nació en Tepatitlán de Morelos, Jalisco, el 13 de julio de 1888. Fueron sus padres los señores María Flores Navarro y Valentín González Sánchez.

Su infancia fue difícil, misérrima, su padre era rebocero; así describe uno de sus biógrafos la situación de la familia:

Y él [su padre] y los suyos habían de ser esclavos del telar [...] Y en aquella pocilga se comía, se dormía, se chillaba, se trabajaba en el telar y se desesperaba. ¡Qué escuela para los recién venidos a la vida: la promiscuidad, las relaciones sexuales del matrimonio en toda su crudeza, la inmundicia, y el hosco borracho vigilando cuartelariamente su ruin dominio y reprimiendo con la macana cualquiera escapatoria de los obreros! Por lenguaraz e insulso el pueblo le apodó el bobo. Y los hijos fueron naturalmente los bobitos.58

El segundo de doce hijos, explotado, golpeado y humillado por su mismo progenitor, tenía que salir a la calle a vender los rebozos para ganarse la vida; su cuerpo resintió los malos tratos, y pronto le apareció una leve joroba, por lo que los muchachos del pueblo lo apodaron “el Camello”.

Dado que su padre era un escéptico de la Iglesia, Anacleto no fue matriculado en la escuela parroquial, sino en la municipal, ahí recibió la educación liberal gobiernista. Era dado a los pleitos callejeros y a liarse a golpes con sus compañeros; incluso llegó a sacar la pistola para defender a su bravucón padre; tocaba la guitarra y formó parte de la banda musical del pueblo, en la cual cantaba en las serenatas mientras chuleaba a las pollas –las muchachas–, desde el quiosco de la plaza.

¿Dónde operó el cambio radical? Luz Ontiveros afirma que Anacleto se encontró en un basurero un libro deshojado de la vida de san Francisco de Asís, el cual leyó ávidamente y lo impactó en forma definitiva. Antonio Gómez Robledo escribe que su libro revelador fueron los Estudios filosóficos sobre el Cristianismo de Augusto Nicolás. El caso es que se convirtió en un lector voraz, siendo mal visto por sus padres, dado que robaba tiempo a la producción de los rebozos, por lo que se refugiaba a leer en las casas de sus amigos.

Entonces empezó a aflorar el futuro orador, los primeros discursos fueron para las gallinas del corral de su casa. Pero un 16 de septiembre pronunció oficialmente su primer discurso en las fiestas patrias; las comadres admiradas comentaban: “¿Has visto al bobito? –¡Dime no más, quien lo oye platicar ni parece, y apenas se sube a un almud de maíz la labia tan florida que tiene!”.59

En 1905 escuchó la predicación de un sacerdote de Guadalajara, durante una misión, la cual le produjo un profundo impacto psicológico. Desde entonces se puso a enseñar el catecismo a los niños y acompañaba con regularidad a una paralítica, para asistirla.

En noviembre de 1908 se trasladó a San Juan de los Lagos para ingresar al Seminario Auxiliar, ahí permaneció hasta julio de 1913. Recibió la ayuda moral y económica de los canónigos de la Colegiata de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, Narciso e Hilario Cuéllar; vivía en una casucha de la madre Matiana, la cual vendía menudo. Y para ayudarse en sus gastos, hacía versos y discursos para colegios y conventos de monjas.

A los tres meses de su ingreso al Seminario ya era capaz de conversar en latín. Se distinguió como un estudiante brillante, lo cual le dio derecho a presentar un acto público. Al sustituir a los maestros ausentes, se ganó un nuevo apodo, el del “Maistro Cleto”.

Al iniciar la revolución en 1910, fundó su primera organización cívica, la cual llamó la Patriae Phalanx. Tenía como finalidad la enseñanza de los derechos a los jóvenes y eventualmente formar una milicia que hiciera frente a los gobiernos tiránicos y a la invasión extranjera. En 1912 fue a la capital del país para presentar al presidente Madero una desgranadora, inventada por un paisano suyo.

En las vacaciones escolares, acompañado de Miguel Gómez Loza –quien fue su inseparable amigo–, se dedicó a la organización del Partido Católico Nacional en la región alteña. En 1913 ambos se presentaron como delegados a la convención de dicho partido.

Sabedor de que no podía renunciar al amor de las mujeres, no aceptó el ofrecimiento de sus superiores del Seminario, quienes le presentaron la oportunidad de realizar estudios eclesiásticos en Roma.

En 1913, a sus 25 años de edad, llegó a Guadalajara para estudiar Derecho en la Escuela Católica de Leyes, posteriormente llamada Libre. Optó por la carrera de la abogacía, para “defender la Patria y la Religión”.

Se instaló con otros seis estudiantes alteños en una humildísima casa de la calle de Santa Mónica, su dueña “se llamaba Gerónima, sus huéspedes le decían doña Giro, y la casa fue en consecuencia la Gironda. El barbarismo agradó. Se advirtió a poco su bello simbolismo, cuando sus habitantes se enfrentaron a la Montaña jacobina”.60

Siempre fue un gran lector, pero tuvo que ganarse la vida como vendedor ambulante de cigarros y chicles, de leguleyo o coyote, pero el agotamiento y el hambre lo postraron enfermo. Ante la legislación anticatólica, renunció a ocupar un empleo municipal. Incluso un político le ofreció un cuantioso sueldo si le servía en su campaña electoral como orador; también rechazó el ofrecimiento, le dijo: “No serviré en una causa que no sea mi ideal”.61

Al decretar el gobierno estatal la invalidez de los estudios realizados en los seminarios, sus grandes esfuerzos de años se vinieron abajo, y se vio obligado a cursar simultáneamente la preparatoria y la carrera de Derecho. En tanto trabajaba de panadero y de maistro albañil; aun en la miseria, auxilió a su hermano Simón ya moribundo y después a su viuda e hija.

Conforme era conocido su talento como maestro, fue contratado en los colegios particulares para que impartiera clases de Historia y Literatura. Así caracteriza Gómez Robledo su estilo magisterial:

Sus alumnos se dieron cuenta desde luego de que algo nuevo había aparecido entre ellos. Tenían ante sí un formador y un amigo. Se llamaba a sí mismo el hermano mayor y tomaba al pupilo no como un simple repetidor de lecciones sino como a un ser a quien hay que preparar totalmente para la lucha por la vida. Corregía con singular energía cualquier síntoma o manía que pudiera traer detrimento a una virilidad plena, acostumbrándolos a hablar fuerte, pisar recio y mirar de frente.62

Para Anacleto: “El Maestro es un arquitecto de espíritus, y necesita ante todo ser una afirmación hirviente, tumultuosa de sangre y de hoguera”.63

Con gran pasión se dedicó a la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, y a la fundación de organizaciones obreras católicas. Ante todo aguijoneó con su oratoria y sus escritos a los jóvenes, decía: “Hay jóvenes, nos hace falta juventud”, a la que definía como un estado espiritual, medido por la esperanza; escribió:

La juventud es el momento de la plasticidad del espíritu y del cuerpo, es decir, es el instante en que cada uno debe encontrar los rasgos definitivos de su propio. Porque nadie nace totalmente hecho ni del espíritu ni del cuerpo, nacemos a medio hacer y todo el trabajo de nuestros días: el que se realiza en los obscuros subterráneos por donde marcha la sangre de nuestras arterias y en la vías profundas de nuestro pensamiento y de nuestra conciencia y el que hacemos sudorosos y jadeantes bajo el sol, desde que amanece hasta que baja la noche, van y deben ir en derechura hacia esta suprema finalidad: acabarnos de hacer.64

De 1914 a 1916, junto con Miguel Gómez Loza, fundó varios círculos de estudios sociológicos, literarios y filosóficos, tales como: el Agustín de la Rosa, el Ozanam, el Aguilar y Marocho y el León XIII. Estos círculos en 1916 constituyeron la base de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (acjm) de la que fue miembro fundador.

El 8 de julio de 1914, Guadalajara fue tomada por las tropas constitucionalistas y tomó posesión como gobernador el general Manuel Macario Diéguez. Entre otras medidas se cerraron los colegios particulares, por lo que Anacleto quedó desempleado y emigró a Pueblo Nuevo, para trabajar en la tienda de su hermano, vendiendo arroz y alpiste. Al ver pasar la columna del villista Delgadillo, se les incorporó como tribuno, secretario y redactor de proclamas. Luego fue fusilado Delgadillo y él se tuvo que ocultar, desencantado de la lucha armada.

A su regreso a Guadalajara reanudó sus estudios, y se dedicó de lleno a organizar en 1916 la acjm. Al promulgarse la Constitución de 1917, el arzobispo Francisco Orozco y Jiménez publicó una carta pastoral, por la cual se giró orden de aprehensión en su contra. Entonces la acjm convocó a la primera manifestación del país contra los revolucionarios, siendo reprimida violentamente por la policía. Anacleto y sus compañeros estuvieron en prisión durante dos semanas, las cuales aprovechó para organizar el catecismo.

El domingo 10 de junio de 1917 salió al público el semanario La Palabra, que Anacleto redactaba, imprimía y distribuía en las casas y en los atrios de los templos, llegaría hasta el número 92, con fecha del 9 de marzo de 1919.

En el verano de 1918 se puso en vigencia el decreto número 1913, por el cual se limitaba el número de sacerdotes y se les exigía el registro gubernamental. Ante lo cual, el vicario general de la Arquidiócesis, Manuel Alvarado, suspendió el culto en los templos, se declaró el luto general y se recurrió por primera vez al boicot contra el gobierno.

El 22 de julio de 1918, la acjm convocó a una multitudinaria manifestación, la cual fue secundada en todo Jalisco. Entonces Anacleto enfrentó al mismo general Diéguez en un duelo oratorio y la manifestación fue disuelta violentamente. El 13 de agosto sus compañeros de la acjm lo condecoraron por su valor y gallardía. Finalmente, el 4 de febrero de 1919, el decreto número 1913 fue derogado, después de ocho meses de suspensión de cultos y de lucha cívica. Ante lo sucedido en Jalisco, no se volvió a intentar reglamentar el artículo 130 constitucional en todo el país, sino hasta 1926.

Las fuerzas reunidas en contra del decreto número 1913 no se dispersaron, sino que a nivel nacional se constituyó la Junta Diocesana de Acción Católico-Social, y se dio una intensa reevangelización.

Al fin, después de tantos sobresaltos e interrupciones, concluyó su carrera de Derecho, que había iniciado en 1913. En la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, en febrero de 1922 presentó su examen de tesis y profesional, ante catorce sinodales, la mayoría le eran hostiles, por sus ideas. Sin embargo, desde entonces –afirma Gómez Robledo–, no se ha vuelto inscribir en sus actas la calificación máxima:

Un viejo maestro, de los que cobran fama entre la gente universitaria por su proverbial avaricia de las notas altas, se dejó vencer en esa vez de la indiscutible competencia del examinado, y concluido el acto, teniendo que proclamar el cómputo como presidente del jurado, y no queriendo confesar abiertamente la traición a su programa de severidad, se concretó a decir apresuradamente: Fue usted aprobado por unanimidad y... todos pusimos cuatro. 65

Sobre ese día de su examen profesional, testimonia José Gregorio Gutiérrez, quien vivía en La Gironda:

Para que se dé cuenta de lo que era el Maistro Cleto, le diré que salió de su examen él solo, como a las siete de la noche, se fue caminando, llegó al Santuario de Guadalupe y dio gracias a la Virgen, luego se pasó a la casa en Santa Mónica 682, yo estaba allí cuando él llegó muerto de gusto, sin presumir la nota, que había alcanzado, pero muy feliz; agarró la guitarra y se puso a tocar y a cantar, luego nos llamó doña Giro a merendar, un vaso de leche y una pieza de pan. Así celebró su brillantísimo examen profesional, Anacleto González Flores.66

Desde entonces se dedicó a ejercer como abogado postulante, aunque básicamente prestó sus servicios a los pobres y en particular para los obreros, litigando la mayoría de las veces de a gratis, e incluso en ocasiones poniendo de su exiguo bolsillo.

A los ocho meses de titulado, al fin se pudo casar con María Concepción Guerrero, con la cual tuvo tres hijos. También ingresó a la Tercera Orden Seglar Franciscana.

Sus libros publicados fueron: Ensayos-discursos (1917); La cuestión religiosa en Jalisco. Estudio filosófico-histórico (1920); Tú serás rey, escrita en 1927, pero publicada hasta 1938; y El plebiscito de los mártires (1930).

Sus artículos se publicaron en el citado semanario La Palabra, en el periódico católico de la Ciudad de México El País, en La Época, El Obrero, en Restauración y en Gladium, ya en plena guerra cristera, y que llegó a alcanzar hasta cien mil ejemplares.

Su obra intelectual es caracterizada por Juan Carlos González Orozco de la siguiente forma:

Toda la obra de Anacleto González Flores está impregnada de combatividad [...] Pero la lucha de la que habla no es la violenta sino un combate en el orden de las ideas, de las mentalidades; lo cual no quiere decir que sea exclusivamente una lucha intelectual, por el contrario, es eminentemente práctica; porque Anacleto no es un apologista, es un cristiano sin complejos, dueño del coraje suficiente para defender metódica e inteligentemente la libertad de la Iglesia en dos niveles: arrebatar a los revolucionarios el argumento de la popularidad de las leyes y destruir la raíz ideológica del laicismo con la educación católica, la instrucción religiosa, la prensa y la palabra.67

En consecuencia, su pensamiento se articula en torno de cuatro grandes ejes:

  1. Cristianismo contra tiranía.
  2. La libertad religiosa como síntesis de todas las libertades civiles.
  3. El maestro de la fortaleza dedica su magisterio especialmente a los jóvenes, para que se alejen de unas vidas intrascendentes, insulsas y mediocres.
  4. El voto pacífico de los mártires o una cruzada pacífica.

Su gran biógrafo y discípulo Antonio Gómez Robledo, por su forma pobre de vivir y su magisterio mayéutico, dirigido especialmente a los jóvenes, lo califica como el “Sócrates tapatío”, lo cual argumenta:

Sócrates y los socratizantes no enseñan nada propiamente porque preparan para todo. La famosa mayéutica socrática es el arte de saber suscitar las capacidades latentes del discípulo, una ayuda al parto espiritual, como de sí mismo afirmaba el hijo de la partera. Como el ateniense ¿no concibió el de Jalisco la creación como un incesante dar a luz, con todos sus espasmos y goces? ¿No desplegaba la ilusión de que cada palabra, cada libro, fuese renovado y transformado en sangre de nuevos e inesperados alumbramientos? Todo lo creado, sobre todo el hombre, se halla en un estado de perpetuo y sangriento alumbramiento. Lleva clavados los garfios implacables de múltiples partos.68

Además, por su decidido rechazo a combatir un régimen militarista con la violencia, fue considerado como el “Gandhi mexicano”. Él se inspiró en las cruzadas civiles de Windhorst y O’Connell, las obras de Kannengiesser y al final descubrió a Gandhi.

El gobernador José Guadalupe Zuno prohibió el 9 de marzo de 1924 las reuniones y confiscó los locales de los sindicatos católicos, de la acjm, de los Caballeros de Colón y de las Damas Católicas. Luego clausuró el Seminario Conciliar, las escuelas parroquiales y limitó el número de iglesias abiertas al culto.

El 2 de enero de 1925 Anacleto organizó el Comité de Defensa Religiosa, integrado por la acjm y la Confederación Nacional Católica del Trabajo, que luego se transformó en la Unión Popular, de la cual escribió sus estatutos y su lema fue “¡Viva Cristo Rey!”. Enseguida lanzó a los jóvenes a propagarla por todo Jalisco, llegó a tener más de cien mil afiliados.

En mayo del citado 1925, el papa Pío XI le otorgó la condecoración La Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.

En 1926 organizó el cuerpo de oradores de la Unión Popular, para difundir el boicot antigobiernista pacífico. Dado que el presidente Plutarco Elías Calles no cedió en suspender la reglamentación del artículo 130 constitucional, los obispos suspendieron el culto a nivel nacional y fue organizada la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa (lndlr), y estalló el conflicto armado.

Anacleto, por convicción propia y por seguir los lineamientos del arzobispo Orozco y Jiménez, se oponía a que la Unión Popular pasara a la lucha armada, lo cual resultó inevitable, y así pasó a la clandestinidad.

De enero a abril de 1927 se organizó el movimiento armado cristero, cuya principal zona de influencia fueron Los Altos de Jalisco.

Para marzo la situación de Anacleto era extremadamente crítica, se tenía que cambiar de casa constantemente, sin poder ver a su familia. El 31 de marzo casi accidentalmente se refugió en la casa de la familia Vargas-González. Ahí escribió su último editorial para el Gladium, en el cual expresó: “hoy debemos darle a Dios fuerte testimonio de que de veras somos católicos. Mañana será tarde, porque mañana se abrirán los labios de los valientes para maldecir a los flojos, cobardes y apáticos”.69

En efecto eran las últimas horas de su vida, pues en la madrugada del 1º de abril de 1927 la policía, al mando del agente secreto Atanasio Jarero, lo tomó prisionero con toda la familia que lo hospedaba; fue conducido con los hermanos Vargas González a la Inspección de Policía y a media mañana fueron llevados al Cuartel Colorado.

En una celda cuartelaria fue desnudado y colgado de los dedos pulgares para azotarlo; la tortura tenía como fin obtener información sobre el escondite del arzobispo Orozco y Jiménez, y de otros clérigos.

Al saber que iba a ser fusilado con los hermanos Jorge y Ramón Vargas González y Luis Padilla, sólo pidió ser el último para confortarlos; perdonó a sus ejecutores y sus últimas palabras fueron: “Por segunda vez oigan las Américas este grito: yo muero pero Dios no muere. ‘¡Viva Cristo Rey!’”.70

A las cuatro de la tarde un camión arrojó los cuatro cadáveres en el patio de la Inspección de Policía. A las siete de la tarde los entregaron a sus familiares; al día siguiente fue inhumado en el Panteón de Mezquitán, acompañado de la multitud.

El 1º de abril de 1947 sus restos mortales fueron colocados en el muro norte del Santuario de Guadalupe de Guadalajara, en la lápida de mármol se inscribió la frase latina: “Verbo, vita et sanguine docuit” (“Enseñó con la palabra, su vida y la sangre”). En su natal Tepatitlán se develó un busto en bronce en el Santuario de Guadalupe, y con motivo del 75 aniversario de su martirio se le dedicó una avenida, en la cual se colocó su estatua. En el año 2005 se dio su nombre a la secundaria del Seminario de Guadalajara; el 2 de marzo de 2007 se develó su estatua en la explanada de la rectoría de la Universidad Autónoma de Guadalajara, tras haberlo nombrado su patrono.

El 28 de julio de 1994, el Comité Diocesano de la acjm le expresó al arzobispo de Guadalajara Juan Sandoval su deseo de constituirse en actor, en la promoción de la causa de canonización de Anacleto González Flores y de siete compañeros laicos mártires. El 15 de octubre del citado año, en el Santuario de Guadalupe, el obispo Adolfo Hernández presidió la apertura del proceso diocesano de beatificación del Siervo de Dios y de sus compañeros; dicho proceso concluyó el 17 de septiembre de 1997.

El 22 de junio de 2004, la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, en presencia del papa Juan Pablo II, promulgó la causa de beatificación de Anacleto González Flores y de otros siete compañeros mártires. El 20 de noviembre de 2005, en una ceremonia multitudinaria, fue beatificado en el Estadio Jalisco junto con otros doce mártires, y su figura presidió el altar mayor de la Catedral de Guadalajara. El 1º de abril de 2006 sus restos mortales fueron colocados en una capilla lateral del Santuario de Guadalupe.

Juicios y testimonios

Antonio Gómez Robledo: “En el fondo, el Maestro fue un incomprendido y un solitario moral. Aunque ídolo del pueblo y señor de multitudes, muy pocos había que comulgaran plenamente con su sobrenatural arrebato, y ésos sin la discreción de su talento. Todos lo amaban y lo oían ávidamente, pero con una secreta ironía por su quijotismo trascendental”.


Alfredo Hernández Quesada: “Quizás el más fecundo orador que ha dado México; el maestro de la juventud por antonomasia, fue un gran amigo de los jóvenes; escritor de unas obras extraordinarias; sus palabras las rubricó con los hechos; confirmó con su sangre, lo que predicaba”.


José Ángel Moreno: “Anacleto González Flores, destacado intelectual, de vasta cultura e inteligencia privilegiada”.

González Luna, Efraín

Nació en Autlán de la Grana, Jalisco, el 18 de octubre de 1898. Fueron sus padres los señores María del Rosario Luna Michel y Mauro Heliodoro González Álvarez.

De 1906 a 1908 cursó su instrucción primaria en su pueblo natal, en el Colegio del Sagrado Corazón de los jesuitas. En 1911 se trasladó con su familia a Guadalajara, y terminó su primaria en el Instituto San José, también dirigido por la Compañía de Jesús; ahí cursó su enseñanza media.

Su adolescencia y su juventud se vio alterada por los acontecimientos de la revolución, y muy particularmente por el activismo católico de la ciudad. Fue miembro de la Congregación Mariana establecida en el Templo de San Felipe Neri. Se relacionó y colaboró con el líder máximo del catolicismo social en Jalisco, Anacleto González Flores, quien lo invitó a integrar el Círculo León XIII y a fundar en 1916 la acjm.

Para entonces ya había ingresado a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, donde cursó sus estudios profesionales. En 1920 presentó su examen de grado y obtuvo su título de abogado.

Durante la presidencia de Plutarco Elías Calles participó en la Liga Nacional de la Libertad Religiosa, la cual era partidaria de resolver el conflicto Iglesia-Estado mediante el uso de las armas. Sin embargo, González Luna siempre se opuso a la guerra, siguiendo los lineamientos de la no violencia como medio de la reivindicación de los derechos del pueblo católico.

En el ámbito profesional ejerció la abogacía en su bufete, destacándose en la asesoría jurídica para la integración de las empresas. Fue el primer bufete de Derecho Corporativo –como hoy se dice– de Guadalajara. Así redactó las escrituras constitutivas del Banco Refaccionario de Jalisco y las bases orgánicas del Banco Industrial de Jalisco –más tarde Banco Internacional–. Con el paso del tiempo, en su cartera de clientes se encontrarían los más importantes empresarios de la ciudad y de la región, lo cual no fue obstáculo para que también atendiera a obreros y a personas sin recursos.

También fue consejero jurídico, tanto de la Iglesia en Guadalajara presidida por el arzobispo José Garibi Rivera, como de algunos gobernadores del estado de Jalisco. Así, por ejemplo, asesoró al licenciado Jesús González Gallo en las reformas a la ley electoral, y llegó a ser considerado “un lujo del foro jalisciense”.

Por sus relaciones con el empresariado local y con el cardenal José Garibi, fue un importante nexo con el gobierno del estado en la elaboración de leyes estatales que implicaban la colaboración de las fuerzas sociales, como fue el caso de la ley que establecieron en 1943 los consejos de colaboración municipal.

Como catedrático universitario impartió Derecho Civil y Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara. Lamentablemente, al asumirse la educación socialista como ideología oficial de la Universidad, el 15 de octubre de 1933, junto con la mayoría de sus compañeros profesores, presentó su renuncia a sus cátedras.

En la nueva Universidad de Occidente –más tarde Universidad Autónoma de Guadalajara– continuó impartiendo clases, pero también de ahí se vio obligado a renunciar por el giro ideológico de la dirigencia universitaria a la extrema derecha. Entonces optó por no volver a dar clases.

Llegó a ser uno de los maestros más estimados y admirados por los estudiantes. Sobre su estilo magisterial, recuerda Guillermo Ruiz Vázquez: “Cuando llegaba al aula traía perfectamente clara y preparada su exposición. Todos escuchábamos atentísimos. Era cada ocasión una magnífica conferencia [...] no se usaba dejar tareas o trabajos: pero en los exámenes era muy exigente”.71

Finalmente, en el área universitaria apoyó y colaboró en la fundación del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey; en la inauguración fue el único orador oficial.

Como intelectual participó en las tertulias dominicales que organizaba su gran amigo el licenciado José Arriola Adame, junto con el canónigo José Ruiz Medrano y los arquitectos Luis Barragán Morfín e Ignacio Díaz-Morales, entre otros. Además asistía a las tertulias de los jueves, en la Librería Font, en las cuales se encontraba con Antonio Gómez Robledo, Alfonso Junco, los jesuitas Mariano Cuevas y José Bravo Ugarte, el licenciado José Guadalupe Zuno72 y Juan Palomar, entre otros.

En 1937 publicó “Jueves Santo”, en la revista Ábside, y “Ulises por el meridiano de Guadalajara”, para el número nueve de la revista Bandera de Provincias; en 1947 dio a conocer su ensayo “Lic. Anacleto González Flores”.

Al igual que José Arriola, era un gran admirador de la cultura francesa, sobre lo que Hugo Gutiérrez Vega escribió:

Su gran amor por Francia y, a través de su conocimiento, se acercó a la historia europea y, especialmente al mundo medieval. Su traducción de La Anunciación de Claudel, supo plasmar la intensa aventura espiritual de los constructores de catedrales. Por otra parte, los escritores como Rolland, Romains, Martin du Gard, Duhamel, Giono, Bermanos y Mauriac, formaron su biblioteca básica. 73

Además de la citada traducción deLa Anunciación de María de Paul Claudel, hizo la versión castellana del “Vía crucis” del mismo autor, estos trabajos los publicó en Bandera de Provincias. También fue un gran admirador y devoto de la santa francesa Teresa de Lisseux.

Como intelectual católico, de septiembre a octubre de 1942 participó en el Congreso Americano de Problemas Sociales de la National Catholic Welfare Conference. En unión a Jacques Maritain, se le encargó la elaboración de las conclusiones. En 1952 escribió su ensayo “Los católicos y la política”, en el cual reflexionaba sobre la errática participación de los católicos mexicanos en política, e indicaba nuevos caminos para superar dicha atrofia histórica.

En 1939, por invitación de Manuel Gómez Morín, participó muy activamente en la fundación del Partido Acción Nacional (pan). Le correspondió fundarlo y organizarlo en Jalisco, fungiendo como su primer presidente estatal.

Con todo el sistema oficial en contra, fue en 1943 candidato a diputado federal por el tercer distrito electoral en Jalisco. Tres años más tarde repitió la misma candidatura, obteniendo una gran votación; sin embargo no se le reconoció su triunfo, al grado que el gobernador Jesús González Gallo, su antiguo discípulo, a manera de disculpa le expresó: “No está bien que un hombre como usted sea diputado. ¿Qué va a ser en una curul, entre todos esos bribones?”.74 Aún así, hizo una brillante defensa de su triunfo en el colegio electoral de la Cámara de Diputados.

En la xª Convención Nacional del pan en 1951, fue elegido como candidato a la presidencia de la república. De diciembre del citado 1951 a julio de 1952 recorrió prácticamente todo el país en una intensa campaña, durante la cual, en sus discursos y sus conferencias, abordó los grandes problemas nacionales: el campo, la justicia social, la situación de la mujer, la cuestión obrera, entre otros. En un editorial el Diario de Yucatán expresaba: “Las plazas públicas estaban candentes de sol y de civismo”.75

Finalmente, los votos según los resultados oficiales se distribuyeron así: Ruiz Cortines, 2’173,419; Henríquez, 579,745; González Luna, 285,555; y Lombardo Toledano, 72,482.76 Ante lo cual González Luna proféticamente expresó:

No hemos sufrido derrotas. Algún día se reconocerá que todas estas campañas, de las que salimos oficialmente con las manos vacías o con resultados pequeños aparentemente, después de esfuerzos tremendos, no fueron derrotas. Fueron cada una de ellas victorias preliminares necesarias, imprescindibles como las premisas de un silogismo fatal, para llegar a la conclusión final del triunfo completo y definitivo.77

Como un nuevo Moisés, no vería la tierra prometida...

Sus múltiples ensayos, conferencias, discursos y artículos fueron compilados y prologados por Pedro Vázquez Cisneros, y publicados en forma póstuma por la Editorial Jus de 1974 a 1977, con el título de Obras de Efraín González Luna, en ocho tomos.

Los títulos son: tomo i. La economía contra el hombre y otros ensayos; tomo ii . El municipio mexicano y otros ensayos; tomo iii. La dignidad del trabajador y otros ensayos; tomo iv. Comedia y realidad de América y otros estudios; tomo v. Conciencia y opinión y otros estudios; tomo vi. Presencia y gravedad de los problemas nacionales y otros estudios; tomo vii. Revolución y espíritu burgués y otros ensayos; y tomo viii. Clases sociales, lucha de clases y otros temas.

Luego se agregaron: tomo ix. La raíz de la anarquía y otros discursos; tomo x. Mecánica de opción y otros discursos; y tomo xi. Voluntad de combate y de victoria y otros escritos.

Recibió los siguientes reconocimientos: en octubre de 1935, el ministro de Educación de la República Francesa lo nombro officier d’Academie; en febrero de 1947, el mismo gobierno francés le otorgó una medalla de plata, en reconocimiento a su traducción al español de La Anunciación… de Paul Claudel; la Santa Sede lo condecoró como caballero de la Orden de San Gregorio Magno; y posteriormente lo nombró observador oficial del Concilio Ecuménico Vaticano Círculo León XIII; y Daniel Cosío Villegas lo invitó a colaborar a la revista de Historia Mexicana, por su gran prestigio intelectual.

Como las ideas fundamentales del pensamiento de González Luna, Gabriel Jiménez Remus enuncia las siguientes:

  1. Su concepción providencial de la historia y de la sociedad. “Su creencia de que en el tiempo se está realizando un orden eterno, fundado en la verdad y en la justicia. El mundo y la historia son pues, para él radicalmente racionales, aunque la razón que los rige no sea la humana sino la divina” [...]
  2. La misión del hombre. “Don Efraín, como toda la tradición cristiana, no puede ver al hombre más que en su relación con Dios, su humanismo es firme y lógico porque es humanismo a lo divino, en palabras de Gallegos Rocaful. La fuerza y la grandeza del hombre le viene de ser intérprete y ministro de Dios, en la misión brillante o modesta que con la misma vida le ha confiado”.
  3. La familia. “Mi esposa y mis hijos son mi fuerza y mi equilibrio, mi centro de gravitación y mis alas, mi tarea y mi premio; sin la familia que tuve [sus padres y hermanos] y la familia que tengo, ni obra ni operario hubiesen sido posibles”.78

Quizá habría que agregar las tesis de la dignidad del hombre, el papel subsidiario del Estado y la técnica de la salvación, entre otras.

Pasó sus últimos días en la dirección del pan en Jalisco, prestando apoyo a las campañas presidenciales de 1958 y 1964; en sus lecturas, en la participación diaria en la misa en la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz, y en la convivencia con su familia y sus amigos.

Falleció el 9 de septiembre de 1964 en Guadalajara. Al saber de su deceso, Manuel Gómez Morín exclamó: “¿Qué voy hacer? Se me murió el cerebro del Partido [Acción Nacional]”.79 E incluso sus adversarios políticos expresaron su pesar; el presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz envió a la familia un telegrama de pésame.

Su funeral fue oficiado en la Catedral Metropolitana y fue inhumado en el Panteón de Mezquitán.

La revista Etcétera le dedicó un número especial, y una calle de Guadalajara lleva su nombre. En 1968, el jesuita José Bravo Ugarte publicó en la Editorial Jus: Efraín González Luna. Abogado, humanista, político, católico. Homenaje a un gran amigo.

Al celebrarse el primer centenario de su nacimiento, el pan, la Universidad de Guadalajara, iteso y univa celebraron el “Seminario internacional del pensamiento de don Efraín González Luna”; se develó su estatua en la avenida México y se dio su nombre a la Casa de la Cultura de su ciudad natal.

Tras ser declarado Benemérito Ilustre del Estado de Jalisco, el 12 de septiembre de 2006 sus restos mortales fueron trasladados a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, donde se colocó su estatua y se develó su nombre en letras doradas en el recinto del salón de Cabildos del Ayuntamiento de Guadalajara.

Juicios y testimonios

Emmanuel Carballo: “Era un hombre alto, macizo, de cutis áspero y pelo escaso, gris. Abogado, hombre de ideas, ensayista y traductor en sus años mozos. Entre los abogados se le veía como uno de los más capaces e íntegros. En la política jalisciense ocupaba un lugar muy especial: era el jefe indiscutido de la oposición derechista moderada y cristiana. Entre su cuerpo de ideas y sus actos cotidianos no existían fisuras ni malos entendidos”.


Adalberto González Morfín: “[Agustín] Yáñez visitaba a mi padre de noche en la casa para hacerle alguna consulta, y cuando llegaba mi madre desde el recibidor llamaba a mi padre diciendo: Efraín aquí está el coyón de Yáñez que viene a verte a la Nicodemo”.


Hugo Gutiérrez Vega: “Tuvo una vida intensa en la que trató de conciliar actividades laborales, aficiones y vocaciones [...] La política para González Luna era una obligación ética y un ejercicio de paciencia heroica; para él lo fundamental eran los principios doctrinarios, mover almas: fue defensor de la tolerancia, en la que es indispensable el funcionamiento de la convivencia social”.


Alfonso Junco: “Varón de una pieza, supo alzar la conducta al nivel de la convicción. Desde la infancia hasta la muerte fue la rectitud en persona. A tal punto que su íntimo amigo José Arriola Adame, pintoresco e hiperbólico, decía que para planchar un traje Efraín no tenía más que ponérselo... Católico integral en el pensamiento y en la vida, patriota hasta la médula del alma […]”.

González Martínez, Enrique

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 13 de abril de 1871. Fueron sus padres el profesor José María González y la señora Feliciana Martínez.

En 1875 se matriculó en la escuela de párvulos de las profesoras Petra y Micaela Rodríguez. En 1877 inició su instrucción primaria en la escuela que dirigía su padre, y de 1878 a 1881 la continuó en la escuela del profesor Martín Souza.

En 1881 ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara para realizar sus estudios preparatorios. En 4º y 5º años obtuvo las calificaciones máximas, por lo que presentó actos públicos de honor, además fue secretario de la Academia Latina de San León Magno, en la cual dio a conocer una composición latina en prosa y algunos poemas en castellano.

Obtuvo en 1885 un premio en el concurso convocado por el periódico The Sun, por la traducción de un poema en inglés titulado “La plegaria de Milton en su ceguera”, y publicó sus primeros poemas en La linterna de Diógenes.

En 1886 dejó el Seminario Conciliar; al respecto escribió: “Salí del Seminario con fama de buen estudiante, constelado el pecho de medallas escolares, con gran acopio de latín y de Filosofía Escolástica y con los suficientes conocimientos científicos para que los estudios de medicina no me tomaran desprevenido [...]”. 80

Tras revalidar sus estudios en el Liceo de Varones, ingresó a la Escuela de Medicina de Guadalajara.

Alternó sus estudios profesionales con su producción poética. Al ingresar como practicante en el Hospital de Belén, confesó que experimentó una sensación de liberación: 81

Aquel recinto de dolor humano me llenaba de alegría; aquel contacto con la muerte me inyectaba plenitud vital, euforia que era para mí, a un tiempo descubrimiento inesperado y goce intenso de vivir, ya mis horas no se llevaban en mi casa con la escrupulosidad de otros tiempos [...] 82

El 7 de abril de 1893 presentó su examen profesional y recibió su título de médico y cirujano, su tesis trató sobre la “Dilatación y división del cuello uterino”. Luego instaló su consultorio en la casa paterna y fue nombrado catedrático adjunto de Fisiología, en la misma Escuela de Medicina de Guadalajara.

En diciembre de 1895 dejó su ciudad natal y se estableció en Sinaloa de Leyva, donde pasó, según decía, sus años más ardorosos y fecundos. En 1898 contrajo matrimonio con Luisa Rojo, con quien tuvo cuatro hijos, en tanto ejerció su profesión en poblaciones rurales y colaboró en varias revistas y periódicos de la Ciudad de México.

En agosto de 1902 envió a la imprenta Retes, de Mazatlán, los originales de su libro Preludios, el cual fue publicado al año siguiente con muy buena acogida. En 1907 publicó en Mocorito su segundo libro, Lirismos, por ese entonces ya se había establecido en el citado pueblo de Mocorito. Y de 1907 a 1909 dirigió la revista Arte.

De 1907 a 1911 fue prefecto político de los distritos de Mocorito, El Fuerte y Mazatlán, y secretario general del gobierno del estado de Sinaloa.

En 1909 publicó en Mocorito su libro Silenter, dedicado a Guadalajara, y en 1911 se editó Los senderos ocultos.

En 1909 fue electo miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. En 1911 viajó a la Ciudad de México, donde fue designado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua e ingresó al Ateneo de la Juventud, el cual presidió en 1912, año en el que publicó la revista Argos.

En 1913 fue subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, en el gabinete presidencial de Victoriano Huerta, sobre lo cual dice Jaime Torres Bodet:

Le ofrecieron (y él aceptó) una subsecretaría: de la que tanto se dolió después, de haber aceptado. ¿Cómo fue posible que un hombre de su jerarquía moral admitiese colaborar con la administración del usurpador? El oscuro Macbeth con charreteras [...] no era tan poderoso, a pesar de su fuerza, como para lograr corromper a un espíritu de la calidad del de González Martínez. Algo, sin duda, cegó al poeta [...]82

En 1914 fue nombrado secretario general del gobierno del estado de Puebla, y se estableció en la Puebla de los Ángeles.

En 1915 regresó a la Ciudad de México, donde fungió como profesor de Lengua y Literatura Castellana y de Literatura General, y como jefe de clases en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Normal de Señoritas, además de ser profesor de Literatura Francesa en la Escuela de Altos Estudios.

También en 1915 publicó La muerte del cisne y sus traducciones de poemas franceses que tituló Jardines de Francia, con prólogo de Pedro Henríquez Ureña.

En 1917 inició su labor de editorialista en El Heraldo de México; dirigió en compañía de Ramón López Velarde y de Efrén Rebolledo la revista Pegaso, y publicó El libro de la fuerza, de la bondad y del ensueño, obra considerada por Jaime Torres Bodet como “la gran producción de su madurez”.83 En 1918 publicó Parábolas y otros poemas, con prólogo de Amado Nervo.

De 1920 a 1922 fue embajador y ministro plenipotenciario de México en la República de Chile, designado por el presidente de la república, Adolfo de la Huerta. Y en 1921 publicó en México Las palabras del viento.

De 1922 a 1924 fue embajador y ministro plenipotenciario en la República de Argentina, donde se relacionó con Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y con el grupo de la revista Nosotros. En 1923 publicó en Argentina su obra El romero alucinado.

Ministro plenipotenciario de México en España y Portugal de 1924 a 1931, le tocó asistir a la abdicación del rey Alfonso XIII, y logró que la representación mexicana en Madrid fuera elevada al rango de embajada.

En España mantuvo estrecha amistad con Juan Ramón Jiménez, Alejandro Lerroux y Gregorio Marañón. En 1925 publicó en Madrid Las señales furtivas, con prólogo de Luis G. Urbina. Al concluir su misión diplomática, el presidente de la República de España, Niceto Alcalá Zamora, le expresó: “Ha alcanzado usted la victoria, sin llevarse el botín”.84

A su regreso a México fue nombrado presidente del Patronato de la Fundación Rafael Dondé, y en 1933 secretario general del Consejo de Administración del Banco Nacional de Crédito Agrícola.

Falleció su esposa en abril de 1935, lo cual le provocó un gran dolor. Ese mismo año publicó Poemas truncos y siguió su producción literaria. En 1937 editó Ausencia y canto (1938) y publicó “El diluvio de fuego” en la revista Ábside, que dirigía Gabriel Méndez Plancarte, y en 1942 publicó Bajo el signo mortal; ese mismo año ingresó al Seminario de Cultura Mexicana.

En 1943 fue miembro fundador del Colegio Nacional; en 1944 recibió el Premio de Literatura “Manuel Ávila Camacho” y se publicaron sus Poesías completas. Además dio a conocer el primer volumen de sus memorias, que tituló El hombre del búho. El misterio de una vocación, esta obra vino a acabar con la opinión que se tenía de González Martínez –afirmaba Xavier Villaurrutia–, de que tal vez la única intervención quirúrgica que había practicado había sido “torcerle el cuello al cisne”. Sus memorias lo muestran fiel a su doble vocación de médico y poeta.

En 1945 publicó Segundo despertar y otros poemas, en 1948 Villano al viento, en 1949 Babel, y en ese mismo año fue electo presidente de la comisión organizadora del Congreso Continental Americano de la Paz.

En 1951 apareció el segundo tomo de sus memorias, titulado La apacible locura, y al celebrar su octogésimo aniversario de vida, el Colegio Nacional publicó en su honor el libro La obra de Enrique González Martínez, y en 1952 publicó El nuevo Narciso.

Algunas de las asociaciones culturales a las que perteneció fueron: el Liceo Altamirano, la Academia Colombiana de la Lengua, la Academia de Literatura de La Habana, el Consejo Consultivo del Gobierno Mexicano ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco); el Ateneo de Santiago de Chile, de la Universidad de la Plata, la Academia de Ciencias y Artes de Cádiz, la Hispanic Society; y fue presidente del pen Club de México. Además se le mencionó en repetidas ocasiones como candidato al Premio Nobel de Literatura.

Su obra bibliográfica en la enumeración de José Luis Martínez abarcaba hasta 1951 veinte obras de poesía, siete antologías de su obra poética, dos colecciones de su obra poética, un ensayo titulado “Algunos aspectos de la lírica mexicana”, que fue publicada en Argentina en 1922; dos tomos de su autobiografía, dos libros de traducciones, una antología, quince prólogos, además de conferencias, discursos, cuentos y artículos de crítica literaria.

Falleció en la Ciudad de México el 19 de febrero de 1952. Fue inhumado en la Rotonda de los Mexicanos Ilustres, del Panteón Civil de Dolores.

En Guadalajara, al cumplirse el primer centenario de su nacimiento, se le dio su nombre a la antigua calle de Parroquia, donde había nacido; y se develó una estatua en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.

Juicios y testimonios

Guillermo García Oropeza: “En la Rotonda [de los Jaliscienses Ilustres de Guadalajara], la poesía es Enrique González Martínez. Esa poesía que en Jalisco es el socio mayoritario de nuestra creación, porque nuestros poetas son legión [...] González Martínez es, simplemente, nuestro clásico”.


Amado Nervo: “En México ha habido siempre grandes poetas, y no incurriré yo en la doctrinal atrocidad de definir quién es el más grande [...] Pero sí confesaré que de todos los poetas modernos de mi patria, el que me cautiva por excelencia, es Enrique González Martínez”.


Alfonso Reyes: “Hemos perdido a uno de los hombres más extraordinarios y a uno de los poetas más altos de nuestra América [...] El soneto de González Martínez –que, en la simbología poética, opone con verdadera fortuna el búho al cisne, ya que en modo alguno significa la menor objeción a [Rubén Darío] para quien el cisne fue siempre más una forma hermosa que un símbolo–, representa entonces, en nuestro país, y pronto más allá de nuestras fronteras, la llamada oportuna, la voz de alarma, la invitación a una poesía de sobriedad y castidad mayores, y más orientada hacia la dimensión subjetiva”.


Jaime Torres Bodet: “Enrique González Martínez ocupa, junto a Antonio Machado, un lugar muy característico entre los poetas de lengua española que dominaron el primer tercio del siglo xx [...] Ambos sintieron la necesidad de ahondar en la hermosa apariencia del modernismo. Y ambos supieron no detenerse en la superficie de la belleza

Gutiérrez Gutiérrez, José Gregorio

Nació en el rancho de la Media Hanega, en el municipio de Jalostotitlán, Jalisco, el 27 de mayo de 1902. Fueron sus padres los señores María Gutiérrez Gutiérrez –quien murió en el parto mismo de José Gregorio– y Dionisio Gutiérrez Barba, modesto agricultor, quien con el paso de los años apoyó la Cristiada.

Sobre su infancia escribió:

Había contraído mi padre, tiempo adelante, segundas nupcias y en aquel rincón inolvidable y entrañable [el rancho de la Media Hanega], bajo la protección de mi padre, vi transcurrir los primeros quince años de mi vida alternando los estudios primarios con los trabajos del campo. Allí vivían, en la época a que me refiero, mi padre, mi segunda madre y mis hermanos que con apego, empeño y laboriosidad cuidaban la tierra y la hacían producir y prosperar. 85:

Alternaba estancias en el rancho y en Jalostotitlán, donde estudió la primaria en la escuela parroquial que conducía el profesor José Guadalupe Tostado; tuvo que repetir el 4º año en cuatro ocasiones, porque no había más grados superiores, así es que mejor se hizo del arado y trabajó con su padre hasta 1916.

A principios de 1917, su primo, el licenciado Jorge Padilla Gutiérrez, y el padre de éste, don Cirilo, logaron que su padre lo dejara ir a estudiar a Guadalajara, lo cual narra así: “[...] A su tiempo se presentaron mi tío y mi primo, para ver si ya estaba yo preparado para irme a estudiar; ante la negativa de mi padre, mi tío Cirilo se le pegó como una garrapata para convencerlo, logrando que me diera su permiso. Y tomamos el camino [...]”. 86

En Guadalajara se instaló en la casa conocida como La Gironda –ubicada en Santa Mónica núm. 282–, recomendado por su primo Jorge Padilla, que era girondino. Ahí convivió con Anacleto González Flores y con Miguel Gómez Loza, entre otros.

En el Colegio Morelos cursó el quinto año de primaria, donde tuvo de compañero a un hermano del futuro general Lázaro Cárdenas. Al presentar un examen extraordinario, pudo pasar a la preparatoria López Cotilla, que dirigía Paz Camacho y cuyos estudios revalidó en la Escuela Preparatoria de Jalisco.

Sobre las fechas de sus estudios preparatorios y profesionales hay que hacer algunas aproximaciones. Si llegó a Guadalajara en 1917, ese año y hasta junio de 1918, cursó el 5º año de primaria, ingresando directamente a la preparatoria, dado que por el examen extraordinario acreditó el 6º grado. En 1920 entró en vigor un nuevo plan de estudios, que determinaba que la enseñanza preparatoria fuera de cuatro años, así es que debió ingresar a la Escuela de Medicina de Guadalajara en 1922, ahí estuvo tres años, por lo que en 1925 fue uno de los estudiantes que participaron en la reinauguración de la Universidad de Guadalajara, y hacia 1926 suspendió sus estudios para tomar las armas.

A la par que realizaba sus estudios fue un activista de los movimientos católicos de la época; sobre las acciones en La Gironda escribió: “El grupo de La Gironda, era de acción y de combate, nuestras inquietudes eran muchas, tanto religiosas, como sociales, las que iban desde [dar] doctrina a los niños del barrio a conferencias de acción social y formación de sindicatos”. 87

Participó en la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, en el centro de estudios Luis Windthorst, en la Unión Popular, en el boicot contra las leyes anticatólicas y en la Unión de Católicos Mexicanos, que se conocía como la “U”.

Ante el fracaso de los medios pacíficos para lograr la abrogación de la Ley Calles –reglamentaria del artículo 130 constitucional–, por presiones de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, la Unión Popular pasó a la lucha armada, por lo que José Gutiérrez fue a buscar a su padre para pedirle la bendición, quien le dijo:

Como tú veo con toda claridad la situación actual de Méjico y comprendo también la obligación que nos viene a todos los católicos de servir a esta causa que lucha por la libertad, y me siento orgulloso de que voluntariamente hayas tú el lugar que te corresponde. Cuenta con mi permiso, recibe mi bendición y que Dios te ilumine para que sirvas lealmente a nuestra causa y te libre de todos los peligros. 88

Empezó a llevar pertrechos de guerra a los ejércitos cristeros, para luego alistarse; le apodaban “el Médico”. Recibió los siguientes nombramientos castrenses: mayor el 15 de diciembre de 1927; teniente coronel el 2 de junio de 1928; luego fue coronel y jefe del estado mayor del general Jesús Degollado Guízar, jefe de la División del Sur. Al ascender el general Degollado a la jefatura máxima de la Guardia Nacional Cristera, lo nombró jefe de la División de Occidente con el rango de general brigadier el 8 de junio del mismo 1929, dado que –dice su nombramiento–: “Conoce [usted] el perímetro de la División, a los jefes de la zona, las mañas del enemigo y la forma de defenderlo y atacarlo”. 89

El anterior documento nos da una idea de la cantidad de acciones militares en las que participó; además pasó por grandes peripecias para conseguir pertrechos de guerra, por lo que tuvo que viajar hasta Laredo, Texas. Fue capturado en Guadalajara, y estuvo a punto de ser fusilado en el Panteón de Mezquitán, pero por dos mil pesos oro, que habían pagado como rescate los seguidores del movimiento cristero, el inspector de policía de la ciudad lo dejó huir.

Al celebrarse losArreglos entre la Iglesia y Estado, sin tomar en cuenta a los militares cristeros, el culto católico se reanudó el 29 de junio de 1929. Entonces con fecha del 5 de julio, lanzó un manifiesto, en el que expresaba:

Soldado de la Guardia Nacional: estamos viviendo instantes de suprema angustia; minutos en que se rifan los destinos de la Iglesia, de la Patria y de todos nosotros los que en comunidad de ideas hemos luchado, en los campos y en las ciudades, por Dios, por la Patria y por la libertad [...] Esperemos la última palabra que ha de venir de nuestros jefes. Conservemos la unidad hasta el fin. Si el Conflicto Religioso se resuelve con el licenciamiento de la Guardia Nacional, así lo haremos, sin quebrantar la disciplina, pero eso sí, lo sabrá todo el mundo que no fuimos vencidos. 90

Seis días después, recibió del general Jesús Degollado la orden de reconcentrar las tropas y del alto al fuego. Luego vinieron los días de prueba y amargura –como él mismo los calificó–, hasta llegar al licenciamiento de las tropas.

El 27 de julio en Tapalpa entregó las armas al ejército federal, y recibió su salvoconducto, trasladándose con grandes dificultades a Guadalajara. Tuvo que tomar muchas precauciones para no ser ejecutado a traición, como lo fueron muchos de los antiguos cristeros en los meses subsiguientes al licenciamiento de las tropas.

Siguió su vida privada con gran discreción; se trasladó a la Ciudad de México, donde intentó concluir la licenciatura de Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero su situación económica no se lo permitió.

No fue sino hasta 1935 cuando pudo regresar a Guadalajara para terminar sus estudios profesionales en la Universidad Autónoma de Guadalajara, y se tituló de médico cirujano. Luego hizo la especialidad en Ginecología y Obstetricia.

Hacia 1939 pasó a residir nuevamente a la Ciudad de México, donde ejerció su profesión en su consultorio privado, y como médico del Instituto Mexicano del Seguro Social, y continuó viviendo en forma muy austera.

Por esos años, con gran esfuerzo y sacrificio, reunió la cantidad total que se había pagado como rescate cuando iba a ser fusilado en Guadalajara, así que buscó a sus bienhechores y les pagó, sin que nadie se lo pidiera.

Escribió sus memorias militares, las cuales con grandes dificultades logró publicar en una primera edición muy modesta, las tituló Recuerdos de la Gesta Cristera, en tres tomos. El primero apareció en 1972, el segundo en 1975 y el tercero en 1979. Por la veracidad histórica, la emotividad y la sinceridad que puso en su crónica, se le considera El Bernal Díaz del Castillo de la Cristiada.

Ante la supuesta Constitución de los cristeros, que Vicente Lombardo Toledano publicó en 1963, lo refutó con su escrito “Los cristeros no dejamos ni juramos ninguna constitución”.

En calidad de jefe vitalicio presidió la Guardia Nacional Cristera, siendo el último general cristero. Impulsó con gran entusiasmo la fundación del Museo Cristero, que se estableció por iniciativa de Alfredo Hernández Quesada en Encarnación de Díaz, Jalisco, y que en 2003 pasó a la ciudad de Aguascalientes.

En 1973, el Consejo 4910 de los Caballeros de Colón de Nuestra Señora de la Asunción de Jalostotitlán le entregó un reconocimiento y colaboró con él en la tercera reimpresión de sus memorias.

Falleció el 12 de enero de 1995 en la Ciudad de México, a los 93 años de edad.

Huerta Gutiérrez, Ezequiel

El 7 de enero de 1876 nació en Magdalena, Jalisco. Fueron sus padres Florencia Gutiérrez Oliva e Isaac Huerta Thomé, comerciante de minerales.

En la escuela parroquial de su pueblo natal cursó la primaria y formó parte del coro parroquial. Luego vino a radicar a Guadalajara para matricularse en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco, donde estudió la preparatoria durante cinco ciclos lectivos.

Sin embargo no realizó estudios profesionales, sino que recibió clases particulares de música, composición y solfeo. Entre sus profesores se encontraba un italiano de nombre Polanco, con quien aprendió las partes principales de las óperas clásicas del bel canto, y así “[…] sus maestros educaron y fomentaron esa voz de tenor que indiscutiblemente fue la mejor que haya pasado por el Liceo de Varones”.91

Se dedicó principalmente a la ejecución de obras de música sacra, tocaba el órgano, el armonio y el piano. Además integró un coro con cuarenta voces blancas, que participaba en las funciones religiosas de los templos de Guadalajara. También se integró al coro de la Catedral Metropolitana.

Casado con María Eugenia García, a la que amó entrañablemente, le dedicó sus canciones más bellas; con ella procreó diez hijos.

Dado su carácter de auténtico artista y generoso por naturaleza, muchas veces le daba pena cobrar por sus servicios de cantor. Por lo que sus dos hermanos sacerdotes –José Refugio y Eduardo–, con el fin de que completara el gasto familiar, le conseguían contratos por sus servicios artísticos en los templos de la ciudad. Así fue organista y cantor de los templos de las Capuchinas y de Santa Teresa, donde sufrió un atentado. Y también daba clases particulares de solfeo, piano y canto.

En una ocasión, una compañía de ópera italiana llegó a Guadalajara para presentar varias funciones de una obra de Verdi, pero el tenor principal quedó afónico, por lo que se le buscó sustituto, encontrándolo en Ezequiel, quien hizo una gran actuación como tenor dramático –por la tesitura que alcanzó su voz–, por lo que el empresario Pietro Villaestela de Milán le ofreció un ventajoso contrato y residencia en Italia, a lo que él se negó, argumentado que su voz sólo era para Dios y no para los aplausos del teatro.

El 2 de diciembre de 1923 tomó el hábito de la Tercera Orden Franciscana, y el 25 de febrero de 1925 fue admitido como profeso.

El 31 de julio de 1926 se suspendió el culto católico en todos los templos del país, por lo que Ezequiel prácticamente se quedó sin trabajo, aún así se convirtió en el custodio del Templo de San Felipe Neri.

Sus dos hijos mayores, Manuel y José de Jesús, participaban activamente en la Unión Popular que dirigía Anacleto González Flores –con quien tenía una gran amistad–, luego tomaron las armas como cristeros. Su esposa María Eugenia también favorecía abiertamente la causa de la defensa de la Iglesia. Sumado el hecho de que tenía dos hermanos sacerdotes, no era muy difícil prever lo que vendría después para él.

La noche del 1º de abril de 1927 fue a velar los restos mortales de su amigo Anacleto González Flores. Y dado que el sepelio del Maistro Cleto resultó apoteótico, el general Jesús Ferreira, jefe de operaciones militares de Jalisco, buscó “chivos expiatorios” para justificarse ante sus superiores.

Así, al día siguiente –2 de abril–, en compañía de los jóvenes Juan Bernal y Calderas, se puso a hacer unos arreglos musicales a un himno de la Cristiada. Fue cuando de improviso se presentaron varios agentes secretos para allanar violentamente su casa y detenerlos a los tres, para posteriormente conducirlos al cuartel militar que se encontraba en la calle de Escorza.

En el cuartel el sargento Felipe Vázquez interrogó a Ezequiel sobre el paradero de sus hijos cristeros y sus hermanos sacerdotes, él no les dijo nada y de inmediato fue golpeado, por lo que le corrió la sangre por el rostro. Al respecto escribe Tiberio Munari:

–Si a tu hermano Salvador lo colgamos de los pulgares, a ti, si no hablas, te colgaremos de las patas –gritó furioso el sargento.

Por toda respuesta, Ezequiel empezó a cantar con todas las fuerzas de su alma: –¡Que viva mi Cristo, que viva mi Rey!

Otra embestida de golpes y patadas interrumpieron su canto y Ezequiel no supo más; dos hombres lo llevaron al calabozo.92

En la madrugada del domingo 3 de abril del citado 1927, junto con su hermano Salvador, fue conducido al Panteón de Mezquitán, donde fue fusilado mientras cantaba “¡Que viva mi Cristo, que viva mi Rey!”. Luego seguiría su hermano, quien al pasar frente a su cadáver le dijo: “Ezequiel te admiro y me descubro ante ti hermano, porque ya eres un nuevo mártir de Cristo”.93

Los cuerpos de los hermanos Huerta fueron arrojados a una fosa común, porque sus familiares no habían logrado reunir la fuerte cantidad de seis mil pesos que pedía el general Ferreira como rescate.

Años más tarde los restos fueron reinhumados en la cripta familiar del mismo Panteón de Mezquitán, luego pasaron al presbiterio de la Parroquia de Jesús. El 20 de noviembre de 1980 se trasladaron a la capilla del Seminario de los Misioneros Xaverianos, en Arandas, Jalisco, y finalmente en 2005 fueron colocados en uno de los altares laterales de la Parroquia de Jesús.

En 1994 se inició en Guadalajara el proceso de su beatificación, el cual se clausuró a nivel diocesano en 1997, por lo que se envió a Roma para su continuación. El 22 de junio de 2004 el papa Juan Pablo II decretó su beatificación. El 20 de noviembre de 2005 fue la solemne ceremonia de beatificación en el Estadio Jalisco.

El 3 de noviembre de 2012 se inauguró el Primer Festival de Órgano Beato Ezequiel Huerta Gutiérrez en el Templo de Santa Teresa de Jesús de Guadalajara, y se develó un retrato al óleo con su figura.

Juicios y testimonios

María Guadalupe Alatorre Huerta: “Era un hombre sencillo y humilde; y sabía que el cantor de Iglesia es el intérprete y no debe ser la estrella o el artista que hace gala de sus facultades vocales o de su depurada técnica”.


Carmen Huerta García: “Mi padre era un hombre hogareño y muy cariñoso con todos nosotros. Cuando volvía a casa, corríamos llenos de alegría a encontrarlo gritando: ‘Papá, papá, ya vino papá’, y él feliz, nos abrazaba a todos, diciéndonos: ‘Les traje esto y esto’, porque siempre llegaba con algo, por pequeño que fuera, para su esposa y sus hijos. Su mayor disgusto era encontrarnos en la calle. Teníamos una casa muy grande y él nos había procurado una gran diversidad de juegos para que estuviéramos ocupados después de nuestras tareas, y no fuéramos a la calle. Aunque fuera muy amoroso con sus hijos, no pasaba por alto nada cuando cometíamos alguna falta o no cumplíamos con nuestro deber”.


Jorge Huerta Wilde: “Salvador y Ezequiel fueron hombres de nuestros tiempos, con apenas ochenta y dos años entre su vida y la nuestra. Buscaron la forma de ganarse el pan cotidiano, Ezequiel como cantor, Salvador como mecánico automotriz. Ellos también tuvieron que prepararse. También tuvieron la escala escolar del uno al diez y no siempre fueron de los excelentes. Simplemente hicieron lo que tenían que hacer, a su alcance, a su nivel, a sus posibilidades. Su característica fue la sencillez. Ellos nunca presentaron las hazañas de los grandes hombres de la historia de antaño, ni las epopeyas de los hombres ilustres, ni las agigantadas y deformadas historias de los hombres que se han levantado a gobernar países”

López Portillo y Rojas, José

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 26 de mayo de 1850. Fueron sus padres el licenciado Jesús López Portillo y Serrano y la señora María Rojas.

En el Seminario Conciliar de San José estudió Latín y Filosofía. Luego ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, donde en 1871 obtuvo su título de abogado.

Al concluir sus estudios profesionales viajó durante tres años a Estados Unidos, Europa y Medio Oriente, y a su regreso en 1874 publicó su primer trabajo bibliográfico titulado Egipto y Palestina, apuntes de viaje.

De 1875 a 1877 fue diputado federal por Jalisco, por lo que residió en la Ciudad de México, pero tras la caída del presidente Sebastián Lerdo de Tejada –de quien era partidario– regresó a su ciudad natal. De 1880 a 1882 nuevamente fue diputado federal, y al término de este periodo fue nombrado senador de la república.

Al concluir sus trabajos legislativos en la capital del país regresó a Guadalajara, donde fue magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco, así como diputado al Congreso del Estado para el periodo 1885-1887, e integró las comisiones de Hacienda, de Justicia, de Instrucción Pública y de Puntos Constitucionales.

A principios de 1886, junto con Esther Tapia y Manuel Álvarez del Castillo fundó la revista La República Literaria, la cual circuló cada quince días de marzo de 1886 a marzo de 1890.

Impartió las cátedras de Economía Política, Derecho Mercantil y Derecho Penal en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara,

En 1892 publicó Armonías fugitivas, su único libro de poesía. Y ese mismo año se afilió al Partido Científico y fue electo diputado federal por el estado de Nuevo León, por lo que nuevamente se estableció en la Ciudad de México.

En 1898 publicó La parcela, su novela mejor valorada, por lo que se considera que

es el teórico de la generación realista, el heredero de [Ignacio Manuel] Altamirano en lo que se refiere a qué debe ser la novela, el nacionalismo literario. Su renombre se sustenta en una de sus novelas, La parcela. En ella, el autor recrea, situándola en suelo mexicano una difundida historia de amor: la de Romeo y Julieta, Gonzalo y Ramona, los protagonistas, se quieren, pero el padre de ella impide la boda por razones económicas y de orgullo: sostiene pleito por la posesión de un terreno, el monte Los Pericos, con el padre de Gonzalo, don Pedro Ruiz, hombre bueno y justo. En las páginas finales la querella se resuelve (don Pedro es magnánimo y sabe perdonar) y los jóvenes se unen en sagrado matrimonio.94

Se mostró partidario del movimiento reyista. En 1909 publicó en La República un artículo titulado “Un gran mexicano”, donde sugirió la candidatura presidencial del general Bernardo Reyes y fue electo vicepresidente del Club Reyista. Ante esto los porfiristas lo acusaron de malversación de fondos, y fue a la cárcel por seis meses. Luego se le rehabilitó y fue nombrado subsecretario de Instrucción Pública, durante el interinato del presidente Francisco León de la Barra.

En 1909 publicó su segunda novela, Los precursores, y en 1910 sus Ensayos económicos.

El 23 de octubre de 1912 tomó posesión como gobernador constitucional del estado de Jalisco. Había triunfado en las elecciones con el apoyo del Partido Católico Nacional. Desempeñó su mandato hasta el 10 de febrero de 1914, fecha en que fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores.

Por lealtad, informó al general Victoriano Huerta de las insinuaciones que le hizo el embajador de Estados Unidos Henry Lane Wilson, para que se ocupara de la presidencia de México. Ante lo cual Huerta lo destituyó y lo aprehendió, por lo que se vio obligado a huir.

Al triunfo del constitucionalismo, continuó en la clandestinidad, hasta que en 1816 el general Pablo González le dio la amnistía.

Retirado de toda actividad política, en 1919 publicó su tercera novela titulada Fuertes y débiles. También perteneció a la Academia Mexicana de la Lengua, de la cual fue secretario perpetuo y presidente.

Otras de sus obras publicadas fueron: Un héroe (1882); Seis leyendas (1883); El amor del cielo (1884); Carne de cañón (1884); La novela (1906); El monoteísmo de los hebreos (1907); La raza indígena (1908); La doctrina Monroe (1912); Enrique VIII de Inglaterra (1921); Elevación y caída de Porfirio Díaz (1921); Aztecas y espartanos (1921).

En 1891 prestó un gran servicio a la historiografía regional jalisciense, al publicar el Libro segundo de la Crónica Miscelánea de la Sancta Provincia de Xalisco, de fray Antonio Tello.

Sus ensayos y artículos aparecieron en revistas y periódicos de la Ciudad de México y de Guadalajara, tales como:Civilización, El Eco Social, Las Clases Productoras, La República Literaria, Flor de Lis, El Domingo, El Mundo Ilustrado, El Tiempo Ilustrado, Revista Moderna, Memorias de la Academia Mexicana, Letras para todos, Cosmos, Álbum salón, América Española, Memorias y revistas de la Sociedad Antonio Alzate.

Falleció en la Ciudad de México el 22 de mayo de 1923.

Juicios y testimonios

Emmanuel Carballo: “López Portillo fue el teórico de su generación, el heredero de [Ignacio Manuel] Altamirano en lo que se refiere a qué debe de ser la novela, a la tendencia nacionalista. Sus ensayos sobre esta ‘epopeya destronada’ además de fijar, bien o mal, el valor ajeno, fijan el propio. Define y enumera, describe y analiza qué es la novela, qué persigue el novelista. Su bondad desbordante (como la de Altamirano) le impidió ser todo lo severo que debía para juzgar a los novelistas nacionales. En particular, hace caso omiso de sus fallas y amplifica sus aciertos”.


Enrique González Martínez: “Hombre de trato exquisito y de bondadoso corazón, se hacía querer de cuantos los trataban. En su labor literaria, muy variada y muy distinguida, logró una obra maestra, La parcela, que es, con las de Delgado y de Rabasa una de las mejores novelas de aquel tiempo […] Generoso y sin envidia, no hubo escritor joven jalisciense a quien no haya estimulado con sus alabanzas y sus consejos. De mucho sé que recibieron de él ayuda eficaz y apoyo material decisivo”.

Machorro y Narváez, Paulino

Nació en Durango, capital del estado del mismo nombre, el 14 de septiembre de 1877. Fueron sus padres los señores Guadalupe H. de Narváez y Paulino Z. Machorro.

Se trasladó a Guadalajara para realizar sus estudios preparatorios en el Seminario Conciliar, que luego revalidó en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco.

En la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara hizo sus estudios profesionales, y el 25 de mayo de 1901 recibió su título de abogado.

Fue agente del Ministerio Público en Teocaltiche, Jalisco, y juez en la ciudad de Aguascalientes, donde en unión con otros compañeros fundó la Revista del Centro.

En 1906 regresó a Guadalajara, y ejerció la abogacía. Al triunfo de la revolución en su etapa maderista, postulado por el Partido Liberal, fue electo regidor del Ayuntamiento de la capital jalisciense.

Durante 1914 destacó como orador revolucionario y organizó la Liga de Amigos del Pueblo, cuya finalidad era apoyar el movimiento constitucionalista que presidía en Jalisco el general Manuel Macario Diéguez. Fue editor del Boletín Militar y colaboró en Jalisco Libre, y en sus artículos se mostró a favor del reparto agrario.

Al ser destituido por la Convención de Aguascalientes el primer jefe Venustiano Carranza, lo acompañó a Veracruz. En 1915 fue nombrado procurador general de Justicia del Distrito Federal y de los Territorios federales.

En 1916, por el décimo distrito de Jalisco con cabecera en San Gabriel, fue electo diputado al Congreso Constituyente, celebrado en Querétaro. Fue miembro de la segunda Comisión Constitucional y de la Segunda de Reformas. Participó muy activamente en los debates con prolongados discursos y se opuso a la existencia de un jurado especial para periodistas; presentó un voto particular a los artículos constitucionales 90 y 92, estableciendo que las secretarías de Estado y los departamentos administrativos, deberían regirse por una ley reglamentaria; y se opuso a la elección popular de los magistrados porque

el pueblo –argumentaba– no puede obrar como un sinodal que va a examinar; obra principalmente por la impresión; es llevado en las asambleas por los oradores, y los oradores hablan generalmente al sentimiento [...] El magistrado resultará entonces el representante del interés y no del órgano de la Justicia.95

Tras la promulgación de la Constitución, de 1917 a 1920 fue oficial mayor de la Secretaría de Gobernación; y de 1924 a 1928 fue funcionario de la Secretaría de Hacienda. De 1928 a 1934 fue ministro de la Suprema Corte de Justicia. Y por esos años impartió la cátedra de Derecho Constitucional en la Escuela de Jurisprudencia de la unam.

En 1938 publicó su libro Don Francisco Severo Maldonado. Un pensador jalisciense del primer tercio del siglo xix. Otras de sus obras fueron: Curso completo de educación cívica nacional, Derecho Constitucional, Derecho Penal Especial, La Constitución de 1857 y su autobiografía, que tituló El Foro de Guadalajara.

En 1940 fue electo presidente de la Barra Mexicana de Abogados. El 5 de junio de 1953 recibió la medalla del iv Centenario de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. El 18 de noviembre de 1954, por el decreto número 7051, el Congreso del Estado de Jalisco le otorgó la condecoración Ignacio L. Vallarta. Y el 25 de noviembre de ese mismo 1954, el presidente de la república, Adolfo Ruiz Cortines, le entregó la medalla de la Legión de Honor Judicial.

Falleció en la Ciudad de México el 11 de marzo de 1957.

Juicios y testimonios

Juan de Dios Bojórquez: “El erudito abogado jalisciense”.
Anacleto González Flores: “La humanidad para ellos [los revolucionarios] es una masa de guarismos en que cada hombre vale, no por su significado personal sino porque es una unidad, porque es uno [...] Para ellos valen lo mismo Solón y Paulino Machorro, Platón y el senador Monzón. El número es tan ciego como las arenas del desierto”.

Martínez Sotomayor Hernández, José

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 25 de enero de 1895. Fueron sus padres la señora Elena Hernández Rentería y el abogado José María Martínez Sotomayor Robles.

La primaria la cursó en la Escuela anexa a la Normal de Profesores. De 1905 a 1910 hizo sus estudios de bachillerato en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco y fue miembro del Centro Bohemio.

En 1910 ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, donde realizó sus estudios profesionales, y se tituló de abogado en 1915.

En cuanto concluyó sus estudios profesionales se estableció en la Ciudad de México; él mismo explicó así la decisión de dejar su tierra natal:

La atracción que ejercen las grandes ciudades es un fenómeno universal. La gran ciudad, además de ser una aventura, ofrece múltiples posibilidades para quienes tienen un espíritu firme de empresa y lucha, pues los complejos y variados factores humanos y materiales que en su conjunción integran el ambiente de una metrópoli, permiten virtualmente la adaptación y el acomodo a las específicas capacidades de quienes se agregan a su censo. La ciudad de México atrae por los motivos indicados. 96

En la capital del país, en calidad de estudiante oyente, asistió a las cátedras de Antonio Caso en la Universidad Nacional de México. Más tarde organizó y presidió la Unión Mexicana de Trabajadores Intelectuales, la cual apoyó la candidatura presidencial de Plutarco Elías Calles.

Pero ante todo, con el fin de abrirse a las corrientes vanguardistas de la literatura europea, participó en el grupo literario “Los Contemporáneos”, al cual pertenecían José Gorostiza, Jaime Torres Bodet y Xavier Villaurrutia, entre otros.

En 1930 publicó su primera novela, la cual tituló La rueca de aire, la cual

impresionó a la crítica con recursos literarios muy novedosos […] Lo que hereda el autor del modernismo es el lenguaje pulcro y la veneración por el arte puro que evade la realidad. Esta primera obra es considerada por la crítica como un libro que señala nuevas perspectivas a la novela mexicana. 97

En España la novela fue muy elogiada por Ramón Gómez de la Serna y lo mismo hicieron en México Rubén Salazar Mallén y José Gorostiza. Con anterioridad, Martínez Sotomayor había publicado avances de su novela en las revistas Los Contemporáneos del Distrito Federal y Bandera de Provincias de Guadalajara.

Enseguida publicó sus obras Lentitud –cuentos– (1933); Locura –cuentos– (1939); El reino azul –novela– (1952); El puente –cuentos– (1957); El semáforo –cuentos– (1963); y La mina –novela– (1968).

Algunos críticos consideraron que alcanzó su punto culminante de creación literaria con su libro de cuentos Locura, sobre todo en “El timbalero”, donde

su estilo alcanza un virtuosismo impresionante; el tema que une a todos los cuentos es el desequilibrio mental. No sabemos con seguridad dónde se encuentra la raíz del refinamiento psicológico de sus textos, pero es obvio que hay una relación con las nuevas corrientes psicológicas que surgen, sobre todo en Viena, a principios de nuestro siglo [xx…] 98

Otras de sus obras fueron: Perfil y acento de Guadalajara (1970); Doña Perfecta Longines y otros cuentos (1973); y Trama de vientos. Cuentos y relatos completos (1987), en dos volúmenes, editados en forma póstuma y que reúnen su producción literaria.

Fue colaborador de las revistas Universidad de México, Letras de México, El Hijo Pródigo, América, Ariel y Estaciones, en las cuales se hayan dispersos algunos de sus textos literarios.

El 25 de octubre de 1974 ingresó como académico de número de la Academia Mexicana de la Lengua y tomó posesión como tal el 23 de enero de 1976, su discurso de ingreso versó sobre el poeta colombiano, radicado en México, Porfirio Barba Jacob.

A la par de sus actividades de producción literaria fundó y fue presidente de la Asociación Mexicana de Escritores y ejerció su profesión de abogado.

En la administración pública fue juez de distrito en Tepic, gobernador interino del estado de Nayarit, procurador general de Justicia del Distrito Federal y Territorios, secretario general de Gobierno del Departamento del Distrito Federal y jefe del Departamento Legal del Banco Nacional Agrícola y Ganadero.

En sus últimos años se dedicó a la pintura de aficionado y dejó inéditas unas crónicas de temática taurina tituladas “Lentejuelas”.

Falleció en la Ciudad de México el 18 de marzo de 1980.

Juicios y testimonios

Alberto Ruy Sánchez: “Al leer las primeras páginas de La rueca de aire, hace algunos años, en una biblioteca, tuve la sensación de encontrarme frente a una novela breve digna de ser comparada en calidad con la prosa de El material de los sueños de José Revueltas o con la de Pedro Páramo de Rulfo, aunque se tratara de una obra de otra generación, escrita varias décadas antes. Es decir, una obra cuya prosa está a la altura de las mejores de la literatura mexicana de este siglo, en cuanto a la intensidad poética, la carga vital de la ficción y las técnicas narrativas desarrolladas en ella”.

Menchaca Manjarrez, Juan Ignacio

Nació en Tepic, Nayarit, el 22 de septiembre de 1899. Fueron sus padres los señores Enrique Menchaca Mantirrena y Patricia Manjarrez González.

En la Escuela López Cotilla en Guadalajara cursó la primaria. En 1913 se trasladó a la Ciudad de México, matriculándose en el Instituto Científico, ubicado entonces en la célebre casa de Mascarones. Al año siguiente regresó a Guadalajara y continuó sus estudios en el Instituto San José de los jesuitas, el cual fue suprimido en 1914, por lo que continuó su bachillerato en la Escuela Preparatoria de Jalisco.

De 1917 a 1924 cursó sus estudios profesionales en la Escuela de Medicina de Guadalajara, y fue elegido presidente de la Sociedad de Estudiantes de Medicina. En 1924 sustentó la tesis “De la frecuencia de la litiasis biliar en Guadalajara” y recibió su título de médico, cirujano y partero.

De 1925 a 1927 realizó estudios de posgrado en la Facultad de Medicina de la Universidad de París, Francia. Su especialización fue en Gineco-Obstetricia, Pediatría, Nutrición y Aparato Digestivo, y obtuvo el grado de doctor en Medicina. Luego se trasladó a Estados Unidos, donde hizo estudios de administración hospitalaria.

A su regreso a Guadalajara se le nombró profesor titular de Anatomía de Autopsias y de Clínica Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, desempeñándose como tal de 1927 a 1969. También fungió como jefe de Servicio del Hospital Civil de Guadalajara.

Así recuerda su labor magisterial y médica el doctor Amado Ruiz Sánchez:

Clínico perspicaz, de manos de seda, había traído de París la reciedumbre científica de Lesen y de Lerich, de Widal y de Bruilet, el profesor Roger y el arte de la terapéutica de Carnot, y al tamizarla por su espíritu selecto, las había convertido en lecciones que impartía a sus alumnos como guías luminosas, y a sus pacientes como salvación de sus dolores y angustias.99

Durante dieciocho años fue presidente de la delegación en Guadalajara de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja, al término de los cuales se le designó presidente honorario y miembro del Consejo de Directores. Además fue director de la Clínica número tres del Instituto Mexicano del Seguro Social, miembro de la Junta Administradora para la construcción del edificio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, y director del Instituto Jalisciense de Asistencia Social (ijas).

De 1949 a 1952 fue vicepresidente del Ayuntamiento de Guadalajara. En 1958 fue electo presidente municipal de Guadalajara, ejerció el cargo de 1959 a 1961. Durante su gestión fundó las Juntas Cívicas de Mejoramiento Material y Moral.

Fue electo diputado al Congreso del Estado de Jalisco por el vii Distrito Electoral a la xlv Legislatura, del 1º de febrero de 1968 al 31 de enero de 1971. Integró las Comisiones de Asuntos Electorales y de Presupuesto, y en marzo de 1968 y en julio de 1970 fue presidente del Congreso.

Las sociedades a las que perteneció fueron: la Sociedad Médico-Farmacéutica de Guadalajara –más tarde Sociedad Médica–, de la cual fue presidente; la Sociedad Jalisciense de Pediatría, la cual fundó y presidió; y la Sociedad de Cirugía de Guadalajara, de la que también fue socio fundador.

El 22 de septiembre de 1944 presentó en el Primer Curso de Sifilología de la Sociedad de Dermatología de Guadalajara su trabajo “Manifestaciones metaprimarias de la sífilis”.

Los reconocimientos y distinciones que recibió fueron: las preseas universitarias Jesús Delgadillo Araujo, Pablo Gutiérrez, 12 de Octubre y Fray Antonio Alcalde; la condecoración del Comité Central de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja; la condecoración de la Cruz Roja de la República de Cuba; la condecoración de la Cruz Roja del Imperio de Japón; la condecoración del Grupo América de los Estados Unidos y las distinciones de Miami, Cincinnati y Downey; la designación de juez honorario del Condado de Texas; la presea Ramón Corona del Ayuntamiento de Guadalajara, el cual dio su nombre al Hospital dedicado a la atención de los empleados municipales; en 1976 se le impuso su nombre a una de las aulas de enseñanza clínica, del Hospital Civil de Guadalajara; la medalla Paul Harris del Club Rotario Internacional; la medalla de honor de 1983, de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara; en 1988 el nombramiento de socio honorario del Club Rotario de Guadalajara; la medalla “Responsabilidad Ciudadana” del Ayuntamiento de Guadalajara; además la Unidad de Infectología de Instituto Mexicano del Seguro Social en Guadalajara lleva su nombre, y se colocó un busto de bronce con su imagen en el edificio del ijas.

El 29 de mayo de 1990, el Consejo General Universitario lo designó maestro emérito de la Universidad de Guadalajara. El 14 de febrero de 1993 recibió la medalla “Ciudad de Guadalajara”. El 11 de diciembre de 1997 se dio su nombre al Nuevo Hospital Civil. Y al cumplir en 1999 su centenario de vida, recibió el homenaje del gobierno del estado de Jalisco y de la comunidad médica jalisciense.

Pasó sus últimos años entre sus familiares. Semanalmente se le veía acudir ya con gran dificultad a la misa de doce al Templo del Carmen, acompañado de una de sus sobrinas, quien lo cuidaba con gran esmero y veneración.

Falleció en Guadalajara el 28 de marzo de 2000. Sus restos mortales fueron velados en las instalaciones del Instituto Jalisciense de Asistencia Social; luego recibieron el homenaje póstumo en las instalaciones de Nuevo Hospital Civil y en el Palacio Municipal de Guadalajara, para ser finalmente cremados en el Parque Funeral Colonias.

El 12 de abril de 2000, el Patronato de Fomento del Acervo Cultural del Hospital Civil de San Miguel de Belén, celebró una sesión para homenajearlo, durante la cual se le consideró “un varón santo de la medicina en Guadalajara”.100

Juicios y testimonios

José Carlos Legaspi: “Recibió sus primeras lecciones de caridad de su madre y su padre y persiste en su actividad motivado por los ideales que en la juventud sembraron en su espíritu el camino recto y la perseverancia como la legítima aspiración de servir a los demás. (Observa) ‘Lo máximo en la vida es la amistad. Por los amigos consigue uno sobrellevar las penas, gozar los triunfos. La amistad es la extensión de la vida misma’”.


Palemón Rodríguez Gómez: “Donde hay un niño hambriento que llora, un anciano abandonado a su suerte, una viuda sin recursos o un enfermo que sufre y se lamenta, allí está la presencia del doctor Menchaca, para consolar, aliviar o aconsejar, no importa dónde ni cuándo”.


Amado Ruiz Sánchez: “Yo lo tengo bien presente, siempre sonriente, destilando amabilidad por todos los poros de su cuerpo, saludando de mano a los enfermos encamados en nuestras salas de medicina, brindándoles siempre el cariño de su aliento y el calor de su consuelo, después de haberles ofrecido su saber y su experiencia, como cosas que no se compran ni se improvisan, sino que se van haciendo hora tras hora, día tras día, como trasunto de una relación médico-paciente, mantenida amable y suavemente a todo lo largo de la vida [...] Si el maestro Menchaca, no hubiese gastado casi medio siglo en servir a los enfermos del Hospital Civil, y en ayudar a formar a los jóvenes de nuestra Facultad de Medicina, su simple contribución a la asistencia pública y a la niñez en Guadalajara serían suficientes para que toda la ciudad, y todo el Estado [de Jalisco] le rindiesen pleitesía, homenaje y reconocimiento [...] Parecería como si él hubiese hecho realidad aquella hermosa aspiración, de que éste siglo fuese ‘el siglo de la niñez y de la justicia social’”.

Mota Velasco y Abad, Salvador

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 2 de abril de 1855. Fueron sus padres los señores Rafaela Abad y Amador y Salvador Mota Velasco y Gómez.

A muy temprana edad sus padres lo llevaron a la ciudad de Guanajuato, donde estudió sus primeras letras en la escuela del profesor Lobato. Luego regresó a su ciudad natal para continuar con sus estudios elementales en las escuelas de los profesores Faustino Cevallos e Ignacio Romero, sucesivamente.

En 1863 se reinstaló en Guanajuato, y al año siguiente vivió en León, Guanajuato, para regresar a la capital guanajuatense y continuar sus estudios en la escuela del profesor Fernando Díaz de Osollo, para luego ingresar al Colegio de la Purísima donde tuvo como maestros a los ingenieros Severo de Navía y Jesús Gasca.

Nuevamente avecindado en su ciudad natal, ingresó al Liceo de Varones del Estado de Jalisco, donde fueron sus maestros el ingeniero Juan Ignacio Matute y el profesor Lázaro Pérez. Los estudios profesionales de Ingeniería los cursó en la sección de Ciencias Exactas del Instituto de Ciencias del Estado Jalisco, donde en 1873 obtuvo su título profesional de ingeniero.

Su práctica de ingeniería la realizó con los ingenieros Gabriel Castaños en la Hacienda de Bellavista, y con Longinos Banda en el Puerto de Navidad; este último fue su ayudante en la Comisión de Estudio para abrir la carretera entre Guadalajara y Navidad, y el proyecto para la instalación de un puerto.

Ya titulado trabajó en las minas bajo la dirección del ingeniero Luciano Blanco, en la metalurgia con el ingeniero Juan José Matute y en el ensaye de metales con el ingeniero Julio Arancibia. De 1873 a 1874 fue miembro de la Comisión de Límites, enseguida integró la Comisión de Estudio para el trazo de un camino directo de Guadalajara a Zacatecas y trabajó en la construcción de un puente de mampostería en la Barranca de San Cristóbal y otro de hierro en el río Juchipila.

De 1879 a 1874, con los ingenieros Juan Ignacio Matute y Gabriel Castaños, fue miembro de la Comisión Estatal para la inspección de la obra del Teatro Degollado y la formación del presupuesto para la remodelación del mismo.

Para 1880 había sido elegido regidor del Cabildo de Guadalajara, e integró las Comisiones de Salubridad, Ornato y Teatros, y como tal puso la primera piedra del Jardín Guerrero –mejor conocido como El Carmen– y dirigió las obras respectivas. En otros periodos como munícipe fue miembro de las Comisiones de Obras Públicas y Aguas, además el gobierno federal lo nombró jefe de la Comisión de Tierras, responsabilidad que ejerció hasta 1914.

Con gran pasión se dedicó al estudio y a la investigación histórica, y al decir de su biógrafo José Ignacio Dávila Garibi,

es muy crecido el número de planos que levantó y el de los que logró coleccionar, asciende a varios millares. Su obra maestra en la que consumió grandes energías, durante varios años de intensa labor personal y en la que gastó gruesas sumas de dinero, es un gran plano topográfico a varias tintas, del Estado de Jalisco, que ha sido admirado por muchos sabios nacionales y extranjeros y que desgraciadamente no pudo concluir. Es digna de especial mención la copiosa colección de árboles genealógicos de las principales familias de Jalisco, Nayarit y Zacatecas, y los numerosos documentos que sobre la historia y la genealogía de las mismas, logró reunir al cabo de muchos años de paciente labor adquisitiva.101

En 1919 fundó la Sociedad Heráldico Genealógico Mota Padilla, cuya presidencia ocupó vitaliciamente. Desde el 27 de agosto de 1903 era socio honorario de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística, y al reinstalarse en Guadalajara la Junta Auxiliar Jalisciense de la misma, el 13 de abril de 1916 fue electo presidente y luego fue tesorero. En la misma Sociedad con su iniciativa se redactó el reglamento económico, se fundó la biblioteca y se publicó el boletín respectivo.

A lo largo de cuarenta años ejerció el magisterio, iniciándolo en la antigua Escuela de Artes donde atendió las clases de Álgebra y Dibujo Lineal y Natural. En la Escuela de Ingeniería de Guadalajara impartió las cátedras de Cálculo Infinitesimal, Mecánica Racional e Industrial y Topografía y Geodesia. En el Liceo de Varones dio las clases de Aritmética, Álgebra, Geometría y Física, en el Liceo de Niñas impartió la clase de Agricultura y en el Instituto de San Ignacio por dos años sirvió las clases de Aritmética, Álgebra y Geografía.

En la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara atendió gratuitamente las cátedras de Astronomía en 1902, y de Topografía y Geodesia de 1913 a 1914.

Falleció en su ciudad natal el 4 de enero de 1923.

Orozco, Wistano Luis

Nació en San Cristóbal de la Barranca, Jalisco, el 19 de enero de 1856.

En el Seminario Conciliar de Guadalajara estudió Latín y Filosofía, luego ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, donde realizó sus estudios profesionales, y en 1884 se tituló de abogado.

Muy joven empezó a destacar en el activismo político. Militó en el Partido Liberal Mexicano y a partir de 1885 fuel líder de la oposición al gobernador del estado de Jalisco Francisco Tolentino, por lo que fue hecho prisionero y procesado por sedición. Al peligrar su vida, consiguió evadirse disfrazado hacia el estado de Zacatecas, y más tarde se estableció en San Luis Potosí, donde ejerció con éxito su profesión.

En la misma capital potosina fue miembro de la Comisión de Códigos del Estado y magistrado supernumerario del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de San Luis Potosí. Pero sobre todo destacó como abogado defensor de los campesinos que enfrentaban a los terratenientes, por lo que adquirió gran fama en todo el país de profesionista muy competente.

En 1895 publicó su obra Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, por lo cual se le consideró el precursor intelectual de la revolución mexicana. En esta obra, escribe Jesús Silva-Herzog,

hizo una crítica detallada, severa e incisiva del régimen agrario predominante en México, de grandes latifundios, de inmensas extensiones territoriales en manos de un sólo individuo y deficientemente cultivadas [...] no está en contra de la propiedad privada, a la que considera inviolable; está en contra del acaparamiento porque considera que constituye uno de los males más funestos que puede sufrir una nación. Es partidario de la pequeña propiedad, según él fuente inagotable de bienestar de las sociedades. Sostiene que la democracia es imposible en una población feudalmente constituida; y es así como explica sin duda alguna con sobrada razón, el atraso político de México al finalizar el siglo pasado.102

Su libro fue valorado por el citado Silva Herzog como una obra que “[…] tiene además del mérito erudito, el valor de documento histórico. Fue el primero que en un estudio amplísimo y profundo señaló la llaga que corroía al régimen porfirista”. 103

Al triunfo de la revolución en su etapa maderista, regresó a Guadalajara y fue nombrado magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco. En agosto de 1911 publicó La cuestión agraria, donde nuevamente condenó el latifundismo y reinsistió en la reforma agraria; además,

manifiesta su desacuerdo en unos proyectos legislativos de [Andrés] Molina Enríquez, fundamentalmente porque proponía la expropiación por causa de utilidad pública de aquellas heredades cuya extensión excediera de dos mil hectáreas y porque se señalaba al Estado la facultad de intervenir de manera directa en el fraccionamiento de los terrenos. 104

Para él la pequeña propiedad sería de dos caballerías como mínimo y de cinco sitios mayores como máximo, considerando que una caballería era igual a cuarenta y tres hectáreas y un sitio mayor es equivalente a mil setecientos cincuenta y cinco hectáreas. Al respecto observa Silva-Herzog:

Una propiedad de ocho mil setecientas setenta y cinco hectáreas, o sea cinco sitios mayores, le parecía bien a Orozco, de seguro porque pensaba en las haciendas de cincuenta mil, cien mil o más hectáreas; pero a nuestro juicio una finca rústica de tales dimensiones ya debe clasificarse como gran propiedad. 105

Tras apoderarse de la presidencia de la república Victoriano Huerta, fueron encarcelados Roque Estrada e Ignacio Ramos Praslow, pero Orozco les dio protección judicial, lo cual posibilitó que huyeran, ocasionándole muy serias diferencias con el gobernador José López Portillo y Rojas, por lo que finalmente renunció a la magistratura estatal.

Se estableció en Colima, donde el 15 de noviembre de 1914 el gobernador de ese estado, general Juan José Ríos, lo nombró secretario general de gobierno. Del 7 de noviembre al 1º de diciembre del citado año fue gobernador interino de Colima. Ese mismo año publicó Los ejidos de los pueblos.

Posteriormente regresó a Guadalajara, donde fue director del Archivo de Instrumentos Públicos, asesor de Guerra y juez instructor militar.

De 1923 a 1927, en la Escuela –posteriormente Facultad– de Jurisprudencia de Guadalajara impartió las cátedras de Derecho Agrario y de Derecho Internacional.

Falleció el 27 de junio de 1927 en Guadalajara.

Juicios y testimonios

James D. Cockcroft: “Las dos contribuciones intelectuales citadas con más frecuencia por su importancia dentro de las primeras propuestas [de la Revolución] fueron de abogados: el texto de Wistano Luis Orozco, de 1895, que exponía el despiadado robo de las tierras que tuvo lugar bajo la legislación de baldío de 1883 y 1894, y la crítica del sistema de latifundio de Andrés Molina Enríquez de 1907. Molina Enríquez se inspiró mucho en Orozco, y más tarde los eruditos habían de inspirarse ampliamente en Molina Enríquez”.

Palomar y Vizcarra, Miguel

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de junio de 1880. Fue hijo de los señores Dolores Vizcarra y Miguel Palomar, de profesión comerciante. Sobre sus orígenes familiares, expresó: “Soy –como lo he manifestado repetidas veces– católico por los cuatro costados, mi padres y mis abuelos fueron también católicos”.106

La primaria la estudió en el colegio particular que dirigía el profesor José María González, y la secundaria la cursó en el colegio católico, fundado por el padre Monraz, donde estudió Filosofía Escolástica con Manuel M. Tortolero. También fue socio de las Conferencias de San Vicente de Paul dedicadas a la atención de los pobres y enfermos.

En 1894 ingresó al Liceo de Varones del Estado de Jalisco para cursar su bachillerato. Ahí, por influencia de sus maestros Victoriano Salado Álvarez y Manuel Puga y Acal se inclinó por el liberalismo de Benito Juárez, sin embargo, evocó:

[...] Debido a insinuaciones de mis amigos, compañeros y parientes me dediqué intensamente a estudiar la historia de México, y al juarismo lo arrojé por la borda. Sobre todo, de las luchas que han librado los católicos en defensa de las libertades esenciales, fui orientándome en tal sentido; estudié y leí con gran cuidado una hermosa biografía del presidente mártir de Ecuador, García Moreno, y sobre todo, lo que más me impresionó fue la lectura de las obras de Alfonso de Kanengiesser, escritor alsaciano, que relata las luchas de los católicos alemanes, contra Bismarck y de los católicos austrohúngaros contra la masonería de aquellas regiones, y entonces llegué a la convicción de que México podría salvarse con la aplicación de las enseñanzas de los soberanos pontífices. 107

Por ello se hizo lector y propagador de la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, al considerar con José Donoso que “el liberalismo se hizo por los ricos y para los ricos”. Lo anterior lo influyó ideológicamente por el resto de sus días.

De 1896 a 1902 fue estudiante de la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, y en 1902 se tituló de abogado con una tesis que versó sobre el divorcio.

En 1903 representó al arzobispo de Guadalajara, José de Jesús Ortiz, en el Congreso Social de Puebla de los Ángeles, durante el cual presentó su proyecto para el establecimiento de las cajas rurales Raiffeisen como medio para combatir la usura. Más tarde recibió de Europa mayor información sobre éstas, y concluyó que eran el medio más adecuado para resolver el problema agrario en México.

Por esos años dio clases de Economía Política en el Liceo de Varones; luego de 1906 a 1914 impartió la misma cátedra en la Escuela Libre de Jurisprudencia de Guadalajara, y expuso las tesis centrales de la Doctrina Social de la Iglesia.

En el bufete jurídico de su tío Francisco García Sancho, ejerció su profesión de abogado. De 1903 a 1910 fue notario del Arzobispado de Guadalajara, y en 1910 fue electo magistrado suplente del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco. Como abogado se distinguió por

su trato agradable y la carencia de afanes de lucro le ganaron la confianza tanto de personas de bajos recursos económicos como de los grandes terratenientes, comerciantes, fabricantes y algunos representantes de compañías extranjeras con sucursales en México, quienes le confiaban la solución de diversos asuntos de orden jurídico.108

En tanto continuó su trabajo en la difusión del catolicismo social, así intervino en los congresos católicos de Morelia en 1904, en la Dieta de Zamora de 1906, de Guadalajara en 1908, y ahí mismo en la Semana Social de 1913. Los temas que abordó fueron las ya mencionadas cajas rurales, el problema agrario, el sindicalismo y la naturaleza inhumana del socialismo.

En 1909 participó en la fundación de los Operarios Guadalupanos, y en una asamblea celebrada en León, Guanajuato, propuso el patronato de la Virgen de Guadalupe sobre América Latina, el cual fue proclamado por el papa Pío X, extendiéndolo a todo el continente.

A principios de 1911, en la Ciudad de México, participó en la fundación de Partido Católico Nacional y fue nombrado delegado del Partido en Jalisco. Luego fue electo diputado por el distrito electoral de Arandas al Congreso de su estado natal.

Su participación en la fracción del Partido Católico fue muy activa y destacada. La fracción propuso legislar en materia de libertad de educación, pero no prosperó la iniciativa, y se dedicó a la revalidación de los estudios realizados en todo tipo de establecimientos privados, incluidos los religiosos. Fue el autor de la legislación que hizo obligatorio el descanso dominical, y de la que estableció el homestead o patrimonio familiar, aún hoy vigente en el Código Civil estatal. Otros decretos legislaron sobre la exención de impuestos para las cajas rurales Raiffeisen, los sindicatos y el descanso dentro de las jornadas laborales, que se conoció como la “Ley de la silla”.

Con la entrada de las tropas constitucionalistas a Guadalajara, el 8 de julio de 1914, estuvo a punto de ser fusilado. Luego se le expulsó de los límites de Jalisco y Colima “por considerársele elemento nocivo a las reformas revolucionarias”. 109Estuvo escondido en Zapopan y en una huerta en las inmediaciones de su ciudad natal, y durante este tiempo escribió un manual para la organización de los sindicatos católicos.

A partir de 1917 se estableció en la Ciudad de México donde ejerció la abogacía y colaboró con el jesuita Bernardo Bergöend en la fundación de la acjm, además en el establecimiento del Partido Nacional Republicano y en la Unión Cívica. Pero sobre todo participó en los círculos de estudios de la acjm, con los que se preparó a los jóvenes para las próximas luchas civiles y armadas.

El 5 de octubre de 1919, el papa Benedicto XV le otorgó la condecoración pontificia de caballero de la Orden de San Gregorio Magno. En 1924 participó en el Segundo Congreso Eucarístico Nacional celebrado en la Ciudad de México, impartió una conferencia y el 9 de octubre pronunció un discurso en el día dedicado a la juventud, que tituló “La comunión de los hombres, la eucaristía es un sacramento esencialmente viril”.

En dicho discurso incitaba a los católicos a acabar con el dominio del régimen revolucionario mediante la lucha armada, lo cual provocó que el general Álvaro Obregón suspendiera el Congreso Eucarístico y pusiera a Palomar bajo vigilancia policial.

Ante la reglamentación del artículo 130 constitucional, en materia religiosa, el 14 de marzo de 1925 intervino en la fundación de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (lndlr) y fue electo su vicepresidente.

El régimen federal reaccionó con multas y cárcel para los directivos de la Liga. Palomar fue muy activo en lograr la aprobación de los obispos para la lucha armada y su justificación. Para tal efecto, el 26 de noviembre de 1926 participó en la reunión del Comité del Episcopado mexicano. La aprobación fue recibida cuatro días después, sin embargo los obispos no autorizaron el nombramiento de capellanes castrenses.

Durante la Cristiada pasó a la clandestinidad y asumió la responsabilidad de la dirección de la guerra, la problemática del suministro de las armas y las relaciones con los obispos. Para el 28 de octubre de 1928 redactó el “Manifiesto a la Nación”, mejor conocido como el Plan de los Altos, que suscribió el general Enrique Gorostieta.

Se opuso a losArreglos que celebró el gobierno del presidente Emilio Portes Gil con los obispos Leopoldo Ruiz y Pascual Díaz, porque no lograron ninguna modificación a la legislación vigente en materia religiosa, y no se tomó en cuenta ni a la lndlr ni al ejército cristero; también se opuso a la transformación de esta última y a la disolución de la acjm.

En septiembre de 1929, con el fin de defender la memoria de José de León Toral, publicó el libro La ejecución de Álvaro Obregón, tirano de México, suscrito con las iniciales J. M. F., que eran las de Juan Manuel Fernández, su seudónimo durante la guerra.

Ante la crítica situación con los obispos negociadores, a quienes les atribuía “la victoria de la derrota”, con el acuerdo del obispo de Huejutla, José de Jesús Manríquez y Zarate –entonces desterrado en San Diego, California–, y de la dirección de la lndlr, se decidió que viajara a Roma para que presentara un memorando.

El 25 de octubre de 1930 llegó a Roma donde lo recibió el cardenal Buenaventura Cerreti, a quien entregó los documentos, que incluían serias acusaciones en contra de los obispos Pascual Díaz y Leopoldo Ruiz.

El 19 de noviembre lo recibió el cardenal secretario de Estado del Vaticano, Eugenio Pacelli –futuro Pío XII–. Diez días después tuvo una audiencia especial con el papa Pío XI.

Tras cumplir su misión en Roma, regresó a México. Aún se logró rescatar a la acjm y se intentó organizar un referendo contra la legislación anticatólica, lo cual no aprobó el ya arzobispo de México, Pascual Díaz.

Quien fuera secretario del arzobispo de México, Alberto María Carreño, intentó publicar su libro Don Pascual y el Conflicto Religioso, en el cual atribuyó crímenes a los miembros de la Liga, e incluso el plan para asesinar al arzobispo. Ante lo cual Palomar y Vizcarra protestó enérgicamente ante el Vaticano, y logró detener la publicación.

Pasaron diez años y el licenciado Eduardo J. Correa, cercano al arzobispo Díaz, publicó en el Excélsior un artículo en el cual hizo elogio del mencionado libro de Carreño. A lo que Palomar contestó desde los periódicos Excélsior y Omega. Así narró la conclusión de la controversia periodística en 1943:

Iba a señalar principalmente la base de la situación en que nos encontramos jurídicamente, constitucionalmente, los católicos, es decir, el apoyo de Washington [a los gobiernos revolucionarios]. Ya estaba yo por exhibir algunos documentos a ese respecto, cuando nos declararon en Excélsior, al ingeniero Jorge Núñez y a mí, que se había acabado el papel. Es que hubo alguna amenaza por ahí de que si se seguía haciendo luz sobre el particular, les iría mal a los del Excélsior y se suspendió la publicación. 110

Algunas de sus obras publicadas fueron: Las cajas Raiffeisen. Estudio y dictamen presentado al Tercer Congreso Católico Mexicano y Primer Eucarístico de Guadalajara celebrado en octubre de 1906 (1907); La acción católica y la acción cívica (1936); La misión histórica de México (1937); In memoriam. El Sr. D. José Palomar (1944); El caso ejemplar mexicano. Hacia las cumbres de la Cristiandad (1945); La epopeya cristera. Afirmación de nuestra estirpe (1951); y Autodefensa y contraataque (s. f.).

El inah dio a conocer en su serie Archivo Sonoro la entrevista con Alicia Olivera de Bonfil con el título Miguel Palomar y Vizcarra y su interpretación del Conflicto Religioso de 1926.

Como legítimo custodio del archivo de la lndlr, primero permitió su microfilmación por el inah, y en 1967 finalmente lo cedió a la unam.

En una rectificación a la actitud de incomprensión que tomaron algunos obispos contra su persona, en 1967 el papa Pablo VI le confirió el título de Caballero del Santo Sepulcro.

El 31 de marzo de 1968 falleció en la Ciudad de México y fue sepultado en el Panteón Español.

El 25 de febrero de 2013 se presentó en la Universidad del Valle de Atemajac la fundación que lleva su nombre.

Juicios y testimonios

Alicia Olivera de Bonfil: “En Miguel Palomar y Vizcarra podemos encontrar la esencia de una corriente de pensamiento, que en México siempre ha luchado con una ideología o una tendencia que contiene, básicamente, como religión la católica y como ideología política el conservadurismo en su más ortodoxa faceta […] De su boca salieron los discursos más incendiarios, y de su cabeza los planes de organización y los manifiestos más importantes; ello nos lleva a concluir que fue un pilar importantísimo en el campo de la lucha de los católicos por controlar el poder”.
Antonio Rius Facius: “Las generaciones actuales poco o nada saben de este gran mexicano. Sólo figuran en el calendario oficial los personajes que han estado al servicio o vinculados con los gobiernos de la revolución; nunca aquellos que, fundados en su derecho, fueron sus adversarios. Y el licenciado Miguel Palomar y Vizcarra sostuvo su postura ideológica sin que persecuciones, graves amenazas e ingratitudes le hicieran variar un ápice su catolicismo integral y sus arraigados conceptos sobre la patria. Don Miguel, ciertamente, es un modelo de ciudadano que no debe ser desperdiciado por los que tienen en sus manos el destino de México”.
Agustín Yáñez: “[...] Del erudito Palomar y Vizcarra, forjador de casi toda la juventud católica [mexicana]”.

Pérez Monroy, Ignacio

Nació en El Grullo, Jalisco, el 1° de febrero de 1858. Fueron sus padres los señores María Inés del Refugio Monroy Cuevas y Leandro Pérez Ávila, quien se dedicaba al comercio de animales de cría en su rancho.

En su pueblo natal estudió la primaria en forma irregular por un padecimiento nervioso que lo aquejaba, y empezó a manifestar sus cualidades artísticas para la música, como organista del templo parroquial.

A consecuencia de una inundación que reventó la presa de Los Dátiles y que dañó muy seriamente el rancho de su padre, en 1906 salió con su familia de El Grullo hacia Guadalajara. Aquí continuó sus estudios secundarios y preparatorios en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco.

En 1913 ingresó a la Academia de Música del profesor José Rolón. A partir de su segundo año de estudios, se le encomendó atender a los estudiantes de primero. El 12 de mayo de 1918 recibió el certificado de profesor en Teoría de la Música y Armonía, dichas materias luego las impartió en la Academia del profesor Ramón Serratos.

En 1922 fue nombrado inspector de espectáculos públicos del Ayuntamiento de Guadalajara, lo cual aprovechaba para asistir a todas las funciones del Teatro Degollado.

Entre 1918 y 1924 compuso sus primeros valses, titulados con los nombres de sus novias: María, Sara, Concha, o bien Sueño de fauna y Mis quejas; este último provocó que una vez que lo interpretaba al piano, alguien del público dijera: “¿Ya se acabó la [canción] del velorio?”, pues el tema lo había compuesto ante el dolor de una ruptura amorosa.

Hacia 1917 se matriculó en la Escuela de Medicina; asistió a los cursos con múltiples y prolongados intervalos. Se tituló como médico internista en 1947, en la ya Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara.

En 1925 había regresado a su pueblo natal para atender una tienda de abarrotes, en tanto continuó sus estudios de medicina en forma autodidacta. Al ver desocupados a los jóvenes de su pueblo, les enseñaba música a los que les veía cualidades, varios de los cuales llegaron a integrar hasta 60 por ciento de la banda de música de la Marina Nacional en la Ciudad de México.

En 1943 nuevamente se instaló con su familia en Guadalajara, se dedicó al ejercicio de la medicina y a dar clases particulares de música.

Por estos años compuso el mayor número de sus valses, dedicados a su esposa e hijas, a saber: Mago, Emma, Olivia, Eva, Celia, Gelly y Flores del Grullo, este último se incluyó en la Antología de valses jaliscienses. En edición propia publicó un álbum con sus dieciocho composiciones.

En 1943 comenzó a estudiar medicina homeopática. Entre 1945 y 1950, por invitación del licenciado José Guadalupe Zuno, director de la Escuela de Artes Plásticas, fungió como miembro del jurado en los exámenes finales de los estudiantes de dicha escuela universitaria. También impartió clases de Armonía y Composición a los franciscanos del Convento de Zapopan.

En 1947 estableció su consultorio particular y en los tratamientos que prescribía combinaba la medicina alopática con la homeopatía.

Escribió y publicó las siguientes obras de música: Enquiridión de armonía (1916), dicha obra incluía cuatrocientos veintidós versos que encuadraban las más de trescientas reglas de la armonía musical, con 358 ejemplos musicales; Acrósticos y versos (románticos) (1918); y Álbum musical.

Con temas médicos escribió Anatomía rápida –en verso– (1936); Micro-parasitología, Terapéutica homeopática y Traducción y reducción del órganon –también en verso–.

En los últimos trece años de su vida, cuando padecía insomnio y “para no perder el tiempo”, compuso sus últimas diez piezas musicales.

Una de sus composiciones musicales titulada Inundado, la dedicó a la Fuerza Aérea y Naval de Estados Unidos de América, en agradecimiento a la ayuda prestada a México en Tampico, Tamaulipas, cuando cientos de mexicanos fueron víctimas de un ciclón, en septiembre de 1955.

El 21 de enero de 1961 falleció en Guadalajara. Su memoria fue honrada con una placa conmemorativa en su pueblo natal, y en el año 2000 la Orquesta Filarmónica de Jalisco interpretó varias de sus obras.

Juicios y testimonios

Margarita Plazola Guerrero: “Era un hombre muy serio, que gustaba de bromear sin perder la compostura, decía: ‘hay que bromear sin reírse’. Fue un verdadero conciliador de las inquietudes científicas, con las pasiones artísticas. Nunca se permitía la más mínima pérdida de tiempo, ni a él ni a sus hijos. Aficionado a jugar ajedrez con sus amigos. Le gustaba sostener conversaciones en verso, con algunos de sus amigos en ciertas reuniones, era un gran improvisador”

Quevedo y Zubieta, Salvador

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 20 de noviembre de 1859. Fueron sus padres los señores María de los Ángeles Zubieta Maldonado y José Valente García de Quevedo y Portillo.

En el Seminario Conciliar de San José estudió Latín y Filosofía. Luego ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara para cursar sus estudios profesionales, y recibió en 1879 su título de abogado.

Primero como estudiante y luego como profesionista, colaboró en las revistas literarias La Alianza Literaria, en su primera de época del 1° de marzo de 1875 al 13 de enero de 1876, y más tarde en La República Literaria, de marzo de 1880 a marzo de 1890, donde en 1887 publicó su cuento “Sepultados”.

En 1879 fue nombrado profesor de Gramática y Literatura Españolas en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco.

Luego pasó a residir a la Ciudad de México, donde colaboró en los periódicos capitalinos La Constitución, El Republicano y El Telégrafo. Además fundó La Gaceta del Lunes, semanario político en el cual criticó enérgicamente el régimen del presidente de la república Manuel González, por lo que fue expulsado del país.

En 1882 partió a Europa, en el primero de sus exilios. En Madrid trabajó en El Día y en El Imparcial, ya para 1883 era corresponsal de prensa de varios periódicos en Londres, Inglaterra. En la capital española escribió Recuerdos de un emigrado (1883), publicados con prólogo de Emilio Castelar; y en la británica Un año en Londres. Notas al vuelo (1885), edición de Bouret, de París.

En 1884 regresó a México y de inmediato se dio al activismo político frente a la eventual reelección del general Manuel González, y nuevamente fue desterrado para su segundo exilio europeo.

De 1885 a 1895 residió en Francia y se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de la Sorbona de París. En 1894 se tituló de médico con la tesis “L’Hallaux Valgus”, por la cual le otorgaron la medalla de bronce de su Facultad.

Para 1897 ingresó al cuerpo diplomático de México. Se desempeñó como cónsul en Santander, España, y a partir de 1908 en Saint Nazaire, Francia.

A la par de sus actividades profesionales y diplomáticas se dedicó a la producción literaria. Así se convirtió en el primero en escribir –desde el español– en francés como lengua alterna. Además de su tesis profesional, publicó “Récits mexicains” y “L’etudiante, notes d’un carabin”, ambas en 1888.

Sus “Récits mexicains” fueron traducidos del francés al español por Guadalupe de la Peña, y publicados hasta 2002 con el título Narraciones mexicanas, las cuales se dividen en “Episodios mexicanos”, que incluyen “Cecilia”, “Juárez errante”, “Periquillo” y “Escontzin”; y “Diálogos parisienses”, con “El francés, lengua universal”, “¡Enterrados vivos!” y “El señor Severo”

Ya en pleno régimen porfirista, regresó a México e ingresó al cuerpo médico militar.

Otras de sus obras fueron El general González y su gobierno en México, tomos i y ii (1884 y 1885); Porfirio Díaz (1906); y El caudillo (1909).

Acerca de sus obras de carácter histórico, Pedro Ángel Palou escribe:

La generación de Quevedo y Zubieta corresponde precisamente a los literatos-periodistas quienes ejercían la crítica bajo sus trincheras; con sus artículos pusieron en evidencia la corrupción e ineficacia de los gobernantes y funcionarios públicos. El valor de algunos trabajos (sus crónicas) de Quevedo y Zubieta radica que desde allí en que son un testimonio de alguien que estuvo ligado a las esferas políticas y ejerció la crítica.111

Sus libros de relatos –además de los ya citados– fueron El lépero (1898); Campañas de prensa, Los consulados mexicanos y Socialismo (1913).

Las novelas que escribió fueron El carnaval de México (1879); La camada (1912); En tierra de sangre y broma (1921); México manicomio (1927); México marimacho (1933); Las ensabanadas (1934); y La ley de la sábana (1935). También produjo las obras de teatro Huerta (1916) y Doña Pía o el contrachoque (1919).

Sobre la calidad de sus obras literarias, Emmanuel Carballo escribe:

Quevedo es más valioso como novelista que como cuentista. Las características de sus obras extensas son las mismas que de sus textos breves: sabe crear personajes autónomos, engrandecer el interés de la historia que cuenta y describir científicamente los trozos de realidad que enjuicia junto con las criaturas que la habitan. 112

Para El Nacional hizo la traducción del francés, de Recuerdos de Ricardo Wagner.

Sus últimos años los pasó en el ejercicio de la medicina y en el cultivo de las letras, aunque olvidado. Como expresa Christopher Domínguez Michael, fue una “víctima del injusto olvido al que hemos sometido a la inteligencia porfiriana”. 113

Falleció en la Ciudad de México el 6 de julio de 1935. Una calle de su ciudad natal lleva su nombre.

Juicios y testimonios

Emmanuel Carballo: “Quevedo conoce a Émile Zola y a los Goncourt y pone en práctica sus hallazgos aplicados a la geografía e historia mexicanas. En algún punto coincide con Gamboa, y en otros (la psicología de las masas, la comparación del mundo porfirista con el mundo de los aztecas) va más allá”.

Ramírez Flores, José

Nació en Techaluta, Jalisco, el 19 de febrero de 1900. Fue hijo de los señores José Ramírez Villegas e Isaura Flores Ríos.

Realizó su instrucción elemental en distintos lugares: su madre le enseñó las primeras letras en su pueblo natal y en Atoyac asistió a la escuela de la profesora Sebastianita. Cuando tenía siete años murió su padre y se fue a radicar a Zacoalco, ahí se matriculó en la escuela municipal del Rey, y luego continuó su primaria en la escuela parroquial con el profesor Alcalá.

En 1909 se trasladó a Guadalajara, e ingresó al Colegio de la Inmaculada Concepción, atendido por los maristas. Ahí, el profesor Enrique Fumeaux despertó en él decididamente su vocación por la historia. Continuó su formación en el Instituto de San José de los jesuitas, y al ser clausurado el Instituto por los carrancistas en 1914, se matriculó en la Universidad de Morelos y luego pasó al Liceo Occidental. Finalmente ingresó a la Escuela Preparatoria de Jalisco, la cual entonces dirigía el arquitecto Agustín Basave.

Sus estudios los realizó en tiempos de gran agitación revolucionaria; él mismo refería que durante la estancia del general Francisco Villa en Guadalajara, él –niño aún– andaba husmeando en su cuartel, y que el general “lo pepenó” del cuello: “Sus manos –evocaba– eran como las de un niño: gordas y lisas”.114

En 1920 se vio obligado a suspender sus estudios, ya que tuvo que ir a atender dos ranchos y dos potreros de su familia, en el municipio de Zacoalco de Torres. Durante dieciséis años cultivó la tierra y su pasión por la historia en la tranquilidad del campo jalisciense.

En 1936 regresó a Guadalajara, y entonces se dedicó al magisterio y a la investigación histórica, convirtiéndose en un consumado bibliófilo.

Durante cincuenta años dio clases de Historia de México en la Secundaria del Estado número 3 para Varones, e impartió la misma asignatura en el Instituto de Ciencias durante diez años, y en la Escuela Normal Superior para Señoritas.

En la Universidad de Guadalajara fue catedrático de la Escuela de Letras y Artes en el ciclo escolar 1952-1953; e impartió Náhuatl en la Facultad de Filosofía y Letras; y de 1952 a 1958 dio clases de Historia de Jalisco en los cursos de verano en la Escuela de Artes Plásticas, que organizó el licenciado José Guadalupe Zuno.

Sobre su estilo magisterial, Fernán Gabriel Santoscoy escribió:

Sus alumnos lo recuerdan como un expositor sencillo y ameno. Nunca buscó el lucimiento propio. Al describir a nuestros héroes o acontecimientos históricos importantes, jamás utilizaba términos rebuscados o ampulosos, ni repetía las frases de cajón, tan comunes en los textos de nuestra historia patria, sino que empleaba un estilo personal anecdótico, salpicado con comentarios agudos que brotaban de su claro sentido del humor –que conservó hasta los últimos días de su vida– procurando así concentrar la atención de sus discípulos y a la vez avivar en ellos el interés por conocer la verdad de los principales hechos realizados en nuestro territorio. Además de identificar plenamente a los personajes centrales, se detenía en detalles curiosos acerca de personas secundarias, enmarcándolo todo dentro del ambiente peculiar de cada época, a fin de que los pudiesen recordar con facilidad.115

Se caracterizó por descubrir, cultivar e impulsar vocaciones juveniles intelectuales. Según Emmanuel Carballo, él envió a El Colegio de México a los historiadores Luis González y González y Moisés González Navarro.

El canónigo José de Jesús Jiménez evocó así su mecenazgo intelectual:

Junto con la labor docente, ha ejercido otra, verdaderamente notable y benéfica, la de orientar a los estudiantes en la tarea ardua de la investigación. Su biblioteca, rica en antiguas ediciones, riquísima en folletería y en documentación ha estado abierta a nuevos investigadores, quienes han recibido, además sus sabias orientaciones. Pero no sólo los noveles historiadores, sino los macizos investigadores han encontrado generosa, sabia y eficaz colaboración en él. Con razón Jean Meyer ha llamado a don José, con agradecimiento porque él ha saboreado su exquisita generosidad, ‘la providencia de los investigadores de Guadalajara’.116

Su labor historiográfica la dedicó fundamentalmente a la historia regional, escribió o editó: La Arqueología en el Sur de Jalisco (1935); Tonalá. Ayer y Hoy del presbítero Jaime de Anesagasti y Llamas; preparó la edición y presentó la biografía del autor (1941); Chapala y su curato hasta el siglo xviii (1943); La tarasca y los tarascos (1943); Descripción de la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, en las Indias de la Nueva España. Crónica del Siglo xvi de fray Diego Muñoz; él consiguió el texto y lo editó en 1943 con un prólogo; Centenario de la imprenta en Lagos, Jalisco (1950); Zacoalco. Estudio etimológico (1951); Notas para una crónica de la Congregación de Padres Oblatos de Nuestro Salvador, fundada en el hoy desaparecido Santuario de Nuestra Señora de la Soledad, de la ciudad de Guadalajara, capital que fue de la Nueva Galicia (1951); El Real Consulado de Guadalajara. Notas históricas (1952); Notas sobre el idioma huichol (1952); Sobre la Nueva Galicia de Arregui(1953);Un mapa jalisciense del siglo xvi (Tierras de Chiquilistlán) (1958); Las lenguas indígenas de Jalisco –incluye un mapa– (1958); Aventuras por mar y tierra durante la intervención francesa, de Ignacio Manuel Altamirano, lo reeditó y aclaró que el seudónimo “Próspero” con el que se publicó en 1868 corresponde a Altamirano (1959); Matrimonios indígenas de Zacoalco (1960); Los tochos de Jalisco (1964); iajes de fray Alonso Ponce al Occidente de México; hizo la selección de textos (1968); Los tecos (1968); La etimología de Colima en dos viejas cartas que por haberse extraviado hoy se publican (1968); El Gobierno Insurgente en Guadalajara. 1810-1811 (1969); Anocano, una toponimia náhuatl (1977); En homenaje a D. José Ramírez Flores, providencia de los investigadores de Guadalajara, publicamos diez documentos de su propiedad, L’Ordinaire du mexicaniste, Universidad de Perpignan, Francia (1979); y El creador de la humanidad según los nahoas (1982).

Sus estudios, artículos y ensayos fueron publicados por los siguientes periódicos y revistas: Boletín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Estudios Históricos, Et Caetera, Prisma, Humanitas, Gaceta de Guadalajara, El Informador y El Occidental, entre otros.

Su biógrafo, Fernán Gabriel Santoscoy Faudón, hizo un catálogo de 50 fichas bibliográficas de sus libros, folletos, prólogos y artículos periodísticos, entre los cuales están: La Universidad de Guadalajara. El Seminario Conciliar; Un estudiante petrimete con sangre bélica; Estampa de Guadalajara en 1823-1824; Hispanofobia en el Congreso de Jalisco por 1824; El separatismo de Zapotlán el Grande; Noticias históricas. José Antonio Torres; Batalla del 4 de noviembre de 1810; El insurgente Juan José Díaz; El general don Antonio López de Santa Anna visita a Guadalajara; La Universidad de Guadalajara. Sus primeros alumnos distinguidos.

Además realizó importantes aportaciones a la arqueología de la región; coleccionó varias piezas arqueológicas y geológicas, que él iba rescatando durante sus caminatas en la zona comprendida entre Zacoalco y Sayula. En febrero de 1956 adquirió en una subasta el famoso hueso sacro de Tequizquiac, pieza de camélido fósil, descubierta en 1870 en el Valle de México; luego de identificarlo, lo donó al Museo Nacional de Antropología.

Entre las múltiples reuniones académicas y científicas en las que participó están: las reuniones de discusión sobre Manuel Lozada, efectuadas en Tepic, Nayarit, en 1950; la mesa redonda que organizó la Sociedad Mexicana de Antropología en San Luis Potosí, en 1963, en la cual disertó sobre “El complejo lingüístico en Los Altos de Jalisco”; y fue presidente del Primer Encuentro de Investigación Jalisciense, Economía y Sociedad, celebrado en Guadalajara en 1981.

Algunas de las conferencias que dictó fueron “El apostolado de los religiosos en el Nuevo Reino de Galicia” (1919); “La historiografía en Jalisco” (1958); “El matrimonio entre los indígenas de Zacoalco, Jalisco” (1960); y “La Revolución Maderista en Guadalajara” (1977).

El 16 de agosto de 1929, junto con el licenciado Agustín Yáñez y el profesor José Cornejo Franco, ingresó a la Sociedad de Geografía y Estadística; fue socio muy entusiasta del Centro de Estudios Históricos Fray Antonio Tello, que impulsó el doctor Luis Medina Ascensio, a quien ofreció su casa-biblioteca de la calle Enrique González Martínez, para que se realizaran sus sesiones.

Las distinciones y homenajes que recibió fueron: el Premio Jalisco 1958, en la rama de letras por su obra Las lenguas indígenas de Jalisco; el Primer Premio Municipal de Ensayo, 1968, por su libro El Gobierno Insurgente de Guadalajara, 1810-1811. El 17 de marzo de 1975 lo homenajeó la comunidad de la Escuela Secundaria número 3 de Varones por sus cincuenta años de labor docente; el 17 de noviembre de 1979, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Sección Jalisco, para conmemorar sus cincuenta años de membresía, lo designó presidente vitalicio e impuso su nombre a unos cursos de divulgación histórica; y el 19 de marzo de 1980 recibió el homenaje del Centro de Estudios Históricos Fray Antonio Tello, con motivo de su jubileo áureo de historiador.

En el plano asistencial dio alojamiento en su casa a jóvenes fuereños de escasos recursos, para que pudieran continuar sus estudios en la Universidad de Guadalajara.

El 30 de agosto de 1983 falleció en Guadalajara y fue inhumado en el Panteón de Mezquitán.

La Sociedad de Geografía y Estadística de Jalisco y el Ayuntamiento de Techaluta le rindieron un homenaje el 17 de febrero de 1991, y se develó una placa en su honor en la escuela primaria del lugar.

Juicios y testimonios

José de Jesús Jiménez López: “Su vida entera ha estado entregada con amor, con dedicación a la investigación histórica regional, a la docencia de la misma y a ser guía y generosa ayuda para los que cultivan esa ciencia y acuden a él. A la posteridad entrega un ejemplo generoso y una labor histórica valiosa. Esta no ha sido la del repetidor fácil de datos encontrados en el libro y la enciclopedia, sino la del historiador de vocación, que por el camino arduo de la investigación descubre el pasado. La historia de Jalisco le debe el esclarecimiento de temas desconocidos o brumosos”.


José Rosario Ramírez: “Su vocación de bibliófilo, bibliómano, escritor, investigador, conferencista, maestro, se puede resumir en una sencilla frase: amigo de los libros y de las gentes”.


Fernán Gabriel Santoscoy Faudón: “A sus antiguos alumnos procuraba despertarles el gusto por la lectura como hábito, y conforme descubría cada uno sus naturales inclinaciones por la poesía, el cuento o el ensayo, o bien, por el estudio formal de nuestra historia, el profesor Ramírez Flores los iba familiarizando con los mejores escritores, aconsejándoles sobre los métodos y técnicas a seguir, alentándoles en sus incipientes proyectos para asegurar su realización. En esta loable tarea, aunque la gran mayoría desertaran a la mitad del camino, le bastaba que acrecentaran la afición por la historia o por alguna de sus ciencias auxiliares y que afianzaran al menos, un gran amor por los libros”.

Ramos Praslow, Ignacio

Nació en Culiacán, Sinaloa, en 1885. Fueron sus padres el abogado Guillermo Ramos Urrea y la señora Amelia Praslow de Ramos.

La instrucción primaria la cursó en su ciudad natal y, al fallecer su padre, se trasladó a Guadalajara con su madre.

En el Liceo de Varones del Estado de Jalisco realizó sus estudios de preparatoria, donde junto con Roque Estrada, Miguel Othón Robledo y con otros compañeros fundó un Partido Socialista.

En la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, cursó sus estudios profesionales y en 1906 obtuvo su título de abogado.

Su participación en la revolución de 1910 fue desde los periódicos el 1810 de Monterrey, el Siglo xx y Jalisco Nuevo. Fue fundador de la Liga de las Clases Productoras, que fue una de las primeras organizaciones obreras laicas del país.

Activista y orador maderista, en 1913 fue detenido y procesado por el delito de rebelión. Al proclamarse el Plan de Guadalupe, fue uno de los pocos que lo apoyaron en Jalisco, más tarde se unió a las tropas constitucionalistas del general Manuel Macario Diéguez. El 30 de enero de 1915 participó en la defensa de Guadalajara, que fue atacada por las fuerzas villistas del general Julián Medina; alcanzó el grado de coronel y fue jefe del estado mayor de la brigada del general Enrique Estrada. A finales de 1916, el primer jefe constitucionalista Venustiano Carranza lo nombró subsecretario de Justicia.

También en 1916 fue electo diputado por el estado de Jalisco al Congreso Constituyente reunido en Querétaro. Sólo asistió a algunas de las sesiones del Congreso, por su cargo de subsecretario. Fue partidario de Álvaro Obregón, por lo que se adhirió al Plan de Agua Prieta.

Ante la destitución del gobernador constitucional Luis Castellanos y Tapia, fue del 12 de mayo al 19 de julio de 1929 gobernador provisional del estado de Jalisco, sobre lo cual escribió J. Ángel Moreno: “Culto personaje que se hizo cargo de los destinos del Estado, con la consigna de convocar a elecciones para que quedaran constituidos los poderes, tanto estatales como federales”.117

Posteriormente se trasladó a la capital del país, donde ocupó los siguientes cargos: abogado consultor de la presidencia de la república, administrador de la Junta de la Propiedad Extranjera, jefe del Departamento Jurídico de la Secretaría de Hacienda y director de la Aseguradora Hidalgo.

Fue miembro de la Asociación de Diputados Constituyentes de 1917, de la cual fue su presidente, en cuyo carácter prologó el libro Crónica del Constituyente de Juan de Dios Bojórquez.

El 7 de octubre de 1972, el Senado de la república le otorgó la medalla Belisario Domínguez. Y también recibió la condecoración Ignacio L. Vallarta, del Congreso del Estado de Jalisco.

Falleció en la Ciudad de México el 16 de mayo de 1978.

Robledo de la Torre, Juan de Dios

Nació en Guadalajara, Jalisco, en 1894. Fue hijo del abogado y juez del fuero común Evaristo Robledo y de la señora María de Jesús de la Torre.

En el Liceo de Varones del Estado de Jalisco cursó sus estudios de preparatoria y fue miembro del Centro Bohemio. Luego ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara para realizar sus estudios de abogacía, pero dejó inconclusa su carrera profesional al unirse en 1913 al ejército constitucionalista.

Hacia finales de 1914, con el grado de capitán, se integró al estado mayor del general Manuel Macario Diéguez, donde fue

el intelectual […] Tenía buena preparación y leía mucho. Su cultura, sólida. Su charla interesante y amena. En el estado mayor de Diéguez hacía pandant a Carlos Roel del estado mayor de Obregón. Porque eran tres los estados mayores que convivían entonces, el de Obregón, el de [Benjamín] Hill, el de Diéguez.118

En 1916 fue electo diputado por el ix distrito con cabecera en Arandas, Jalisco, al Congreso Constituyente reunido en Querétaro y que aprobó la Constitución el 5 de febrero de 1917.

De 1922 a 1924 fue diputado al Congreso de la Unión, postulado por el Partido Nacional Cooperativista. En 1925 fue electo senador de la república, por su estado natal, en 1926 nuevamente fue diputado federal y en 1928 también repitió en el Senado.

En pleno conflicto cristero, el 1º de abril de 1927 intervino oportunamente para salvar las vidas de los militantes católicos: su cuñado Antonio Gómez Palomar y su sobrino Antonio Gómez Robledo, quien llegó a ser uno de los grandes humanistas e internacionalistas mexicanos y

[…] que desempeñaría un importante papel en el futuro profesional de su sobrino. De hecho […] a diferencia de la historia oficial que opone el liberalismo laico al conservadurismo católico, en la realidad mexicana ha existido un vivo catolicismo laico –como el del propio Benito Juárez–, e incluso liberal.119

Su actitud frente a la confrontación armada Iglesia-Estado siempre fue conciliadora, como lo manifestó en una entrevista publicada en el Excélsior el 14 de febrero de 1929: “No vamos a matar 30,000 jaliscienses, sino a convencerlos de que la Revolución trata de llevar al mejoramiento material y moral del pueblo”.120

De 1929 a 1931 fue presidente municipal de Guadalajara.

En la disputa por el poder entre el presidente de la república, Pascual Ortiz Rubio, y el jefe máximo de la revolución, Plutarco Elías Calles, al ser destituido el gobernador constitucional Ignacio de la Mora, fue Robledo nombrado gobernador interino, y ejerció como tal del 12 de septiembre al 14 de octubre de 1931. A su vez fue sustituido por José María Ceballos, pero luego de quince días reasumió el poder con el apoyo del general Calles, ejerciéndolo del 17 de octubre de 1931 al 31 de marzo de 1932.

Más acorde con sus inclinaciones intelectuales, colaboró en varios periódicos nacionales y locales, entre ellos El Occidental de Guadalajara, editado por Narciso Valenzuela de 1916 a 1918, y del cual fue secretario.

Falleció en Guadalajara el 11 de marzo de 1941.

Juicios y testimonios

Juan de Dios Bojórquez: “Estuvo a punto de ser diplomático. Cargo que le hubiese venido muy bien. Porque era más diplomático que militar. Mejor historiador que poeta. Más grande amigo que jefe”.


Wolfgang Vogt y Celia del Palacio: “Insigne intelectual mexicano”.

Robles Machain, Adolfo

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 3 de mayo de 1901. Fueron sus padres los señores Adolfo Robles Castillo y María Guadalupe Machain Machain.

En el Colegio López Cotilla del profesor Tomás Fregoso inició la primaria, y la concluyó en el Instituto San José de los jesuitas.

En la Escuela Preparatoria de Jalisco cursó el bachillerato, para luego ingresar en la Escuela de Medicina de Guadalajara, donde hizo sus estudios profesionales. El 16 de diciembre de 1924 se tituló de médico, cirujano y partero con la tesis “Las infecciones biliares y su tratamiento por las inyecciones intravenosas de urotropina”.

De 1925 a 1929 realizó estudios de posgrado en la Universidad Sorbona de París, Francia. Más tarde continuó su preparación y estudió radiodiagnóstico en la Universidad de Chicago y en el Mercy-Hospital de San Francisco, California. Ya en México continuó sus estudios sobre las enfermedades pulmonares en el Hospital de Huipulco y de Cardiología y Electrocardiografía en el Hospital General.

En 1925 fue nombrado catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, al sustituir al doctor Manuel Román Alatorre en la clase de Clínica Propedéutica Médica. De 1929 a 1930 impartió Fisioterapia; de 1931 a 1939 atendió la Clínica Propedéutica Médica; de 1936 a 1942 dio la Clínica Médica curso II; de 1942 hasta su retiro dio clases de Cardiología y Nefrología con el rango de profesor titular; a partir del 1° de noviembre de 1941 atendió la Clínica del Aparato Circulatorio; y desde el 1° de septiembre de 1947 la de Clínica Médica.

Otros cargos académicos que desempeñó fueron: asistente del laboratorio anexo a las clínicas de la Escuela de Medicina y Farmacia, nombrado el 15 de enero de 1921; jefe del Departamento de Medicina de la Facultad de Ciencias Médico-Biológicas, a partir del 1° de noviembre de 1941; y profesor huésped de la especialidad de Cardiología de la Escuela de Graduados, donde impartió Radiología Patológica en los ciclos escolares 1973-1974 y 1974-1975.

Algunos de los cursos breves que ofreció fueron: Medicina Tropical, “La amibiasis, presentación de casos”, en julio de 1932; “Tratamiento quirúrgico de la tuberculosis pulmonar”, en julio de 1932; “Alimentación y dietética”, en enero de 1944; y “Perfeccionamiento de Cardiología y Nefrología”, en julio de 1953, entre otros.

De 1933 a 1934 fue director de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara, y nuevamente lo fue del 2 de septiembre al 29 de octubre de 1947, pero renunció ante la modificación del plan de estudios de la Facultad, con el argumento de que no podía enseñar con un programa con el cual no estaba de acuerdo. Además fue miembro del Consejo General Universitario y del Consejo de la Facultad de Medicina.

También se desempeñó como jefe del Dispensario Antituberculoso doctor Gastón Melo; director del Sanatorio Occidental Guadalajara; director médico del Instituto Mexicano del Seguro Social, caja regional de Guadalajara, en 1947; director de la Clínica número 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social; presidente del Comité Técnico de lucha contra el cáncer; director del Hospital Civil de Guadalajara de 1946 a 1950; jefe de los Departamentos de Cardiología y de Neumología del citado Hospital Civil; miembro del Comité de Relaciones Internacionales en tres asambleas médicas de Guadalajara; y representante de la Facultad de Medicina en el Primer Congreso Interamericano de Tuberculosis, celebrado en La Habana, Cuba, del 15 al 16 de enero de 1945.

Entre las sociedades y asociaciones que integró están la Sociedad Jalisciense de Cardiología, la cual fundó y de la que fue designado presidente honorario perpetuo; la Sociedad Mexicana de Cardiología; la Sociedad de Estudios Cardiopulmonares; la Sociedad de Cancerología, de la cual fue presidente; College of Chest Phisician, Estados Unidos; la Asociación Médica de Occidente; la Sociedad Cubana de Fisiología; miembro honorario de la Sociedad de Odontología de Guadalajara; miembro honorario de la Sociedad de Patología Toráxica; y miembro honorario de la Sociedad Jalisciense de Pediatría.

Recibió las siguientes distinciones: medalla de plata de la Reconnaissance Francaisse de la República de Francia; medalla Mariano Bárcenas del Gobierno del Estado de Jalisco; fellow del American College of Chest Phisician; jefe honorario del Departamento de Cardiología del Hospital Civil de Guadalajara e invitado oficial a la inauguración del Instituto Nacional de Cardiología.

Juicios y testimonios

Carlos Ramírez Esparza: “Gloria magisterial de la Facultad de Medicina, él […] no acostumbraba a hacer corrillos, poco saludador, erguido e imponente, mirada serena y alta […] un maestro de excepción”.

Rojas Arriola, Luis Manuel

Nació en Ahualulco de Mercado, Jalisco, el 21 de septiembre de 1871. Fueron sus padres el abogado Atanasio Rojas Topete y la señora Antonia Arriola de Rojas, ambos eran de familias adineradas de la región.

En su pueblo natal inició su instrucción elemental. Por poco tiempo vivió en Ameca, y luego se trasladó con su familia a Guadalajara, donde se matriculó en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco.

Cursó sus estudios profesionales en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara. Ya como estudiante mostró su inclinación por la literatura y la astronomía, y compuso algunos poemas, entre ellos “El campesino”, además publicó un estudio sobre las características y movimientos de la luna. En 1897 obtuvo su título de abogado.

En el bufete jurídico del abogado Ventura Anaya y Aranda se dedicó al ejercicio de su profesión, con quien además colaboró en el semanario El Siglo Veinte.

En 1903 fundó el periódico La Gaceta de Guadalajara, donde dio a conocer sus poemas titulados Páginas íntimas. La publicación marchaba con buen éxito

cuando a consecuencia de unos artículos en los que atacaba la anticonstitucionalidad de la segunda reserva del Ejército, que fueron declarados injuriosos para esta institución por el secretario de Guerra y Marina general don Bernardo Reyes, fue suspendida la publicación y el licenciado don Luis Manuel Rojas su director, aprehendido, procesado militarmente y recluido en prisión durante más de tres meses.121

Una vez puesto en libertad, continuó su labor periodística ahora asociado con Trinidad Alamillo, y en julio de 1905 la Gaceta de Guadalajara vio su segunda época y tuvo presencia en varios estados de la república, con un tiraje de 3,000 ejemplares, considerado muy alto en esos años. En 1906 dejó la sociedad del periódico y se trasladó a la Ciudad de México, donde publicó el semanario Revista de Revistas, que también logró gran difusión.

Para 1909 se afilió al Partido Antirreeleccionista de Francisco Ignacio Madero. En 1912 fue electo diputado por Jalisco a la xxvi Legislatura federal, integrándose al Bloque Liberal Renovador. En septiembre fue vicepresidente de la Cámara, y entre las iniciativas de ley que presentó propuso que los militares en servicio activo no pudieran votar ni ocupar puestos de elección. En otra iniciativa pidió que se prohibiera a los partidos políticos tomar la denominación de alguna religión en particular.

El 23 de enero de 1913, como miembro del Bloque Renovador, presentó un “Memorial” al presidente Madero, en el cual le pedía que por el bien del país adoptara una actitud enérgica ante una prensa antidemocrática que socavaba la credibilidad de su gobierno. El 19 de febrero, junto con algunos diputados, se opuso a aceptar las renuncias del presidente Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez, para evitar darle legalidad a la traición del general Victoriano Huerta. Y ante el sometimiento al militarismo de sus compañeros diputados, unido al diputado Francisco Escudero, abandonó el recinto de la Cámara de Diputados.

En contra de la intervención del embajador de Estados Unidos en México, protestó enérgicamente en un escrito que tituló “Yo acuso a Mr. Henry Lane Wilson, embajador de los Estados Unidos en México, ante el honorable criterio del gran pueblo americano, como responsable moral de la muerte de los señores Francisco I. Madero y José María Pino Suárez”. Su escrito causó una gran molestia y enojo al general Victoriano Huerta, quien temía que Estados Unidos le negara el reconocimiento diplomático y se bloquearan los préstamos, por lo que se le procesó por el delito de traición a la patria, por el cual seguramente sería fusilado. Estuvo en prisión hasta el triunfo del movimiento constitucionalista.

Del 7 de septiembre al 5 de diciembre de 1914 fue director de la Biblioteca Nacional. Tuvo una breve incursión en la diplomacia al ser nombrado embajador ante la República de Guatemala en enero de 1915. Al recuperar la capital de la república el régimen de Carranza, el 10 de agosto de 1915 nuevamente fue director de la Biblioteca Nacional. En tanto colaboraba con el primer jefe en temas de legislación social, en las adiciones al Plan de Guadalupe y en los anteproyectos de iniciativas de ley.

En 1916 fue electo diputado por el estado de Jalisco al Congreso Constituyente, reunido en Querétaro. El 30 de noviembre se le eligió presidente del Congreso, el cual declaró inaugurado al día siguiente.

Sobre su participación en el Congreso Constituyente, el diputado Juan de Dios Bojórquez escribió:

Luis Manuel Rojas nos simpatizó siempre, por su historial revolucionario, su hombría de bien y su valor civil. Sus discursos eran sólidos y los decía sin titubear, con voz agradable y ademanes nobles. Dirigiendo los debates era recto, inteligente y justiciero. Aún cuando fue acusado de ser parcial a un grupo, en sus funciones de presidente nadie pudo quejarse de que el diputado Rojas le corriera algún desaire. Si a todo esto se agregan su modestia y su don de gentes, debemos concluir diciendo que nuestro Congreso tuvo el acierto al elegir a Luis Manuel presidirlo [...] A él se debe la declaración de que quienes formamos en las mayorías, fuimos “jacobinos”, radicales u obregonistas; y aquellos que estuvieron en las derechas, pudieron llamarse moderados, liberales clásicos o carrancistas. Nadie rectificó las apreciaciones de Luis Manuel.122

Frente a esta división, Rojas guardó un frágil equilibrio: fue el presidente del Constituyente y guardó una neutralidad a ultranza. Pero también defendió sus posiciones moderadas en la línea carrancista.

En su calidad de presidente firmó el texto constitucional, y presidió las sesiones de clausura del Congreso el 31 de enero y de promulgación de la Constitución el 5 de febrero de 1917.

De 1917 a 1920 fue jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes y director de la Biblioteca Nacional. Al fundarse en diciembre de 1917 el Casino Jalisciense en la Ciudad de México, fue elegido su vicepresidente. El 28 de julio de 1918 fue nombrado director del periódico El Universal, desde el cual denunció las ambiciones presidenciales de los militares sonorenses Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta.

Con el fin de apoyar la candidatura presidencial del ingeniero Ignacio Bonillas, en agosto de 1919 fundó el Partido Nacional Democrático. Y con el mismo objetivo, en 1920, empezó a publicar el periódico El Liberal.

Pero los militares sonorenses se insurreccionaron, entonces Carranza salió de la capital de la república con rumbo a Veracruz, donde el 21 de mayo de 1920 en Tlaxcalantongo fue asesinado. En la comitiva presidencial iba Luis Manuel Rojas, quien fue hecho prisionero; cuando se le liberó se estableció nuevamente en la Ciudad de México.

Del 26 de abril de 1924 al 27 de abril de 1926 fue gran comendador de la Gran Logia Mexicana del rito escocés. También fue miembro de la Comisión de Reclamaciones por daños causados por la revolución, y magistrado del Tribunal Militar con el grado de general de división.

En la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de México impartió la cátedra de Derecho Constitucional, casi hasta el final de sus días. En 1928 publicó su libroLa culpa de Henry Lane Wilson en el gran desastre de México, y en 1945 se editó su obra El derecho del voto en la sociedad anónima. Continuó su labor periodística en El Universal y escribió Páginas literarias, científico-religiosas.

El 27 de febrero de 1949 falleció en la Ciudad de México. Sus funerales fueron presididos por el presidente de la república, Miguel Alemán, y fue inhumado en el Panteón Civil de Dolores.

Su nombre fue dado al edificio Camarena, antigua sede de los juzgados civiles de Guadalajara, y en 1990 el Ayuntamiento de Guadalajara inscribió su nombre en su salón de sesiones.

Al celebrarse el primer centenario de la Constitución en 2017, su imagen de la sesión solemne de clausura de las sesiones del Congreso se imprimió en los billetes de cien pesos.

Romero Gutiérrez de Hermosillo, Salvador

Nació en el barrio del Santuario de Guadalupe de Guadalajara, Jalisco, el 29 de noviembre de 1876.

En el Colegio Josefino cursó su instrucción primaria; luego continuó sus estudios de enseñanza media en el Liceo de Varones del Estado. En 1892 ingresó a la Escuela de Medicina y Farmacia de Guadalajara para iniciar sus estudios profesionales de médico. En el ciclo escolar de 1897 a 1898 hizo su internado y finalmente el 2 de septiembre de 1899 obtuvo su título de médico, cirujano y partero.

A principios del siglo xx partió a París, Francia, para cursar estudios de posgrado en Pediatría, y practicar su profesión. En 1902 la Sociedad Médica Farmacéutica de Guadalajara le entregó un diploma como miembro activo; y en 1908 la Academia de París reconoció sus méritos científicos y le otorgó las Palmas de Oro de la República de Francia.

A mediados de 1911 la salud de su padre se agravó, por lo que decidió dejar Francia y regresar a su tierra natal. Del citado año de 1911 a 1914 impartió la clase de Ciencias Naturales en la Escuela Comercial e Industrial para Señoritas de Guadalajara.

En 1915, bajo el dominio militar de Francisco Villa en Guadalajara, el entonces director de Instrucción Pública del Estado de Jalisco, doctor Mariano Azuela, lo nombró catedrático de la Escuela de Medicina de Guadalajara. Al año siguiente fundó el Primer Servicio de Pediatría del Hospital Civil, dotándolo con sus propios recursos de cunas, cobertores y demás mobiliario y utensilios necesarios.

Así, a partir de 1916 dirigió el Servicio de Pediatría e inició la cátedra de Clínica, y estableció para los estudiantes la elaboración de la historia clínica de cada niño enfermo. En 1921 organizó el primer laboratorio de análisis clínicos de la ciudad. En 1922 comenzó en el Hospital Civil los estudios para la prevención y modificación del sarampión, con base en la fracción de una proteína de la sangre llamada gamma globulina. El 25 de abril de 1934 presentó al Consejo de Profesores y a la Dirección de Estudios Superiores del Estado de Jalisco su proyecto de plan de estudios de la cátedra de Pediatría, el cual se aprobó. En 1940 gestionó y obtuvo la ampliación a 150 camas para la Clínica de Pediatría del Hospital Civil.

En 1930, durante el ix Congreso Médico celebrado en Guadalajara, propuso el establecimiento de un hospital especializado en niños, anexo al Hospicio Cabañas, la propuesta se aceptó, y él fue por muchos años el pediatra oficial del mismo.

En 1923 ingresó a la Sociedad Farmacéutica de Guadalajara; el 26 de marzo de 1925 fue recibido como miembro en la Sociedad de Cirugía; y el 30 de abril de 1934, en sesión solemne la Sociedad Mexicana de Puericultura, le otorgó el diploma que lo acreditaba como socio corresponsal.

En 1924 escribió un texto de farmacología clínica; en 1933 publicó el libro Fisioterapia digestiva en el niño y alimentación del lactante por nodriza mercenaria, el cual fue considerado como muy innovador, por su propuesta del uso de la leche artificial; en 1934 dio a conocer Higiene y alimentación del lactante; en 1935 presentó su obra Tuberculosis infantil; y para 1942 publicó La harina de trigo germinado en la alimentación infantil, y un artículo sobre “La profilaxis del sarampión por suero de convalecientes, basado en una conferencia el 11 de marzo de 1932”, en el Boletín mensual de la Sociedad Medico-Farmacéutica.

De 1935 a 1936 fue colaborador en temas de pediatría de la Revista de Cirugía; y además participó con sus artículos de la misma temática en la Revista de Medicina y Cirugía del Instituto de Ciencias Médicas y Biológicas de la Universidad de Guadalajara.

Falleció en su ciudad natal el 11 de septiembre de 1943.

En 1988 le fue dado su nombre a la viii Jornada Médica del Hospital Civil de Guadalajara.

Juicios y testimonios

Horacio Padilla Muñoz et al.: “Hombre tapatío, sabio, excelente políglota, dotado de una gran formación científica y cultural”.

Ruiz Hernández, Francisco H.

Nació en Sayula, Jalisco, el 26 de diciembre de 1872. Fueron sus padres los señores Concepción Hernández y Mariano Ruiz, los cuales se preocuparon por su formación moral e intelectual.

En el Liceo de Varones del Estado cursó sus estudios preparatorios, luego ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, donde se distinguió por la obtención de las más altas calificaciones de su generación, y en 1899 recibió su título de abogado.

Se dedicó al ejercicio de su profesión como litigante y realizó carrera en el Poder Judicial, fue juez de lo criminal y juez de lo civil en Colima, magistrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Colima, juez de primera instancia en varios Partidos Judiciales en el estado de Jalisco, juez de Distrito también en Jalisco y juez cuarto de lo civil en la capital de la república.

En 1910 le correspondió llevar y dictar sentencia en el célebre caso del “Crimen de los Tepames”, que tanto revuelo causó en Colima. Sobre este litigio se publicó el libro Sentencia pronunciada por el C. juez de lo Criminal Lic. Francisco H. Ruiz en el proceso instruido en contra de Darío Pizano y socios por los delitos acumulados del homicidio calificado, abuso de autoridad, allanamiento de morada y portación de arma prohibida.

En 1911 regresó a Guadalajara y fue nombrado catedrático de Derecho Mercantil, Derecho Constitucional y Derecho Civil de la Escuela de Jurisprudencia, de la cual “fungió por algún tiempo como director”.123 En el nivel de bachillerato impartió las clases de Lógica, Moral y Sociología.

Del 12 de enero al 31 de diciembre de 1912, del 1º al 16 de enero de 1913, y del 19 de febrero al 31 de diciembre de 1914, fue secretario y síndico del Ayuntamiento de Guadalajara.

En 1912 se integró a la Gran Logia Occidental Mexicana, y de 1916 a 1917 fue el gran maestro de la misma.

El 15 de septiembre de 1914, el general Manuel Macario Diéguez decretó la fundación de la Escuela Preparatoria de Jalisco, y el licenciado Francisco H. Ruiz fue nombrado su primer director.

Al ser desplazados los constitucionalistas por las tropas de Francisco Villa, el gobernador Julián Medina lo nombró presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco, lo que lo enemistó con el general Diéguez, quien a su regreso a Guadalajara el 16 de abril de 1915 “lo persiguió y tuvo que ocultarse”. 124

El 10 de febrero de 1917 fue nuevamente nombrado secretario y síndico del Ayuntamiento de Guadalajara: “Quizá vuelve a la escena política sólo hasta que el núcleo de Diéguez (el propio Diéguez, Manuel Aguirre Berlanga y Tomás López Linares) deja un poco de espacio a la élite carrancista local”.125

Hasta el 26 de diciembre de 1918 fungió como secretario síndico, fecha en que el Congreso del Estado lo eligió magistrado propietario del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco.

Del 1º de marzo de 1919 al 11 de mayo de 1920 fue secretario general de gobierno y “en 11 de noviembre de 1919 y 1º y 16 de febrero de 1920”,126 fue gobernador sustituto del estado de Jalisco, al suplir las ausencias del titular Luis Castellanos y Tapia.

Al dejar sus actividades gubernamentales continuó como catedrático de la Escuela de Jurisprudencia, de la cual hacia 1923 fue muy probablemente director interino, según conjetura Guillermo Zepeda. 127

En 1925 pasó a residir con su familia a la Ciudad de México, donde se le nombró miembro de la Comisión Técnica de Legislación de la Secretaría de Gobernación e integrante de la Comisión Redactora del Proyecto de Código Civil para el Distrito Federal y Territorios Federales, puesto en vigencia en 1928, por lo que se le consideró uno de sus autores principales.

El 26 de diciembre de 1928 rindió protesta como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y se integró a la tercera sala dedicada a la materia civil. Ejerció la magistratura hasta 1940 y fue presidente de la Suprema Corte de enero de a abril de 1933 y para 1934.

En lugar de cobrar su pensión vitalicia como ministro jubilado, “para no ser una carga para el erario de su país,128” aceptó la invitación de la Escuela Nacional de Jurisprudencia para impartir la cátedra de Derecho Civil en su curso de Contratos, cuyos apuntes en 1943 fueron publicados en dos tomos.

El 10 de diciembre de 1945 fue nombrado profesor titular para los diferentes cursos de Derecho Civil de la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México. Además dirigió el Seminario de Derecho Privado.

En la Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, publicó: reseña de la obra “Teoría General de las Obligaciones, Tomo segundo: efectos, tramitación, extinción, complejidad de Manuel Rojas Soriano (Porrúa, 1944)”; “Breves consideraciones sobre la responsabilidad civil, formuladas con motivo de la ejecutoria de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación”; y “La socialización del derecho privado y el Código Civil de 1928”.

Algunos de los reconocimientos que recibió fueron la medalla iv Centenario de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, el 5 de junio de 1953; la insignia Ignacio L. Vallarta del Congreso del Estado de Jalisco, el 18 de noviembre de 1954; y la medalla de la Legión de Honor Judicial, el 25 de noviembre del mismo 1954.

El 12 de septiembre de 1958 falleció en la Ciudad de México y fue inhumado en el Panteón Jardín.

Juicios y testimonios

Néstor del Buen: “Hombre de extraordinaria lucidez y un civilista insuperable”.

Salado Álvarez, Victoriano

Nació en Teocaltiche, Jalisco, el 30 de septiembre de 1867. Fueron sus padres los señores Epifanio Salado y Elena Álvarez. Sobre el origen de su familia escribió: “Mi familia es una de las más antiguas –no de las más nobles, que ese es otro cantar– de todo México. El primero de mi apellido que vino a la Nueva España fue Juan Salado, que fue escribano de la Audiencia de Guadalajara en el gobierno del doctor don Santiago de Vera [...]”. 129

Desde niño se aficionó a la lectura, combinaba las lecturas de tema religioso con las novelas de caballería y autores como Voltaire y Rousseau. Durante cuatro años cursó su instrucción primaria en el Colegio parroquial de su pueblo natal.

En 1881 se trasladó a Guadalajara, y se matriculó en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco. Sobre esos días escribió:

Sólo hubo en mi tiempo unos cuantos profesores que merecieron ese nombre en el Liceo: don Luciano Blanco, cuyas cátedras eran conferencias doctísimas, don Luis Pérez Verdía, que a pesar de su jacobinismo sabía bien la historia que enseñaba, y don Manuel Puga y Acal, que aunque asistía poco a la clase conocía admirablemente la lengua y la literatura francesa. A los demás se les daba la cátedra ‘para acabalar’ su mensualidad.130

A punto estuvo de decidirse por el estudio de medicina, llegó incluso a comprar los libros de dicha carrera. Sin embargo, finalmente optó por ingresar a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara. Su padre lo amonestó por su indecisión, diciéndole: “Pues que ésta sea la última; no te me vayas a escapar a orar y resultes más tarde cura o agrimensor”.[^131]

Durante el transcurso de sus estudios profesionales fue paleógrafo y colaborador de la revista La República Literaria, y también colaboró como corresponsal en Guadalajara del periódico capitalino El Imparcial.

En 1890 recibió su título de abogado y se desempeñó en los primeros años de su vida profesional como juez, pero sobre todo ejerció el periodismo. Sus colaboraciones se publicaron en El Mercurio Occidental, en El Debate y en El Diario de Jalisco. Y además dirigió y fundó con Manuel M. González El Correo de Jalisco.

En 1893 fue nombrado profesor de Historia de México en el Liceo de Varones y se le eligió diputado local. En 1897 ocupó la cátedra de Historia Universal y nuevamente fue electo diputado; en 1899 publicó su primer libro que tituló De mi cosecha.

En 1900 fue nombrado representante de la Academia de Jurisprudencia para los concursos científicos, y escribió el ensayo “Trascendencia sociológica del problema de la enseñanza secundaria en México y datos para resolverlo”, y en 1901 publicó De autos.

Para 1901 se había establecido en la Ciudad de México, por invitación del director de El Imparcial, y obtuvo la cátedra de Lengua Castellana en la Escuela Nacional Preparatoria.

En 1902 publicó el primer tomo de lo que más tarde denominaría Episodios Nacionales, que tituló “De Santa Anna a la Reforma”. La monumental obra publicada en ediciones sucesivas, lleva los siguientes títulos: “Episodios Nacionales. Santa Anna, La Reforma, La Intervención, El Imperio”: “Su Alteza Serenísima”, “Memorias de un Polizonte”; “Episodios Nacionales […]”: “El golpe de Estado”, “Los Mártires de Tacubaya”; “Episodios Nacionales […]”: “La Reforma”, “El plan de pacificación”; y “Episodios Nacionales”: “Las ranas pidiendo rey” y “Puebla”.

En 1902 fue electo diputado federal y más tarde senador de la república. En 1905 el gobernador del estado de Chihuahua, Enrique C. Creel, lo nombró secretario de gobierno de dicho estado. En 1906 fue designado secretario de la embajada de México en Estados Unidos. En 1908 publicó Breve noticia de algunos manuscritos de interés histórico para México que se encuentran en los archivos y bibliotecas de Washington, D. C., y ese mismo año fue encargado de negocios de la referida embajada. En 1911 fue ministro plenipotenciario de México ante la República de Guatemala.

Al regresar a México, en las postrimerías del porfirismo, ocupó la Subsecretaría de Relaciones Exteriores, encargado del despacho por ausencia de su titular Federico Gamboa, y en 1911 fue secretario de Relaciones Exteriores. De 1912 a 1914 fue ministro plenipotenciario de México ante las Repúblicas de Brasil y de Argentina, donde ya en 1910 había estado como presidente de la delegación mexicana a la iv Conferencia Interamericana, celebrada en Buenos Aires.

Al oponerse al movimiento revolucionario, salió exilado y se trasladó a Barcelona, enseguida vivió en Los Ángeles, California. Se dedicó al periodismo y colaboró en La Opinión y La Prensa de Los Ángeles y de San Antonio, Texas, respectivamente. También enviaba sus artículos al Excélsior y El Universal de la Ciudad de México, a El Informador de Guadalajara y a El Diario de Yucatán de Mérida.

En 1926 regresó a su país, pero al año siguiente el presidente Plutarco Elías Calles lo expulsó, y regresó hasta 1929.

Otras de sus obras fueron: La vida azarosa y romántica de don Carlos María de Bustamante (1933); La novela del primer ministro de México en los Estados Unidos (1933); y Memorias. Tiempo viejo-tiempo nuevo (edición póstuma de 1946). Su hija Ana Salado añadió otros relatos a De autos para publicar en 1953 los Cuentos y narraciones; y su nieta Ana Elena Rabasa publicó las compilaciones Rocalla de la historia (1957), Cómo perdimos California y ganamos Tehuantepec, De cómo escapó México de ser yankee, Poinsett y algunos de sus discípulos (1968) y El agrarismo, ruina de México (1969).

Perteneció a la Academia Mexicana de la Lengua correspondiente de la Real Española, de la que fue secretario perpetuo, y a la que ingresó con el trabajo “México peregrino. Mexicanismos supervivientes en el inglés de Norteamérica”; también fue miembro de la Academia de la Historia de Madrid, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y de la Sociedad Antonio Alzate.

Falleció en la Ciudad de México el 13 de octubre de 1931. Una calle de Guadalajara lleva su nombre.

Juicios y testimonios

Artemio de Valle-Arizpe: “¡El estilo de Salado Álvarez! Fácil, suelto, flexible. Con la pluma fue diestro y primoroso; pulía y hermoseaba con adornos que dicen colores retóricos. Era de los intelectuales más limpios, coherentes y lógicos que ha habido en nuestra tierra. Comprensor de todo y sereno atisbador de lo más raro y curioso. Alto maestro no sólo en el bien decir, sino que, al igual que don Joaquín García Icazbalceta, fue maestro de toda erudición mexicana, según afirmó de este sabio don Marcelino Menéndez y Pelayo, muy justamente. Polígrafo raro y ejemplar que de todo escribía con gran conocimiento, con sensatez y cordura”.


José Emilio Pacheco: “Salado Álvarez polemizó con los modernistas para afirmar la tradición hispanizante y negar las innovaciones basadas en las letras francesas. Sin embargo los ‘Episodios Nacionales’ –que son desde el título un homenaje franco a su maestro Benito Pérez Galdós– muestran su técnica literaria una riqueza y una modernidad que será difícil hallar en otros novelistas hispanoamericanos de comienzo de siglo [...] En primer término inventa lo que faltaba a la novela mexicana: una prosa narrativa ligera y precisa que deje fluir incontenible el relato”.

Toral Moreno, José Concepción

Nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 1° de febrero de 1891. Fueron sus padres la señora Rosa Moreno Fonseca y el médico y filólogo Pascual María Toral Ruiz.

De 1899 a 1900 realizó sus estudios elementales en el Colegio del padre Miguel Leandro Guerra, en su ciudad natal. En 1901 se trasladó a Guadalajara, donde se matriculó en la Escuela Anexa al Liceo de Varones del Estado de Jalisco, para cursar los niveles de secundaria y preparatoria.

Finalmente se decidió por la carrera eclesiástica, por lo que ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara, donde cursó Filosofía y el primer año de Teología. En septiembre de 1910 fue enviado a Roma, hospedándose en el Colegio Pío Latino Americano e ingresó a la Pontificia Universidad Gregoriana, donde se graduó en Teología y obtuvo el bachillerato en Sagrada Escritura, en el Instituto Bíblico de la misma Universidad. El 11 de abril de 1914 fue ordenado sacerdote por el cardenal Basilio Pompili, vicario papal en la urbe.

En 1914 se vio obligado a interrumpir sus estudios al estallar la primera guerra mundial, por lo que pasó a prestar sus servicios sacerdotales en Colombia, donde residió durante tres años.

En 1917 regresó a México y en 1918 fue nombrado vicario cooperador de la parroquia de San Miguel el Alto. En 1919 fungió como capellán del Templo de Nuestra Señora del Refugio en su ciudad natal, y simultáneamente fue profesor y director de una inspectoría del Seminario Conciliar de Guadalajara.

En 1920 se estableció en Guadalajara, ahí fue colaborador del padre José Garibi Rivera en la conducción de un colegio de la acjm e impartió la cátedra de Sagrada Escritura en el Seminario Mayor, entonces establecido en los anexos del templo de San Sebastián de Analco.

Al ser privado el Seminario de sus casas por el gobernador del estado de Jalisco José Guadalupe Zuno, en 1925 el arzobispo Francisco Orozco y Jiménez decidió que dirigiera a un grupo de seminaristas, para ir a estudiar a Roma, lo cual aprovechó para concluir sus estudios universitarios.

De 1925 a 1927 cursó la licenciatura en Sagrada Escritura en el Instituto Bíblico de la Pontificia Universidad Gregoriana, y recibió los grados de licenciado y doctor. Tras concluir su estancia en Roma, de enero de 1928 a mayo de 1930 fue superior de los seminaristas tapatíos en Bilbao, España.

Para el ciclo escolar 1930-1931 regresó a Guadalajara como profesor de Sagrada Escritura, y capellán del Templo de Nuestra Señora de Aranzazu. Durante 52 años –hasta 1972– impartió la citada cátedra de Sagrada Escritura en el Seminario Conciliar, además en varios ciclos escolares fue profesor de Latín, Griego y Hebreo Bíblico.

A la par de sus actividades magisteriales desarrolló su apostolado entre los obreros. Con el entonces presbítero José Garibi Rivera, promovió los sindicatos católicos, la Congregación Mariana y fundó el Club Hidalgo, ubicado en la calzada Independencia, para la formación y la recreación de los obreros.

El 23 de octubre de 1934 ingresó al Cabildo de la Catedral de Guadalajara como canónigo lectoral, el 31 de diciembre de 1958 ascendió a la dignidad de chantre, y el 7 de diciembre de 1962 a la de arcediano, la cual ejerció hasta su jubilación.

Como canónigo realmente se deleitaba de las grandes celebraciones litúrgicas, ocupaba su sitial en el coro catedralicio y se extasiaba en la interpretación musical de los salmos a falso bordón, en las primeras vísperas de las solemnidades. Hierático presidía las misas y las procesiones que le correspondían, o bien acompañaba como diácono de honor en la sede al primer cardenal mexicano. Nunca faltaba al coro y ya jubilado y sin ninguna obligación de asistencia, él seguía haciendo acto de presencia, así fuera discretamente sentado –agobiado por los años– en alguna de las bancas corales.

El 1° de mayo de 1950, el papa Pío XII lo nombró prelado doméstico y le otorgó el título de monseñor.

Los libros que publicó fueron: Manual del propagandista de la cnct (1923); El sindicato obrero y sus instituciones filiales (1923); Apuntes sobre la vida de San Pablo (1924); Meditaciones acerca de los deberes de la vida sacerdotal. Extractadas de la obra Saccerdos del R. P, A. Petit, S. J. (1932); xix centenario de la muerte de nuestro señor Jesucristo (1933); El agrarismo (1938); La eucaristía y la cuestión social (1938); Vida de nuestro señor Jesucristo según los cuatro Evangelios (1941); Paráfrasis dramática del Cantar de los Cantares (1943); Anotaciones a un artículo sobre la fecha del nacimiento de Cristo (1946); entre otras.

Sus colaboraciones sobre cuestiones bíblicas fueron en torno de la traducción de la “Biblia” del padre Agustín Magaña, pero sobre todo en sus eruditas notas exegéticas.

Los artículos y ensayos de su producción se publicaron en el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guadalajara, la revista Ábside y los periódicos El Obrero y Archivo Social, entre otros.

Fue presidente de la Comisión Nacional de la Fe, de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y encaminó sus esfuerzos al ecumenismo con las otras confesiones cristianas.

Tras cumplir 70 años de vida sacerdotal, cincuenta y dos años de catedrático del Seminario Conciliar y 50 de canónigo de la Catedral tapatía, falleció en Guadalajara el 20 de agosto de 1984.

Sus honras fúnebres se celebraron en la Catedral y en el Seminario Mayor, donde las presidió su hermano el también canónigo Enrique Toral.

Juicios y testimonios

José Gracián Ordaz: “Incluso antes del Concilio Vaticano ii hubo sacerdotes que se adelantaron a estos tiempos de renovación, trabajando en la promoción humana y social, como el señor canónigo José Toral Moreno, animador del deporte para la juventud, así como otros que se preocuparon por los obreros y los empleados, por el desarrollo integral de la mujer […]”.


J. Jesús Madrid Torres: “El señor José Toral, intelectual de fina cepa, como suele decirse, por estar profundamente versado en los conocimientos bíblicos de su tiempo, lo vemos preocupado y acompañando a obreros y campesinos con las inquietudes novedosas, en favor de sus vidas. Ejemplar actitud […]”

Toral Ruiz, Pascual María

Nació en Lagos de Moreno, Jalisco. Fue hijo de los señores María de la Paz Ruiz y Concepción Toral.

De 1870 a 1875 cursó Latín y Humanidades en el Seminario Conciliar de Guadalajara.

En la Escuela de Medicina de Guadalajara cursó sus estudios profesionales, titulándose de cirujano.

Fue secretario de la Escuela de Medicina de Guadalajara, profesor del Liceo de Varones del Estado de Jalisco, jefe de los Servicios Médicos del Hospital de la Santísima Trinidad de Guadalajara, y ejerció libremente su profesión, atendiendo muy particularmente a los pobres del sur de la ciudad.

Se integró como miembro de la Sociedad Médica Pablo Gutiérrez, y en 1900 fue socio fundador de la Sociedad Mutualista Médico-Farmacéutica de Guadalajara.

En 1910 fue delegado por Jalisco al Congreso Nacional de Educación Primaria, en 1911 fue uno de los iniciadores del Movimiento Operarios Guadalupanos, y fue diputado de la xxiii Legislatura del Congreso del Estado de Jalisco, postulado por el Partido Católico Nacional.

Al disolverse en 1914 el Partido Católico Nacional se dedicó al ejercicio privado de la medicina. En el Hospital de la Santísima Trinidad atendió gratuitamente a los enfermos, a los cuales también visitaba en sus domicilios.

En 1882 publicó un elogio fúnebre en honor del doctor Pablo Gutiérrez, también escribió “Un idilio y una oda anacreóntica” y varios estudios humanísticos y literarios.

Ulloa González, Ambrosio

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 7 de diciembre de 1859. Fueron sus padres los señores Tiburcia González Espinoza y José Antonio Ulloa Flores.

En el Liceo de Varones del Estado de Jalisco cursó su enseñanza media y por su aprovechamiento escolar recibió varias medallas, e incluso ayuda económica.

Realizó sus estudios profesionales de manera simultánea en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara y en la Escuela de Artes y Oficios; en 1880 recibió los títulos de abogado y notario, y de ingeniero topógrafo e hidromensor.

En el ámbito educativo, al establecerse la Escuela de Ingenieros de Jalisco en 1883, fue nombrado secretario, y de 1893 a 1894 impartió la cátedra de Geometría Analítica y Álgebra Superior.

Al suprimirse la Escuela de Ingenieros en 1896 emprendió su obra educativa máxima: la fundación de la Escuela Libre de Ingenieros, inaugurada el 7 de enero de 1902, de la cual fue director, profesor de Álgebra Superior y Cálculo e instaló su sede en la planta baja de su casa de la calle de Galeana número 277, para finalmente trasladarse al antiguo edificio del Colegio de San Juan Bautista.

El 21 de marzo de 1904, el gobierno del estado de Jalisco concedió la legalización de los estudios hechos en la Escuela Libre de Ingenieros, la cual sobrevivió hasta la reinstauración de la Universidad de Guadalajara el 12 de octubre de 1925.

En la administración pública y en el activismo político durante el régimen gubernamental del general Ramón Corona fue nombrado primer ingeniero del estado de Jalisco. De 1900 a 1902 fue procurador general del gobierno del estado de Jalisco. En 1908 fundó el Partido Democrático Independiente, para impulsar la candidatura vicepresidencial del jalisciense Bernardo Reyes, por lo cual el gobernador Miguel Ahumada lo consideró el autor intelectual de los movimientos estudiantiles reyistas, en consecuencia ordenó su reclusión y no fue liberado sino hasta 1911, con el triunfo de la revolución.

Con el fin de impulsar su candidatura gubernamental por el estado de Jalisco, fundó el Partido Nacional Efectivista y su órgano informativo El Efectivista. En 1917 fue electo diputado al Congreso Constituyente del Estado de Jalisco, por el xi distrito electoral. Fue líder de la facción moderada y presidió la Comisión de Puntos Constitucionales, y el 8 de julio firmó la nueva “Constitución Política del Estado de Jalisco”.

El 1º de febrero de 1919 fue nuevamente electo diputado local por el xvii distrito electoral, pero no pudo concluir su periodo porque en mayo de 1920, al triunfar el movimiento del Plan de Agua Prieta, el gobernador Ignacio Ramos Praslow desconoció los poderes constitucionales.

Como notario le correspondió hasta su fallecimiento el fiat número 1 de Guadalajara.

Desde muy joven incursionó en el periodismo, colaboró en los siguientes medios informativos: El Minero Mexicano, el Boletín de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco, el Boletín de la Escuela de Ingenieros de Guadalajara, El Efectivista, El Reformador, El Diario de Occidente y El Informador.

Algunos de los títulos de sus artículos, editoriales y ensayos, son: “Algunas observaciones sobre el movimiento” (1881); “Apuntes sobre la Legislación Minera en el Estado de Jalisco” (1882); “Reglamento de la Escuela de Ingenieros del Estado de Jalisco” –en colaboración con Gabriel Castaños– (1883); “La instrucción profesional libre debe ser costeada por la sociedad e independiente de la acción del Gobierno” (1902); “El revalúo en Jalisco y las defraudaciones” (1902); “Apuntes sobre instrucción en Jalisco. Proyecto de ley” (1902); “La cuestión hacendaria de Jalisco” (1903); “¿Qué es el universo?” (1903); “Las escuelas profesionales deben ser libres” (1904); “La Revolución acabó con el porfirismo y mató la personalidad del general Reyes” (1911); “La política de principios es la única democrática” (1911); “La cuestión monetaria” (1913); “Las teorías modernas de la física” (1914); “El problema agrario” –cuatro partes– (1914); “Mirando el porvenir” (1917); entre otros.[^132]

Los títulos de sus libros y folletos son: Estudio sobre impuestos en Jalisco (1889); La expropiación de terrenos de las haciendas de Bellavista y El Plan para la empresa del F. C. Central Mexicano para la vía de Guadalajara a Manzanillo (1900); y Compendio de matemáticas puras […] (1903).

Ramiro Villaseñor le atribuye la autoría de las novelas: Una billetera, Entre dos abismos, Una auto-novela tapatía y La chismografía de esta tierra.[^133]

En el campo gremial fue miembro de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco, presidente de la Cámara de Comercio de Guadalajara y presidente de la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense, dado que también era propietario de la compañía harinera La Gloria, de la hacienda de Jala en el estado de Colima y del rancho Cumbrales en Jalisco.

En calidad de ingeniero ejecutó las siguientes obras: la cúpula de la Catedral de Guadalajara, diseño de Domingo Torres; la fachada y las torres del Santuario de Nuestra Señora de Zapopan, proyecto de Gabriel Castaños; el proyecto y la construcción del primitivo Mercado Corona; la proyección de obras hidráulicas en varias haciendas; la proyección y ejecución del edificio del antiguo Banco de Jalisco; su casa familiar ubicada en la calle de Galeana; la Casa Verde en Chapala, Jalisco, entre otras.131

Por sus convicciones políticas –muy alejadas del oficialismo posrevolucionario– no recibió algún reconocimiento gubernamental. Pero sus antiguos discípulos de la otrora Escuela Libre de Ingenieros, con motivo del aniversario 50 de su recepción profesional, el 16 de julio de 1930 le ofrecieron un emotivo banquete-homenaje.

Falleció en su ciudad natal el 5 de junio de 1933 y fue inhumado en el Panteón de Mezquitán.

Juicios y testimonios

Aurelio Aceves: “Venimos a patentizarle que su vida de maestro es un alto ejemplo que debemos imitar. Para mí [usted] representa un moderno Don Quijote que sin medir peligros, trabajos, ni sinsabores, se lanzó por esos campos de Montiel, con un alto ideal. Arme el carácter y fuerte ilusión, y no para deshacer agravios, sino para algo más grande, para enseñar a la juventud el pan nuestro del saber y del conocimiento, con lo cual hemos lanzado a la lucha por la vida y más o menos brillantemente, pero todos hemos triunfado”.


Federico de la Torre y Rebeca Vanesa García Corzo: “No sólo se preocupó por los nutrientes del cuerpo, sino también por los del intelecto, por la educación libre, sin intervención estatal directa o control arbitrario sobre las jóvenes mentes tapatías […]”.

Urzúa Arias, Rafael

Nació en Concepción de Buenos Aires o Pueblo Nuevo, Jalisco, el 18 de septiembre de 1905. Fueron sus padres los señores José Inés Urzúa Morales y Josefina Arias Sánchez.

Cursó la instrucción primaria hasta el tercer año en su pueblo natal, para luego trasladarse con su familia a Guadalajara, donde la concluyó en la Escuela Primaria Anexa a la Normal y en el Colegio Luis Silva. La secundaria y el bachillerato los estudió en la Escuela Preparatoria de Jalisco.

En 1924 ingresó a la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde estudió las carreras de Ingeniería Civil y Arquitectura. El 17 de septiembre de 1928 se tituló de ingeniero civil con la tesis “Cálculo de una viga armada para un puente de ferrocarril”, y de arquitecto con el “Estudio de cálculo de un salón para cine de concreto armado”.

Sus primeras experiencias profesionales las realizó en el despacho del arquitecto Luis Barragán, quien al viajar a Europa le encomendó la dirección y la administración de varias obras. De Barragán recibió la influencia determinante para constituirse en uno de los miembros más connotados de la llamada Escuela Tapatía de Arquitectura.

Entre 1928 y 1944 diseñó y construyó varias casas particulares, parques e hizo varias remodelaciones de fincas. Entre ellas la primera casa de José Clemente Orozco ubicada en las calles de López Cotilla y Camarena; la casa de la familia Farah, en Vallarta y Simón Bolívar, considerada su obra maestra; el conjunto que formaban los arcos de ingreso al Parque Agua Azul, y la fuente que actualmente se encuentra en la glorieta de la Avenida Plan de San Luis; y el proyecto y la construcción del Parque Morelos. En 1934 diseñó y construyó “una segunda cúpula independiente de la primera y sobre ésta José Clemente Orozco pintó los murales del Paraninfo [de la Universidad de Guadalajara]”.132

Entre los diseños que proyectó, pero que no se realizaron, están el de un museo de arte virreinal, el del Parque de la Revolución, el de la remodelación de la Escuela de Artes Plásticas, y el de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara.

El arquitecto Juan Lanzagorta afirma que es coautor de la casa de la familia González-Luna –hoy Casa iteso-Clavigero–, en la cual “su trabajo sobrepasa en mucho el pensamiento de Luis [Barragán], pero nos empeñamos en negar que la arquitectura es una obra colectiva que no le pertenece a un individuo, sino a varios que intercambian ideas, como ellos […] Creo que el mejor homenaje in memoriam sería reconocerlo como coautor de la casa González Luna”. 133

Desafortunadamente para el patrimonio arquitectónico de Guadalajara, la mayoría de sus obras fueron demolidas, y las pocas que quedan –salvo honrosas excepciones– han sido remodeladas de tal forma que es difícil apreciar su estilo original

Cuando parecía que se acercaba a la plenitud de su éxito citadino, en 1944 decidió volver a su pueblo natal, lo cual en opinión de sus biógrafos sigue constituyendo un misterio. En 1986 le reveló a Alberto Gómez Barbosa que regresó porque estaba “cansado de lidiar con nuevos ricos y políticos”.134

En Concepción de Buenos Aires fue presidente municipal de 1968 a 1970, y continuó su labor de arquitecto.

Para Concepción de Buenos Aires proyectó y construyó doce casas-habitación –entre ellas la de su familia–, el hotel que acondicionó en la que fuera la casa de su abuelo Hilario Urzúa, ocho edificios públicos –algunos son escuelas–, la remodelación del panteón municipal en 1942 con el diseño de unas quince tumbas para sus familiares y algunos vecinos, la cruz de cantera construida para conmemorar los 25 años de la Parroquia en 1943, la ermita en 1947, el monumento a Cristo Rey en 1957, la placa conmemorativa de la inauguración de la carretera, y la capilla de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en 1984.

También son de su autoría la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel de La Manzanilla de la Paz y la iglesia de la Mater Admirabilis en El Salto, ambas poblaciones del estado de Jalisco.

El arquitecto Rafael Urzúa trabajó en la innovación y en la conservación a la vez de la arquitectura serrana, a la que tanto amaba, cuyas características Juan Palomar Verea enuncia:

[…] Calles empedradas, aceras de cemento con figuras geométricas coloreadas, casas de adobe, con chapeo de ladrillo, es decir, recubiertas con ladrillo aparente, techos de teja grande con dibujos pintados en los aleros, puertas y ventanas de madera pintadas de verde con detalles geométricos en los vértices, herrería de buena factura, pisos interiores donde se combinan diversos materiales, artefactos de piedra mala, madera, cuernos que recuerdan los tiempos de esplendor de la sociedad ranchera...135

En junio de 1988 recibió el Premio Utopía de Arquitectura de la Fundación Utopía A. C., y en julio de ese mismo año se le otorgó el Premio Jalisco de Arquitectura del gobierno del estado de Jalisco.

Falleció en Guadalajara el 18 de octubre de 1991; sus funerales se oficiaron en el Templo de Santa Cruz y fue inhumado en el Parque Funeral Colonias.

Una calle de su pueblo natal lleva su nombre.

Juicios y testimonios

Juan José Doñán: “Aparte de ser uno de los mayores talentos naturales que ha conocido la arquitectura de esta parte del mundo, Rafael Urzúa es también un misterio. Sin un motivo aparente que lo llevara a quemar las naves, justo cuando se hallaba en plenitud de facultades creativas, cuando parecía abrirse ante él un panorama más que promisorio para jugar con éxito en las ligas mayores de la arquitectura mexicana, inusitadamente renunció a tan grande oportunidad para, literalmente, ir a encerrarse en su rincón (Concepción de Buenos Aires, su pueblo natal […])”.


Juan Lanzagorta: “Una de las casas más conocidas que es la Casa Farah, construida para Luis Farah en 1936, reúne toda la personalidad de Urzúa. Una anécdota que contaba la señora Farah, era que un día pasó Pedro Castellanos y se bajó a preguntarle cuándo Luis [Barragán] le había hecho esa casa... Por supuesto se sorprendió cuando le informó que era de Rafael [Urzúa]”.

Vargas González, Jorge

Nació en Ahualulco de Mercado, Jalisco, el 28 de septiembre de 1899. Fueron sus padres los señores Elvira González y el doctor Antonio Vargas.

Sobre la posición económica de la familia, su hermana María Luisa evoca: “Los Vargas eran ricos de abolengo. Tenían muchas casas en Ahualulco y aquí [en Guadalajara] también. Esta casa de Mezquitán era de ellos, pero al venirse mi mamá aquí, se la dejaron. Mi mamá tenía tanto carácter como mi papá. Fuertes de personalidad ambos. Yo no sé cómo congeniaron y no se pelearon. Yo nunca los vi pelearse […]”.136

Jorge inició su instrucción elemental en su pueblo natal, la cual continuó en Guadalajara a partir de 1914, cuando la familia se estableció en esta ciudad para que los más jóvenes pudieran hacer estudios superiores.

La secundaria y la preparatoria las cursó en la Escuela Preparatoria de Jalisco, recientemente inaugurada en 1914. Se graduó de técnico profesional contable, y a pesar de las enérgicas presiones de su padre para que eligiera una carrera universitaria, se resistió con el argumento de que ya había asistido a varios cursos de formación cultural católica,137 entre los que estaba el Círculo Luis Windthorst, donde se impartían Apologética, Sociología y Economía. Entonces decidió empezar a trabajar como personal administrativo en la Compañía Hidroeléctrica de Jalisco.

Era muy aficionado al básquetbol y a la caza, quizá en demasía, por lo que sus padres también le llamaban la atención; así escribía a su padre: “… por lo que toca al juego (de básquet) hace más de dos meses que ni siquiera tiento una bola […]”.138 Enseguida le manifestaba su firme convicción de ser un hombre íntegro y de bien: “[…] prometí cambiar y ser un hombre, sino modelo, al menos bueno para mañana o pasado serle útil a Dios, a ustedes y a la sociedad en que vivo […]”.139

A la par de sus estudios secundarios tomó parte como socio muy activo de la acjm, en la cual fue discípulo de Anacleto González Flores, junto con sus hermanos Florentino y Ramón.

Fue muy activa su participación en las diferentes manifestaciones pacíficas que pretendían evitar que se aplicara la legislación estatal anticatólica en Guadalajara, 140especialmente en el movimiento del boicot. En 1926 el Episcopado mexicano decidió cerrar los templos al culto público y estalló la Cristiada. Ante lo cual la familia Vargas González decidió dar asilo a los sacerdotes que continuaban la celebración de la misa en forma clandestina.

Uno de los sacerdotes huéspedes en la casa familiar de Mezquitán número 405 fue Lino Aguirre García –futuro obispo de Sinaloa–, a quien los Vargas apodaban en broma “San Lino”, el cual se disfrazaba de obrero y salía a cumplir con su ministerio, por lo que

después de varias salidas, Jorge, que era su compañero de cuarto le dijo: –No está bien San Lino que vaya usted solo, le puede pasar algo; desde hoy, yo seré su guardaespaldas. Una sonrisa franca y abierta fue la contestación de consentimiento a tan bondadoso ofrecimiento y desde entonces Jorge, se venía pronto del trabajo, se alistaba rápidamente y para las cuatro de la tarde en overol y mangas de camisa salía en su poderosa bicicleta custodiando a San Lino, –Vámonos con las pecadoras San Lino; y San Lino repetía –vámonos. –Son tan pecadoras que cada ocho días partimos y duramos toda la tarde.141

Finalmente el sacerdote Aguirre abandonó la casa de los Vargas González, con el fin de desempeñar otra misión que se le encomendó. Pero a finales de marzo de 1927, un incidente aparentemente sin importancia vino a cambiar la historia de la familia.

El ideólogo del movimiento cristero, Anacleto Gonzáles Flores, era trasladado en carro de un escondite a otro más seguro, dado que afanosamente le buscaba la policía, pero el vehículo se descompuso y se decidió llevarlo a la casa de los Vargas González. Ahí compartió el cuarto con Jorge, en el lugar que había dejado el padre Lino Aguirre.

A las 5 de la mañana del 1° de abril del citado año de 1927, la casa fue asaltada por la policía secreta. La señora Elvira González fue al cuarto de Jorge, donde estaba Anacleto, ahí ocurrió lo siguiente:

–Don José, don José [nombre clandestino de Anacleto], ya están aquí, brínquese por la huerta del corral, apresúrese.

Anacleto está visiblemente perturbado, no atina a decir, ni a hacer nada.

–Pero mamá, dice Jorge (compañero de cuarto de Anacleto) si ya está ahí.

–¿Dónde? ¿Dónde? Si no lo veo (es que mi mamá no traía sus lentes).

–¡Ahí, mamá allá arriba, mira dijo señalando a un [policía] secreta, que apostado en el muro que dividía el primer patio del segundo; apuntaba hacia abajo pistola en mano.

–No don José no se crea, no le haga caso a Jorge, apúrese; pronto, pronto.

–Sabe don José –agrega Jorge, quien tenía muy buena puntería–, mejor saco mi pistola y de un balazo tumbo a ese, para que usted pueda escapar.

–No –se atreve a contestar Anacleto–, no, no, y ayudado por mi mamá va a salir […] Jorge mueve la cabeza de derecha a izquierda […]142

Junto con Anacleto y con sus hermanos Ramón y Florentino, fueron conducidos al Cuartel Colorado, donde fueron encerrados en un calabozo. Y sin ningún proceso legal se les sentenció a muerte –salvo Florentino, a quien consideraron como menor de edad–. Hacia las dos de la tarde, y tras sufrir algún tipo de tortura –dado que traía un hombro dislocado–, y empuñando un crucifijo sobre el pecho, Jorge recibió la descarga del fusilamiento del batallón 201.

Un gran número de parientes, amigos y estudiantes se dio cita en su casa para la velación. Y al día siguiente en medio de una gran multitud, fue sepultado junto con su hermano Ramón en el Panteón de Mezquitán.
El 22 de mayo de 1949 sus restos fueron exhumados para ser trasladados a su pueblo natal, donde se les colocó en el templo parroquial de San Francisco de Asís. Para la ocasión el canónigo Maximino Pozos, compuso el poema “La victoria de Cristo”.

El 22 de junio de 2004, en presencia del embajador de México ante la Santa Sede, Javier Barragán, el papa Juan Pablo II promulgó el decreto de su martirio, en unión a su hermano y a otros once compañeros mártires. El 20 de noviembre de 2005, en el Estadio Jalisco de Guadalajara, se verificó la multitudinaria ceremonia de beatificación.

Juicios y testimonios

Antonio Gómez Robledo: “Un joven de espíritu en extremo delicado, valiente pero analizador, enamorado de las ideas y repulsivo, por su misma exquisitez, de las asperezas de la realidad, a quien la muerte fue una verdadera liberación del conflicto vocacional que hacía años lo torturaba, y que su excesiva finura intelectual le había impedido resolver”.


Maximino Pozos:



Y ahora como entonces,
los dos hermanos [Jorge y Ramón] que forjó el bronce
el Alma Mater que valientes cría,
la acjm, semillero
que en cada arbusto modeló un guerrero,
contestaron así con hidalguía:
‘¡Es preciso que reines, Nazareno,
[…]
Y si morir es fuerza, beberemos
en tu copa de hiel, si así vencemos
al hirsuto Tirano de Idumea! […]


María Luisa Vargas González: “Mártires Ramón y Vargas González, quienes con valor y generosidad acompañaron al maestro Anacleto González Flores hasta el holocausto. Salve queridos hermanos”.

Vázquez Cisneros, Pedro Elías

Nació en Tapalpa, Jalisco, el 22 de febrero de 1895. Fueron sus padres los señores Mercedes Cisneros Nieto y Pedro Vázquez Gómez.

En su pueblo natal cursó la primaria, luego se trasladó a Guadalajara e ingresó al Seminario Conciliar, donde hizo estudios de humanidades. En la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara realizó su carrera profesional, y en 1916 recibió su título de abogado. Por esos años sus compañeros de estudios lo tenían “como un talento de excepción”.143

Se caracterizó como un militante muy activo del catolicismo social en Jalisco; así, en 1917 fundó el semanario La Época, considerado como muy influyente por esos años.

Al organizarse en 1916 la acjm en Guadalajara, se realizaron elecciones para presidente del Comité Regional, y resultó triunfador, había ganado a Anacleto González Flores y a Efraín González Luna. Durante varios periodos presidió dicha asociación.

Por su valor y sus méritos en favor de la defensa de la fe católica, el papa Benedicto XV lo condecoró con la Orden Pontificia de San Gregorio Magno, la distinción la recibió durante el Primer Congreso Regional de la Unión Diocesana de Guadalajara, celebrado en enero de 1920. En el discurso de colación de la Orden, el arzobispo Francisco Orozco y Jiménez expresó: “El premio con que ha sido honrado el pecho de este valiente luchador, quede prendido también en el pecho de todos los esclarecidos socios de las huestes juveniles de esta región y sintetice los legítimos triunfos conquistados en la brega cristiana de ayer”.144

Al iniciar el conflicto armado de la Cristiada, y siendo además simpatizante del vaconcelismo, se tuvo que exilar en Estados Unidos. No reapareció en la vida pública de México sino hasta en la década de los cuarenta.

De 1944 a 1948 dirigió el periódico El Occidental de Guadalajara, el cual se fundó para hacerle la competencia a El Informador. Consiguió como articulistas y editorialistas a Juan José Arreola, Antonio Alatorre, Alfonso de Alba Martín, José Cornejo Franco, y entre otros al fotógrafo Juan Víctor Arauz. Al ser adquirido el periódico por el gobiernista coronel José García Valseca, su suerte estaba decidida, así que renunció.

Sin ser militante del pan, fue en 1946 candidato externo al Senado de la república por Jalisco; llevó como compañero de fórmula a Juan Palomar y Arias. Muy pronto se distanció del pan, a quien acusó de “neoporfirista”, por su posición ante el régimen del presidente de la república Miguel Alemán.

En 1950 hizo la valiente defensa del patrimonio virreinal de Guadalajara, ante la demolición del antiguo Palacio Episcopal. Se enfrentó al gremio de Ingenieros y Arquitectos de Guadalajara, A. C., al gobernador Jesús González Gallo y a los “católicos colaboracionistas”, pues le parecía inconcebible el silencio del arzobispo José Garibi Rivera. Pero todo fue en vano y el histórico edificio fue destruido.

Durante el periodo gubernamental del citado licenciado Jesús González Gallo, en un día de elecciones casualmente se encontró con el gobernador, quien lo saludó con el sobrenombre juvenil de “Borrega”, justamente en los alrededores del Templo Expiatorio, frente al cual había una serie de casas de escaso valor estético. Entonces Vázquez Cisneros le espetó al gobernador:

–¿De veras es usted muy hombre?
–Por supuesto que lo soy –contestó el gobernador–.
–Pues voy a que no se anima a tumbar estas casas, para que la arquitectura del Templo Expiatorio luzca como Dios manda.145

El licenciado González Gallo aceptó el reto, y fue así como se construyó una de sus plazas más significativas de Guadalajara.

En 1952, al ser atacado por medio de volantes el candidato presidencial del pan, Efraín González Luna, como el causante de la aprehensión y ejecución de Anacleto González Flores, Pedro Vázquez y otros expresidentes diocesanos de la acjm publicaron un desplegado en el cual desmentían las acusaciones.

En 1953 publicó su libro Balas perdidas, con la idea “[…] de salvar del fatídico cesto y de la completa inutilidad algunos tiros al blanco que, por angas o por mangas, no alcanzaron los honores de la publicación de los periódicos a que fueron destinados, y que por eso pasaron a ser balas perdidas que, Dios lo quiera, podrán ahora dar en alguna parte y ser de algún provecho”. 146

La obra se divide en un juramento, tríptico escolar, post scriptum y varios apéndices.

Al constituirse la Unión Nacional de Padres de Familia se convirtió en su ideólogo principal, con sus críticas sensatas y llenas de entereza moral a las políticas educativas del gobierno federal.

Por sus posiciones ideológicas fue calificado de “reaccionario” o de “ideólogo de los mochos”. Se le atacó y se le denigró, como lo hizo José Montes de Oca al apodarlo como la “Borrega Furfurris”, pero nadie le debatió sus argumentos, más aún “nunca nadie lo acusó de vender su pluma”.147

En el periódico Excélsior de la Ciudad de México, publicó una serie de artículos de carácter idiomático, con el seudónimo de “P. D’Agogo”. En ellos arremetió contra la “inefable” campaña de depuración del idioma nacional que promovía la Secretaría de Educación Pública, y en 1957 la serie se vio suspendida por “una atenta invitación” de las autoridades educativas federales.

En 1964 completó la serie de artículos idiomáticos, y los publicó en la Editorial Jus con el título ¡Depurando el idioma!, situación que define como “ajusticiamiento de un atentado inverosímil contra la gramática y contra la sindéresis, cometida por la ignorancia y la estulticia enseñantes”.148

Realizó la compilación, el ordenamiento, las anotaciones y el prólogo de las Obras de Efraín González Luna en ocho tomos. Desde el 10 de septiembre de 1968 anunciaba a los militantes del pan de Guadalajara la conclusión de su trabajo. Sin embargo la publicación fue hecha por la Editorial Jus hasta los años de 1974-1977.

Sin abandonar sus ideales y sin acomodarse nunca a las nóminas gobiernistas, como lo hicieron otros periodistas y escritores, continuó disparando sus “balas perdidas” desde su columna periodística “Observatorio”. Falleció en Guadalajara en 1969.

Juicios y testimonios

Juan José Doñán: “El hermoso mapa espiritual de la Guadalajara de 1930, que Agustín Yáñez trazó hacia 1940, dando santo y seña del parnaso y el ateneo tapatíos, adolece, sin embargo, de algunas omisiones notables. Una de las más relevantes corresponde a un hombre de una pieza, a un bravo intelectual que, al igual que él, había luchado contra el movimiento jacobino que, desde las más altas esferas del poder, se recrudeció en nuestro país durante la segunda mitad de los diez y casi todo el decenio de los veinte. Este antiguo compañero de viaje del joven Yáñez, respondía al nombre de Pedro Vázquez Cisneros y, a diferencia de aquél, nunca abandonó su trinchera original”.


Antonio Rius Facius: “El infatigable luchador católico [René Capistrán Garza] cerraba, con su desaparición, un capítulo polémico en la historia de la Iglesia en México. Y me vino a la memoria aquel sentido artículo que escribió en honor de su fraternal amigo y compañero, Pedro Vázquez, cuando éste murió tras largos y penosos años de distanciamiento por divergencias de criterio político”.

Vizcarra Batres, José Marcelino

Nació en Guadalajara, Jalisco, en 1874. A sus once años inició sus estudios de dibujo y pintura en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco, donde fue discípulo del maestro Felipe Castro.

En 1888 obtuvo el primer lugar en la clase de Pintura del Liceo, por lo cual el gobernador de Jalisco, el general Ramón Corona, le entregó una medalla. En 1891, al concluir su formación académica, expuso siete cuadros en la exposición de estudiantes del mismo Liceo, entre los que destacaron Una señorita en una calle de Guadalajara y El voceador de periódicos.

Se trasladó a la Ciudad de México para continuar su formación en la Escuela Nacional de Artes Plásticas –antigua Academia de San Carlos–. En 1892 obtuvo el tercer lugar en la xxii Exposición Nacional, con su cuadro El voceador de periódicos, y en 1894 ganó la medalla de plata en la gran Exposición Colombina de Chicago, Illinois, por sus dibujos y acuarelas.

En septiembre de 1920 presentó “La sala expositora de otoño” con un centenar de sus acuarelas. Ese mismo año en Guadalajara se inauguró la “Fiesta de la raza”, con sesenta de sus óleos. Y en 1932, en el Hotel Embajadores de Los Ángeles, California, expuso con gran éxito veinticinco de sus cuadros con temática mexicana.

En la Escuela Preparatoria de Jalisco de la Universidad de Guadalajara impartió las cátedras de Pintura y Dibujo. También dio clases particulares de Pintura; entre sus discípulos estuvieron: Juan Soriano, Jesús Guerrero, Raúl Anguiano, Javier Arévalo, Guillermo Chávez Vega, Gabriel Flores, entre otros.

Algunas de sus obras son los retratos de Gerardo Suárez, Antonio Zaragoza, Emetrio Robles Gil, José María Vigil y Amado Nervo; además de Retrato de dama, Familia Dávila Garibi-Gónzalez y Chávez (1926); Paisaje con vacas (1899); Paisaje del Lago de Chapala, Paisaje nocturno del Lago de Chapala, Paisaje en la Colonia Seatle, Barranca de OblatosI, Barranca de Oblatos II, Campesino, Paisaje con figura femenina, Casa solariega, Casa del pueblo, Fachada, Sacristía, Coro alto, Palacio de Medrano I, Palacio de Medrano II, Bodegón, El día de la fiesta, Flores del campo (1926); Penitente, Danzante, Mozo tocando la guitarra, Jornalero, Indio serrano (1931); Indio, Retrato de joven, Jicarera, Pareja campesina, A la pasadita, Perfil de anciano, Niño (1953); Herrero, Los enterradores, Caridad (1919); Cristo sumo y eterno sacerdote –o La Institución del Sacerdocio–, Virgen de Guadalupe (1936); y Virgen del Perpetuo Socorro149


De sus retratos, alcanza notoriedad


una obra especial por su estilo y manufactura es el retrato de la familia Dávila Garibi fechado, en 1926, imagen de conjunto señalada por los suaves tonos de verdes y azules que destacan la supremacía femenina del grupo y enmarcan la figura noble del erudito José Ignacio Dávila Garibi; por la holgada disposición entre los personajes así como el fondo en el mismo tono que los vestidos de las niñas ofrecen una atmósfera etérea acentuada por la temporalidad de la moda que visten las mujeres.150


Por lo que respecta a su obra de tema religioso,


entre lo más celebrado está el enorme lienzo La Institución del Sacerdocio, resuelto a la manera de los nazarenos o puristas, corriente puesta en circulación en México por el pintor Pellegrín Clavé, artista formado en Roma y asociado al nazarenismo catalán. Hay en La Institución del Sacerdocio colores azules y rosas suplementarios que lo acerca a un manejo ahora conocido como pop; personajes en posturas estudiadas y acomodados jerárquicamente en el que al pie de Cristo están dos sacerdotes de la ‘tradición judía’. Los colores y formas en este caso sólo reflejan influencias de la publicidad y la fotografía en la recreación del estilo purista.151

En sus últimos años estableció su taller en la calle de Reforma del centro de Guadalajara, donde continuó su obra artística y aconsejaba a los nuevos pintores.
El 8 de octubre de 1956 murió en Guadalajara “olvidado –tal vez por haberse hecho tan cotidiano para Guadalajara, dada su tan prolongada vida– […]”.152

En el año 2005 se presentó una exposición de su obra en el Museo de la Ciudad de Guadalajara.

Juicios y testimonios

Guillermo Ramírez Godoy: “Sobresaliente artista de la plástica y ejemplar maestro de tres generaciones de pintores. Pese a su formación académica supo evolucionar con creatividad a lenguajes expresivos finiseculares, como el impresionismo, y dejar importantes testimonios que sorprenden por su calidad técnica y sentido estético”.


Xavier Torres Ladrón de Guevara: “José Vizcarra marca la transición del academicismo hacia la pintura regionalista, aun cuando parte de su obra conserva los lineamientos tradicionales; fue un pintor de obra prolífica realizada en las últimas décadas del siglo xix y durante la primera mitad del siglo xx. Vizcarra supo plasmar en sus lienzos un arte sobrio y sencillo; fue extraordinario intérprete de la naturaleza y magnífico retratista de los tipos comunes de la ciudad y del campo”.

Zaragoza Solís, José Antonio

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 28 de febrero de 1855. Fueron sus padres los señores Francisca Solís y Atanasio Zaragoza.

En el Liceo de Varones del Estado de Jalisco cursó su enseñanza media. En 1873 ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara donde hizo sus estudios profesionales, y se tituló de abogado en 1877.

A sus quince años empezó a escribir sus primeras composiciones literarias. En 1876, junto con varios estudiantes del Liceo, del Seminario Conciliar y de algunas otras escuelas de enseñanza superior, participó en las tertulias y en la fundación de la revista La Aurora Literaria. También colaboró en La República Literaria, que inició su publicación en 1886.

Sus artículos y poemas fueron publicados en los periódicos El Judío Errante, La Unión Jalisciense, El Eco Social y Juan Panadero, entre otros. De 1876 a 1877 fue director del periódico oficial del estado de Jalisco. Sobre su estilo periodístico, versificó Alberto Santoscoy:

Hoy, siendo periodista refunfuña.
Y mojada su péñola en ponzoña,
Artículos políticos apiña.153

En 1890 fue nombrado secretario de Jefatura Política del Territorio de Nayarit, por lo que paso a residir en Tepic. Este cargo lo ocupó practicamente hasta sus ultimos días, y en algunas ocaciones fue gobernador interno de Nayarit.

En Tepic Fundó y dirigió por varios años el periódico intitulado Lucifer, que logró muy buena aceptación.

En 1882 publicó en Tepic sus libros de poemas Armonias y Recuerdos. Y en 1890 en Guadalajara fue editado su tercer poemario que se tituló Versos, sobre la cual opina Luis Pérez Verdía.

No [está] exenta de reminiscencias románticas en la cual aunque se muestra imitador de Musset y de Heine, tiene sin embargo originalidad indiscutible; sus composiciones son perfectas y de notable igualdad de factura; por su delicadeza, dulzura y resignación puede muy bien rivalizar con Gutiérrez Nájera. Al juzgar La Esperanza con una melancolía sublime nos dice:

Morir sin ser feliz, cuando á millares
Placeres la esperanza nos ofrece,
Es morir cual marino que perece,
De sed sobre las ondas de los mares.154

La mayor parte de su obra no se ha compilado de las revistas en que fue publicada, o bien permanece inédita. Es considerado por el mencionado Manuel Gutiérrez Nájera como uno de los grandes poetas tapatíos que precedieron al modernismo.

Sobre su forma de escribir, Juan Bautista Iguíniz asevera que “escribía correctamente, era temible en la polémica, y en sus poesías se admira la sublimidad de sus ideas y su elevada inspiración, que lo han colocado en el rango de nuestros más altos poetas”. 155

Falleció en Tepic, Nayarit, el 1° de octubre de 1910.

Juicios y testimonios

Luis Pérez Verdía: “Exclusivamente poeta lírico, alcanzó envidiable puesto en las letras nacionales”.


Referencias
  1. Juan de Dios Bojórquez, Crónica del Constituyente, México, PRI, 1985, p. 106. ↩︎

  2. Ibid., p. 215. ↩︎

  3. J. Ángel Moreno Ochoa, Semblanzas revolucionarias. Diez años de agitación política en Jalisco 1920-1930, Guadalajara, Ed. del autor, 1959, p. 207. ↩︎

  4. Ibid., pp. 210-211. ↩︎

  5. Antonio Gómez Robledo, “José Arriola Adame, in memoriam”, El Occidental, Guadalajara, núm. 261, 26 de agosto de 1990, suplemento La cultura en Occidente, p. 4. ↩︎

  6. Salvador Echeverría, “José Arriola Adame, un francés de vocación”, El Occidental,Gudalajara, núm. 261, 26 de agosto 1990, suplemento La Cultura en Occidente, p. 7. ↩︎

  7. Luis Martínez, Cuatro trancos de una vida. Crónica y bocetos, Guadalajara, Ed. del autor, 1973, p. 106. ↩︎

  8. ámara Azuela Williamson, “Mariano Azuela. El Hombre”, La Plaza, Guadalajara, año i, núm. 3, noviembre de 1986, p. 11. ↩︎

  9. Elena Poniatowska, Todo México, México, Diana, 1990, tomo i, p. 29. ↩︎

  10. Ibid., p. 45. ↩︎

  11. Ibid., p. 46. ↩︎

  12. Ibid. et loc. cit. ↩︎

  13. Ibid., p. 22. ↩︎

  14. Luis Barragán, Composición de recintos. Una poética del espacio. En “El mundo de Luis Barragán”, Artes de México, núm. 23, primavera de 1994, p. 29. ↩︎

  15. Ibid., pp. 47-48. ↩︎

  16. Gonzalo Villa, “Recuerdos de Luis Barragán”, El Occidental, Guadalajara, 5 de febrero de 1989, sección D, p. 11. ↩︎

  17. Elena Poniatowska, op. cit., p. 9. ↩︎

  18. Ibid., p. 14. ↩︎

  19. Xavier Guzmán Urbiola, “Más allá del Barragán style”, La Jornada, México, 29 de octubre de 1985, p. 25. ↩︎

  20. “El mundo de Luis Barragán”, op. cit., p. 28. ↩︎

  21. Ibid., loc. cit. ↩︎

  22. Laura Olarte et al., “Vida y obra de Pedro Castellanos”, Siglo 21, Guadalajara, sección Cultura y espectáculos, 8 de febrero de 1994, p. 6. ↩︎

  23. Ibid., p. 6. ↩︎

  24. Emilia Orendáin y Enrique Toussaint, Pedro Castellanos. Monografías de arquitectos del siglo XX Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 2006, núm. 11, pp. 211-212. ↩︎

  25. Ibid., p. 46. ↩︎

  26. Ibid., pp. 211-212. ↩︎

  27. Ibid., p. 71. ↩︎

  28. Murià, Historia de Jalisco…, tomo III, p. 516. ↩︎

  29. Guillermo Sheridan, “Los Protagonistas”, La Gaceta, México, FCE, núm. 248, agosto de 1991, p. 3. ↩︎

  30. Ibid., p. 4. ↩︎

  31. Eduardo J. Correa, Las almas solas, Estudio preliminar de Wolfgang Vogt, Guadalajara, Ed. Universidad de Guadalajara, 1998, p. 13. ↩︎

  32. Eduardo J. Correa, El Partido Católico Nacional y sus directores, México, FCE, 1991, p. 140. ↩︎

  33. Ibid., p. 175. ↩︎

  34. Ibid., p. 211. ↩︎

  35. Ibid., p. 18. ↩︎

  36. Pareyón, op. cit., p. 72. ↩︎

  37. Arturo Chávez Hayhoe, Guadalajara en el siglo XVI, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, Guadalajara, 1992, tomo i , p. 8. ↩︎

  38. Guillermo Plazola Anguiano, Arquitecto fray Gabriel Chávez de la Moral, México, Plazola Editores, 2006, p. 135. ↩︎

  39. José Rojas Garcíadueñas, “Prólogo”, Marcelino Dávalos, Así pasan, México, UNAM, 1945, p. X. ↩︎

  40. Ibid., p. XVI ↩︎

  41. Ibid., p. XVII. ↩︎

  42. Murià, Historia de Jalisco…, p. 648. ↩︎

  43. Murià, Historia de Jalisco, tomo IV , p. 648. ↩︎

  44. José Dorazco Valdés, Ignacio Díaz Morales o la pasión por la cultura, El Informador, Guadalajara, 16 de julio de 1989, suplemento cultural, p. 14. z ↩︎

  45. Sergio René de Dios Corona, Don Ignacio Díaz Morales, arquitecto, El Occidental, Guadalajara, 24 de diciembre de 1989, sección “Desarrollo inmobiliario”, p. 6. ↩︎

  46. Guillermo García Oropeza, “Díaz Morales: la obra”, El Occidental, Guadalajara, 4 de octubre de 1992, suplemento cultural, p. 5. ↩︎

  47. Ibid., loc. cit. ↩︎

  48. Guillermo García Oropeza, Ignacio Díaz Morales, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1982. ↩︎

  49. Inscripción en un muro conmemorativo del campus ITESO, de Guadalajara. ↩︎

  50. José Montes de Oca y Silva, y Luis Páez Brotchie, El Teatro Degollado, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1964, pp. 221-222. ↩︎

  51. Wolfgang Vogt, “Roque Estrada: sus ideas de la Revolución a través de su novela ‘Liberación’”, El Informador, Guadalajara, 29 de noviembre de 1987, suplemento cultural, p. 5 ↩︎

  52. Idem ↩︎

  53. Idem ↩︎

  54. Vicente Camberos Vizcaíno, Un hombre y una época. Apuntes biográficos, México, Jus, 1950, pp. 200-201. ↩︎

  55. Diócesis de San Juan de los Lagos, Tierra de Mártires, Guadalajara, Equipo Diocesano de Misiones, ImpreJal, 2002, p. 114. ↩︎

  56. Camberos, op. cit., pp. 202-203. ↩︎

  57. Antonio Rius Facius, México Cristero, Guadalajara, Asociación Pro Cultura, 2002, tomo II, p. 375. ↩︎

  58. Antonio Gómez Robledo, Anacleto González Flores. El Maestro, Guadalajara, ImpreJal, 2001, p. 33. ↩︎

  59. Ibid., p. 39. ↩︎

  60. Ibid., p. 59. ↩︎

  61. J. Jesús Padilla Cuevas, “Anacleto”, El Informador, Guadalajara, 29 de octubre de 1995, suplemento cultural, p. 3. ↩︎

  62. Gómez Robledo, Anacleto González Flores…, p. 61. ↩︎

  63. Ibid., p. 88 ↩︎

  64. Anacleto González Flores, Tú serás rey, Guadalajara, Asociación Pro Cultura, 2000, p. 46. ↩︎

  65. Gómez Robledo, Anacleto González Flores…, p. 90. ↩︎

  66. Salvador Martínez Velasco, “El último general cristero”, serie: “Mis recuerdos. Guadalajara de los años treinta”. El Informador, Guadalajara, 11 de febrero de 1990, suplemento cultural, p. 13. ↩︎

  67. Juan Carlos González Orozco, Anacleto González Flores y el Conflicto Religioso de 1926-1929, Guadalajara, Arquidiócesis de Guadalajara, 2001, p. 170. ↩︎

  68. Gómez Robledo, Anacleto González Flores…, p. 149. ↩︎

  69. Ibid., pp. 183-184. ↩︎

  70. Alfredo Sáenz, Anacleto González Flores, Guadalajara, Pro Cultura, 2001, p. 84. ↩︎

  71. Teresa Vicencio Álvarez y León Faure Acra, Efraín González Luna, México, PAN, 1991, p. 17. ↩︎

  72. Jorge Alonso Sánchez, Efraín González Luna, el hombre, Guadalajara, Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, 2006, p. 4. ↩︎

  73. Cit. por Guillermo García Oropeza, “Don Efra…”, “Nuevas medias verdades”, Público, Guadalajara, 10 de agosto de 1997, Arte & Cultura, p. 5. ↩︎

  74. Vicencio y Faure, op. cit., p. 37 ↩︎

  75. Ibid., p. 43. ↩︎

  76. nstituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Estadísticas históricas de México, tomo I, México, INEGI, 1985, p. 291. ↩︎

  77. Vicencio y Faure, op. cit., pp. 29-30 ↩︎

  78. Ibid., pp. 3-5. ↩︎

  79. Jorge Alonso Sánchez, Efraín González Luna: un católico inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia, comprometido con una política de transformación democrática. En Cinco cristianos en Política, México, Instituto Mexicano de Doctrina Social de la Iglesia, 2005. p. 22. ↩︎

  80. Enrique González Martínez, El hombre del búho, Guadalajara, Departamento de Bellas Artes del Estado de Jalisco, 1973, p. 56. ↩︎

  81. Ibid., p. 75. ↩︎

  82. Enrique González Martínez, Tuércele el cuello al cisne y otros poemas, Sel. y pról. de Jaime Torres Bodet, México, FCE, SEP, 1984, Lecturas Mexicanas núm. 67, p. 11. ↩︎ ↩︎

  83. Ibid., p. 15. ↩︎

  84. González Martínez, op. cit., p. 18. ↩︎

  85. José Gregorio Gutiérrez, Mis recuerdos de la Gesta Cristera, Guadalajara, Ed. del autor, s.f., p. 61. ↩︎

  86. Martínez Velasco, op. cit., p. 12. ↩︎

  87. Ibid., p. 13. ↩︎

  88. Gutiérrez, op. cit., p. 71. ↩︎

  89. Ibid., p. 78. ↩︎

  90. Ibid., p. 95. ↩︎

  91. Jorge Huerta Wilde, Sangre de mártir, Guadalajara, Ed. del autor, 2006, p. 46. ↩︎

  92. Tiberio Munari, Mártires laicos de Jalisco. Ezequiel y Salvador Huerta, Guadalajara, Eds. Xaverianas, 2002, p. 50. ↩︎

  93. Huerta Wilde, op. cit., p. 109. ↩︎

  94. Emmanuel Carballo,Diccionario crítico de las letras mexicanas en el siglo XIX , México, Océano de México, Conaculta, 2011, pp. 121-122. ↩︎

  95. Bojórquez, Crónica del Constituyente…, p. 285. ↩︎

  96. Carballo, Ya nada es igual…, p. 245. ↩︎

  97. Wolfgang Vogt y Celia del Palacio, Jalisco desde la Revolución. Literatura y prensa 1910-1940, Guadalajara, Unidad Editorial del Gobierno del Estado de Jalisco, Universidad de Guadalajara, 1987, tomo VIII , p. 156. ↩︎

  98. Ibid., p. 159. ↩︎

  99. Amado Ruiz Sánchez. “Discurso en ocasión del homenaje a los doctores Luis Farah y Juan I. Menchaca y la imposición de sus nombres a dos de las aulas de enseñanza clínica en el Hospital Civil de Guadalajara en 1976”, Adalberto Navarro Sánchez y Fabiola Ruiz Rasura, Amado Ruiz Sánchez. Humanismo en una vocación científica, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1985, p. 507. ↩︎

  100. Ana Cinthya Uribe, “Homenaje a un santo varón”, Público, Guadalajara, 12 de abril de 2000, sección Arte & Gente, p. 2. ↩︎

  101. José Ignacio Dávila Garibi, El ingeniero don Salvador Mota Velasco. En Páginas para la historia tomo i, Sara Velasco (comp.), Guadalajara, Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco, 2015, p. 19 ↩︎

  102. Jesús Silva Herzog, El pensamiento económico, social y político de México 1810-1964, México, FCE, 1974, pp. 342-343. ↩︎

  103. Ibid., p. 347. ↩︎

  104. Ibid., p. 350. ↩︎

  105. Ibid., loc. cit. ↩︎

  106. Alicia Olivera de Bonfil, Miguel Palomar y Vizcarra y su interpretación del Conflicto Religioso de 1926, México, INAH, 1970, serie Archivo Sonoro, núm. 2, p. 9. ↩︎

  107. Ibid., p. 10. ↩︎

  108. Enrique Lira Soria, Miguel Palomar y Vizcarra. Católico militante (1880-1968), Guadalajara, Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara, Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara, 2010, p. 33. ↩︎

  109. Antonio Rius Facius, En mi sillón de lectura, Guadalajara, Asociación Pro Cultura, 2002, p. 175. ↩︎

  110. Olivera de Bonfil, op. cit., p. 49. ↩︎

  111. Quevedo y Zubieta, op. cit., p. 18. ↩︎

  112. Carballo, Diccionario crítico…, p. 198. ↩︎

  113. Quevedo y Zubieta, op. cit., en la contraportada. ↩︎

  114. Charla informal con Arturo Gómez Espinosa de los Monteros, julio de 1977. ↩︎

  115. Fernán Gabriel Santoscoy, “Facetas de la personalidad de don José Ramírez Flores”, Estudios Históricos, Guadalajara, núm. 27, tercera época, pp. 73-83. ↩︎

  116. José de Jesús Jiménez, “La labor historiográfica del profesor José Ramírez Flores. Su biografía”, Estudios Históricos, Guadalajara, núm. 14, tercera época, s.f., p. 55. ↩︎

  117. Moreno, op. cit., p. 25. ↩︎

  118. Juan de Dios Bojórquez, “Juan de Dios Robledo”, Forjadores de la Revolución Mexicana, México, INEHRM, 1960, p. 104. ↩︎

  119. Alfonso Francisco Sánchez Múgica, “El pensamiento internacionalista de Antonio Gómez Robledo”, México, tesis para optar por el grado de doctor en Ciencias Políticas y Sociales, 2012, p. 16. ↩︎

  120. Jean Meyer, “1.-La guerra de los cristeros”, La Cristiada, México, Siglo XXI, 1979, p. 285. ↩︎

  121. Bautista Iguíniz, El periodismo en Guadalajara…, pp. 281-283. ↩︎

  122. Juan de Dios Bojórquez, Crónica del Constituyente…, pp. 128 y 488. ↩︎

  123. Guillermo Zepeda Lecuona, “Semblanza biográfica de Francisco H. Ruiz (Director fundador de la Escuela Preparatoria de Jalisco, gobernador sustituto de Jalisco y presidente de la Suprema de Justicia de la Nación)”, Guadalajara, 2014, inédito, p. 5. ↩︎

  124. De la toma de Guadalajara el 8 de julio de 1914 y sus consecuencias inmediatas. Documento inédito en la Colección Fondo Cristero de la Biblioteca Jorge Villalobos del ITESO, clasificación 21, 2 PAL, LIBRO 11 DOC 1/111, Título: Carta con fecha 23 de Febrero de 1915, para el Ilmo. y Rmo. Sr. Dr. D. Francisco Orozco y Jiménez. Autor Palomar y Vizcarra Miguel, 14 hojas. ↩︎

  125. Zepeda, op. cit., p. 10. ↩︎

  126. Manuel Cambre, Gobierno y gobernantes de Jalisco, Guadalajara, Ayuntamiento de Tlaquepaque, Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, 1990, p. 137. ↩︎

  127. Zepeda, op. cit., p. 12 ↩︎

  128. Ibid., p. 17. ↩︎

  129. Victoriano Salado Álvarez, Memorias. Tiempo viejo–tiempo nuevo, México, Ed. Porrúa, 1985, p. 17. ↩︎

  130. Ibid., p. 60.
    [^131]:Ibid., p. 128. ↩︎

  131. De la Torre y García, Ambrosio Ulloa…, pp. 35-39 ↩︎

  132. Carlos Correa y Sofía Anaya, Paraninfo de la Universidad de Guadalajara. Tiempo, arte y espacio, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2013, p. 68. ↩︎

  133. Maricarmen Rello, “Juan Lanzagorta: ‘Rafael Urzúa es el más creativo’”, Público, Guadalajara, 19 de octubre de 2000, sección Arte & Gente, p. 3 ↩︎

  134. Juan José Doñán, “El arquitecto de la sierra”, Público, Guadalajara, 14 de agosto del 2000, columna “Juego simple”, sección Arte & Gente, p. 6. ↩︎

  135. José J. Fajardo Villalvazo, “Si quieres casa bonita…”, El Informador, Guadalajara, 21 de julio del 2002, Tapatío Cultural, Segunda parte, p. 8. ↩︎

  136. Helia García Pérez, “Cuando Anacleto se refugió en mi casa”, Entrevista a María Luisa Vargas González, Mi Pueblo, marzo-abril de 2002, p. 18. ↩︎

  137. Juan Real, entrevista a Luz Orozco Vargas, quien cita una carta del biografiado a su padre, el doctor Antonio Vargas. Entrevista realizada en abril de 2006. ↩︎

  138. Pedro Jaime Orozco, “Siervo de Dios: Jorge Vargas González”, Apóstol, Guadalajara, Seminario de Guadalajara, núm. 107, marzo-abril de 1998, p. 7. ↩︎

  139. Ibid., p. 8. ↩︎

  140. Por ejemplo, se decretó en marzo de 1926 que sólo debería haber 250 sacerdotes en todo el estado de Jalisco. Joseph H. L. Schlarman, México tierra de volcanes, México, Porrúa, 2002, p. 611. ↩︎

  141. María Luisa Vargas González, Yo fui testigo, Guadalajara Ed. de la autora, 1994, p. 12. ↩︎

  142. Ibid., p. 25 ↩︎

  143. Juan José Doñán, Oblatos-Colonias. Andanzas tapatías, Guadalajara, Campo Raso, 2001, p. 151. ↩︎

  144. Camberos, op. cit., p. 291. ↩︎

  145. Enrique Varela, Conferencia “El cardenal José Garibi Rivera y el Templo Expiatorio”, 12-VIII-2005. ↩︎

  146. Pedro Vázquez Cisneros, Balas perdidas, México: Ed. del autor, 1953, p. 9. ↩︎

  147. Doñán, Oblatos…, p. 154. ↩︎

  148. Ibid., loc. cit ↩︎

  149. Este catálogo pertenece a la exposición homenaje a José Vizcarra, que tuvo lugar del 17 al 10 de abril de 2005, en el Museo de la Ciudad de Guadalajara ↩︎

  150. Arturo Camacho Becerra, “A la luz del realismo o del realismo a la luz. Antología audaz de un maestro de pintores: José Vizcarra (1874-1956)”. Claudio Jiménez Vizcarra et al., José Vizcarra Batres, Guadalajara, Museo Claudio Jiménez Vizcarra, Ayuntamiento de Guadalajara, Museo de la Ciudad de Guadalajara, 2005, p. 9. ↩︎

  151. Ibid., p. 10. ↩︎

  152. Jiménez Vizcarra, “Presentación”, José Vizcarra…, op. cit., p. 5. ↩︎

  153. Bautista Iguíniz, El periodismo en Guadalajara…, p. 237. ↩︎

  154. Pérez Verdía, Historia particular…, pp. 551-552. ↩︎

  155. Bautista Iguíniz, El periodismo en Guadalajara…, tomo II p. 237. ↩︎