Prólogo. Breve elogio de la Universidad
Ixchel Nacdul Ruiz Anguiano 1
Ríos de tinta han corrido desde que la Universidad ocupara un sitio junto al luminoso pero lejano cometa, a los dálogos del sabio ateniense o a la ecuación más compleja, para ser tema de estudiosos que a su signi cación han dedicado serios empeños. Desde la losofía, la historia, el derecho, y otras tantas disciplinas, se ha pretendido profundizar en el conocimiento de la Universidad. De su raíz latina se ha dicho que re ere “al todo”, acaso “a la totalidad” del saber, del ser. Totalidad que se advierte inabarcable, cuando se ha indagado acerca de su génesis y naturaleza, abordado como ente y fenómeno, especulado sobre sus transformaciones y efectos... Asimismo, los versados en la lengua han discutido, si “universidad” debe vincularse con “ser uno”; pero más allá de etimologiás, en la historia se encuentra 21 sentido al nombre de aquellas comunidades de maestros y discípulos del medioevo, que en dicha “unidad” habrían de encontrar cobijo para la mente y nutrición para el espíritu. ¿Por que? si no entonces, al paso del tiempo, la Universidad fue también llamada “casa” y “madre”?
Fueron madres –en la acepción de “predecesoras”– las universidades de Bolonia y de París, papel que ocuparon las de Salamanca y Alcalá para las instituciones educativas americanas. No obstante la pronta fundación de la Real y Pontificia Universidad de México en 1551 y los preclaros frutos que brindó desde sus primeros años, en la orfandad de Alma Mater quedaban los hijos del septentrión novohispano. Aun cuando más de dos centurias separan la apertura de aquella casa de estudio y la de la Real Universidad de Guadalajara, el anhelo de instrucción de los neogallegos encontró dignas fuentes para abrevar en el seminario conciliar, los colegios jesuitas y el convento de la orden de Santo Domingo. Resulta significativo que en establecimientos como este último se formaron fray Felipe Galindo Chávez y fray Antonio Alcalde. Ambos obispos dominicos son reconocidos como los grandes promotores –junto a Matías de la Mota Padilla– de la fundación universitaria en Guadalajara.
La capital novogalaica no fue pues, un páramo para quien deseara tomar el camino del estudio formal, pero el siglo xviii traería consigo los aires de la Ilustración y con ello no bastarían “las materias eclesiásticas” como bien señaló en su momento, el licenciado Mota Padilla.
Durante décadas cruzaron el Atlántico misivas e informes con argumentos y generosas ofertas que pretendían llevar a buen puerto las gestiones a favor de la Universidad guadalajarense. De todo ello da cuenta puntualmente Juan Real Ledezma en este primer tomo de la Enciclopedia histórica y biográfica de la Universidad de Guadalajara. En él, además se encuentra valiosa información acerca de la inauguración, gobierno y organización de aquel establecimiento dieciochesco ascendiente de nuestra benemérita institución actual.
Con el respaldo de una exhaustiva investigación en fuentes primarias, se da noticia de las decisiones más importantes tomadas en cada una, de las más de ciento cincuenta sesiones del Claustro de Consiliarios y Doctores de la Universidad –realizadas de 1799 a 1821– en un contexto no pocas veces convulso y que el autor describe de manera pertinente.
En los albores del siglo xix, las ideas y movimientos que desembocarían en la emancipación de España, evidentemente tuvieron eco en la máxima casa de estudio. Asimismo, la consumación de la independencia marcó el n de una época y el ocaso de la Real Universidad de Guadalajara.
Empero, con justicia señala el maestro Real Ledezma, que
aún cuando la vida de la Real Universidad de Guadalajara fue más bien efímera, solamente tres décadas fueron su cientes para que de sus aulas egresaran profesionistas que influyeron de forma muy determinante, tanto en los destinos del naciente estado de Jalisco, como en los de la incipiente nación mexicana, e incluso algunos llegaron a adquirir relieve internacional.
Luego invita a conocer la trayectoria de 41 universitarios, entre los que se encuentran nombres destacados, como: Valentín Gómez Farías, José Anastasio Bustamante, Severo Maldonado o José Miguel Ramos Arizpe. Quizá deba reconocerse que, en su mayoría, los biografiados serán un caro descubrimiento para el lector.
Culmina así, el primer episodio en la historia de la Universidad de Guadalajara. Pero el círculo al que alude la Enciclopedia desde su origen, no ha de cerrarse aún. Este esfuerzo editorial es ineludible material de consulta, pero también punto de partida para nuevas investigaciones.
Contemplado todo lo anterior, no cabe duda de que el volumen al que antece- den estas palabras, se inscribe en esa gran obra rica e inagotable que el intelecto humano ha dedicado a la Universidad.
Referencias
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Doctoranda en Historia, maestra en Ciencias de la Arquitectura y licenciada en Estudios Políticos y Gobierno por la Universidad de Guadalajara. Miembro del comité académico de la Maestría en Historia del Arte y del Seminario permanente de pintura virreinal del Museo Regional de Guadalajara, por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. ↩︎