Prólogo. Los claroscuros en la conformación de México, 1861-1925


Desde el divisadero de la historia nacional, de la historia patria, hemos asistido a una infinidad de contratiempos y vicisitudes en la conformación de nuestro país. Desde el inicio mismo de la construcción de la república hasta el día de hoy, los “tropiezos”, como los ha mencionado Josefina Zoraida Vázquez, son continuos.1 A querer o no, las dificultades nacionales se han visto reflejadas en las historias locales, en las historias matrias, como bien lo explicó Luis González y González, que terminan por significarse como espejos de los procesos nacionales con matices de los terruños.2

El tercer tomo de la Enciclopedia histórica y biográfica de la Universidad de Guadalajara, titulado “El interregno universitario, 1861-1925”, es una buena muestra del reflejo a nivel local de los avatares nacionales para consolidar el país. Así como en Jalisco los proyectos educativos no terminaban de establecerse en la segunda mitad del siglo xix y las primeras dos décadas del xx, a lo largo y ancho del país los hacedores del proyecto nacional no alcanzaban a materializarlo desde sus gobiernos. Ya fueran liberales o conservadores, a favor o en contra de la presencia extranjera en nuestro país, con altura de miras o reducida visión, los proyectos naufragaban mucho antes de comenzar a surcar las aguas de la república.

Durante los años del “iterregno universitario” se experimentó la instauración del imperio de Maximiliano y la lucha que emprendió el presidente Benito Juárez para restaurar la república. A raíz de la muerte de Juárez su grupo político desató las disputas intestinas por quedarse con la presidencia; al principio triunfó Sebastián Lerdo de Tejada; en 1876 lo hizo Porfirio Díaz, que no dejaría el poder sino hasta 1911, con un cuatrienio donde gobernó Manuel González de 1880 a 1884. Después del porfiriato se desencadenaron sucesivas revoluciones, siendo la última la conocida como la Guerra Cristera en la segunda mitad de la década de los años veinte. En todos estos años, más tardaban las autoridades en plantear un nuevo plan nacional, a que la propuesta fuera abatida por las fuerzas en permanente tensión.

El periodo analizado comienza en 1861 cuando en Jalisco se sentían los estragos de la Guerra de Reforma recién concluida en diciembre del año anterior. La capital del estado yacía en ruinas; no obstante esa penuria citadina, el gobernador Pedro Ogazón buscaba pacificar el estado, someter la revuelta de Manuel Lozada y aplicar las Leyes de Reforma. La sexta década decimonónica comenzaba con las noticias de la entrada triunfal de Benito Juárez a la Ciudad de México, y ya para mayo el Congreso Constituyente lo declaraba presidente.

A pesar de ello, México era un país débil, con graves problemas profundizados por una élite que no veía con desagrado la instauración de un régimen monárquico encabezado por una figura extranjera. Así, llegó la intervención francesa que obligó a Juárez a tener una presidencia itinerante. Finalmente, Maximiliano de Habsburgo alcanzó tierras mexicanas en 1864 luego de aceptar la corona de México ofrecida por los conservadores, lo que complicó aún más la violenta realidad nacional. Fueron varios años de conflicto hasta que en mayo de 1867 fue tomada la ciudad de Querétaro por Mariano Escobedo y Ramón Corona, situación que inclinó la balanza bélica hacia los juaristas. El 19 de junio de 1867 con el fusilamiento de Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía se consumaba el triunfo de la república sobre el imperio.

No obstante, aún había que seguir andando el camino. Nuevamente Benito Juárez entró triunfal a la Ciudad de México el 15 de julio de 1867, restableció la Constitución de 1857 y aplicó las Leyes de Reforma. Su gobierno se extendió hasta 1872 cuando el 18 de julio lo sorprendió la muerte. En concreto, la nación se encontraba en bancarrota.

Pasado el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, tomó las riendas del país Porfirio Díaz, para no dejarlas sino hasta 1911. “Orden y Progreso” fue la línea que siguió el general: orden para los de abajo, progreso para la élite; en la práctica su gobierno fue centralista con una fachada de régimen federal.

En la segunda década del siglo xx se vivió la revolución mexicana que en realidad fue una serie de revoluciones populares, siendo la primera la encabezada por Francisco I. Madero con apoyo de masas campesinas del sur contra el régimen de Porfirio Díaz. A la caída del porfiriato las revueltas no cesaron, al contrario se incrementaron hasta la segunda mitad de los años veinte.

Así, se vivieron las insurrecciones delahuertista, zapatista, villista, carrancista, obregonista y cristera, principalmente. Durante los años aciagos se dejó sentir la mano intervencionista del gobierno de Estados Unidos.

Al tiempo que esos procesos transcurrían en todo el país, el esfuerzo del gobierno de Jalisco por consolidar el proyecto educativo en aquellos difíciles años lo llevaron a establecer la Junta Directiva de Estudios del Estado de Jalisco de 1868 a 1893; la Dirección de Instrucción Pública del Estado de Jalisco de 1893 a 1903; el Consejo Superior de Instrucción Pública y la Dirección de Instrucción Pública de Jalisco de 1903 a 1920; el Departamento de Educación Preparatoria y Profesional y la Dirección General de Educación y Beneficencia Públicas de Jalisco de 1920 a 1925.

Asimismo, en sus andanzas educativas por brindarle una mejor preparación a la población del estado –en el contexto histórico del “interregno universitario”–, el gobierno de Jalisco encontró las fortalezas y las alianzas necesarias para cumplir con sus responsabilidades en los “universitarios sin universidad”; esas generaciones de jóvenes estudiantes que ante la clausura de la Universidad de Guadalajara no detuvieron su formación educativa abrevando conocimientos en los liceos y escuelas profesionales estatales y en las instituciones educativas católicas. La historia de la educación en Jalisco en ausencia de la Universidad de Guadalajara, y de las mujeres y hombres que la forjaron, son los trazos que pintan las páginas de este tomo.


Referencias
  1. Josefina Zoraida Vázquez, “Los primeros tropiezos”, Daniel Cosío Villegas, Historia General de México, México, El Colegio de México, 2000. ↩︎

  2. Luis González y González, “Suave Matria”, Nexos, México, núm. 18, diciembre de 1986. ↩︎